¡Te dije que no me gusta correr!
En cuanto llegamos a aquel parque, me dejé caer en un banco y tomé un enorme trago de agua.
-¡No tan rápido!
-Dijiste que fuera a mi ritmo, así he hecho.
-Pero... Eres demasiado rápido.
-Está bien... La próxima vez iré más despacio te lo prometo.
-Gracias Darks.
Se sentó a mi lado y apoyé mi cabeza en su hombro, tratando de recuperar el aliento.
-Bonitos pantalones.-dijo mirando mis piernas.
-Gracias... Supongo.
-¿Hacemos algo?
-El que.
-Ven conmigo.
Se puso en pie y tomó mi mano. Tiró de mí tras de sí. ¡¿Qué demonios planeaba Di Angelo!?
-¿Dónde me llevas?
-Ya verás.
Suspiré con pesar, dejando que me llevara tras de sí. Acabamos tras una enorme fuente, tras la vista de personas indeseadas, o tal vez no.
-¿Por qué me traes aquí?
-Porque...-suspiró-Tengo que contarte algo.
-Cuéntame.
-Creo que soy bisexual.
-¿Por qué?
-Creo que me gusta una chica.
-¿Quién es?-grité pegando saltitos fangirl.
-No te lo diré... Por ahora.
-No es justo... No te fías de mí.
-Si que lo hago.-besó mi mejilla, acercó sus labios a mi oído-Pero no quiero que nadie lo sepa por ahora. Eres la única a la cual le he contado esto. O sea que ni una sola palabra.
-Hecho.- me separé de él, para mirarle a los ojos.
-Gracias. A veces, solo a veces, ¿eh? Eres kawaii.
-¿Gracias?-sonó demasiado a pregunta.
-En serio, Yuki está celoso de que pasemos tanto tiempo juntos.-susurró en mi oído en tono confidencial.
-¿Por qué?
-El shinki está enamorado de ti.
-Ya, claro.-me giré para que no viera mi sonrojo.
-¿Segura de que no sientes lo mismo?
-Esto...
De verdad, era un idiota, los dos lo éramos. Yuki tenía quince años y yo dieciseís.
Suspiré.
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