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"Sus palabras pesadas no pueden derribarme, chico he resucitado de entre los muertos"

(Radio, Lana Del Rey)


Hyunjin no podía evitar sentirse vertiginoso cada que cerraba los ojos y soñaba con las delgadas y sedosas piernas de la misma persona, despertaba sudado y mareado, su corazón desbordado y latiendo en culpabilidad.

Todo había iniciado desde la primera semana en la que Seungmin había conseguido un trabajo en el local de comida de Yang Jeongin.

Seungmin entonces se despertaba todos los días temprano para ordenar su casa y hacerse cargo de la limpieza, después se alistaba para el comienzo de sus jornadas laborales. Aunque Hyunjin insistió en llevarlo hasta la ciudad en su automóvil, el omega se negó desde el primer segundo con la excusa de querer aprender a valerse por sí mismo. A pesar de la negación inicial, el alfa con su necedad innata iba siempre a recogerlo al final de sus jornadas para asegurarse de que la ciudad con sus peligros nocturnos no alteraran el regreso del más chico.

Eso a Seungmin no le había parecido porque sentía que desperdiciaba horas valiosas del alfa, y aunque él se hubiera negado, tenía que admitir que los viajes de regreso eran siempre más sosegados y le daban oportunidad para dormitar de vez en cuando, dependía de cuanto trabajo hubiera tenido ese día. Así que para deshacerse de esa sensación de estorbo cada que ingresaba al automóvil estacionado fuera del local, le propuso al propietario de la vivienda que podría hacer la limpieza para él también.

Hyunjin se veía atareado cada vez más con la próxima apertura del viñedo a los turistas, y aunque velar por la seguridad del menor que cargaba a su cachorro no era algo precisamente tedioso, sabía que no habría otra manera de hacer sentir útil al omega.

Aproximadamente un mes después las cosas ya estaban cayendo en su lugar por sí mismas, la rutina se establecía y su relación ahora parecía menos tensa. Aunque Hyunjin no fuera un alfa de muchas palabras, estaba dispuesto a soportar las charlas unilaterales de Seungmin, así como también sus atrevidos conciertos a todo pulmón cuando se encontraba de buen humor.

El primer trimestre del embarazo ya había quedado atrás, y a vísperas de empezar el segundo, el vientre del omega ya empezaba a ser notorio. Era visible si ponías la suficiente atención por sobre sus camisas holgadas, y su pequeña "tripita" (como había sido apodada por Minho y Felix) había empezado a asomarse. Los omegas visitaban, al menos, unas tres veces por semana la vivienda de Seungmin para llevarle algún nuevo cotilleo o uno que otro regalo, o simplemente para comer algún desayuno juntos antes de que fuera tiempo para el menor de marchar a su trabajo.

El aumento de energía que experimentó Seungmin a mitad del tercer mes fue gratificante, especialmente después de las semanas anteriores donde numerables veces consideró la opción de tenderse en el piso y derrumbarse ante la vida. Entre náuseas que tuvo que soportar, hasta mareos que lo obligaban a permanecer quieto en algún sillón. Había sido espantoso pensar en los días antes de que Hyunjin y él entablaran una amistad, si es que se le podía llamar así, pues en las mañanas su hambre y amor por un buen desayuno americano se veían conflictuadas por las terribles náuseas y el asco que algunas veces era intolerable.

Sin en cambio, y de acuerdo a sus consultas en Internet, los meses venideros eran conocidos como la luna de miel del embarazo, así que estaba dispuesto a aprovechar el tiempo para imtentar ahorrar lo más que le fuera posible antes de que sus pies comenzaran a hincharse y las contracciones fueran insoportables. A Seungmin realmente le gustaba entretenerse por las mañanas visitando a Hyunjin, aunque el motivo de su visita fuera siempre el aseo que él mismo había ofrecido, admitía que sentir la presencia del alfa merodeando cerca era emocionante.

Así funcionaban ahora, Seungmin asistía hacia su lugar en las mañanas donde compartían un desayuno o un café, dependiendo de que tan lleno se encontrara el omega. Después él se retiraba para empezar con sus deberes que consistían, sobre todo, en ordenar sus papeleos y limpiar las manchas de café espresso en el escritorio de la oficina del alfa. El susodicho era increíblemente ordenado y limpio, sin embargo, así que barrer y fregar los pisos de madera no era una labor tan dificultosa por la falta de alguna suciedad externa más que el polvo.

La primavera se despedía y arribaba el verano con el caluroso sol y las vacaciones de los estudiantes, la demanda pronto explotaría para los negocios de la ciudad que, a su vez, también recibiría turistas extranjeros. Las temperaturas eran demasiado altas y el sol parecía quemar en la piel, los aires acondicionados en las casas se mantenían prendidos las veinticuatro horas del día.

Seungmin compró unos shorts holgados en una pequeña tienda de maternidad cerca de su trabajo, la ropa estaba en descuento por la temporada y el omega aprovechó para hacerse de cuatro prendas veraniegas. Le gustaba usar camisas de tallas mayores a la suya con esos shorts, además de que disimulaba un poco el crecimiento de su vientre, encontraba más movilidad y se sentía más cómodo.

Hyunjin había contratado gente para ayudarlo a acomodar todo lo relacionado con los viñedos, además de un grupo de meseros contratados a través de una empresa que iban a capacitarse antes de la apertura oficial para que trabajaran en el verano. Debido a su ocupada agenda, Seungmin había estado pasando la última semana solo por las mañanas en aquella inmensa casa de campo. Cantaba a todo pulmón sacudiendo libreros o limpiando la cocina a profundidad, y lo mejor era que podía pasearse con sus shorts sin sentirse intimidado por la presencia del mayor o extremadamente pudoroso.

Pero en una mañana específicamente abrasadora, con un poco de fatiga por el pequeño intruso en su estómago y una jornada anterior pesada, a Seungmin el sueño lo agarró a mitad de una aspiración semanal a los sillones de la sala. Los cojines se veían tan mullidos y cómodos para descansar cinco minutos y relajar la tensión en los músculos de la espalda.

Para Hyunjin, haber encontrado al omega recostado en el sillón durmiendo pacíficamente de lado, con una mano sobre su vientre y con sus lechosas y delgadas piernas expuestas por los shorts, fue algo que le secó la boca y abrió su quijada. Había regresado a la casa por unos papeles que había olvidado, y para su desgracia, tuvo que hacer esperar a la gente que lo esperaba en el viñedo. Se sintió terriblemente consternado cuando la sangre se dirigió a su entrepierna y sus jeans comenzaron a apretarle, no podía ser cierto.

¡Se había excitado con un chiquillo!

Mas ahí estaba, viéndolo fijamente y rígido como una piedra, incapaz de dejar de recorrer la piel expuesta del muchacho recostado sobre el sillón. Pero es que realmente había algo atrayente en aquella imagen que burbujeaba dentro de él con efervescencia y pronto lo había orillado a encerrarse en el baño para atender el nuevo problema que había obtenido.

Intentó con toda su fuerza de voluntad no pensar en él mientras en el baño de su habitación se deshacía de su dolorosa erección, la cara del omega repitiéndose asaltando su imaginación abruptamente. Quiso con todas sus ganas optar por tomar un baño de agua congelada pero había gente esperando por él y no podía demorar mucho, así que con una pesada sensación de culpabilidad terminó su tarea y huyó de la casa lo más rápido posible.

Los días siguientes de aquella semana en la que la cadena de extraños acontecimientos empezó, Hyunjin estuvo ignorando al menor a toda costa por la terrible memoria que evocaba cada que veía su rostro. Estaba tan enojado consigo mismo por siquiera haberse permitido liberarse a costa de un chiquillo embarazado, y llegó a la conclusión de que necesitaba escabullirse a un bar de la ciudad pronto para desatar toda la tensión acumulada.

El celo era otra cuestión, y fue hasta entonces que Hyunjin, un hombre de veintisiete años que rondaba la tercer década, dimensionó el gran problema en el que él mismo se había insertado y del que ya no había vuelta atrás.

Había metido a un adolescente embarazado de dieciocho años a sus confines a cambio de que se quedaría con el bebé una vez naciera. Sonaba como una idea descabellada y que sólo un loco haría, era tan impulsiva que nunca antes reparó en los efectos secundarios que aquello traía consigo.

Paternidad, trámites de adopción, dinero para gastos médicos, manutención del embarazo, y sobre todo... ¡Paternidad!

¿Qué mierda había estado pensando?

Él no sabía cómo tratar a los niños, tampoco estaba seguro de cómo criar a uno por el resto de su vida, aunado a que la adopción no sentaría fácil con sus padres. Hwang Hyunjin, un alfa puro que había decidido alejarse y vivir aislado y sin compañía de ningún otro omega como pareja sentimental para el resto de su vida. Nunca más después de él.

Aún recuerda la nostalgia que inundó a su padre el día en que se resignó a que, muy probablemente, nunca tendría nietos a los que cargar en su espalda o a los que enseñar el negocio familiar. Con su orgullo de alfa puro, sería muy difícil que aceptara a un descendiente ilegítimo, fuera de la línea de sangre de los Hwang.

No todo era tan fácil como había creído que sería, pero había estado cayendo profundo en la agradable compañía que el omega le ofrecía, con sus platicas interminables y su olor cada vez más maternal, siempre dulce y hogareño. A Hyunjin ya no le incomodaba su presencia, encontraba en él a alguien que se esforzaba por salir adelante y que trabajaba duro para su futuro.

Así que, con todo los problemas encima que se había echado, seguía teniendo una certeza, un instinto que lo había llevado a hacer el ofrecimiento que hizo en primer lugar. Quería proteger y cuidar del bebé de Seungmin.

Quería pensar que después de la tormenta, tener a un pequeño o una pequeña corriendo entre los viñedos, jugando a las escondidas, sería su recompensa. Hyunjin estaba solo, pero pronto tendría a un pequeño ser a su lado que lo acompañaría hasta el día de su muerte.

Nunca lo habían tocado desde que habían empezado a vivir juntos pero, el alfa en un egoísta impulso, no quería que Seungmin se arrepintiera de su decisión antes del plazo que habían agendado.

Tuvo que tomarse unos días para que su cerebro cociera toda esa conclusión, pero era necesario alejarse de Seungmin si quería llegar a algún lado con el embrollo que una masturbación había desatado.

Le gustaba la astucia del omega y agradecía su orgullo, porque sin necesidad de siquiera hablarlo ya había empezado a volver solo después del trabajo. Agradecía que fuera capaz de darle un poco de espacio, pero de todas maneras volvería a su rutina habitual.
Esperaba que un 'Estaba realmente ocupado' fuera suficiente para justificar su repentino aislamiento.

A Seungmin le gustaba hablar con Allen, era un alfa agradable y sosegado, demasiado amable. Tanto que incluso pecaba en el acto. El alfa repetía constantemente su amor por los niños, era estudiante de pedagogía y sus ojos brillaban siempre que se acercaba.

Allen lo ayudaba mucho, lo guiaba y le enseñaba a utilizar cosas de las que no tenía conocimiento, le aconsejaba y le revelaba los secretos para entregar cualquier pedido que Jeongin le hiciera y que fuera de su agrado. Todo a cambio de prometer que podría sentir las patadas del bebé cuando éste empezara a jugar soccer en su mini estadio personal.

A Seungmin le causaba algo de gracia porque la misma promesa la había hecho a Felix y a Minho, incluso a Jisung en una ocasión a escondidas de Minho. Pero bueno, nadie se enteraría de todas formas.

Estar en la cafetería era ya una rutina amena, pues hasta los fines de semana se encontraba ahí mismo ayudando al club de repostería de las señoras Choi, Kang y Lee. Eran mujeres agradables que pellizcaban sus mejillas y lo trataban como a un hijo, ellas al igual que Minho, Jisung, Felix, Changbin y Allen, estaban emocionadas por la vida del bebé que llevaba dentro.

Le parecía algo deprimente que gente ajena esperara con más ansia su llegada que sus propios padres, un progenitor ni siquiera sabía de su existencia y el otro cargaba con él aún aterrado y algo distante, además de que lo había prácticamente regalado a cambio de un techo temporal. Hyunjin por su lado, el único padre que conocería en su vida, era un hombre reservado e inexpresivo.

Aunque no lo hubiera planeado sentía una opresión en el pecho de tan sólo pensar en el escenario de su árbol genealógico. Al menos sus tíos serían fenomenales.

Había estado leyendo artículos que Minho y Felix le mandaban a diario en el grupo de chat que compartían, variaban desde el mantenimiento de la piel hasta rutinas de ejercicios, datos curiosos o recetas saludables.

Un artículo en especial le había llamado  la atención acerca de cómo beneficiaba al bebé que su madre o padre le hablara, incluso antes de los cinco meses cuando se supone, su sistema auditivo les permite empezar a escuchar y reconocer la voz de su madre. Le pareció tierno saber que hablar con el bebé funcionaba como un bálsamo para ellos en el momento en que venían al mundo, pues al escuchar la voz de su madre por primera vez su miedo aminoraba un poco hasta estar en sus brazos.

Seungmin sabía que podía ser un arma de doble filo, que encariñarse con el bebé y darle un sobrenombre sería doloso para cuando tuviera que dejarlo. Pero si él o ella estaban tan solos como él, tal vez se podían hacer compañía el uno ai otro en lo que quedaba de su viaje.

Pronto el omega había empezado a acariciarse el vientre y a hablar delicadamente de su día. Google había dicho que debía hacerse lento y suave para que el bebé pudiera distinguir la voz dentro de su bolsa.

Hyunjin había dejado de recogerlo, y aunque regresar en metro era terriblemente cansado y drenante de energía, había tomado la oportunidad para empezar a entablar pequeñas conversaciones con su barriga. No le importaba si la gente pensaba que era raro por estar hablando solo en la calle, sonriendo como maníaco y preguntando cosas al aire. Seungmin trató tanto evitar la tentación de nombrar al bebé dentro suyo, pero encontraba algo secas las conversaciones si no lo llamaba por un nombre. Decidió apodarlo en su lugar.

No sabía qué forma tendría a esa altura de la gestación, pero pensar en que estaba conectado a él por medio de un tubo lo hacía creer que trataba con una pequeña tripita. Podía ser una tripita o un espagueti, el feto de seguro era tan pequeño como una pepita o un frijolito.

Pero de entre todos los nombres bonitos que rondaron su cabeza, decidió que gusano le gustaba más. Eran pequeños y se removían mucho, como el pequeño dentro suyo pronto lo haría. Su bebé era, de ahora en adelante, un gusano.

Jeongin llegó un día delirando por una receta que había visto en una red social, el vídeo duraba sesenta segundos y ni siquiera explicaba a detalle los pasos que se debían seguir para conseguir el postre que el alfa anhelaba para poner a la venta. Seungmin se había entretenido ayudando a la señora Choi a mezclar varias combinaciones, era gracioso en especial cuando la señora a regañadientes seguía las instrucciones de Jeongin. Ella lo tomaba como un insulto a sus habilidades de repostería, pero ahí estaba junto a Seungmin, mezclando ingredientes y experimentando hasta dar con las medidas exactas.

De regreso a casa tenía que tomar el metro, y el relato del día para su gusano fue de cómo la señora Choi había terminado jalándole las orejas a Jeongin frente a los comensales. Seungmin pagó su boleto y bajó las escaleras hasta el metro, donde tenía que esperar quince minutos y alistarse para ser de los primeros en entrar y alcanzar asiento. Sabía que de todas formas alguien le cedería su lugar, al menos era lo que había estado pasando los últimos días cuando llegaba tarde para un asiento.

Ventajas de tener un gusano en el vientre.

Estaba algo hastiado de estar rodeado de tanta gente, pero siempre podía acariciarse el estómago para evadir el sentimiento de soledad. Habría seguido con su charla de no ser por una escalofriante sensación que recorrió su espalda de pronto. Se puso alerta y caminó como instinto hacia un grupo de omegas colegialas que cotilleaban entre ellas, esperando el mismo vagón.

Con la mirada buscó al responsable de tan terrible sensación que le estaba causando ansiedad y un retortijon en su vientre, sin siquiera pensarlo lo cubrió con sus dos manos como parte del reflejo de su omega. Lo sentía arañando su interior, al borde de la deliria por si algo o alguien acechaba el bienestar de su cachorro. Se topó con un alfa de unos treinta años que lo miraba perversamente, relamiéndose los labios. Seungmin estuvo a punto de gritar por auxilio pero no quiso parecer un exagerado, tal vez todo era parte de su imaginación.

Pero desearía haber gritado antes.

El hombre su fue acercando a él y antes de que pudiera escabullirse, ya lo tenía agarrado de la muñeca.

—¡Suélteme!—Ordenó forcejeando.

—¿Qué pasa, lindura? ¿Estás sólo?—Con su fuerza lo acercó a su pecho para olfatear su cuello, Seungmin se tensó horriblemente y quiso llorar.

—¡Que me suelte! ¡Déjeme ir en este mismo instante!

La gente alrededor miraba expectante la escena, algunos consternados y otros disgustados. Una pareja de mujeres se acercaron a ellos, la alfa sosteniendo a su omega de la mano.

—¿Disculpe? ¿Lo conoce? Le está haciendo daño y será mejor que lo deje tranquilo si no quiere que llamemos a la policia.—Amenazó segura de sí misma, la omega detrás suyo levantó el celular con los dígitos del 911 listos para ser marcados.

—Agradezco su preocupación pero este omega es mío, el bebé que carga es mío y acabo de encontrarlo.—Contestó abruptamente el alfa, apretando la muñeca de Seungmin a un punto estrangulante.

—¿Es cierto eso?—La mujer dudó, preguntándole con pena. De ser así, no había nada que pudiera hacerse realmente. Si un alfa reclamaba a su omega en cinta, tenía todo el apoyo de la ley para cuidar de él como mejor pudiera. El omega y el cachorro eran automáticamente propiedad del alfa.

—¡No! ¡NO LO CONOZCO! ¡AYÚDEME POR FAVOR!—A Seungmin ya no le importaba llamar la atención, empezó a removerse violentamente llorando agresivamente mientras el alfa gruñía y lo aprensaba más cerca.

La pareja gritaba y pronto la gente también, la mayoría exigiéndole al alfa que le dejara en paz y unas pocas personas reclamándole a Seungmin por ser un exhibicionista.

El omega sintió sus instintos activados tan sólo la mano de aquel hombre fue a parar sobre su estómago, algo dentro de él pareció hacer reacción porque de inmediato ya lo había pateado en la entrepierna y estaba arañándole la cara para que lo soltara. El alfa se dobló en dolor pero consiguió mantener su agarre que poco a poco iba perdiendo la fuerza contra un enloquecido Seungmin.

Alrededor la gente no podía hacer nada pues de lo contrario tendrían repercusiones legales por intrometerse entre un alfa y su omega embarazado, pero esperaban para que el menor pudiera librarse a tiempo.

Cuando pensó que estaba por lograrlo, recibió una fuerte bofetada que le volteó la cara. Supo que estaba perdido.

¡Deja de luchar!—Le ordenó haciendo uso de su voz alfa, potente e intimidante. Seungmin se congeló ahí mismo y su cuerpo dejó de reaccionar, aunque por dentro su omega a pesar del miedo seguía luchando por defender a su cría. Cubrió con sus manos su estómago.

Estuvo esperando arrodillado a que más golpes vinieran, mantuvo la cabeza gacha todo el tiempo sin poder saber cuál sería el siguiente movimiento del alfa.

Pero eso nunca pasó.

Escuchó los suspiros de la gente alrededor y los percibió agrandando el círculo que los rodeaba, como alejándose de un peligro.

Escuchó unos gruñidos salvajes y después el bullicio de la gente que contemplaba una pelea, ya con la sensación de la voz alfa un poco despegada de él, levantó la cabeza y lo vio ahí frente a él.

Era Hyunjin peleándose a golpes con el hombre, su lomo se había agrandado y sus puños iban directos a la cara del sujeto que yacía debajo suyo. Los gruñidos eran terribles que incluso lastimaban su propia garganta, la sangre salpicaba contra el piso y manchaba a ambos alfas.

Aunque el desgraciado que lo había acosado sabía defenderse, tenía como desventaja su impureza. Hasta ese momento nunca lo había percibido realmente, pero era fácil identificar a un alfa puro. Su manera de luchar era siempre impecable contra cualquier contricante, contaban con gruñidos adrementadores que eran parecidos a la voz alfa, éstos lograban transtornar a su contrincante en la batalla para ganar ventaja.

Hyunjin le aplicó una llave y lo inmovilizó para después rematar con un golpe directo a la nariz y se levantó furico, escupiendo vilmente sobre él. La gente temía y los omegas estaban arrodillados al igual que Seungmin por instinto, los alfas alrededor agachaban la cabeza. Era algo no tan común presenciar una batalla de aquella índole con un alfa puro.

Aún en trance, caminó directo a Seungmin y para su sorpresa, lo agarró delicadamente y lo incorporó para después apretarle la cintura y pegarlo a su pecho. El menor no pensaba en nada más, no le importaba y no quería nada más que el confort que le era ofrecido, su omega actuaba por instinto y se pegó como sangijuela al pecho de Hyunjin. Pasó sus brazos por debajo de las axilas y se aferró a él, sus manos no se encontraron en la espalda del alfa porque ésta se había agrandado medianamente. Sintió una nariz clavarse en su cuello y después su boca succionando agresivamente hasta dejar un chupetón que automáticamente se tornó negro, tanta era su adrenalina que ni siquiera sintió el dolor.

—¡Mío! ¡Mi cachorro! ¡Mi omega! ¡Mío!—La voz de Hyunjin era, sin exageración, al menos cincuenta veces más atemorizante que la de cualquier otro alfa que hubiera oído antes. Sintió sus piernas aguadarse y pudo haber colapsado de no ser por el fuerte agarre de Hyunjin que lo mantuvo de pie.

Nadie se atrevía a refutar lo dicho ni a cuestionar la verdadera identidad del padre, todos respetaban al alfa puro que había salido de la nada corriendo como bala a derribar al alfa que con dolor se incorporaba en el piso.

—No tiene tu marca.—Se atrevió todavía a desafiar.

Seungmin sentía su corazón desbocándose y el de Hyunjin también, tenía pegado el oído a su pecho directamente. El alfa gruñó de vuelta y fue suficiente para callar al derrumbado en el piso.

—H-hyunjin...Vámonos de aquí.—Imploró con voz bajita, pero él seguía en un trance sosteniendo la mirada del otro. Seungmin nunca antes había calmado a un alfa, pero sabía que había que frotarse contra ellos como un gato en el regazo de su dueño para que sus sentidos se estabilizaran. Con su cabeza frotó el pecho y soltó feromonas para llamar su atención, se sintió feliz de conseguirlo.

—Vámonos.—Le contestó tomándolo de la mano y sacándolo directamente de la estación. Subieron las escaleras y fueron hacia la calle donde la camioneta de Hyunjin se hallaba estacionada.

Abrió la puerta del copiloto y lo metió apresurado para después rodear el automóvil y manejar sin rumbo hacia una carretera, fue tan rápido que no supo cuando estuvieron estacionados en la mitad de una carretera solitaria que parecía una salida hacia otra ciudad. Hyunjin bajó y fue hacia su lugar donde abrió la puerta y le desabrochó el cinturón, con las manos temblando lo movió para que viera al frente y ahí buscó un kit de emergencias en su guantera.

Bueno, la incomodidad en realidad había sido parte de su relación desde un inicio, así que no hubo mucho de que preocuparse.

—Hyunjin...—Lo llamó mientras le tendía su muñeca para que él la vendara.

—¿Mhm?—Preguntó concentrado sin mirarlo a los ojos.

—¿Cómo me econtraste?

—Fui a buscarte pero se me hizo tarde, Jeongin me atrasó aún más porque estuvo siendo un imbécil y no quiso decirme en qué estación estabas hasta que le tiré la máquina registradora.—Dijo consternado, negando con la cabeza.—Si hubiera sido más rápido en agredirlo no habría llegado tan tarde.

—¡No fue tu culpa! Tú no sabías.

—Fue mi culpa porque te dejé ir sólo todo este tiempo, esto pudo haber pasado ayer y yo nunca habría sabido estando en casa. Vine a buscarte para hablar contigo pero me encontré a este idiota tratando de llevarte.

—Casi me hago popo.—Admitió asustado, Hyunjin por primera vez lo observó con una ceja alzada, juzgándolo.—¡A tí no te acorraló! Tú no tuviste miedo porque le rompiste la nariz pero él iba a hacerlo conmigo.

—Claro que tuve miedo, Seungmin, no hables mierda.—Espetó. El omega lo miró con la boca abierta.—Perdóname, no quise decirlo así pero–

—¿Por qué tuviste miedo? ¿Siquiera eres capaz de tenerlo? ¡Eres un alfa puro!

—Mi bebé estaba en riesgo, yo no puedo permitirme perderlo y tú tienes que cuidarlo ¿Me entiendes? Es nuestro trato.

—¡No es como que lo haya hecho a propósito!—Se quejó cruzando los brazos.

—No fue tu culpa, ya te dije que es la mía.

—Oh, vaya pues... gracias, entonces. Me salvaste la vida otra vez y, otra vez, no tengo como agradecerte.

—¿Era el papá?

—¿Eh?

—Ese imbécil... ¿Él es el papá, cierto? Necesito que me digas la verdad.

—No lo conozco ¡Lo juro!—Alzó sus manos.—Ya te dije que el papá del gusano es un ex novio.

—¿De quién?

—¡El bebé! El bebé es el gusano, le gusta que le diga así.—Afirmó sobándose la pancita. Hyunjin terminó de guardar las cosas en el kit y lo metió de nuevo en la guantera.—¿Y tú? Tienes moretones en la cara, déjame ver.

—No, Seungmin. Mejor vayamos a casa.

Tres semanas sin actualizar

Con el comeback se me fue la noción de todo y la primera semana ni siquiera entré a Wattpad jajsjd, pero ahora sí voy a volver a actualizar seguido, al menos semanalmente.

Si tuvieran que nombrar a un bebé con un apodo ¿Cómo le dirían? Seungmin le va a decir gusano ok, no sabe como tratar con bebés y tiene 18.

Pero si ustedes fueran Hyunjin ¿Cómo le dirían al gusano?

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