Capítulo 4
Mis padres luchaban con todo lo que podían, yo quería saltar y ayudarlos pero mi Mate me lo impedía. Me retenía con tanta fuerza que era imposible para mí lintarme.
-¿Quieres salvarlos? - me susurra cerca del oído y apoya su mentón en mi hombro.
Unos vampiros muerden a mi padre haciendo que suelte un alarido de dolor que retumbaba por mi cabeza. Cerré los ojos con fuerza y apreté mis garras en los reposa brazos del trono.
-¡Bien! ¡Está bien! ¡Me quedaré, pero déjalos ir!
Al instante escuché un chasquido de dedos que hizo que todos los vampiros se detuvieran enseguida. Abrí los ojos aún sintiéndolos cristalizados por las lágrimas, miré a mis padres pero luego sentí un beso en mi nuca.
-Muy bien... que buena decisión la que has tomado - sentí como acariciaba mi cintura con ambas manos -. Llevenlos hasta los límites de su territorio... Ah, y ustedes... - apunta a mis padres quienes a duras penas podían mirarnos -. Ni se les ocurra volver a por ella o hablar sobre esto porque o sino... - me agarra el cuello ahorcandome, solté un jadeo de miedo -... la mato.
Los guardias se llevan a mis padres quienes intentan oponerse mientras chillan adoloridos y me llaman, pero aparté mi mirada y escuché que la puerta se cierra y ya no lograba escucharlos.
Cerré mis ojos y agaché la cabeza. Sentí las manos de mi Mate acariciar mis brazos y luego mis muslos.
-Ahora eres completamente mía ¿Lo sabes? - solo me quedé callada -. Tendrás que obedecerme en todo lo que diga.
Abrí los ojos de par en par cuando muerde mi cuello por sorpresa. Comencé a soltar quejidos de dolor ya que esto realmente era doloroso, y extraño... la sensación de que me succionara la sangre era extraña. No pasó mucho cuando comencé a sentirme sin fuerzas, fue cuando se detuvo y me soltó pero lamió la sangre que salía en un hilillo de la herida.
-Seré sincero contigo... Odio a tu estúpida especie, así que no esperes un buen trato porque no lo tendrás.
Me empuja como sacudiéndose una basura del regazo, para tirarme al suelo y se levanta. Yo me retorcí un poco para conseguir sentarme por lo menos.
-Pero... por ser mi Alma, tendrás beneficios.
-¿Qué beneficios podría tener yo de alguien como tú? - espeté en gruñidos mientras presionaba la zona de la mordida.
-No dormir en un calabozo, por ejemplo.
Sonríe con algo de burla, entonces se arrodilla hasta mi altura y me eleva la mirada con sus dedos bajo mi mentón.
-O... que nadie más pruebe de tu deliciosa sangre, excepto yo, claro.
Moví mi cabeza para apartarla de su agarre y quedé con la mirada hacia un lado, pero la bajé al suelo. Él suelta una corta risa amarga y se levanta.
-Llevenla a mi habitación, y encierrenla allí.
Las manos de sus guardias me tomaron por los brazos y me levantaron bruscamente.
-Con cuidado señores... - sonríe como si fuera un juego -. Oh, y anuncien esto: Todo aquel que intente ponerle una mano encima o beber de su sangre, será ejecutado de inmediato.
-Sí, su alteza.
-Bien, vayan.
Los guardias comienzan a arrastrarme para hacerme mover, yo no tuve de otra más que caminar a la par que ellos.
Me guiaron por varios pasillos verdaderamente confusos hasta que se detuvieron frente a una gran puerta blanca que las chicas de servicio, que estaban allí, abrieron para dejarme pasar. Los guardias me hicieron entrar y luego salieron cerrando la puerta.
¿Ahora cómo saldré de esto...?
-A..Ayuda... - miré rápidamente hacia el lugar de donde provenía esa débil voz. Corri rápidamente al ver a la loba de antes.
-Hey... tranquila, estarás bien ¿sí? Estará bien... -
Sujeté su cabeza con cuidado pero su cuerpo estaba helado por la poca sangre que tenía. Mis manos comenzaron a temblar y nuevamente quise llorar. Vi que tenía tantas mordidas por todos lados que ni siquiera se desangraba ya...
Me miraba desesperada y suplicante, comenzó a temblar al hacer esfuerzo por levantar su parte superior y agarrarme con fuerza.
- N..No lo ha..hagas enojar... S..Si obedeces n..no te irá t..tan mal c..como a las... o...tras...
Sus ojos se blanquean a la par que deja escapar su último suspiro de vida. La mano que sujetaba mi ropa cae ya sin fuerzas y el frío de su cuerpo me dio más escalofríos.
-¿Murió ya? Esperaba poder divertirme un rato más con ella. Miré con asco hacia atrás. Dejé el cuerpo de la loba con cuidado y me levanté de golpe.
-¡Eres un maldito monstruo! - levanté la mano para golpearlo pero él me agarra por la muñeca y me suelta un golpe él que me deja tirada en el suelo.
Escuché que suspiraba con pesadez y luego se acuclilló frente a mí para agarrar mi rostro con una mano. Miró el golpe pero no vi ningún atisbo de remordimiento, tampoco era como si lo fuera a esperar.
-Ya te lo había dicho... Odio a tu especie, y tú no eres la excepción.
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