Es mi casa, ¿vale?
Llegamos a casa, esta vez fuimos directos a comer. Terminamos en seguida y fuimos a hacer los deberes. Gracias a mí, terminamos algo más deprisa de lo que habrían tardado ellos solos.
Encendí el ordenador y entré en la presentación del proyecto sobre Hades.
-Bien Sombritas, hagamos el proyecto.
-No me llames Sombritas.
-Sí lo haré.
-No.
-Sí.
-No.
-Sí.
-Que no.
-Que sí.-le saqué la lengua burlonamente.
-Cállate.
-¿Me ayudas, Yuki?
-Por supuesto.
-Gracias.
Empezamos con el trabajo, Sombritas se limitó a miraranos, enfadado. Entre Yuki y yo terminamos de hacer el trabajo. Choqué los cinco con él y miré a Sombritas, pero no estaba.
-Yuki, ahora vuelvo, ¿vale?
-Vale.
Salí de mi habitación y le busqué por toda la casa, sin resultado. Hasta que recordé aquel escondrijo que tenía de pequeña. Busqué allí, abrí el pequeño armario, allí le encontré hecho un ovillo.
-Hey Di Angelo, ¿qué haces aquí?
-Nada.
-Te pasa algo.-me senté a su lado-Puedes contármelo, puedes confiar en mí.
-¿Qué me garantiza que no se lo contarás a nadie?
-¿El hecho de que soy tu amiga, tal vez?
-¿Qué te hace pensar que somos amigos?
-Compartir un bote de Nutella significa ser amigos.
-Está bien...-suspiró-Lo consideraré.
-Eso... ¿Es que sí?
-Significa que pensaré si decírtelo o no, pedazo de idiota.
-Mundano.
-Mortal.
-Raro.
-Hija de Cronos.
-Hijo de Gerde.
-No sé quien es.
-Pero yo sí.
-¿Y?
-Te acabo de meter un insulto fuerte.
-Ya...
-Mehe.-dije haciéndole burla.
-Oye, no te burles.
-¿Por qué? Yo puedo hacer lo que quiera. Es mi casa, ¿vale?
-¿Ahora tú eres yo?
-No sé, ¿para que quieres saberlo?-dije riendo.
-No sé, ¿por qué no lo sé?-empezamos a forcejear.
-Claro, por eso Annabeth es la hija de Atenea.-dije siguiendo su juego.
-Deja eso...
-Y por eso ella tiene a Percy.-eso hizo que me soltara.
Me miró dolido y apartó su mirada de la mía. Recogió las piernas y apoyó los brazos cruzados en sus rodillas. Escondió la cabeza, haciendo que sus sollozos sonaran ahogados.
-Claire... No tiene gracia, ¿sabes? No tienes ni idea de lo que es un amor no correspondido.
-Yo... Lo, lo siento.
-¡No! ¡¿No sabes controlarte o qué!? ¡Eso todavía me hace daño!-gritó con lágrimas en los ojos.
-Escúchame, yo...
-¡Tú...! ¡¿Qué Claire!?-vió que vacilaba-¡¿Qué!?-seguí vacilando- Ya, veo que tú eres como las demás, solo piensas en tí misma, nunca piensas en el efecto que harán tus palabras en los demás.
-¡Yo no pienso en mí misma! Y sé perfectamente lo que es el amor no correspondido.
Me puse en pie dispuesta a irme, pero me retuvo tomándome por la muñeca. Me miró con los ojos llorosos y no pude resistirme, le abrazé.
-Cla... Claire.
-Shh.
Le abrazé con dulcura. Apoyé la cabeza en su hombro, olía a ceniza. Poco después me correspondió estrechándome contra sí.
-Gracias, creo que lo necesitaba.-susurró en mi oído.
-De nada, me gusta dar abrazos.Si necesitas uno... Ya sabes a quien acudir.
Sonrió, creo que le alegré el día.
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