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"Lloré en su hombro porque la vida es dura. Los recuerdos llegaron a mi cabeza. ¿Qué has estado haciendo, mi bebé?"
(How To Disappear, Lana Del Rey)
Jeongin solía ser una persona insegura y con el autoestima baja en secundaria, y algo dentro de él sentía que aquel niño acosado por sus compañeros por no ser lo suficientemente rudo para ser un alfa seguía moribundo en alguna parte de su interior. Siempre había sido una persona delgada, y era el estudiante perfecto que cumplía religiosamente con las tareas y contaba con el aprecio de los profesores. Sus lentes de botella y frenillos posiblemente no ayudaban a darle esa seguridad que un alfa debería tener.
Nadie decía nada si los demás alfas se acercaban para robar su tarea o dinero, pues no estaba en desventaja como lo estaría un omega o incluso un beta, y era más fácil para los maestros ignorar situaciones que pudieran ensuciar el nombre de su institución.
Sus amigos eran los hijos de los amigos de sus padres, así que nunca realmente sintió la necesidad de conseguir relaciones con mérito propio, aunque no le importaba demasiado. Por un lado, estaban Felix y Minho, quienes desde pequeños habían sido unos torbellinos imparables. A Jisung y Changbin, sus actuales parejas, los conoció cuando los ahora omegas ingresaron a secundaria y se revelaron a la edad de quince años.
Después estaba el idiota de Hyunjin, con quien sus padres quisieron emparejarlo una vez a la edad de diez años. Él recuerda que fue a modo de broma, pero tal fue el hostigamiento de los adultos y la mirada de rabia de Hyunjin por estar siendo objetos de burlas con la poca paciencia que se cargaba desde pequeño, que su mirada y las risas de todos alrededor lo hicieron llorar y arruinaron su preciada décima fiesta de cumpleaños de Pokémon.
Todos juraron después de ese día que el pequeño y adorable Jeongin sería un hermoso omega, con carácter fuerte como el hijo de los Lee como decía su padre, pero al fin y al cabo omega era la única etiqueta reservada para él. No culpaba demasiado a sus padres, pues tal vez el prejuicio de la sociedad al ser una pareja beta y omega los había llevado a pensar que su genética nunca sería fuerte. Él de todos modos nunca se avergonzaría de la naturaleza de sus padres.
Por último, estaba Chan en su lista de recuerdos. Este último era el hermano mayor de Felix y había sido un alumno ejemplar y deportista nato desde la primaria, recuerda haber asistido los domingos a sus carreras de atletismo o competencias de natación como parte de una invitación del señor Bang hacia su padre. Todos jurarían que el hijo mayor de la respetable y amable familia Bang sería un alfa fuerte y con un futuro brillante para el mundo del deporte; y oh, su Chris en serio pudo haberlo sido de no ser por la injusta sociedad que no permitía que los equipos de omegas ascendieran a ligas mayores en ningún ámbito.
Por eso cuando Chan se reveló como un omega todos estaban sorprendidos, todos menos él. Era una persona que se adaptaba con facilidad a los cambios y amaba eso de él. Aún puede escuchar los gritos de la señora Bang cuando se enteró que él y Minho habían empezado a salir formando una extraña relación entre omegas que los condujo a ser los mejores amigos durante un tiempo, antes de que eventualmente terminaran y encontraran a sus parejas reales.
Empezó como un pequeño enanoramiento platónico por el mayor de su grupo de amigos, después como una admiración y necesidad de estar con él en todo momento. Nadie tampoco se había imaginado que Jeongin sería un alfa, así que aquello era un tema en común que en su momento supo explotar con Chan. Le encantaba la madurez y la manera positiva en la que veía las cosas. Pronto descubrió que la conexión formada entre ellos era algo más que una relación con un hyung, y estuvo tan contento como un perrito que mueve su cola cuando el mayor le prometió que en un futuro, después de que terminara su escuela y estuviera fuera de sus mejores años adolescentes, saldrían y podrían intentarlo.
Su vida mejoró mucho por la motivación de tener a alguien a su lado incondicionalmente, la pubertad ya había empezado a hacer de las suyas con él y su timidez pudo ser superada porque se sentía como el alfa más afortunado del mundo al tener a Chan.
Era algo demasiado raro, pues en su momento cuando su delgadez seguía siendo su rasgo principal, era el omega el que lo cargaba en sus atléticos brazos y jugaba con él invirtiendo los roles. Honestamente aquello nunca lastimó su ego de alfa, sino que lo impulsó a mejorar y con ayuda de un gimnasio, en los pocos años que le faltaban para terminar su bachillerato y comenzar su universidad, ya había crecido para superar en estatura a su omega y obtener unos brazos musculosos que podían ahora sostener su peso cuando se quedaba dormido en sus citas de películas por el cansancio de sus últimos años de la carrera.
Toda la historia de su vida de suburbio estaba colgada en las paredes de su casa, en las anécdotas de sus amigos y en su baúl de los recuerdos. Le gustaba su vida porque nunca pudo haber pedido por algo mejor, así que estaba feliz con seguir con el negocio de sus padres que era la preciada cafetería. Aquello lo puso en un conflicto con Felix, quien había hecho exactamente lo mismo al haber sido rechazado en la universidad de sus sueños y haber perdido oportunidades por su condición. Tenía que admitir que muchas veces se sintió mal por él, pero la lástima es el consuelo más amargo e hipócrita para los desgraciados.
De todas maneras, no se arrepentía de casi en nada en su vida, pues todos los caminos lo llevaron a una vida buena y feliz que era lo único que necesitaba.
Cuando Allen llegó a sus vidas, y no va a mentir, estuvo en negación total. No podía creer que del mínimo porcentaje que había para que el destino juntara a dos alfas con el mismo omega, justamente a él le tocara. Pero Allen era la mejor persona que había conocido, aunque nunca lo diría en voz alta. Era tan calmado, serio y bueno que incluso se ofreció a alejarse por pena pues Jeongin y Chan tenían más tiempo de conocerse, sin embargo el omega nunca permitió algo como eso. Era extraño sentirse conectado a Allen casi de la misma forma en que lo sentía con Chan, pero ¿Qué se le podía hacer?
Se acostumbró pronto a él pues éste se ofreció a trabajar en su cafetería para ayudarlo si lo necesitaba, así que para probarlo le dio el puesto de cajero al que el alfa aceptó sin replicar; en serio era un Santo. Nadie podía odiarlo, nadie menos el estúpido de Hyunjin claro, pero él no contaba porque siempre había sido la persona más explosiva y temperamental que se había cruzado.
Todo lo positivo pesaba más que lo negativo, pero de vez en cuando, lo negativo se esparcía como un virus y él ya se había acostumbrado a guardarse las cosas hasta que éstas explotaran. Si Allen y Chan tenían un problema, lo hablaban y lo arreglaban como los adultos maduros que eran. Si él llegaba a tener un problema con Allen, era él quien tomaba la iniciativa así que no tenía que preocuparse nunca por arreglar las cosas. Pero si tenía un problema con Chan, las cosas eran completamente distintas.
Le daba miedo hablar y enfrentar cualquier reproche, cierto o falso, sabía que lo lastimaría en una manera en que solo él entendía. Se atormentaba también creando posibilidades y escenarios en su cabeza que pintaban peor el panorama. Tampoco ayudaba que Chan fuera terco y se negara a acercarse todo el tiempo como lo hacía Allen.
Era esta una de las razones por las que se había encariñado tanto con Seungmin. Si tenía un problema que no quisiera hablar con ninguna de sus parejas, podía siempre acudir a la tranquilidad que emitía Seungmin con su pancita de embarazo y con bebidas en mano, platicaban de cosas que lo distraían y mejoraban sus ánimos, agradecía tenerlo como amigo para escapar de sus problemas cuando lo necesitaba.
Pero aunque estaba feliz por él, ahora también se había quedado sin su compañía. Se le veía feliz al omega siendo recogido siempre por Hyunjin, sus ojos brillaban con corazones y el brillo que lo rodeaba había incrementado. Por esto mismo desde que ambos decidierom enfrentar sus sentimientos y empezar algo, Seungmin raramente se quedaba tiempo extra o a esperarlo para cerrar el local. Allen había estado faltando unos días porque una oportunidad buena de trabajo se le había presentado, así que estaba acudiendo a las entrevistas y capacitaciones.
Jeongin nunca se había sentido tan solo.
Fue por eso que cuando Yuna empezó a trabajar, fue inesperado encontrar en ella similitudes con su vida. Era amigable y a pesar de tener problemas en casa, siempre sonreía y trataba con amabilidad transparente a todo mundo. Ni ella ni él querían estar solos porque los problemas y la tristeza los consumían como llamas, así que fue un suspiro cuando empezaron a quedarse después de la hora de cierre para platicar de cualquier cosa que los distrajera de su vida cotidiana.
Luego escaló a salidas a pubes nocturnos para que el alcohol hiciera de las suyas los fines de semana, y pronto la desconocida que un día llegó con su laptop para hacer tarea ahora era una conocida que parecía de toda la vida. Ella había pasado por tanto y seguía fuerte y decidida a salir adelante, tanto que hasta él mismo estaba motivado a hacer más cosas productivas para aprovechar la facilidad que sus padres le habían dado a diferencia de muchos otros.
Y mientras más ella le contaba cosas personales porque decía sentir confianza para con él, más eran las cosas que se sentía presionado a contar de vuelta. Yuna era realmente inteligente y sabía como guiar la conversación a cosas que a ella le interesaban saber sin que Jeongin se diera cuenta que, posiblemente, estaba diciendo de más.
Un día cuando él estuvo muy metido en su cerveza, se vio envuelto en una conversación respecto a Seungmin y cómo había llegado a trabajar a la cafetería.
"《Me caen muy bien, es una persona tan tierna y amable que me sorprende que tenga a un alfa tan intimidante》"
Le dijo Yuna para dar pie a la conversación, que fue seguida por un Jeongin platicador explicando como ambos habían sido tercos para no darse cuenta. Con unas copas subidas a la cabeza, y sin estar consciente de nada de lo que estaba diciendo, ya había contado tres veces el incidente de Hyunjin con Allen y el día en que Hyunjin llegó enojado para tirar su caja registradora en busca de Seungmin. Yuna simplemente le daba la razón y estaba de su lado, así que le fue fácil a su alcoholizada lengua para soltar todo en su inconsciente sin filtro alguno.
Estaban en la casa de Jeongin porque aquella noche el pub les había parecido cansado y repetitivo.
—¿Y sabes cómo se conocieron? Por lo que me cuentas Hyunjin es alguien difícil con quien llevarse.—Preguntó Yuna.
—Ah, tendrá unos meses. No estoy seguro porque contraté a Seungmin después de que ya hubieran estado viviendo juntos.
—¿Ah, sí? ¿Y cómo vino a parar a tú cafetería?
—Felix vino a pedirme ayuda para darle trabajo, estuvo insistiendo tanto que quise hacer lo correcto y ayudarlo. No me arrepiento, pero ojalá Chris no se hubiera enterado de la manera en que lo hizo.
Yuna juntó las cejas en una mueca triste y tomó su mano, demostrándole su apoyo.
—Se me hace raro que apenas estén saliendo cuando ya tienen a un bebé en camino.—Bromeo ella tomando un sorbo.—Aunque bueno, cada quién.
Jeongin estaba tan tomado, cabeceando con sueño sobre su sillón, y en confianza con la omega, que no pudo evitar el vómito verbal que de su boca salió.
—Pues es que empezaron todo al revés. Hyunjin es tan estúpido que adoptó primero y después se enamoró.—Murmuró riendo.
Tonto, tonto Jeongin. Ya había mordido el anzuelo.
Las súplicas de Seungmin para que guardara el secreto aquel día que le contó la historia completa llegaron a su cabeza como un balde de agua fría. Jeongin abrió los ojos y tapó su boca, luego tomó por los brazos a Yuna y la sacudió completamente alterado y con sus reacciones al límite por el estado en el que se encontraba.
—Shhh, no digas nada.—Le pidió Jeongin negando con la cabeza. Yuna sonrió y asintió entrelazando su meñique.
—Sabes que no lo diré, incluso si no estoy en lo cierto acerca de lo que pienso que es.—Le aseguró mientras guiaba su mano a su mejilla. Jeongin no supo qué hacer, así que incómodamente volvió a reclinarse hacia atrás.—Pero tienes que guardar un secreto para mí también.
—¿Qué es?
Su respuesta fueron unos finos labios contra los suyos que mandaron todos sus sentidos en alerta. El primer impulso fue empujarla, pero no quería lastimarla si no podía medir su fuerza. Mientras los labios ajenos se movían contra los suyos, los rostros de Chan y Allen aparecieron en su mente rápidamente y lo empujaron fuera del shock.
—¡No!—Se negó Jeongin alejándola con firmeza.—Perdóname Yuna, pero yo ya tengo mis parejas.
—¡Lo sé, perdón!—Se disculpó ella aparentemente apenada.—Perdóname Jeongin oppa.
El alfa pasó sus manos por todo su rostro.
—Creo que hay que parar por un momento, no quisiera confundirte.—Le explicó.—Eres una chica excelente, pero yo ya tengo a Chris y a Allen así que...
—No te preocupes, lo entiendo perfectamente.—Asintió ella recogiendo sus cosas.
—En serio te llevaría a tu casa, pero no estoy en condiciones para manejar.
—Oh, no te preocupes. Llamaré un taxi.
—Uhm...—Rascó su cabeza.—Te acompañaré en el taxi, ya es tarde y algo puede pasarte.
—No me sucederá nada, sería mejor que vayas a dormir.
Al final Yuna no pudo sacarse a Jeongin de encima, pues estaba tan comprometido con acompañarla que la omega tuvo que aceptar. Se marcharon no sin antes hacerla prometer que nunca hablarían de nada de lo que había escuchado ni hecho.
Hyunjin y Seungmin cada día más estaban unidos el uno al otro, al alfa le gustaba esperar por el omega todos los días en la tarde y en la mañana los fines de semana. Seungmin como siempre le platicaba todo su día con la reseña de cómo se habían sentido durante la jornada laboral para notificarlo de cuántas veces había pateado su gusano o de si le había dado algún problema.
Cuidar de un omega embarazado era cansado y ajetreado, sobre todo cuando estaba lleno de trabajo. Seungmin regresaba usualmente cansado, y el doctor ya les había advertido que sus pies empezarían a hincharse, así que Seungmin ocupaba su tiempo libre para tomar siestas sobre el sillón con las calcetas de patitos o de ositos que compró una vez. Hyunjin también le impidió seguirse presionando para hacer deberes de la casa que implicaran un esfuerzo mayor, así que la idea de pedirle que se mudara desde la cabaña a su casa había estado rodeando su mente.
Mientras el alfa masajeaba los pies del omega, éste estaba mirando la televisión adormilado. Era un sábado en la tarde después de haber regresado de la cafetería.
—He estado pensando en invitar a mis padres.—Soltó de la nada. Seungmin se incorporó sobre sus codos.
—¿En serio? ¿Estás seguro?
—Sí, lo pensé por un tiempo. El verano ya está próximo a acabar, así que de todas formas necesito juntarme con ellos para cosas de finanzas y todo eso. Si no los llamo para explicarles como les prometí serán capaces de otras cosas y es mejor evitarlo.
—Oh, ya veo...
—¿Te dan miedo?
—¡Son como dos tú! Claro que me dan miedo.
—¿Pero yo te doy miedo?
—Obvio que ahora no, pero en un principio sí. Además siento que me van a interrogar y no quiero, no sabré qué decir a menos que practiquemos uno guion o algo.
—Pero no será necesario, no se los voy a permitir. Solo tenemos que ponernos de acuerdo para crear una historia creíble y se las contaré, si te preguntan tú solo puedes decir algo que contribuya a la historia.
Seungmin desvió la mirada para pensarlo por un momento.
—De acuerdo, pero sí sale mal o algo tendrás que comprarme cinco litros de helado de menta granizada.
—Puaj ¿Cómo es posible que te guste eso? Matarás al bebé.
—Di que es un trato o nada.
—Es un trato. Pero de todos modos, no hay manera de que salga mal. Simplemente es hablar con mis padres, Seungmin.
Cuando Irene y Jinyoung llegaron, Seungmin sintió la tensión en el ambiente apenas cruzaron la puerta. Había practicado la historia tantas veces con Hyunjin que no había manera en que pudiera equivocarse, e incluso habían anticipado posibles preguntas que podrían hacerle. Todo para que la historia fuera creíble al final del día y los señores Hwang estuvieran satisfechos al menos con saber el cómo su único hijo estaba esperando un bebé.
Había ayudado al alfa a hacer la cena para esperar a sus padres, estuvieron acomodando todo y limpiando la casa para el momento en que sus padres llegaran. Todo estaba listo, y mientras tomaba asiento a un lado de Hyunjin sentía una inexplicable sensación que carcomía su estómago y alteraba todos sus sentidos. Incluso sintió a su gusanito moviéndose de manera inquieta.
Tras una plática aburrida acerca de finanzas en la que no participó para nada, llegó la pregunta hecha por Irene acerca de su historia. Fueron sin rodeos.
Hyunjin les contó cómo hace unos meses había visitado el centro comercial para ver las distintas opciones de televisores porque quería cambiar el suyo, e inesperadamente como por obra del destino, se encontró con él. Habían platicado fugazmente y, una semana después cuando volvió por el televisor, se encontraron de nuevo.
Mientras les explicaba cómo lo había invitado a salir, el omega sintió una mano en sus muslos que los acariciaron suavemente para transmitirle calma. No quería echar a perder todo el plan, así que siguió sumergido en su comida.
Hyunjin prosiguió con la historia de cómo empezaron a frecuentarse mutuamente y pronto, ya estaban interesados el uno en el otro.
La prueba de fuego vino cuando tuvieron que explicar la noche que los había llevado hasta este punto. Sin haberlo esperado, el mayor entrelazó sus manos juntas por encima de la mesa y relató acerca de una noche donde ambos se habían alcoholizado tanto que perdieron el sentido de lo que habían hecho, y que mágicamente unos dos meses después Seungmin lo había buscado desamparado y sin saber a quién acudir.
En situaciones como estas, servía de mucho que Hyunjin fuera un hombre de pocas palabras pues iba directo al grano y sin rodeos que dieran pie a especulaciones o que contradijeran su mentira.
—¿Entonces dices que tus padres te echaron? ¿Por haber conseguido un alfa?—Cuestionó Irene.—Si mi hijo fuera un omega sería un futuro que esperaría para él. Seguramente no les dijiste que esperabas un hijo de alguien como Hyunjin.—La mujer parecía convencida.
—Por favor, mamá. No creo que haya necesidad de ser tan egocéntrica, no todos le dan la misma importancia a unas cosas que otros. Si a Seungmin no lo iba a ayudar nadie, para eso estoy yo aquí.
—Bueno, lo lamento. No era mi intención lastimarte, Seungmin.—Se disculpó ella.—¿Y qué dices si nosotros personalmente vamos a hablar con tus padres, eh? Puede ser de ayuda.
—Oh, muchas gracias pero no creo que ellos cambien de opinión. Son gente muy conservadora.—Rechazó la oportunidad con una sonrisa apenada. La mujer chasqueo la lengua y asintió en entendimiento.
Jinyoung, como lo esperaban, empezó con una ronda de preguntas para las que tuvo respuesta y fundamento. Se sentía como en una prueba para la que sí había estudiado y no podía sentirse más aliviado, toda la preocupación inicial podía irse por la coladera ahora porque habían sido solo nervios del momento.
—Me parece perfecto que te hayas hecho responsable, hijo.—Dijo Jinyoung en el postre.—Pero antes de que tu madre y yo podamos darles nuestra bendición, tengo una última duda.
—¿Cuál es?—Respondió Hyunjin.
—¿Quién es el verdadero padre de ese niño?
El estómago del omega se revolvió apenas terminó de procesar lo que había escuchado.
—Soy yo, ya te lo dije.—Intentó Hyunjin sin demostrar inseguridad. No sabía que había fallado en su plan, pero hablaba con la verdad, porque el padre de Nana sería él y nadie podía negarlo.
—¡No quieran mentirme!—Azotó la mano contra la mesa. Irene estaba atónita a su lado.—¡He estado sentado aquí toda la cena, aguantando cómo me ven la cara de imbécil!
—No va a ser mi problema que no me creas.—Espetó Hyunjin viéndose amenazado.—Todo lo que les conté es cómo sucedieron las cosas, así que pueden alegrarse por mí o irse de una vez.
—¿No crees que no sé que no eres el padre? Tú última oportunidad para demostrar lo contrario es una prueba de paternidad, porque de otra manera tendré que creerle a mis fuentes de confianza.
—¿De qué demonios estás hablando, Jinyoung?—Exigió saber Irene entre el enfrentamiento de miradas de padre e hijo.
—Eso mismo. No se necesita más que un sentido del olfato desarrollado para que puedas detectar ese olor ajeno en él, por mucho que Hyunjin quiera cubrirlo con el suyo. Servirá con los otros alfas, pero no con nosotros por amor a Dios. ¡Somos alfas puros como tú!
—Yo no voy a cambiar lo que dije porque es la verdad.—Se aferró el alfa más joven todavía.
—Pues vive en tu mentira, pero dí la verdad. Contraté a alguien para justamente evitar esto, que quisieras engañarnos con una historia como esta, porque te conozco muy bien.—De su abrigo sacó un folder pequeño con documentos y lo arrojó sobre la mesa.—Esa es la cafetería en la que trabajaba antes, según la dueña renunció y se fue sin dar mayores explicaciones. ¿No es eso raro? El tiempo en el que se fue coincide con el que lleva embarazado según ustedes, y por toda la información que ella pudo reunir en este poco tiempo sé que ese hijo no es tuyo.
—¿Ella? ¿Entonces mandaste a alguien a vigilarnos? De seguro fue una empleada del viñedo ¿¡Verdad!? ¡Dime quién accedió a tan invasivo favor para deshacerme de ella!
—Hyunjin ¿Lo que dice tu padre es cierto?—Preguntó Irene con voz autoritaria.
—¿Qué importa si lo es? Mi posición es la misma porque yo quiero a su hijo y lo quiero a él. Ya no pueden quitarme nada porque me han quitado todo, así que incluso si decides que el viñedo ya no estará a mi cargo, esta casa es mía. Todos mis bienes son míos y ellos dos también lo son.
—¿En serio quieres a un hijo bastardo, Hyunjin?
—Tiene un padre y soy yo. Así que no sé a qué te refieres con eso.
—Las pruebas están ahí, Hyunjin. Si quieres saber de qué estoy hablando, léelas.—Indicó su padre mientras se alistaba para retirarse con una Irene confundida y furiosa por detrás.—Será tu decisión al final del día, pero era mi deber informarte por si no lo sabías. Deja de vivir en el pasado, hijo, no es buena idea que estés influenciando tu futuro por un vacío del pasado que piensas que puede ser llenado. No es justo para ninguno de ustedes tres.
Seungmin no se dio cuenta de en qué momento había empezado a llorar con la cabeza agachada y sus piernas juntas, los gritos furicos en serio lo habían atemorizado. Cuando la puerta principal se cerró, Hyunjin seguía parado a su lado respirando pesadamente. Estaba viviendo su peor pesadilla en carne propia y deseaba con todas sus fuerzas poseer un botón del tiempo que lo regresara a todas las veces en las que tuvo la oportunidad de sincerarse y no lo hizo. No estaba listo y tal vez nunca lo estaría para revelar una mancha tan triste en él, pero ahora había sido orillado a hacerlo sin ninguna advertencia.
El alfa hizo todo lo posible por tranquilizarse y tomó el sobre en sus manos, Seungmin no pudo contorlar el rebelde chillido lastimero que se le escapó.
—H-hyunjin...
Éste rompió el folder a la mitad para su sorpresa, tiró las dos piezas sobre la mesa de nuevo. Ahora no sabía qué esperar en lo absoluto.
—Vas a contarme todo, Seungmin. Te estoy dando la oportunidad porque necesito saberla, así que tómala por favor.—Le advirtió con su manzana de Adán moviéndose inquieta de arriba a abajo. Parecía a punto de llorar.
—¿Me vas a dejar si te digo la verdad?
El alfa no respondió, simplemente volteo hacia donde Seungmin ya hacía de pie y con los ojos cristalizados y rojos. La peor expresión de terror opacaba su bonito rostro, y eso definitivamente lastimaba a su corazón. Quería abrazarlo y decirle que todo estaría bien, pero no lo estaba.
En su lugar lo abrazó y dejó que llorara en su hombro todo lo que quiso. Estaba temblando y se aferraba a su camisa como si tuviera miedo de ser soltado. Él lo sostuvo, porque sabía mejor que nadie que la vida era difícil.
no stanneo itzy pero yuna y todas me caen muy bien, aún así ya quiero ver qué hace chan cuando se entere jajs.
ahora sí es miércoles yaay, ojalá la próxima semana siga igual.
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