1. El objetivo principal es conseguir que estén juntos (románticamente hablando). Esto requiere al menos un beso (en los labios), un abrazo, y una sonrisa compartida.
Cayla caminaba a mi lado en silencio. El timbre de salida de clases estaba por sonar. Habíamos conseguido que el profesor nos dejara salir antes, con la escusa de que otra autoridad había requerido nuestra presencia a una hora específica, y no podíamos arriesgarnos a llegar tarde. Además, ¿cómo podía negarse uno ante sus mejores alumnas?
Lo difícil iba a ser encontrarlos. Era hora de hacer Intel.
Por descarte habíamos llegado a la conclusión de que ninguno era de último año. Después de tantos años cambiando compañeros, uno llegaba a conocer a la mayoría. Por lo tanto debían ser más jóvenes.
Empezamos en el pasillo donde se dictaban las clases a los alumnos que eran un año más jóvenes que nosotras.
Cayla lucía tan tranquila, tan cómoda, como si fuera una persona que tuviera un plan y fuera consiente de cómo reaccionar ante todas las posibles variantes. Yo, por el contrario, era un mar de nervios. Me sentía expuesta.
Personalmente me considero una persona más intelectual que accionaria. Salir a hacer investigación de campo es como mandar a un pez a hacer paracaidismo. Totalmente ilógico.
El timbre sonó. Medio minuto después, las puertas comenzaron a abrirse, un torrente de alumnos saliendo por ellas. Si antes estaba mareada, ahora estaba al borde del desmayo.
—Jean—oí suavemente, pero no le presté atención—, ¡Jean!—Cayla gritó en mi oído. Con un sobresalto me volví hacia ella, entre confundida y enojada por el susto que me había dado— ¿Los ves por algún lado?— Miré alrededor, pero había tantos rostros que no podía apreciar ninguno en específico. Ningún par de ojos llamó mi atención, ningún caminar extraño resaltó de entre la multitud. Negué, algo decepcionada— Bien, entonces salgamos de aquí.
Me tomó suavemente del codo y me guió hacia afuera. Supongo que resultaría divertido de ver, la pequeña guiando a su amiga que resulta ser una cabeza más alta que ella. Para nosotras era normal.
Fue en el momento antes de salir por la puerta que lo encontré. Muy rápidamente su imagen quedó atrapada en mi retina, justo antes de que quedara parcialmente deslumbrada por la intensidad del sol en el exterior.
—Cayla—dije, mientras me refregaba los ojos—, allá está—y con mi barbilla, apuntándolo muy suavemente, le indiqué la dirección. Les aseguro que sus ojos avellana se dilataron al encontrarlo. Ella tragó saliva y luego me miró interrogadoramente, como diciendo "¿Es en serio?". Asentí, sabiendo a qué se refería.
Se los describiré. El joven era de estatura promedia, adecuadamente proporcionado, esbelto. Tez entre caucásica y bronceada, con un par de lunares esparcidos en el cuello y el rostro. Oh, el rostro. Mandíbula fuerte, labios de apariencia suave, pero sin ser muy rellenos. Ojos de tamaño promedio, de color celeste, con largas pestañas. Cejas pobladas, y nariz recta. Era tan agradable a la vista que me causaba preguntarme por qué no era modelo. Luego advertí que, lo fuera o no, yo no lo sabría porque no lo conocía. Eso me entristeció un poco.
—Vamos a presentarnos—exclamó Cayla, tirando de mi brazo en su dirección. Me solté de inmediato.
Ella se volvió confundida, solo para encontrarse con mi expresión de "¿Estás loca?".
— ¿Estás loca?—directo al grano. A sus espaldas podía ver como el chico se despedía de sus amigos, quedándose solo— No puedo hacer algo así.
Ella pareció frustrarse. Se cruzó de brazos, en pose desafiante.
— ¿Por qué no?
No encontraba una respuesta. Simplemente esa no era mi personalidad, mi manera de actuar. No podía saltarle en frente y comenzar hablarle. A veces, muy pocas veces, lo hice, pero además de mi humor, dependía de la persona a la que confrontara. No me sentía segura ante él.
—Simplemente no puedo—contesté, encogiéndome de hombros.
Ella pareció decepcionada. Luego sacudió la cabeza y me sonrió.
—Está bien, yo iré. Pero esto te deja a cargo de la chica—expresó ante de darse vuelta y encaminar hacia el joven, que ahora revisaba su celular.
Muda, me di cuenta de lo que había hecho.
Sintiéndome algo decaída por la situación, me volví, dispuesta a comenzar el camino hacia mi casa.
2. Cada una tomará bajo su ala a una de los dos individuos, apadrinándolos.
Esa tarde, Cayla me mandó un mensaje donde me explicaba lo que había sucedido y lo que había averiguado.
El chico se llamaba Peter Skies, dieciséis años, padres separados, una hermana de dos años, por parte de padre, amante de las películas futuristas y la coca cola. Básicamente, un adolescente estándar.
Debo admitir que mi molestia no paraba de aumentar mientras veía en la pantalla la ventanita del chat abierta. Yo lo vi primero, yo debería ser la que "está de su lado". Pero no, soy demasiado cobarde para estar cosas. No entiendo cómo es que Cayla tiene esa facilidad. ¿Y cómo demonios hizo para saber lo de sus padres? Yo ciertamente no podría, no sin sonar sospechosa; imagino la situación algo así: "Oye, ¿tus padres están juntos?", y la respuesta como: "¿Quién eres tú, maldita acosadora?".
Lo busqué en Facebook. Fui hasta las fotos más antiguas de perfil y de portada, llegando hasta esas incómodas primeras imágenes de cosas que te gustan, pasando por diferentes cortes de cabello y expresiones faciales.
Lucía tan... joven. Antes de que me piensen hipócrita debido a la corta diferencia de edad, déjenme explicarles. No joven en edad, sino en el tipo de juventud que aún no se ha preguntado el significado de la vida, o que nunca ha tenido una clase bien dada de filosofía. El tipo de juventud que te causa celos de su dulce ignorancia.
Pero eso es solo lo que uno deja ver.
Había también publicaciones acerca de su opinión personal sobre la homosexualidad y por qué no era malo lucir la bandera de un país ajeno al propio, pero era algo tan general que no podías llegar a darte una idea de sus verdaderas ideas, esas que uno solo dice a sus padres o escribe en un diario íntimo.
Lo que sí dejaba notar era su carácter. Fuerte, imponente, pero piadoso. El tipo de persona que quizás no fuera el líder, sino aquel que tomaría el cargo por necesidad de la mayoría en caso de que el verdadero líder muriera o estuviera imposibilitado de hacer ejercicio de su título.
La persona que no se deja notar hasta el final de la temporada de tu serie favorita. La que nunca hace nada por resaltar hasta el momento preciso, dándote el tiempo necesario para quererlo y luego lo matan.
¿Suficientes ejemplos? Bien, prosigamos.
Al día siguiente, tuve oportunidad de hacer mi parte.
Llegué temprano a la escuela porque a mi padre se le rompió el despertador, y por nerviosismo se levantó más temprano. Cuando tuvo la oportunidad de chequear un reloj, resulto ser una hora antes de lo usual.
Luego de dejar las cosas en mi casillero, me colgué la mochila al hombro y caminé hacia la entrada. Estaba decidida a esperar a que llegara Cayla o alguien con quien hablar, cuando la chica de ayer bajó de un auto color gris plata, que se fue luego de que ella diera unos cuantos pasos.
Caminaba cabizbaja, con su capucha y auriculares puestos. Sus piernas tenían algún tipo de problema, una se movía más lenta que la otra y a veces se cruzaban, pausando su avanzar.
Pasó a mi lado y entró a la institución, sin dar muestras de haber advertido mi presencia. Inconscientemente la seguí. Se dirigía al sector de los más jóvenes.
Me costó mucha fuerza de voluntad y valor, pero apuré mi transitar para ubicarme a su lado. No transcurrió demasiado hasta que se dio cuenta de mi presencia. Y como soy yo, utilicé la forma menos genial de iniciar una conversación:
— ¡Hola!— auto-cachetada mental.
Por más confundida que luciera, me respondió con otro "hola". No era linda, pero tampoco era fea. Era arreglable. Su cabello, oculto en su mayoría por la capucha, era rubio claro, lacio. Sus ojos también eran celestes, pero en vez de ser intensos como los de Peter, eran apagados, como una gema antigua, o plástico sucio. Su tez pálida me causaba querer preguntarle si se sentía bien, pero me contuve.
—Soy Jean, voy a último año—me enseñaron que información con información se paga, así que...—, ¿cómo te llamas?
Se la notaba incómoda, y no era necesario decirlo, era mi culpa.
—Samantha—miró alrededor, como buscando una vía de escape. Luego siguió hablando, ante mi mirada inquisidora—, voy a segundo.
Es decir, una año menos que Peter, dos años menor que yo. Perfecto.
—Genial—y luego de eso me advertí que ya no tenía nada más por decir. Metí y saqué mis manos de los bolsillos, y luego decidí que era momento de terminar con todo ese ambiente—. Bueno, creo que eso es todo. Si llegas a necesitar ayuda en algo, solo pídelo. Realmente me gustaría ser tu amiga.
Y luego de una mirada de confusión por su parte, me volteé y me fui.
Me encontré con Cayla una vez que llegué a su casillero.
— ¿Qué sucedió?—fue lo primero que dijo luego de ver mi cara.
—Acabo de vivir la situación más incómoda de mi vida—comenté, y después de pensarlo levemente, agregué: — hasta el momento.
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Segundo capítulo, y ya llegamos más lejos de lo que yo esperaba.
Como podrán notar, tengo intérpretes para estos personajes nuevos. Sean O'Donnell encaja en la descripción de Peter, mientras que Elle Fanning tiene el honor de parecerse a Samantha, así que bienvenidos sean.
Ya saben, si tienen alguna duda, crítica, o simplemente algo que decir, dejen un comentario o mándenme un mensaje privado. Y voten, si les gustó; no voy a ir a perseguirlos con un hacha para obligarlos a que voten en caso de que no les haya gustado (o quizás si).
Por cierto, Cayla en multimedia.
Gracias por leer
T.
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