4. Estrategias
Viernes a la tarde, Cayla y yo nos encontramos haciendo un trabajo de literatura en mi casa.
— ¿Cuál es tu estrategia?—preguntó, "casualmente".
Reí.
—Estás loca si crees que voy a decírtelo—respondí.
Ella subrayó con color violeta el título, lo que significaba que ya había terminado su parte.
—Tienes razón, tu maniobra es obvia —la miré, con el interrogante dibujado sobre mi cabeza. Cayla prosiguió—. Primero le harás un cambio de look, luego le enseñarás lo que necesite para que sea adaptable a Peter, y luego los presentarás.
Era verdad. En términos generales, esa era mi movida. Yo por el contrario, no sabía qué es lo que ella planeaba hacer.
—De todas maneras, tu lo tienes más difícil—no me respondió, lo que tomé como una invitación a continuar hablando—. Resulta fácil enamorarse de Peter, pero ¿Cómo lograrás que Peter se enamore de Samantha?
—Allí es donde nosotras trabajamos juntas. Para que una gane necesita la colaboración de la otra. De nada sirve que se confiesen si no son correspondidos—la mirada irónica que le dirigí causó que volviera a su trabajo.
—Lo que realmente nos va a costar trabajo va ser construirles la confianza y valentía necesaria para expresar sus sentimientos.
—Touche—respondió, lo cual me pareció gracioso, ya que francés era una de las clases que más le costaba.
Secuestré mi regla que estaba a su lado, para poder remarcar los títulos en mis hojas. Ella siempre la tomaba cuando yo no la veía. Cayla comenzó a guardar sus propiedades, para luego amagar con levantarse.
— ¿Tienes algo que hacer esta noche?—pregunté, aún sin darme cuenta de todas sus acciones— Podríamos pedir pizza, y ver películas.
Al no oír su respuesta, levanté mi mirada. Cayla estaba con su celular. Luego me respondió que tenía el cumpleaños de un familiar, por lo cual no podía quedarse. La acompañé hasta la puerta, donde nos despedimos con la promesa de contarnos nuestros avances en cuanto los hiciéramos.
Volví al comedor y recogí mis cuadernos y lapiceras. Las apilé y como pude comencé a llevarlas a mi cuarto. En el camino pude apreciar a mi madre viendo "Fuga de Alcatraz" de nuevo. Como amaba esa película... y a Clint Eastwood.
A dos pasos de mi cuarto, algo impactó desde atrás contra mi hombro, causando que tirara todas las cosas que llevaba en mis brazos. Mi hermanó se volteó, se disculpó, y luego siguió corriendo. Finn lo seguía, pero pareció pensarlo mejor y se volvió a ayudarme.
Antes de darle las gracias intenté encontrar un motivo para su repentina solidaridad. La respuesta no se hizo esperar.
—Sean, ven aquí y discúlpate con tu hermana como se debe. Al menos Finn es capaz de ayudar con tu desastre—exclamó mi madre, sin despegar la vista de la televisión.
Finn rió por lo bajo, introduciendo las hojas sueltas en la carpeta que le acababa de indicar.
—Eres malévolo—comenté en un susurro.
—Soy brillante—respondió, dándome las cosas luego de que logré pararme.
—Sigue creyendo eso.
—Lo siento, Jean—dijo Sean, sin una pizca de arrepentimiento. Parecía que solo deseaba asesinar a Finn, lo cual yo entendía.
—No te preocupes, Sean, no fue nada. Simplemente recuerda que es tu hermano antes de matarlo—el asintió, cómplice, y se fueron juntos. Caminando erguidos, Sean amenazador y Finn tenso. Casi tenían la misma altura.
Me dirigí a mi cuarto, pensando que no faltaba mucho para que mis hermanos fueran más altos que yo. Eso no era bueno.
Utilicé mi velada para ver series online. En algún momento de la madrugada entré a Facebook, donde me encontré con sucesos inesperados. El primero de ellos era una invitación de amistad de Peter. La acepté luego de pensarlo seriamente, y cómo ello podría hacer pensar a Cayla que estaba avanzando más que ella.
Luego fui hasta los perfiles de mis contactos en segundo año y comencé a buscar personas llamadas Samantha. Había siete, seis de las cuales tenían imágenes de perfil no concordantes con la persona que yo buscaba. Seleccioné a la séptima, aquella que tenía un dibujo de un personaje de animé como avatar.
Su nombre era Samantha Wayne, y correspondía a lo que sabía de la chica que yo investigaba. Confirmé que era ella al revisar las fotos en las que estaba etiquetada, donde lucía más joven e infantil que en la actualidad. Menos extraña también.
Fue una lucha interior decidir si le enviaba una solicitud de amistad o no. Desde pequeña, siempre tuve miedo al rechazo (por cuestiones que no explicaré ahora), es por ello que establecí esta ley para mí misma: nunca enviar una solicitud, una invitación, lo que fuera (todo aplicado a las redes sociales), siempre aceptar. Si alguien no quiere hablar conmigo, yo no me complicaría rogándole. Esa era mi norma.
Cayla era lo opuesto de mí. Si ella conocía a alguien nuevo, la solicitud era enviada al momento siguiente de conseguir acceso a internet. Ella no tenía miedo al rechazo, su presencia misma lo demostraba.
Terminé enviando la invitación, era demasiado lo que estaba en riesgo como para no hacerlo.
Lo segundo que realmente no me esperaba, que destruyó mi confianza en mí misma y mi fe en la humanidad, fueron publicaciones de una chica, en las que etiquetaba a Cayla. Ellas estaban en el cine, las fotos (oh, sí, había fotos) databan de esa misma noche. Habían ido a ver una película de Marvel recién estrenada, lo que me confirmó que no eran archivos antiguos.
Hay muchas cosas que pueden entristecerme. Puedo llegar a llorar por el clima si me concentro lo suficiente. Pero de entre las que más me afectan se encuentra el desinterés por mi persona, el que me hagan sentir que no tengo valor alguno. Que me reemplacen.
Con orgullo ahora puedo decir que me aprecio. Luego de años de considerarme una inútil comprendí que valgo más que muchas escorias que andan por allí fuera. Años de psicólogos, discursos de mis padres, y películas que transmiten mensajes morales fueron requeridos para cambiar esa depresiva y autodestructiva parte de mí. Lo triste es que, al igual que los vicios, era demasiado fácil caer en ella de nuevo.
Esas publicaciones acerca de esta amiga que tenía un cumpleaños de un familiar (verifiqué, la persona con la que estaba, no compartía ningún parentesco con ella) me hicieron pensar que no había ningún punto en todo esto. Ni siquiera debería importarme lo que le pasara a toda esta apuesta.
Luego recordé que si estaba por perder a una persona que aprecio, la mejor manera de ocupar ese tiempo libre era con películas, pero no podría ver ninguna si perdía la apuesta. Además, ¿qué mejor manera que sentirme mejor que ganarle con un juego limpio?
Miré la pantalla de nuevo y decidí que era momento de empezar a actuar.
Como se habrán dado cuenta antes, no soy de las que confrontan. Yo tengo que tener una estrategia, un plan B y un plan de escape, sino no había manera de que llevara algo a cabo, lo que fuera.
Investigué a Peter un poco más a fondo, dispuesta a averiguar qué haría mañana a la tarde (deseando que no fuera un solitario como yo que se quedaba en casa todos los sábados), cuando un evento al que había sido invitado surgió ante mis ojos. Sucedería justamente al día siguiente y, aunque no había confirmado que asistiría, no tenía nada mejor, por lo que estaba dispuesta a aparecer allí al día siguiente, con todas las intenciones de empezar a jugar este juego de ajedrez, con todas las intenciones de ganar.
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He vuelto, luego de una no-tan-extensa ausencia, pero sí notoria para algunos (te hablo a ti Y). Me disculpo por ello.
Bien, no hay mucho que comentar sobre este capítulo, pero sí mucho que deducir. No considero que Cayla sea malvada (o perra), simplemente algo desinteresada. Creo que la justificación adecuada para su comportamiento sería que no se da cuenta de qué tanto impacto tiene sobre las personas que la rodean.
Eso aclarado, quisiera pedirles que dejen un voto si les gustó, un comentario si sienten que algo debe ser dicho, o un mensaje privado si se trata de otra cosa.
Muchas gracias por leer,
T.
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