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Nunca me gustó San Valentín

Siempre odié San Valentín. No por él hecho de estar siempre sola (aunque ese fuera uno de los motivos).

Él verdadero motivo era que me parecía una celebración comercial y sin demasiado fundamento.

Básicamente me aburría de ver a mis compañeros de clase tontear diciendo que era muy bonito él día de los enamorados y del amor.

¿Por qué eran tan cursis?

En fin, siempre pensé lo mismo de San Valentín, demasiado material y demasiado cuento para mi gusto.

Por lo que a mí respectaba, el día catorce de febrero era una fecha aleatoria del año. En mi mente era algo así:

"Catorce de febrero= Día random"

-Despierta Clay, es de día.-escuché una voz susurrar junto a mi oído.

-¿Qué pasa?-pregunté adormilada.

-Hoy es catorce de febrero.-susurró mientras le miraba: Darks.

-¿Y qué?

-¿No sabes que pasa hoy?

-Eh... No es tu cumpleaños, de eso estoy muy segura.

-Dime que estás bromeando.

-No, no bromeo. ¿Qué pasa hoy?

-Es San Valentín, Claire.

-Ohhhh.-dije cayendo en la cuenta-Ahora entiendo.

-Tienes mala memoria.-me revolvió el pelo.

-No, es que he olvidado a propósito el significado del día catorce de febrero. Nunca me gustó San Valentín.

-De acuerdo, no te gusta. Pero eso no significa que no pueda estar contigo, ¿no?

-Por supuesto, pero ninguno tenemos el alta, ¿qué haremos en un hospital?

-Yo puedo conseguir que salgamos sin ningún problema.

-¿Viaje por las sombras?

-Por supuesto.

-Está bien, pero ayúdame a sentarme en la silla.

-Ven.

Rodeó mi cintura con los brazos mientras rodeaba su cuello con mis brazos, me levantó con cuidado de la camilla, para dejarme en la silla de ruedas (era más cómodo que pasarme todo el día con las muletas).

Una vez que estuve sentada, me giré para mirarle.

-¿A dónde vamos?

-Es una sorpresa.-canturreó.

-Oh vamos, no seas tan misterioso.

-No soy misterioso, solo quiero sorprenderte, ¿tienes algún problema con ello?

-Ninguno.-asentí de buen humor.

-¿Lista para un viaje sombra, princesa?

-Lista, Darks.

Agarró la silla por los mangos de atrás, ya que su esguince ya se había curado completamente,  y tomo carrerilla para después correr hacia una esquina en sombras. Íbamos cada vez más deprisa hasta que... Parecía que chocaríamos con la pared.

Cerré los ojos con fuerza, esperando que yo también pasara. Comencé a escuchar voces en mi cabeza, instándome a rendirme e irme con ellas hasta la muerte, pero sentía una de las manos de Darks entrelazada con la mía.

Abrí un ojo al escuchar música country, estábamos en la calle principal de la cuidad, la cual estaba cortada al tráfico por la celebración de San Valentín.

-Vaya, no creía que las hojas de los árboles pudieran teñirse de rosa.-comentó en mi oído.

-No estamos en primavera, de modo que... Es muy extraño y cursi.

-No me gusta el rosa.-dijimos al unísono.

Ambos reímos al darnos cuenta de que habíamos hablado a la vez. Empujó mi silla por la acera, mientras observaba los puestos. Comida, comida, más comida. Aquello era el paraíso de los dulces, quería comerlo todo. Oh, Dioses, incluso había tartas de chocolate con fresas en forma de corazón. Era lo más cursi, meloso y delicioso que jamás vería.

-Darks-dije alargando su nombre-¿Me compras algodón de azúcar?

-Con una condición.

-¿Cuál?

-Que compartas y que no sea de color azul.

-Eso son dos condiciones.-dije riendo.

-¿Aceptas o lo dejas?-dijo haciéndome cosquillas.

-Acepto, acepto.-reí más fuerte, consiguiendo que la gente nos mirase y dijese:"Oh, que monos." o "¿Lo veís, niños? Están juntos aunque ella no pueda andar".

-Muy bien, elige.-sacó su cartera.

-Hum...-miré todo el puesto-No sé, son todos iguales.-le dediqué una mirada inquisitiva.

-Pues elijo yo.-miró el puesto entero-Ese.-señaló uno que tenía mucho algodón de azúcar.

-Son dos dólares.-dijo la mujer que tenía dos corazones pintados en las mejillas.

-Sí.-lo pagó en seguida.

De repente, saltó confeti en forma de corazones junto a una pequeña explosión, el aire se impregnó de olor a fresa  y sonaba la canción de: "Marry You" de Bruno Mars. Miré a Darks riendo, tenía el cabello lleno de corazones al igual que su "hoodie" de Linkin' Park (la verdad es que era una mezcla extraña y kawaii) y estaba negando la cabeza mientras se cubría el rostro con una mano.

Me pregunté a mí misma el por qué de ello, tan solo me hizo falta mirar a mi alrededor para saberlo: Todo el mundo se había acercado a mirar.

-¡ENHORABUENA!-gritó la mujer del puesto.

-¿Qué ha pasado?-pregunté algo aturdida por la cómica situación.

-¡Sois los clientes número cien!

-Oh, vale.-dijo Darks.-¿Y?

-Claro, se me olvidaba. Id tras la tienda.

-Va-vale-me encojí de hombros.

Le hice una seña a Darks para que me siguiera, pero sostuvo mi silla y dijo:

-¿Y si es un monstruo?

-No seas paranoico. ¿Un monstruo aquí?

-¿Por qué no? Si Kaneki ha llegado aquí, ¿cómo no va a poder un monstruo? Sin ánimo de  ofender al bueno de Kaneki.

-Bueno... ¿Y si lo comprobamos?

-Está bien, pero estaré en guardia.

-Yo también, tan solo por si acaso.

Seguimos a la tierna señora hasta la parte trasera de la tienda. Con una sonrisa nos hizo una seña para que nos acercáramos, obedecimos como dos niños a los que su madre llama a la hora de la merienda (con la ancianita no se me ocurre nada mejor). Sacó una pintura roja y le hizo una seña a Darks.

-¿Me harías el favor de acercar a tu novia hasta aquí?

-Sí, claro.-dijo algo receloso.

-Ven, que no muerdo.

Tomó mi mentón con la suave mano de abuelita (tengo que dejar eso de ancianita, ¿verdad?) y comenzó a dibujar un corazón en mi mejilla izquierda.  Una vez terminó, repitió el proceso en mi mejilla derecha.

Hizo lo mismo con Darks y en cuanto terminó sonrió con sus dientes de mujer de edad muy avanzada (eso tampoco queda bien). Sacó varios tiket de su escote (¿vale? eso fue muy raro) y se acercó para entregárnoslos.

Nos llevó a la tienda y dijo con su voz alegre de abuelita (en serio que tengo que dejar de decir esto):

-Tomad lo que queráis, queridos, es vuestro día.

No pude evitar sonrojarme, de modo que fue Darks el que eligió. La señora (¡AHORA!) nos despidió sonriendo mientras nos recomendaba visitar su tienda de dulces.


-Venga, esa señora era un cielo.-dije horas después riendo.

-Los monstruos se esconden tras esas ancianitas adorables.

-Lo sé.-seguí riendo, tomando su mano-Pero era una ancianita encantadora.

-Casi pareces Star-dijo riendo.

-Y tú Thomas, ¿no?-seguí su broma con referencia a Star Contra Las Fuerzas Del Mal.

Reímos ante nuestro "frikismo máximo". Observé el cielo desde el pequeño montículo.

-No me gusta San Valentín.-comenté.

-A mí tampoco.-coincidió.

Nos miramos, sonreí y, sin poder evitar la tentación, dije:

-Te odio, Darks.

Le guiñé el ojo, dándole a entender lo que ocultaba.

-Yo te odio más, princesa.



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