Capítulo N° 10
«Incómodo», esa palabra que definía a Jhëren en determinadas situaciones era la única que podría describir el ambiente en la choza de Kohnn y Sara. Incómodo estaba Kohnn al verme ahí en su vida matrimonial, sabiendo su secreto, incómoda estaba yo ante eso y ante la presencia de Dorotea que parecía querer asesinarme. Más incómodo aún fue cuando Dorotea se quejó de que estuviéramos sentadas junto a los uemanes, ellos no tenían derecho a estar sentados junto a una mujer. Por respeto a Sara no dije nada, ella suspiró y había pedido a Kohnn que se hicieran a un lado, de paso ellos podrían aprovechar para «hablar cosas de hombres».
Por lo que pude entender, Sara y Dorotea eran mejores amigas de la adolescencia y habían sido capturadas juntas. Por la forma en que chillaban al hablar, cuando Sara generalmente se veía tímida con todo el mundo, era notoria su amistad y confianza. Yo en cambio estaba de más, sobraba allí.
—Disculpe, omana Sara, ¿y Tonke? —preguntó Nundeh con una sonrisa de lado.
Maldito pelirrojo...
—¿Qué hay con Tonke?
—Tonke es amigo de Kohnn, creí que lo habría invitado también.
—¡Oh! ¡No lo sabía! —Sara miró a Kohnn y pude ver en él una clara muestra de desesperación.
—No te preocupes, Sara, hubiera venido Marla y todo habría sido demasiado aburrido, así que hiciste muy bien en no invitarlos —acoté, fulminando con la mirada a Nundeh, que hizo un gesto extrañado.
Quizás se preguntaba si yo sabía algo que él solo sospechaba, pero de mis finos y casi invisibles labios no iba a brotar nada. Estaban sellados a muerte.
Sara dudó unos instantes y luego se rió al asentir. Suspiré con alivio y le guiñé un ojo a Kohnn, demostrándole mi complicidad. Él también parecía aliviado de que Sara no indagara mucho más sobre Tonke.
Me dolía el rostro, el cuerpo y el cuero cabelludo. No tenía espejos pero seguro me veía terrible. Sara me miraba con pena pero intentaba a su vez no mirarme demasiado fijo, y Dorotea simplemente no me miraba. Tal vez por culpa de haber sido partícipe, tal vez porque no le interesaba.
Comíamos el estofado y hablábamos de todo un poco, Dorotea poco participaba pero se reía con Sara, a mí prácticamente me ignoraba.
El hogar de Kohnn y Sara era mucho más cómodo que el nuestro con Jhëren, decorado el suelo con alfombras tejidas, cortinas de colores atrayentes y adornos tallados en madera o de barro. Incluso la joyería de ambos se lucía en las ramas de un árbol seco que Kohnn había adherido a la pared para colgar cosas. Las pieles de búfalo uobe se veían de mejor calidad que las nuestras, más cuidadas y brillantes, y las mantas bordadas y tejidas eran una verdadera belleza. Se las habían arreglado para que su hogar fuera realmente un lugar cómodo. Debía copiarme de ellos, ya vería cómo mejorar mi casita con Jhëren.
Giré hacia los hombres cuando los escuché reír con fuerza, hablaban en jhakae y parecía que Nundeh había dicho algo divertido.
—¿De qué tanto se ríen ustedes? —gruñó Dorotea con el ceño fruncido.
—Déjalos, Dotty, que se diviertan. Nosotras podemos conversar tranquilas —dijo Sara comiendo un poco más de estofado.
—Lo conozco, lo que para él es divertido para nosotras no lo es —gruñó de nuevo Dorotea, mirando a Nundeh.
—Nundeh es muy divertido, es parte de su esencia, deberías aceptarlo así —acoté con molestia.
—¿Qué tal si hablamos de cosas divertidas? —Dorotea me miró con un odio asesino—. ¿Qué tal si hablamos de la forma en que le hueles el culo a nuestros esposos?
—Oh, lo siento, Dorotea, no es mi culpa que seas tan mala compañía que Nundeh prefiera reír a mi lado que en el tuyo.
—¡Bueno! —Sara levantó las manos y aclaró su garganta—. Siempre tuve una duda, quizás los muchachos puedan responderlas... ¿por qué nos eligieron?
Bien, Sara, bien, porque le partiría la puta cara a la pelo de estropajo esa.
Los tres se quedaron en silencio y se miraron entre sí, probablemente Jhëren y Kohnn deberían mentir, y de Nundeh nunca supe por qué había hecho esa elección.
—Sara ojos del cielo y cabello de las sombras —dijo Kohnn—. Sara fuerte y decidida, perfecta omana para Kohnn.
Sara se encogió de hombros y vi sus mejillas pálidas encenderse, pobre mujer, esperaba que no estuviera enamorándose de él.
—Sara no es fuerte, ella ni siquiera te castiga —acotó Dorotea con una ceja alzada.
—Sara castiga Kohnn, omana Dorotea. Sara envía a Kohnn a bosque, pelear y cazar animal para tener pieles.
—Cualquiera le da un golpe a su uemane —dijo Sara meneando su hombro con soberbia—. Una lucha contra un oso le aclarará sus ideas.
Parpadeé y miré a ambos, esperaba que fuera una broma de Sara pero los veía demasiados serios. Sabía que no había osos en las cercanías así que eso era una gran mentira, quizás lo dijo solo para que Dorotea no los molestara, ya que jamás vi a Kohnn herido. Sin embargo también era cierto que Kohnn solía ir al bosque seguido, con Tonke o sin él, ¿quizá para despejarse? Tal vez estar solo le ayudaba.
—¿Tú, Nundeh? —pregunté, mirándolo—. ¿Qué viste en tu omana?
—Fuerza —respondió, asintiendo con la cabeza como señal de respeto—. Mei omana es delgada pero fuerte, sus ojos no mostraron miedo y entonces Nundeh elegirla.
—¿Qué hay de ti? —Dorotea giró hacia Jhëren, con una mirada llena de malas intenciones—. Dudo que hayas visto fortaleza en esa cosita pequeña.
—Mei omana fuerte, fortaleza de mei omana no está en brazos, está en corazón —respondió con el ceño fruncido—. Mei omana enfrentar a Jhöne, mei omana enfrentar a Jhëron, mei omana enfrentar a líder blanca. Mei omana más fuerte que todas.
—Hey, hey, hey —Nundeh levantó sus manos y comenzó a reírse—. Más fuertes que todas no, Dorotea también fuerte.
—Sara también fuerte —gruñó Kohnn.
De acuerdo, todo se había convertido en una competencia de quién tenía la omana más fuerte, no pensaba soportar una discusión de amigos de esa clase así que enseguida cambié de tema.
—¿No les dio vergüenza que las oyeran...? Ya saben... —Miré a Dorotea y Sara—, en su lazo, digo...
—Oh... —Sara enrojeció y se encogió de hombros—. Un poco, pero fue excitante.
—Si me escucha el mundo entero me da igual, que sepan el hombre que tengo al lado —dijo Dorotea riéndose—. Y tú deberás soportarlo, claro, si es que llegan a formar ese lazo y dejan de ser la burla de la tribu.
—Oh, te aseguro que cuando formemos el lazo Jhëren me va a hacer ver la cara a Dios y me van a oír hasta en Irinnoa —dije clavando mi mirada fría en ella, luego de ver la sonrisa pícara de Nundeh me di cuenta de lo que acababa de decir y comencé a sentir demasiado calor en mi rostro, giré para ver a Jhëren, que corría la mirada y estaba igual que yo.
Dorotea comenzó a reír con fuerza, seguido de Kohnn y los demás, yo solo pude cubrirme el rostro con las manos sintiendo hasta mis orejas arder.
Todo iba tranquilo, incluso Dorotea se iba comportando un poco mejor conmigo, nos reíamos y Sara había propuesto hacer unos juegos de parejas, debido a que poco sabían ellos de español los juegos de preguntas y respuestas quedaban descartados. Sara tuvo la interesante idea de hacer juegos de verdad o reto. Lo aceptamos sin chistar mientras le explicábamos a nuestros uemanes las reglas, sabía que se armaría una grande cuando a Dorotea le tocara preguntarme algo o desafiarme, estaba segura de ello.
Sara, para evitar problemas y que todo fuera al azar, decidió hacer que quien preguntara y retara fuera a causa de una vara en el suelo. Giraría la vara y a quienes apuntara serían el desafiante y el que giró sería el desafiado. Una buena manera de que no haya problemas, aunque probablemente los habría igual. Giró la varita en el suelo, frente a nosotros, y apuntó a Nundeh y ella. Nundeh debía preguntarle algo.
—Oh, oh —se rio él con entusiasmo—. ¿Verdad o reto?
—Nundeh —Kohnn frunció el ceño con odio—. No pases.
—¡Espera! No seas aburrido —Sara se rio palmeándole la pierna a Kohnn—. Verdad.
—¿Qué tan bueno es Kohnn en el sexo? —preguntó Nundeh con una sonrisa pícara y Sara enrojeció por completo.
—Prefiero reto...
—Sara, ya elegiste verdad —acoté, no quería complicarle las cosas pero bueno, había reglas a seguir y sino todos esquivaríamos las preguntas.
—Es muy bueno —respondió ella aclarándose la garganta y vi a Kohnn correr la mirada.
Nundeh giró la varita en el suelo, que terminó por apuntar a Jhëren.
—¡Reto! —dijo sin esperar a que él preguntara, por lo que Jhëren se rio.
Jhëren me miró a mí, como buscando ayuda para retarlo a algo. Sabíamos perfectamente que Nundeh era descarado y no tendría problema en hacer nada, no tenía vergüenza alguna y si le mandaran correr desnudo por la aldea probablemente él lo haría y con mucho placer. No se nos ocurría algún reto acorde para él, todo parecía tan sencillo, sin gracia.
—Que bese a Sara —dijo Dorotea con el ceño fruncido—. Es la única que falta, ¿cierto?
—Dorotea, Jhëren debe desafiarlo —dijo Sara con el ceño fruncido.
—No, no, que lo haga, será divertido.
Nundeh chasqueó la lengua con odio, maldiciendo en jhakae, se puso de pie y se acercó a Sara, mirándola fijo por unos instantes. Pude ver el rostro furioso de Kohnn cuando él la tomó del rostro e impregnó sus labios en los de ella por unos segundos, pero el contacto no fue solo labial, Nundeh se movía un poco así que supuse que ese beso no había sido solo un pequeño roce...
—¿Conforme, mei omana? —dijo él girando para verla, con una sonrisa—. La única omana que Nundeh ha besado es Dorotea, la única omana que Nundeh ha tocado es Dorotea, la única omana con la que Nundeh ha tenido sexo es Dorotea —gruñó con asco—. Dorotea desvirgó Nundeh dos días atrás, ¿lo olvida? —Luego giró hacia Sara y le guiñó un ojo—. Y ahora omana Sara, omana Sara besa bien... ¿Quiere mei omana que bese a omana Lena, quizás a Jhëren o Kohnn?
—Ven aquí —gruñó Dorotea llamándolo a sentarse a su lado, y de malagana Nundeh se sentó junto a ella.
—Sigamos, pero sin besos —dijo Sara encogida de hombros y con sus mejillas rosadas.
Jhëren sonrió y me apoyé en su hombro cuando giró la vara en el suelo para elegir a quien le preguntaría o lo retaría, la vara se detuvo en Kohnn y pensé que todo estaría tranquilo con él, pero no. Jhëren cometió el error de elegir reto ante un uemane vengativo.
—Besa Nundeh —dijo Kohnn con el ceño fruncido.
—¡No! —Jhëren hizo un gesto raro con el rostro y me miró, asqueado, luego a Nundeh—. No besaré Nundeh.
—Nundeh besó Sara, ahora Jhëren bese Nundeh.
—¡La vara ha hablado! —dijo Nundeh riéndose.
—Nundeh no toque Jhëren —Lo amenazó con el dedo índice.
—¡Reglas, Jhëren, reglas! —Nundeh volvió a reírse y se estiró para tomar el rostro de Jhëren, dándole un beso en los labios y luego se alejó cuando Jhëren lo empujó, limpiándose la boca—. Nundeh se siente genial, tercer beso de Nundeh, todos aman a Nundeh.
—¿Quieres besarlo tú también, danka? —gruñó Dorotea al verme.
—Mei omana, no llame danka a omana Lena, por favor —acotó Nundeh con molestia—. La única que quiere que besen a Nundeh es mei omana, todos felices, solo mei omana enojada.
—Tú no interrumpas —Lo miró con un odio tan grande que temí que lo golpeara frente a mí.
—De acuerdo, creo que es tarde y deberíamos ir a dormir, ¿no? —añadió Sara con una sonrisa.
La pobre intentaba que todo se mantuviera estable, que la paz reinara, pero Nundeh no paró.
—Nundeh interrumpe lo que quiere —gruñó con asco—. Nundeh interrumpe si mei omana insulta a omana Lena.
—¿Por qué no vas y te acuestas con ella entonces?
—Omana Lena amiga, omana Lena esposa de mejor amigo, omana Lena no se toca y Nundeh no desea tocarla. Tú eres la única que quiere que la toque, ¿quiere mei omana que le dé un orgasmo a omana Lena? ¿Quiere mei omana que saboree la humedad de la omana Lena también? —escupió.
Kohnn le dijo algo en jhakae a Nundeh, al igual que Jhëren. Supuse que le estarían pidiendo que dejara de enfrentar a su omana. Sabía que él era así, rebelde, ya su madre me lo había dicho, la forma en que debía castigarlo con más fuerza o él se burlaba de ella. Ver a Nundeh siendo así en una comunidad como la jhakae me daba demasiado miedo. Así como una omana no debía ser buena, un uemane no debía ser rebelde. Temía lo que podría llegar a sucederle a un uemane que enfrentaba de tal forma a su omana.
De repente Dorotea levantó su mano y le dio una fuerte bofetada a Nundeh en el rostro, justo sobre su mejilla herida. Quise acotar algo pero no me salían las palabras. Y mientras que todos nos quedamos en silencio Nundeh se rió al tocarse la mejilla golpeada.
—¿La muñeca de mei omana se ha aflojado? Golpe débil.
Dorotea volvió a golpearlo con fuerza, torciéndole el cuello inclusive de tanta fuerza que aplicó, pero Nundeh volvió a mirarla con una sonrisa y se rio con fuerza, casi a carcajadas. Ya podía imaginarme a Clara durante su crianza, histérica ante esas burlas.
—O'mae golpeaba más fuerte.
Dorotea tomó algo que tenía en su cintura y lo lanzó al rostro de Nundeh, golpeándolo otra vez. Era la vara de castigos, así que la sangre en él no tardó en notarse al igual que tampoco nuestros gestos de desesperación, ni Sara ni yo estábamos complacidas, solo Jhëren y Kohnn se mantenían tranquilos, es más, parecían enfadados con Nundeh y no con Dorotea.
—¡Ya déjalo! —le grité, pero Jhëren me apretó el muslo sin decir nada, Kohnn hacía lo mismo con Sara. No querían que nos metiéramos, debíamos dejar que una omana castigara a su uemane, pero yo no pensaba quedarme quieta—. ¡Ya entendió! ¿Cierto, Nundeh?
—No, Nundeh no entiende. ¿Por qué Nundeh no amiga de omana Lena? ¿Por qué Nundeh besar a Sara? ¿Por qué mei omana insistir en que Nundeh tenga sexo con omana Lena? —gruñó, clavando sus ojos verde musgo en los de Dorotea—. «Uemane no pregunta, uemane obedece, uemane esto, uemane otro, omana aquello, uemane inútil, omana manda», ¡golpee, mei omana! ¡Golpee! —Puso su rostro más cerca de Dorotea, palmeándose a sí mismo, incitándola a golpearlo, y ella le dio con fuerza—. ¡Vamos! ¡Golpe débil! ¿Solo eso puede mei omana? ¡Nundeh elegir Dorotea por fuerte, no decepcione a Nundeh!
—¡Ya cállate! —chilló ella, y le dio con tanta fuerza que vi sangre salpicar a un costado del suelo—. ¡¿Viniste fallado o qué?! ¡Solo cállate y obedece! ¡Imbécil!
—Mei o'mae era más divertida —se rió y escupió sangre a un lado—. ¡Fuerte!
—¡Nundeh! —lo regañó Kohnn con un grito.
—¡Tú no te metas! —chilló Dorotea—. Ensénale a tu uemane a no meterse en el castigo de otro, ¿o es que no puedes hacerlo, Sara?
Sara dudó, pero se puso de pie y Kohnn estiró sus manos hacia ella, tomó su propia vara de castigos apoyada en un estante y le dio dos golpes en las palmas como modo de castigo, vi el gesto de dolor de Kohnn. No creí que Sara podría llegar a hacerle eso, no ella.
Dorotea le dio un último golpe a Nundeh y luego nos miró a nosotros, traté de esquivarle la mirada para que no notara mis ojos llenos de lágrimas, verme de esa forma solo aumentaría su desprecio hacia mí y sus fantasías sobre mi aventura con Nundeh.
—Si quieres quedarte, Nundeh, hazlo, cuando regreses tendrás que arreglar lo que hiciste.
Sin decir más Dorotea se puso de pie y se alejó, sin decir adiós, sin despedirse siquiera de Sara. Y Sara, la pobre de Sara. Ella enseguida tomó las manos de Kohnn y comenzó a llorar, apoyándolas en su rostro. Le besaba las palmas heridas entre lágrimas, pero Kohnn le acarició una mejilla y besó su frente.
—Tranquila, Sara... —le dijo—. No es nada.
—¡Maldigo este lugar! —chilló Sara entre lágrimas—. ¡Malditos los castigos, maldita Dorotea, maldita vara! ¡Malditas omanas y uemanes! ¡Malditas personas! ¡Maldito mundo!
—Sara es como omana Lena —dijo Kohnn al verme—. Sara es mucho sensible... Sara no golpea Kohnn, si Kohnn portarse mal, Sara envía a correr por bosque y volver horas después hasta tranquilos los dos... Primera vez que Sara lastima Kohnn.
—¡Malditos todos! —chilló Sara otra vez, y Kohnn le secó las lágrimas.
—No es nada, Sara, está bien... Si Sara no hacerlo, omana Dorotea denunciaría a Sara y Sara ser castigada...
Me acerqué a Nundeh a pesar de que Jhëren me sujetó del brazo, Nundeh estaba sentado en su lugar mirando la nada, su rostro lleno de sangre y su ojo derecho cerrado por uno de esos cortes que atravesó su ojo. Comencé a temer que lo perdiera, así que le pedí a Sara que me buscara algo para limpiarlo. Estaba lleno de cortes, sumándole al que ya tenía, la mitad de su bonito rostro ahora herido. Con un temblar de manos intenté limpiar la sangre en él, me era casi imposible, mis ojos estaban llenos de lágrimas y me dificultaban ver, y mis manos temblorosas solo lo empeoraban más. Nundeh me miró con su ojo abierto y me dedicó una sonrisa, apoyando su mano en mi mejilla.
—No llore, omana Lena. Nundeh merece castigo porque Nundeh no es obediente —dijo en un susurro—. Nundeh no permite que mei omana maltrate a omana Lena.
—Ya basta, estúpido —apoyé mi mano en la suya, sobre mi mejilla, con toda la angustia en mi garganta—. Sé defenderme, deja de hacer eso, Dorotea te matará un día de estos ¿y yo qué haré? ¿Cómo me sentiré al saber que te mataron por mi culpa?
—Dorotea no es tan fuerte como mei o'mae, o'mae castigaba con más fuerza —se rio y yo lo abracé del cuello, llorando en su hombro—. No llore, omana Lena...
Sentí una mano en mi espalda y apenas giré para ver a Jhëren, pensé que se enfadaría de verme abrazando a Nundeh. Sin embargo su mirada no me indicaba celos o siquiera enojo, me mostraba compasión, quizás algo de comprensión hacia mí. Probablemente a él tampoco le gustaba ver a su amigo de esa forma, aun sabiendo que se había buscado su propio castigo.
—Deberíamos llevarlo con la kumena para que lo cure —giré para ver a los demás, pero Sara negó con la cabeza.
—No se puede, cuando un uemane es castigado la kumena tiene prohibido sanarlo. Es parte de su castigo.
—Yo puedo sanarte, pero no tengo los elementos —le dije a Nundeh en un susurro, él me tomó de la barbilla y me sonrió.
—O'mae tiene todo.
Giré hacia Jhëren quien asintió con la cabeza para indicarme que no había problemas en que le ayudara a Nundeh. Se puso de pie y extendió su mano para acompañarme.
—Jhëren y Lena buscar medicina, Sara y Kohnn, cuiden de Nundeh. —Al pasar junto a Nundeh Jhëren le dio un golpe en la cabeza—. Estúpido Nundeh, si Nundeh muere Jhëren pateará cadáver por estúpido.
—Si Nundeh muere, Jhëren no llore por él, ¡Jhëren disfrute de mucha flor de nü! —se rio él.
Era bastante tarde y había poca iluminación, muy pocos seguían estando cerca de la fogata que era mucho más pequeña, la mayoría seguramente se había ido a sus hogares. Ni siquiera pude ver a Jhëron en los alrededores y eso que él siempre solía estar en el centro, vigilando que todo estuviera en orden.
Jhëren me explicó que él no podría entrar al jardín de Clara, puesto que un uemane entrando en el hogar de una omana en la noche, una que no fuera la suya, era una fuerte declaración de guerra y un insulto a la omana. La única forma de hacer algo así era con la prenda de la omana en mano, que lo llamaba como amante, pero incluso así el uemane debía ser precavido y no dejarse ver.
Solo yo entraría en el territorio de Clara, no me molestaba, pero con la poca luz gracias al cielo nublado era bastante complicado abrirme paso entre las malezas.
Oí a Clara llorar y hablar, intercalaba palabras en jhakae y palabras en español, y luego seguía llorando y hablando en español. Me acerqué enseguida para ver si necesitaba ayuda, hasta casi tropezar con las plantas que tenía cerca de la entrada y con el escalón antes de subir. Dentro estaba iluminado y pude verla cerca de la entrada, aferrada al pecho de Jhëron, quien la abrazaba con fuerza susurrándole algo que no llegué a oír, pero sí la oía a ella casi gritar en medio de su llanto.
—¡No quería eso para él! —chilló.
Jhëron volvió a susurrar algo, le hacía caricias en la espalda pero no llegué a oírlo. No estaba segura si interrumpirlos, puesto que era una imagen bastante extraña, o si debía presentarme. Terminé por decidirme en llamar su atención, aclarando mi garganta. Creí que Jhëron soltaría enseguida a Clara con alguna mentira sobre el por qué la abrazaba, sin embargo él guio su mirada hacia mí y me dedicó una sonrisa, sin soltarla.
—Entra, Lena —dijo, llamándome con la mano.
—¿Qué pasa, Clara? —pregunté mientras caminaba con cuidado hacia ellos.
Clara lloró con más fuerza, aferrada al pecho de Jhëron. Apretaba sus dedos en la espalda de él, y Jhëron volvió a susurrarle algo en jhakae.
—Sabrás, Lena, que está prohibido que la kumena ayude a un uemane castigado —me dijo Jhëron—. Clara es aprendiz de kumena, cuando la kumena ya no esté ella tomará su lugar. Clara hizo una excepción ante un uemane herido por castigos...
—Nundeh... —susurré, recordando su herida en el rostro que había sido tratada.
—Los uemanes estamos acostumbrados a los castigos, es normal para nosotros. Siempre supe que mis hijos serían tratados de la misma forma que yo, y es algo que se debe aceptar... —Aferró a Clara a él, acariciándole la espalda—. Pero hay madres que no lo aceptan tan fácil y Clara es una de ellas.
—Mi bebé... —gimoteó—. Mi bebito es maltratado, mi pobre bebé.
—Nundeh es fuerte, mimi zionny, es muy fuerte —susurró Jhëron—. Él puede soportarlo, no llores, él va a estar bien...
No sabía cómo hacer para pedirle entonces las medicinas necesarias para curarlo, de solo saber que Dorotea lo había golpeado mucho más y en el rostro, no sabía cómo llegaría a reaccionar Clara.
—Soy una mala mamá... —dijo Clara en un gimoteo.
—Nunca —Jhëron frunció el ceño y se alejó de ella, tomándola del rostro para verla a los ojos—. Nunca, zionny, nunca. Tú eres una grandiosa madre que hizo lo imposible por su hijo, criaste sola a un niño salvaje y lo volviste uno de los jhakae más fuertes. Tú nunca serías una mala mamá.
—Mala madre es la líder blanca, Clara, tú la superas por mucho —acoté y Jhëron sonrió ante mi comentario.
—Esa perra —gruñó Clara y comenzó a secarse las lágrimas mientras se alejaba de Jhëron—. Pareciera que no le dolió parir a tres niños que ahora anda despreciándolos.
—Yo ni sé qué le vio, Jhëron —añadí y él giró hacia mí—. O sea, usted es hermoso, completamente sexy, un poco intimidante pero si era como Jhëren en esa época pues era una dulzura total, ¿qué rayos vio en esa albina loca?
—Era joven, demasiado, casi un niño de los que tanto le gustan ahora —respondió con una risa—. No sé, Lena, pero no me arrepiento. No tendría a mis hijos si no la hubiera elegido, y no tendría a mis nietos tampoco.
—¿Qué necesitabas, cariño? —me preguntó Clara, sus ojos rojos me rompían el corazón.
—Pues... medicinas o algo para sanar heridas.
—¿Castigaste a Jhëren? —Jhëron hizo un gesto raro con la boca, algo sorprendido.
—No exactamente...
Clara asintió y comenzó a preparar lo necesario. Unos bálsamos, las infusiones que debería preparar para el dolor y un ungüento para heridas, luego giró lentamente hacia mí y me miró casi con desesperación.
—Dime que no es para Nundeh...
—Bueno... —Tragué saliva y el rostro de Clara se oscureció, se llenó de odio al mismo tiempo que sus ojos verdes se llenaban de lágrimas—, pero está bien, se está riendo y...
—¡Él siempre se ríe! —chilló—. Él miente, Lena, miente. Él sufre pero finge, cada vez que se ríe ante un golpe es un grito de ayuda, es mi bebito, Lena, ¡esa maldita perra!
—¿Y usted qué hace aquí? —pregunté a Jhëron con una ceja alzada—. Jhëren me dijo que los uemanes no pueden pisar el hogar de una omana y menos a la noche.
—Da la casualidad de que este uemane, que también es un sabio de la guerra, es amigo de la futura kumena Clara —respondió con una sonrisa—. Y me importa una mierda que esté prohibido, yo no pienso dejar a Clara sola en momentos así. Es mi mejor amiga y yo mataría y moriría por ella, y si quiere venir Caty a decirme que deje de abrazar a Clara en este momento, mientras ella duerme con unos niños que son más pequeños que Jhëren, te aseguro, Lena, que aunque me azote no dejaré de hacerlo.
Sonreí con ternura, por alguna razón, no sabía por qué, comencé a imaginármelos juntos, en mi mente se veían bonitos como pareja, Jhëron necesitaba ser feliz y Clara igual, y si ambos estaban solos... ¿cuál sería el problema de que estuvieran juntos? Llegaron a confundirme en la mente, ¡pero no me quitarían mi imaginación de verlos juntos, claro que no!
—¿Por qué nos miras así, mimi kujú? —dijo Jhëron con el ceño fruncido.
—Pues... solo pensaba en lo bonito que se ven juntos.
—¿De niña eras la clase de niña que juntaba animales y los emparejaba? —preguntó, levantando una ceja.
—No, era la clase de niña que tenía muñecos y peluches de toda clase y los emparejaba para que no se sintieran solitos.
—Ya comprendo... —se rio y meneó la cabeza.
—Mi amistad con Jhëron es como la tuya con Nundeh, Lena, espero puedas entenderlo de esa forma —dijo ella extendiéndome lo necesario para curarlo—. Y espero no digas nada de que Jhëron estuvo aquí, lo que menos deseo es que le hagan daño solo por buscar acompañarme en este momento.
—Además, Lena, solo un idiota rompería las reglas estando en el mismo territorio, con la posibilidad de que alguien entre —se rió Jhëron, luego extendió su brazo hacia mí para que lo sujetara y comenzó a guiarme hacia afuera—. Quiero hablar contigo sobre algo importante, ¿te molestaría?
Lo seguí sin chistar, él tenía ese poder, como si fuera mi papá. Giré para ver a Clara y le dediqué una sonrisa, al igual que ella a mí. Clara me caía bien, quizás era diferente a las demás mujeres de la tribu porque durante veinte años no tuvo un uemane al cual maltratar, no tuvo poder que la corrompiera.
Sabía que la mayoría de las omanas crueles eran mujeres que habían sido maltratadas en Irinnoa, oprimidas por algunos hombres, y en la tribu tomaban su venganza al adquirir el poder de herir a quienes las hirieron. Algunas eran víctimas de violencia, como yo, pero tomaban un camino muy distinto al mío. Otras sugirieron abusos continuos. Podía entender su resentimiento al sexo masculinos, pero jamás la forma en que torturaban a hombres que no habían sido partícipes de ese dolor.
Jhëron se sentó sobre un tronco en el suelo y yo me senté a su lado, estaba bastante oscuro pero el cielo comenzaba a despejarse de a poco.
—¿Sabes la historia de Clara? —me preguntó y yo asentí como respuesta—. ¿Qué te dijo Jhëren?
—Que su uemane se había aprovechado de ella antes del lazo y que de ahí nació Nundeh, ah, y que usted lo había matado.
—Entonces no te dijo que Clara solo tenía dieciséis años y que era virgen —Frunció el ceño y abrí la boca con sorpresa, sintiendo pena de ella—. Clara nunca había sido besada, tocada o algo por un hombre, no hasta que Omaeh entró en su hogar... —Se quedó en silencio un instante, suspiró y luego continuó—. Yo tenía veinte años, Caty estaba embarazada de Jhëren y yo ya estaba siendo considerado un guerrero fuerte. Imagina cómo reaccioné al oír a una muchacha gritar desesperada por ayuda, imagina aún más cómo reaccioné al acudir ante esos gritos y ver a ese imbécil de Omaeh sobre ella cuando claramente le había dicho que «no».
—Lo mató...
—No de la forma tradicional, no fui pensando en asesinar a nadie, no clavé mi daga en su espalda o su pecho buscando matarlo, solo me dejé llevar por la ira y lo golpeé una y otra y otra vez hasta que dejó de respirar —dijo entre dientes—. Dieciséis años tenía Clara, era solo una niña...
Nos quedamos en silencio unos instantes, tratando de imaginar el horror que tuvo que vivir Clara al, además de ser capturada, haber sido abusada por un hombre que se suponía debía valorarla y respetarla. Jhëren me explicó que Omaeh solo quiso hacerla sentir bien, pero parecía no entender de consentimiento. Tal vez las clases de seducción deberían hablar más de lo que significa «no», para evitar que algo así vuelva a repetirse.
—Esa fue una generación extraña, sucedieron dos alineaciones en diez años, eso solo sucede cada cien... Yo estuve en la primera de esa generación y Clara en la segunda, ambos tuvimos muy mala suerte. —Dirigió su mirada hacia mí—. ¿Crees que a alguien le importó la pobre niña abusada antes de su lazo? No, hicieron un juicio hacia mí por asesinar al heredero del clan Omoe, Clara salió en mi defensa aunque al principio me temía, como a cualquier hombre. Incluso cuando la salvé ella me temía, incluso cuando la tomé en mis brazos para llevarla con la kumena ella siguió temiéndome, pero aun así salió en mi defensa en el juicio. Yo la salvé y ella me salvó.
—Y si te temía, ¿cómo se hicieron amigos?
—A nadie le importó la pobre niña, la antigua líder la insultó, creyendo que la salvaba, al marcarla en el hombro como jefa del clan Omoe, el mismo clan al que pertenecía su violador. A nadie le importó ella, así que aunque me temía intenté acercarme, más aún cuando me enteré que estaba embarazada. Yo ya era padre de dos niños y pronto nacería Jhëren, la guié como pude por decisión propia, pero también porque Caty me pidió que le ayudara a aprender la cultura jhakae —Se quedó en silencio y luego suspiró al verme fijo—. ¿Y quién piensas que fue la única que curó mis heridas cada vez que Caty me azotaba? La kumena tiene prohibido sanar a los uemanes castigados, ¿quién crees que me sanaba? Así que... ¿aún te sorprende que ella sea mi mejor amiga y yo su mejor amigo? ¿Aún te sorprende que rompa las reglas para entrar en su hogar y abrazarla cuando sufre por el destino de su hijo?
Negué con la cabeza. Podía entenderlo, ambos vivieron muchas cosas juntos que aumentaron sus lazos, que los unió. Yo también había roto reglas por Nundeh y ahora estaba rompiendo otra al sanarlo ante un castigo. Podía comprender a la perfección a Jhëron y Clara, porque yo estaba dispuesta a sanar a Nundeh y romper las reglas por él mil veces si era necesario. Porque lo quería, y porque lo consideraba un amigo.
—¿Eso era lo importante que quería decirme? —le pregunté.
—No... —Jhëron hizo un gesto raro y luego se rio—. Solo quería aclarar ese punto para que no haya confusiones. Lo que quería decirte importante es que le sugerí a la kumena que te tomara como aprendiz.
—¿Aprendiz de kumena? —Levanté las cejas con sorpresa.
—Se lo sugerí en la unión de Kohnn y Sara, la kumena lo pensó y terminó por aceptarlo. Aunque no lo creas las kumenas son las omanas con la mente más abierta. Una omana cruel y cerrada no puede ni debe ser kumena, una kumena solo puede ser una omana bondadosa. Una que sea capaz de guiar y sanar a cualquier persona, sea omana o uemane, sin distinción. Yamila eligió a Clara como aprendiz porque ella era así, y yo te sugerí a ti por lo mismo... —Me miró en silencio, esperando alguna clase de respuesta, pero la verdad era que no sabía qué decir—. No es un secreto que a ti no se te quiere en la aldea. Una kumena es respetada, sea quien sea, y si tú te vuelves kumena en un futuro tú tendrás la misma voz que las líderes y tú tendrás el poder de abofetearlas cuando estas se comporten mal. Tienes tiempo de decidir si quieres o no ser aprendiz de kumena, mucho tiempo, así que piénsalo bien. Ahora ve, Nundeh necesita de tus pequeñas manitas de kujú para sanarlo.
Asentí y me levanté del tronco, estaba a punto de irme pero luego me lancé sobre Jhëron para abrazarlo. Él pareció sorprendido, pero luego me respondió el abrazo.
—Estoy rompiendo las reglas, ¿cierto? —le susurré.
—Sí... —Jhëron me alejó y me dedicó una sonrisa—, pero a veces es bonito romper un par de reglas, más si es por un poco de afecto. ¿A qué se debe este repentino cariño?
Me encogí de hombros sin dar una respuesta y él me sonrió.
—También te quiero, mimi kujú, ahora ve con Nundeh, ¿sí?
Le sonreí y me alejé, tratando de no tropezarme con las rocas o plantaciones del camino. Jhëren seguro estaría enfadado por haberlo hecho esperar tanto, y cuando crucé ese gran camino de rocas y plantas, tropezándome alguna que otra vez ante la oscuridad, choqué contra Jhëren en la entrada, quien me dedicó una sonrisa y enseguida comenzó a caminar tras de mí hacia la choza de Sara. No parecía enfadado, se veía ansioso, quizás nervioso.
No estaba segura si decirle sobre lo que dijo Jhëron respecto a ser aprendiz de kumena, y en realidad no sabía muy bien lo que implicaba serlo.
Pedimos permiso antes de entrar en la choza de Sara y Kohnn, Jhëren entró tras de mí y enseguida pudimos ver a Kohnn regañar a Nundeh, con los brazos cruzados. Hablaban en jhakae y Sara limpiaba las heridas de Nundeh con un trapo, pude ver una cazuela con agua a un costado y supuse que la había hervido para poder esterilizar el trapo. Se me cruzó por la cabeza que quizás Sara también podría ser una buena aprendiz de kumena.
Me dediqué a curar las heridas de Nundeh mientras que él oía a Jhëren y Kohnn, Jhëren era un poco más comprensivo pero Kohnn estaba demasiado enfadado, no sabía si debido a que Nundeh besó a su esposa —extraño, puesto que sabía perfectamente que Kohnn amaba a Tonke— o si se debía a la actitud que tomó Nundeh ante los castigos de su omana. Después de todo los hombres tenían tan normalizada la violencia que defenderse lo veían como algo del demonio.
Una a una fui desinfectando las heridas y coloqué ese ungüento para que pudieran sanar. Me hubiera gustado poder vendarlo o colocarle alguna clase de gasa, pero eso sería imposible y, conociendo a Nundeh, jamás me permitiría cubrirle la mitad del rostro. Era extraño verlo así, ver la mitad de su carita inflamada y llena de gruesas líneas rojas y moradas. Le quedarían cicatrices para toda la vida, esperaba que al menos Dorotea lo quisiera igual.
Estúpida Dorotea de mierda.
—Gracias, omana Lena —me dijo Nundeh besándome las manos con cariño—, ahora Nundeh debe ir a complacer omana.
—¿A Dorotea? —Levanté las cejas con sorpresa cuando él se puso de pie, aún le costaba abrir su ojo y probablemente por unos días no podría abrirlo bien—. Pero si está enfadadísima.
—Dijo que cuando Nundeh regresara debía arreglar lo que Nundeh hizo, eso significa que Nundeh debe complacerla —suspiró, refregándose la nuca—. Es molesto.
—Si no quieres no lo hagas, eso es violación, Nundeh...
—Uemane no puede negarse, omana Lena —me susurró con una sonrisa—. Uemane siempre debe complacer omana. Quiera o no, Nundeh deberá hacerlo, Nundeh no quiere que omana castigue otra vez y omana Lena llore.
—Pero Nundeh...
—Shhh —Colocó su dedo en mis labios—, no preocupe, omana Lena. Vaya con Jhëren, si Nundeh vuelve a hacer llorar a omana Lena, Jhëren lo golpeará, y Jhëren enojado golpea fuerte.
—¿Y no la odias? —Lo miré fijo y él se encogió de hombros.
—No, no la odio, omana Lena. Ella es mi omana, Nundeh la eligió. No la amo, pero no la odio. Nundeh la entiende. Mei omana sufrió en su vida a causa de su oddapae, Nundeh no juzga omana, porque uemane no merece el respeto de omana, omana merece el respeto del uemane.
—Nundeh... Algún día te ayudaré a ser libre, ¿sí? No sé cómo pero te juro que haré lo imposible para que puedas ser tú mismo.
Nundeh sonrió y agachó la cabeza como señal de respeto, alejándose para regresar a su hogar, junto a una cruel omana a la que él no podía odiar. Él la entendía, él la perdonaba, y aun así ella seguía hiriéndolo y sabía que seguiría haciéndolo con el pasar de los años.
Jhëren y yo nos despedimos de Kohnn e incluso ambos nos disculpamos con ellos por la mala noche, Sara solo se rio adjudicándose la culpa por haber invitado a Dorotea, fue ella quien arruinó la noche con sus celos y sus comentarios irritantes. Kohnn abrazó a Sara y ella lo besó en los labios con cariño, en verdad rogaba que ella no estuviera enamorándose de él, y antes de irnos vi que esos besos se volvían algo más pasionales, al menos Kohnn podría terminar lo que yo le interrumpí en la tarde.
Cuando llegamos a nuestra choza lo primero que hice fue deshacerme de la túnica, estaba manchada con sangre de Nundeh y no pensaba dormir con eso. Mis manos temblaban de forma incontrolable al ver esa sangre. Nunca fui impresionable, pero ver en primera persona un castigo así, a alguien a quien quiero mucho, era demasiado para tolerar. Respiré hondo varias veces para poder tranquilizarme, y miré a Jhëren que acomodaba con paciencia la ropa que yo arrojé al suelo.
Ya no me avergonzaba tanto que Jhëren me viera en ropa interior y él también había terminado por acostumbrarse a verme de esa forma, al igual que yo a él. Se desvistió y se recostó a mi lado luego de lavarse un poco el cuerpo con el agua que teníamos justo para esas situaciones.
—¿Mala noche? —preguntó Jhëren con un resoplido.
—Un poco... —Me encogí de hombros y me acomodé para verlo mejor—. ¿Por qué aceptan así de fácil que los hieran? No es correcto, Jhëren.
—Así ser jhakae, así siempre. Si Lena castiga Jhëren, él no se enojará, así deben ser las cosas.
—Pobre Nundeh... —susurré.
—Lena es demasiado cariñosa con Nundeh —Lo vi a los ojos para ver si era una escena de celos, pero lo veía más preocupado que triste—. Si Lena sigue tratando así a Nundeh, Nundeh ser castigado por omana Dorotea. Lena deje de ser cariñosa con Nundeh...
—Lo intentaré, pero ni pienses que te golpearé en algún momento.
—Sara entiende, Sara castigó Kohnn porque Sara sabe que debe aparentar, Lena no entiende, Lena también debe aparentar...
—Hablé con tu padre... —Intenté cambiar de tema—, quiere que sea aprendiz de kumena.
—Lena podría, Lena sabe sanar. Lena sería buena kumena y estaría protegida, serías respetada —Llevó su mano hacia mi rostro y me acarició una mejilla con cariño—. Todos querrían a Lena.
—Lo lamento, te doy tantos problemas. Estarías mejor si hubieras elegido a otra.
—Jhëren solo quiere a Lena y solo a Lena.
Me sonrió y me miró los labios, sabía que quería besarme, desde la primera vez que me besó no lo volvió a hacer, aunque a veces, así recostados, deseaba que lo hiciera. Jhëren lograba algo en mí, algo difícil de comprender, era como si quiera tenerlo cerca pero a la vez lejos, porque su cercanía me hacía temblar. Era una sensación extraña, bonita, pero extraña, y no lograba comprenderla. Jhëren era, según mi punto de vista, el jhakae más hermoso, tenía un porte único, una mirada que derretía y una sonrisa que me paralizaba.
Jhëren era simplemente perfecto.
Me acerqué a él y decidí darle un beso en la comisura del labio, para luego recostarme otra vez mirándolo. Lo quería demasiado y solo deseaba que él fuera feliz, que pudiera vivir y ser libre, que pudiera soñar y actuar sin miedo a castigos. De mi parte nunca los tendría, a mi lado sería libre, porque con mi libertad le daría sus propias alas. Algún día podría ayudar a los demás, mientras tanto solo disfrutaba de él, de él y su compañía, de él y esa mirada que conseguía hacerme olvidar de todo lo demás.
Danka: Sucia, pero el insulto es equivalente a puta.
Kujú: Veloz, pero se le llama así a los conejos.
Kumena: Sabia.
Mimi: Algo pequeño.
Mume: Vagina, es igual a decir "coño".
Oddapae: Padre.
O'mae: Mamá.
Omana: Mujer, pero como rol social, equivalente a una Ama.
Uemane: Hombre, pero como rol social, equivalente a esclavo.
Zionny: Zorra (el animal), "Mimi zionny" es "zorrita".
Dibujo de Nundeh y Lena hecho por mí, luego del castigo de Dorotea:
Los castigos:
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