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Etapa 4

No sé cuánto tiempo llevo aquí, ni desde cuando tengo dolor en todo el cuerpo por la posición tan incómoda en la que me encuentro. Miro directo en donde me encuentro y solo veo el verde intenso de la hierba y gris de las piedras. Sé que estoy en alguna parte del bosque lejos de las montañas y el rio, pero no sé cómo llegue aquí.


Mi cabeza palpita y siento que todo da vueltas a mi alrededor. Para cuando la sensación de mareo cesa noto muchos cuerpos dispersos a mi alrededor como si una fuerza externa nos hubiera arrojado lejos. Logro reconocer algunas caras son todos los vecinos y amigos del pueblo, mis compañeros de trabajo incluso los pacientes ingresados también, todos están aquí


- Amelia, que sucedió? - La voz de Marcos me sorprende y al voltearme lo distingo tratando de ayudar a Liza, pues su tobillo esta fuera de lugar.


Pero puedo sentir el dolor de Liza, es una extraña sensación, no es el dolor físico sino el emocional, el miedo. Miro fijo a Marcos y puedo ver su desesperación al ver a su media hermana en ese estado, es muy protector al igual que con Kiara. ¿Dónde estará mi niña?


Percibiendo las emociones, me acerque a cada persona que veo y me doy cuenta que también puedo calmarlos. A todos le preguntaba sobre mi niña, pero nadie sabía o están aún confundidos por el lugar donde despertaron. Hasta que llegué al último residente que estaba sentado entre las raíces de un árbol enorme, y no era consciente hasta que vi que se trata de Adrián, y puede sentir un dolor más profundo como cuando pierdes a un ser querido. Sentimiento con el que estoy bien relacionada.


- Adrián. ¿te encuentras bien? - Posé mi mano sutilmente sobre su hombro y sentí como tembló ante mi tacto.


- Ellos se fueron. - comenzó a llorar como si ya no pudiera contenerlo más, como si estuviera perdido. - Kiara también se fue.


- ¿Tú sabes dónde está mi niña? - lo miré lloroso y desolado y me di cuenta que el alcalde y su esposa no se encontraban en el grupo - ¿Los que se fueron, eran tus padres?


Su repentino abrazo me rompió en pedazos el corazón, sus lágrimas mojaron la manga de mi blusa y su tristeza era tan palpable como la que yo sentí cuando perdí a mi familia en aquel fatídico accidente automovilístico. Quería desprender ese dolor lo lastimaba y poseerlo solo yo para librarlo de la desolación de los siguientes años y de las dudas que le perseguirán sin descanso. Solo un corazón roto puede ayudar a otro igual de roto a sanar.


Con Adrián en brazos decidí buscar respuestas sobre lo que ocurrió y donde están el alcalde, su esposa y mi niña, pero primero deberíamos regresar todos al pueblo y recuperar fuerzas.


El camino de regreso fue largo y tedioso, no solo íbamos lento por algunos heridos también el terreno era difícil de caminar y estaba ligeramente inclinado. Dábamos rodeos evitando algunas plantas venenosas y también el terreno de los guiras, una especie de felinos. Dos días nos tomó regresar al pueblo y mediodía en asegurarme que todos estuvieran seguros en sus casa y Liza atendida.


Adrián dormía en la cama de Kiara cerca de la mía. Las pesadillas lo atormentaron durante toda la noche solo se tranquilizó cuando decidí quedarme sentada cerca de su cara y acariciar el nacimiento de su cabello amarillo.


En la mañana me despertó el olor humeante de un café recién hecho, había olvidado que Marcos tenia llave y supongo que vino a ver como estábamos.


- ¿Tu hermana como se encuentra? - Supongo que mi pregunta lo tomo por sorpresa pues nunca lo mencionaron.


- Ella está bien, por suerte no tuvo fractura. En pocos días volverá a caminar. - Agrego esto último mientras me extendía una taza de café hirviendo y se sentaba a mi lado en el piso. - ¿Y tú estás bien?


- Creo que sí. Sé que algo paso mientras estuvimos dormidos y tiene algo que ver con Kiara y el alcalde. - susurre pues Adrián podría despertar en cualquier momento.


- Te ayudare a buscar respuesta, también tengo muchas dudas. ¿Cómo fue que todos llegamos a esa parte del bosque? - al parecer se lo pregunto al viento.


- Lo último que recuerdo es que me encontraba haciendo la ronda a los pacientes revisando los cuartos, todo se volvió oscuro y desperté en el bosque junto a todos los demás.


- Yo recuerdo que estaba en consulta con un paciente y desperté cerca de ti y de Liza, ella estaba con una fractura de la pierna y sangraba mucho, no sabía qué hacer.


- Pero cuando los vi ella no estaba sangrando.


- No sé qué paso, cuando puse mi mano sobre la herida esta comenzó a sanar sola. - hizo una pausa - después te vi y me sentí más calmado.


- Creo que Kiara nos dejó algunos de sus poderes. Por eso estoy segura que ella sigue viva.


- Busquémosla, comencemos por...


- Por la escuela. - Adrián nos miraba con atención desde la cama, cuanto habrá escuchado - pero allí tampoco va a estar.


- ¿Cómo sabes eso? - Marcos estaba tan perdido como yo.


- Mi padre nos recogió de la escuela, con la excusa de que debíamos comenzar a estudiar temprano. - iba a reclamar porque debieron avisarme, cuando el niño continuo su relato - mi padre dijo que usted le había dado permiso para llevarse a Kiara también.


- Pero no fue así ¿a dónde fueron? - pregunte alentándole a continuar.


- Pensé que nos llevarían a casa, pero no fue así, mi padre nos llevó a la base de la montaña. Ya mamá estaba allí esperando, con su traje de arqueóloga y un pedazo de papel que parecía un mapa.


- ¡Un mapa! - soltamos al unísono Marcos y yo.


- Si, parecido a este que está aquí en la pared - y señaló los dibujos que estaban pegados en la pared - pero más pequeño.


Tuvimos que retroceder hasta mi cama para poder ver los garabatos que formaban el mapa, como no me di cuenta antes, por eso me resultaba tan familiar. Era un plano detallado del pueblo, la montaña, el rio y el bosque. Incluso en la parte del bosque se podía apreciar una pequeña figura similar al ser árbol, con el cual Kiara se encontró.


Las preguntas se acumulaban y las respuestas escaseaban. Siempre lo escuche decir en situaciones similares, pero vivirlo es más complicado de lo que había imaginado.


Como en todo mapa había una cruz, pero en este caso había dos cruces. ¿Qué podía significar cada una? Aún faltaba parte de la historia de Adrián por contar.


- ¿Que sucedió después? - pude sentir la tristeza del niño.


- Era la entrada de una cueva, y mi padre nos obligó a entrar allí. Era oscuro y tenía mucho miedo. - hizo una pausa, las lágrimas no dejaban de recorrer su rostro infantil, no era un recuerdo feliz. - Hasta que Kiara comenzó a brillar y hablo en mi mente.


- ¿Que te dijo? - fue marcos quien pregunto.


- Todo estará bien y que mis padres no son malos. - se sobo la nariz con la sabana que estaba en la cama. - pero querían robar algo que era de los padres de Kiara.


- Cálmate. Te prepare un vaso con leche caliente y unas galleticas para que desayunes y después continuamos hablando. - Logre que se recostara a la cama y le hice señas a Marcos para que me siguiera a la cocina.


- Recuerdo que cuando llegue al hospital por el accidente, Liza menciono algo relacionado a la madre de Kiara y que pertenecía a una antigua tribu de la montaña.


- Llamare a Liza para que ver que nos dice de la madre y nos ayude cuidando un rato a Adrián. También necesitamos su auto.


La poca información que pudimos reunir en las horas de la mañana fueron suficiente para armar una excursión solo Marcos y yo, en busca de Kiara y los padres de Adrián, o al menos la verdad de lo que había ocurrido realmente.


Las pocas provisiones, una tienda de campaña y el mapa que Kiara dibujó era todo lo que necesitamos para encontrar la verdad.


Una cruz marcaba la entrada a la cueva del relato de Adrián y la otra cruz parecía que señalaba algo que estaba dentro de la cueva, pero adentrándose en el corazón de la montaña era peligroso y ninguno de los dos teníamos experiencia en espeleología.


En la medida que avanzamos hacia el interior de la cueva las luces artificiales iban espaciándose una de las otras y el terreno se volvía más estrecho, hasta que comenzamos a gatear. Una tenue luz mostraba el final del túnel y este desembocaba en una caverna enorme y al parecer no éramos los primeros en deslumbrarnos por su contenido.


Varios andamios de madera sostenían algunas paredes que estaban sueltas y también facilitaban un camino para zonas superiores de difícil acceso. No solo admiramos las pinturas reflejadas en las paredes, algunos salientes fueron usados para contener vasijas ornamentales, ofrendas y un sin números de objetos para los cuales no teníamos la menor idea que eran.


- Amelia, tienes que ver esto, es increíble. - mire la pintura que señalaba Marcos, era Kiara.


- Como puede ser posible? Hay más imágenes por aquí. Al tocarla las imágenes comenzaron a pasar por delante de mis ojos.


La secuencia de pinturas me mostraba una historia antigua, una tribu que habitaba esta zona tuvieron muchas victorias en sus conquistas y pocas derrotas. Su poder era debido a una piedra de color rojo, la cual antes de la batalla cada guerrero debía tocarla y ofrecer como sacrificio a cada enemigo que pisaran el campo de batalla. Esta piedra despertó la codicia en muchos corazones que acabo con el fin de la tribu y las cenizas del bosque.


Los seres del bosque buscaron detener la sed de poder, pero se volvió en su contra y para cuando la tribu agonizaba y el fuego se expandía hacia sus terrenos, pactaron con la montaña para ella se tragará la piedra roja para siempre, pero alguien debía asegurarse que la piedra no sería descubierta. Así que nacería cada 100 años una niña tan brillante como encantadora, de un bondadoso corazón que al marcharse pactara un nuevo comienzo para los próximos 100 años y cuidara el escondite de la piedra roja.


Cuando mi visión termino caí en cuenta de lo que había pasado. La esposa del alcalde descubrió la caverna y los secretos que contenían. Ambos quisieron el poder de la piedra para usarlo de alguna forma y descubrieron que Kiara era la niña que brillaba.


Una sacudida de la tierra hizo no solo que saliera de mis pensamientos, sino que perdiera el equilibrio y frenara la caída con ambas manos sobre el suelo cavernoso, el cual estaba caliente.


- Debemos irnos. - Marcos me levanto sin mucho esfuerzo y sin pensarlo dos veces salimos corriendo en dirección del túnel que se conectaba con la entrada de la cueva.


Ya fuera de la cueva otra vez perdimos el equilibrio por un temblor de tierra, todo indicaba que la montaña se convertiría en un volcán y entraría en erupción en cualquier momento.


Llegar hasta el carro no fue difícil, lo complicado fue sortear los desprendimientos de rocas y los troncos de árboles caídos que se cruzaban en el camino. Para cuando llegamos al pueblo el volcán ya había entrado en erupción y la lava cubría toda su superficie, pero el rio se interponía haciendo una barrera que desviaba la lava hacia el acantilado. En pocos minutos de la erupción solo quedaba una cortina de humo y unos caminos de lava que comenzaban a enfriarse.


Mi vida volvió a cambiar ahora cuido de Adrián, y me postulo como alcaldesa. En poco tiempo logramos reconstruir el pueblo e incluir algunos establecimientos turísticos para mejorar la economía y la vida de los residentes.


Marcos y Liza me acompañaron en un viaje de exploración para ver los daños que la erupción dejo en el bosque y buscar la entrada de la cueva. Una enorme piedra sellaba con lava fría dicha entrada y con ello todos los secretos que allí se guardan. Entonces comprendí que la piedra ya estaba segura y que harían falta otros 100 años para que Kiara renaciera y nos volviera a salvar una vez más.


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