No tardamos casi nada en llegar a sus territorios y mucho menos en llegar al castillo. Los vampiros se nos quedaron viendo pero sin decir nada al respecto; por instinto escondí mi rostro en el pecho de Erick para evitar la mirada de todos los demás.

Nunca me gustó que se me quedaran viendo, y menos cuando se trataba de tanta gente.

Entramos al castillo y yo solo esperaba que me devuelva a los calabozos. Cerré mis ojos suspirando profundo, estaba agotada así que solo acosté mi cabeza contra el hombro de Erick y dejé que me devolviese a ese agujero. De todos modos no podría hacer nada para evitarlo...

Pero me sobresalté al sentir que me dejaba sentada en una superficie alta y fría. Al abrir los ojos, noté que estaba en el baño de su habitación.

Me quedé quieta mientras el salía del cuarto de baño, lo escuché buscar algo en un cajón y luego volvió con un frasco.

-Abre la boca.

-¿Qué... es eso...? - pregunté desconfiando.

-¿Desde cuando me cuestionas? - lo seguí mirando dudosa y él rueda los ojos -. Es algo que te devolverá el color, y la sangre.

Entre cerré los ojos aún más pero decidí que por primera vez... confiaría en él. Así que lo hice y sentí que cayó una gota en mi lengua.

-Sabe horrible.

Comencé a hacer muecas de asco habla par que tosía un poco y me daban arcadas.

-Me lo imaginé.

Escuché una risa de su parte... una de diversión, pero no como todas las anteriores... esta era más linda... más sana. Suspiré volteando mi rostro para no verlo pero me encontré con mi reflejo en el espejo. Me miré por unos segundo, estaba hecha un asco pero al cabo de un momento, mi color había vuelto y no se notaba ninguna marca o herida.

-¿De dónde sacaste eso?

-Una bruja. Ahora ven.

Sorprendentemente me tiende la mano, lo miré nuevamente dudosa y extrañada pero acepté su ayuda lentamente. Aún me asombraba todo lo que estaba haciendo por mi en estos momentos.

-¿Estás bien? - pregunté -¿Por qué te comportas tan... amable...?

Suspiró sin mirarme, tampoco me respondió y en cambio me dió una toalla y ropa.

-Dúchate, luego quiero verte abajo.

Asentí extrañada. Salió del baño y luego de la habitación, por lo que pude escuchar.

-Que extraño...

Murmuré mientras dejaba las cosas a un lado y entraba en la ducha, por fin pude quitarme toda esta suciedad y sangre de mi cuerpo... me sentí renovada y fresca.

***

***

-Ya... ya estoy aquí. - anuncié mi llegada tímidamente cuando llegué a la sala.

Erick se da vuelta, pero me quedé muda al ver una extraña expresión en su rostro que no pude descifrar... ¿o será culpa? ¿Tristeza? ¿Lástima? No tenía ni idea en realidad, pero me sobresalté cuando aparece frente a mi por su velocidad vampírica.

-Kia... - la presión del collar en mi cuello desaparece -. Yo te libero de ser mi Alma.

Abrí los ojos de par en par sin poder creer lo que estaba pasando. Erick y yo miramos el collar en su mano pero lo aprieta y lo baja antes de comenzar a hablar.

- Todo lo que te hice pasar... toda esa humillación y maltrato... no te lo merecías así como yo no merezco ni tu perdón, ni tampoco ser tu pareja destinada.

Baja la mirada con sumo arrepentimiento, se lo podía notar fácilmente desde kilómetros de distancia.

-Aún así te pido disculpas, y para compensar... eres libre de irte. Puedes volver a tu vida en tu manada con tu familia y amigos, puedes olvidarte por completo de mi y vivir feliz. Prometo no volver a buscarte...

Me quedé en mi lugar sin saber que hacer o decir, por un momento creí que esto era una clase de broma y que nada más cruzar la puerta me atraparían y castigarían de nuevo.

-¿Es en serio...? ¿Puedo irme...?

Mi voz salió esperanzada y mis ojos picaban por las lágrimas. Él asiente sin mirarme, como si no pudiera hacerlo.

-Así es...

No pude evitar soltar un sollozo de felicidad, sonreía con ganas y no esperé ni un segundo más para salir corriendo. La puerta estaba abierta, por lo que nada más pisar el césped y sentir el viento en mi rostro... pude percibir enseguida mi libertad.

Iría a la manada... con Naomi y mis padres... era libre...

Me transformé y salí disparada, sin nadie persiguiéndome para detenerme. Sin guardias, ni gritos o amenazas... pasé los límites hasta salir de estos y seguí el camino de vuelta a la manada.

Volvería a casa...

Narra Erick

Escuché pasos apresurados acercarse, sabía quiénes eran y para qué venían.

-¡Majestad la chica se escapa... ! Avisa uno de los guardias.

-Dejenla ir... - dejé el collar sobre una mesa y miré hacia los guardias -. Ella es libre.

-Pero... ¿Majestad... ?

-Si alguien se atreve a tocarla, lo mataré con mis propias manos. ¿Entienden? He dicho: dejenla ir.

Mis ojos brillan en rojo mientras los amenazaba, ellos guardan silencio e inclinan la cabeza en una reverencia.

-Sí, su alteza.

Me los quedé viendo y luego miré hacia donde se había ido Kia. Hasta que mi hermana entra en la habitación.

-¿Erick... ?

-Tenías razón... no sé con qué derecho quise apropiarme de ella, ella es libre. Libre de mí, como debe de ser...

-Hermano... - ella me encuentra y me rodea con sus brazos para abrazarme.

Tratando de consolarme... pero esto era algo que no desaparecería sin más. Aún así, me dejé abrazar, solo que yo no me moví.

-Ella se merece a un Mate que no la trate como yo lo hice.

-Pero tú puedes hacer el esfuerzo de cambiar ¿No lo crees?

-Aunque consiga cambiar... ya es tarde. Ella no querrá perdonarme, yo tampoco lo haría. Pero está bien... se merece lo mejor, y yo no lo soy.

-Me alegro que entiendas que ella no es un objeto o una mascota, es tu Alma y... - la interrumpí justo ahí.

-No, ya no. La liberé de eso...

-¿Te ha rechazado? - suena sorprendida.

-Estaba tan feliz de irse que no tuvo tiempo de hacerlo... seguramente lo ha olvidado.

-O... no quiso.

Solté una risa sarcástica y amarga a la vez que me soltaba del abrazo de Kristal.

-Lo dudo mucho.

Me alejé de ella sin importarme que siguiera hablándome. Fui a mi habitación y me encerré allí, encontré una botella con una sustancia especial que me daría los mismos efectos que el alcohol normal a los humanos. Quería desconectarme por un tiempo...