Epílogo
(Narrador omnisciente)
Un chico de cabello rubio y ojos grises abandonaba la habitación, sintiendo ligeramente ajeno aquel cuerpo, pero se repetía continuamente que en seguida se acostumbraría a aquel organismo tan complicado.
Tras haber pasado el dolor de la conversión hacia el sexo masculino, había comprendido que si iba a usar el cuerpo que anteriormente su gemela, este debía adaptarse a su portador. Daren jamás había usado un cuerpo como lo había hecho su hermana, aún así se propuso aprender todo lo que debía sobre los cuidados de este, ya que para él era como un regalo de los Dioses. Tener un cuerpo era, sin duda, el mejor regalo que su hermana le había hecho jamás.
Por supuesto, no podía evitar pensar en su gemela, ¿haría bien su viaje hasta el mundo de las ánimas? Verdaderamente deseaba que fuera así.
Siempre se habían tratado el uno al otro como si fueran una antítesis del otro, cuando realmente eran dos partes de uno solo, eran un conjunto, eran los gemelos opuestos, pero nunca antítesis. Nunca Daren había deseado el mal a su hermana y, cuando lo hacía, era porque realmente sentía celos de ella, porque esta había recibido un cuerpo terrenal y él no. Aunque él sabía el verdadero motivo, Claire era un ánima pura y blanca, hecha de la más pura luz. En cambio, él era un ánima negra, un Nacido de la Noche, a los de su clase se les entregaba rara vez el don de un cuerpo físico.
Suspiró con pesar, sintiendo en todo su cuerpo el leve cosquilleo del poder de un semidiós que Claire había dejado atrás. Lo sentía en sus venas, corriendo por su cuerpo, la sangre roja de un ser humano mezclada con el icor dorado de los dioses. Se sintió orgulloso, había ayudado a su hermana y a su vez había conseguido un cuerpo semidivino.
Reparó en que alguien le vigilaba desde las sombras y sonrió de lado, siguiendo su camino en completo silencio. Sabía que el hijo de Hades le vigilaba desde las sombras, pero jamás se detendría para mirar a los ojos a aquel que había obligado a su hermanita a desaparecer para tardar quizá años en volver.
Escuchó un grito, provenía del jardín de atrás. Bajó a toda prisa, casi por instinto. Los chicos llevaban armas, espadas, pistolas, hasta enormes hachas de guerra.
"¿Qué está pasando?" se preguntó a sí mismo.
En el momento en el que salió de la casa y siguió la mirada todos los presentes, descubrió la enorme flota aérea que se les venía encima.
-Zarkon-susurró apretando los puños.
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