"Nos conocemos. Pero desearía conocerte aún mejor. Veamos una película el viernes a las 7 P.M. en el Cine Emblema (ese que está a la vuelta de donde vive la vieja de las palomas). Ojalá sepas quien,

M. C."

— ¿Por qué tan poético?—preguntó Cayla mientras releía el mensaje—Parece que fueras a matarla. ¿M.C? ¿Michael Clifford? Y, ¿qué onda con la vieja de las palomas?

—Deja de quejarte y déjame leer lo que le dejaras a Peter—ordené. Ella se encogió de hombros y me entregó el papelito que había estado guardando en su bolsillo—. Por cierto, son tus iniciales invertidas.

Ella mostró su cara de realización.

"¿Estás libre el viernes? Realmente (en serio) me gustaría ir a ver esta película, y me encantaría (mucho) que me acompañaras. En el Cine Emblema, a las siete de la tarde. Espero que aceptes,

R.J."

—Veo que tuviste la misma idea que yo con la firma, pero se puede saber—di un respiro largo—, ¿por qué suena exactamente como yo?—puede que haya estado un poquito alterada.

Cayla sonreía.

—Pensé en lo que dijiste acerca de la personalidad que él preferiría. Decidí que convendría más darle a alguien emocionado por algo tan—levanté una ceja, desafiándola a continuar la frase. Ella reaccionó rápido— cotidiano, como lo es una película—Ya, puedo vivir con "cotidiano". Ella iba a decir irrelevante, o nulo, y yo la hubiera golpeado por ello—, que a alguien serio que tiene problemas de comunicación.

—Okey, pero, ¿por qué no te basaste en ti misma?

Se encogió de hombros.

—No tenía ganas.

Bufé.

—Eso no es justo.

—Nada de esto es justo, ahora vamos a dejar estos mensajes—y me arrastró hacia el casillero de Sammy. Ellos (es decir, sus casilleros) literalmente estaban a dos pasillos de distancia entre sí—. Dame eso.

Cayla arrancó el mensaje de mis manos y se acercó destilando confianza a la casilla de la rubia. Yo, por supuesto, era un mar de nervios. La joven miró a ambos lados antes de introducir (con algo de dificultad) el pedacito de papel por la rejilla que la puerta tenía a la altura de mis ojos. Luego se dio vuelta y comenzó a caminar. La seguí, sintiendo como mi corazón se tranquilizaba.

Nunca faltaba el día en que me preguntaba cómo Cayla lograba mantener la calma ante cualquier tipo de situación, mientras yo perdía totalmente la cabeza. A veces sentía que no era justo.

Ella miró a ambos lados en el cruce del próximo pasillo, para luego acercarse a mí, y poner el papelito en mi mano.

— ¿Qué? ¡Ni lo pienses!—reclamé, intentando devolverle la nota.

—Ya lo pensé, ahora ve—dijo, dándome un leve empujoncito. Luego ella comenzó a hacerse hacia atrás, hasta que estuvo al otro lado del pasillo.

Tragué saliva antes de aproximarme al casillero de Peter. Después de la profunda investigación que habíamos comenzado sobre ellos, podíamos mencionar en orden alfabético el nombre de sus padres y hermanos.

Esperé unos segundos frente a la casilla, comenzando a sentir como el frío del metal se empezaba a expandir a mi mano extendida. El silencio llenó mis oídos dándome la confianza para proseguir.

Fue entonces, con media notita dentro, que sonó el timbre.

Desesperé.

Me di vuelta, buscando a Cayla, pero no podía verla por ninguna parte, menos con todos los alumnos que comenzaban a salir de sus aulas y a circular.

Volví a enfrentar el casillero y, mientras terminaba de empujar la notita, el vibrar de mi teléfono me notificó la llegada de un nuevo mensaje.

Metí la mano en mi bolsillo, intentando tomarlo, mientras me daba vuelta.

— ¿Qué haces aquí?—preguntó Peter.

Me congelé mientras miraba la pantalla de mi celular. El mensaje decía: "BET". No me digas, Cayla. La maldije interiormente y luego le sonreí al castaño, que parecía querer ver mi celular.

—Iba caminando por aquí y me llegó un mensaje—no estoy segura si acabo de dar la mejor excusa en la historia del universo, o la peor. Creo que la peor.

— ¿En serio? ¿Justo en frente de mi casillero?—preguntó, algo incrédulo. Con disimulo me hizo a un lado para poder abrir la casilla. Pude ver una imagen impresionista que parecía recortada de una revista y un montón de notitas amarillas adheribles en la puertita del lado de adentro. A su vez pude ver como Peter atajaba la nota que yo acababa de dejar allí y se la metía rápidamente en el bolsillo. ¿En serio? ¿Qué tan seguido le sucedía esto?

—El destino, supongo—mencioné, no queriendo hacerle saber que vi todo ese acto de discreción.

—Claro, el destino—repitió, meditándolo. Cerró el casillero y se volvió a verme—. ¿Quieres ir a almorzar?

Asentí, sin saber por qué. Lo único que quería era desaparecer ahora mismo y tomarme un descanso de toda esta locura. Por ahora, parece que no sería posible.

***

—Me abandonaste—afirmé.

Cayla me miró por sobre su hombro mientras tomaba asiento. Analizando el terreno, probablemente.

—Eso no es cierto, te mandé un mensaje.

—Dos segundos antes de que Peter me hablara, gracias por ello, fue bastante útil.

Abrí mi cuaderno, pasando por alto mi lista de actores favoritos.

—Es que...—miró hacia otro lado, haciendo que fuera difícil escuchar lo último que dijo—tengo un teoría...

— ¿Te importaría compartir?—inquirí, mientras anotaba la fecha.

Cayla sacudió la cabeza.

—No, es solo una sospecha, no puedo confirmarlo todavía.

Es decir, no me diría aunque le comprara a Justin Bieber y se lo entregara desnudo envuelto en sábanas de seda negra.

—Cambiando de tema, dime que tienes una estrategia para el viernes por la noche. No creo que se tomen muy bien el quedar plantados, y eso si es que asisten—comenté.

La chica apoyó los codos sobre la mesa e hizo que las puntas de sus dedos de las manos se tocaran suavemente. Observó la acción fijamente.

—Tengo unplan, ya verás—y me sonrió. 

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Después de muchas insistencias por parte de Yamila, he conectado esta historia al resto de mi red personal de novelas. En mi mente, todas mis narraciones existen, solo necesitan que alguien las cuente. Así que entre ellas se conectan entre sí, ya sea por un personaje en común, o un hecho que desencadenó otra historia. 

Resumiendo lo anterior: se acerca un nuevo personaje.

Eso era todo.

Muchas gracias por leer, 

T.