Capítulo 1
Por donde comenzar, mmm… mi nombre es Ian…
No, mejor: Erase una vez un joven muy normal, tan normal que tenía problemas para comenzar su historia…
Esto no esta funcionando; y a mi favor, les digo que se debe a que en estos momentos estoy evitando que una bestia gigante me devore, con mis dos manitas, bueno manotas, estos extraterrestres son jodidamente grandes; pero me estoy adelantando… aagh ― si que tienen mal aliento los Galhaunts.
A ver… aclara tu garganta, aspira aire tranquilamente y luego, exhala con lentitud.
Una vida es normal cuando eres humano y tienes problemas de humano. Ninguna persona es igual a otra, todos somos únicos y diferentes; lo que nos hace a todos iguales.
Eso es, le voy agarrando el tiro…
Aun era humano; bueno, eso creo y espero. De lo contrario mi vida seria la broma más cruel de la historia. En fin, después de hacer lo que se hace en una escuela: asistir, calentar puesto, hablar con los amigos, almorzar, hacer como si pusieras atención en clase o en caso contrario mover la cabeza como si entendieras. Me levante con el sonido de la campana y salí tan rápido, que solo me estrelle con tres personas y un puesto.
En otras ocasiones habría salido con mis amigos, pero un cumpleaños familiar, es un cumpleaños familiar. Mi pequeña y molesta hermana cumplía 12 años y a diferencia de lo que muchos piensen, nos llevamos bien.
Llegué a la casa luego de tomar el autobús y caminar por 30 minutos. Abrí la puerta y me transporte al reino de las loli. Si no conoces el término es que todavía no aprecias lo suficiente el manga y el anime; y si lo haces, eres un triste otaku como yo.
Busque a mi mamá entré el tumulto de niñas que caminaban de un lado a otro. La encontré hablando por el celular me acerqué, le di un beso en la mejilla y subí al segundo piso como alma que lleva el diablo o eso abría dicho mi abuela, al verme salir de la sala a la velocidad de la luz.
Lancé mi maleta sobre mi cama, saque mi celular y me puse a chatear con mi novia. ¡Ahh! Que se la creen, no tengo novia…
Ese chiste fue muy triste.
Olviden lo anterior.
¡Si!, me puse a chatear con la chica que me roba el aliento; pero como me encuentro tan hundido en la friend zone, no veo esperanza. Me hace ir de compras para verla estrenar ropa en las citas que tiene. Una vez me invito a una, créanme, ser violinista es súper incomodo.
Terminé de hablar con ella y salté a la cama de la alegría, acababa de aceptar venir al cumpleaños de mi hermana, que bueno que seamos vecinos. Me quité el buzo y la camisa del uniforme, tenía que verme bien, me mire al espejo y mi ego saltó. Hacer ejercicio todas las mañanas daba sus resultados; y mientras me admiraba sentí una sensación extraña.
Se me había olvidado cerrar la puerta y por la pequeña abertura se encontraban dos de las amigas de mi hermana observando. Moví mi cabeza con orgullo, me miraban con lujuria; sin embargo mi cerebro, oportuno como siempre, me recordó que hace pocos días acababa de cumplir 18 años ( Fui el anfitrión de la fiesta mas salvaje de la historia). =)
― ¡oh dios! Ahora soy un pedófilo ― me dije agarrándome la cabeza con preocupación.
Las niñas cambiaron su mirada de lujuria por una de vergüenza y salieron corriendo.
― ¿Por qué no funcionan con lucia? ― grité molesto mirando mis pectorales.
― ¿Qué no funciona conmigo?
A perfecto, lo que faltaba.
― ¿Te estabas cambiando?
― No me gusta andar sin camisa para conquistar niñas pequeñas.
Bien, estas manejando la situación de la mejor manera.
― ¿Así que te gusto?
― ¡Mujer! ¿Por qué tienes que ser tan inteligente?
Eso, ahora coloca tu codo sobre el armario y has una pose sexy.
Se escucho un golpe.
Y perfecto, terminaste en el piso medio desnudo en frente de la chica que te gusta, misión cumplida.
Enseguida escuche una pequeña risa (por todas las caídas épicas), la voz de Lucia era hermosa.
― ¿Y cuantas niñas has conquistado con esos movimientos? ― sonrió.
― Una, te acabo de atrapar ― le respondí agarrándola del brazo y empujándola contra mi.
Cayó con suavidad. Su cara quedo a centímetros de la mía, podía percibir que su respiración se agitaba; una de sus manos se sostenía en mi costado izquierdo y la otra en mi hombro derecho. Yo la agarraba de la cintura y de su brazo; en la posición mas incomoda del mundo, pero trataba de que todo continuara…, que se prolongara.
Noté como se empezaba a ruborizar; deje de sujetar su mano y le quite con toda la suavidad que pude el mechón de pelo que tenía en la cara y se lo pase por detrás de la oreja. Ninguno de los dos hablaba, solo nos mirábamos a los ojos y cuando mi cerebro dio el aval para besarla ― ¡ahí están! ― grito mi hermana.
Ambos volteamos la cabeza y vimos a cuatro sorprendidas niñas en la puerta del cuarto.
― ¿Qué hacen? ― preguntó con su voz chillona.
Ahora soy pedófilo y exhibicionista, perfecto ahora solo falta que…
― Cariño puedes salir y traernos…
¡Si!, que mi mamá aparezca.
< ¿Y por qué no toda la familia? > pensé.
…
Nota mental, no hagas comentarios irónicos. No te salen bien.
Bueno, luego de encontrarnos petrificados ante todos los presentes de la fiesta, en una posición comprometedora; logramos regresar a la normalidad cuando mi papá llego de último, y al ver el espectáculo cerro la puerta. Haciendo que todos bajaran al primer piso.
Volví a mirar a Lucia, pensé; nuestros ojos se encontraron. Se paso el pelo por detrás de la oreja y me beso, le correspondí; me senté ayudándome con la mano que tenía libre, ella se acomodó sobre mi y sujeto mi cara con sus manos, nuestras lenguas se encontraron < Vamos, esta sucediendo, no lo arruines> volví a pensar antes de colocar mi mano sobre su muslo, no le importo; me empezaba a excitar.
― ¡Hey tortolitos! No cerré la puerta para que continuaran ― gritó mi papá.
―Acuérdense que la puerta esta sin seguro ― volvió a decir.
Lucia se levanto de inmediato y se sentó en la cama. < ¡Eso!, si tu no lo arruinas alguien mas lo hará; maldito Karma> enseguida me levanté.
― Ya te escuchamos, ya te escuchamos ― le respondí de mal humor.
Abrí la puerta y vi su aterradora cara. Pelo bien cortado, negro en el centro y gris en los lados, gafas cuadradas y el mismo bigote que Hitler… mentiras, pero en personalidad se parecen; un metro ochenta, 52 años y siempre de traje formal < pura pinta de fascista>.
― Lucia acompáñanos, ya casi partimos la torta.
Hablo en tono bonito y todo, pero fue una orden. Lucia se levantó un tanto incomoda, y al pasar a mi lado me sonrió. Salí detrás de ella embobado. Eso es cerebro, lo conseguimos.
― Y tu ponte algo encima ― me detuvo mi padre.
Nota mental, deja los hábitos de exhibicionista.
Me devolví para buscar en mi armario y mi papá cerró la puerta con fuerza, para expresarme el enojo que no mostraba enfrente de los invitados (Me gane una paliza), pero no importaba acababa de besarme con Lucia y quería pasar el resto del día junto a ella, no podía perder ni un solo segundo.
No busqué en el armario, agarré la primera camisa que vi, era roja y me quedaba pequeña ― ¿Enserio? ― grité molesto, me empezaba a impacientar. Cogí la camisa del colegio y cuando me la iba a poner sobre la roja, una luz blanca ilumino todo el cuarto.
Desperté bastante adolorido, veía sombras pero nada con claridad.
― ¿Cómo se encuentra?
― Resiste por favor, no nos dejes.
― ¡Todos cálmense! ― gritó una de las sombras.
― Denle espacio para que respire ― ordenó otra de las sombras.
¿Qué paso? ¿Por qué tanto alboroto?
― ¡Se nos acaba el tiempo!, si no se levanta nos alcanzaran.
¿Por qué lloran?
Un fuerte dolor recorrió mi cuerpo.
Mi mente empezó a despejarse; moví mi brazo derecho.
― ¡Se movió! ― Gritó una mujer.
― ¡Sigue vivo! ¡El maldito sigue vivo! ― gritó otra sombra en júbilo.
― Siento como si me hubiera resbalado en el baño ― dije sentándome, escuché risas.
Al recuperar la postura, pude respirar mejor y entre gritos y lágrimas mi visión fue mejorando. ¿Pero que carajos? Frente a mi se encontraban seis personas en… en… en trajes militares, no en trajes espaciales; ninguno de los dos, pero bastante parecidos. Vestían una especie de armadura espacial de color negro, al estilo Call of Duty pero versión futurista y mucho más intimidante.
Apenas mi vista volvió a la normalidad noté que me encontraba dentro de uno de esos trajes, pero sin el casco. El paisaje del lugar era árido, parecía un desierto rojo; al estilo de marte pero con palmeras alrededor.
― ¿Dónde estoy? ― pregunté.
― Mierda, tiene amnesia.
― ¡Cállate Galban! ― gritó la mujer. Reconocí su voz, era la que hace un rato había estado llorando.
―No importa, Keratox acaba de salvar al puto universo ― interrumpió uno de los soldados que se encontraban a mi alrededor. Se acercó a donde me encontraba, se inclinó y su visor desapareció ― Pero si no nos movemos vamos a ser simple comida de Galhaunts.
Su fría mirada me infundio miedo (Y eso que parecía el abuelo de Rambo).
― ¿Qué miércoles esta pasando? ― Pregunté con una voz que no era la mía.
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Hola, aquí comienza una nueva aventura. =)
¿Qué te pareció esta primera parte?
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