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Capítulo 2

—Así que... ¿vos sos el elegido de Frey? —pregunto una mujer encapuchada en medio del bosque.

—Sorprendido y aterrado, no lo dude y pregunte —¿¡quién mierda sos y como sabes eso!?

La misteriosa mujer se sacó lentamente su capucha, dejando ver su rostro, su piel era de tez oscura, su pelo era verde, tanto que parecían largos pastizales, y también cargaba con una sonrisa soberbia que generaba enojo de solo ver.

—¿No es obvio quien soy... Robín? —respondió mientras que detrás suya venían otros 3 seres encapuchados.

Era obvio a quienes me había topado, asumí que eran los elementales, y en base a eso no dude en empezar a correr, asimismo ellos comenzaron a perseguirme. Mientras yo corría, pude escuchar como uno de ellos chasqueaba los dedos, segundos después de ese suspenso el bosque comenzó a arder en llamas, empecé a desesperarme sin saber hacia dónde ir, las brasas me estaban sofocando y cada vez corría más lento, hasta que el más alto tomo mi brazo y susurro en mi oído.

—Hoy vamos a tener piedad, no pienses que la vamos a tener la próxima vez que nos encontremos.

Desperté de un salto... estaba todo transpirado y con la cama hecha un desastre, solo fue un mal sueño, o eso espero. me puse los zapatos y Salí de la habitación, caminé hacia el comedor y ahí estaba Edén, sentada tomando un café.

—¡Buenos días! ¿estas bien? Parece como si un ogro te hubiera invitado a pelear.

—Hola Edén, si estoy bien, es que tuve un muy mal sueñ... —no pude terminar de hablar cuando recordé lo que había visto a noche.

—¡Edén! —grite exaltado para empezar a contarle lo que había visto.

—em... ¿sí? —respondió Edén algo intrigada.

No espere más y fui corriendo a la habitación, abrí la puerta de una patada y recogí el libro de la mesa de luz, camine rápido hacia la mesa donde estaba Edén y apoye el libro muy bruscamente sobre esta, empecé a pasar las páginas mientras Edén me miraba extrañada.

—¿Qué se supone que estas buscando?

No respondí y seguí pasando hoja por hoja. Cuando llegue a las dichas pinturas, le señale con mi dedo la runa que supuestamente escondía algo y le explique lo que había entendido, Edén dijo que vayamos a ver a ver a Foit para ver de qué se trataba esto.

Apresuradamente, fuimos cuesta abajo para llegar a su casa. Al entrar encontramos a Foit meditando, lo que más me sorprendió fue que él estaba levitando. El pequeño kiud se nos acercó y nos hizo una seña, como pidiendo que hiciéramos silencio, pero este no duro mucho ya que la lechuza, (que según lo que Edén me conto a noche, era un semi-guardián del bosque) empezó a chillar para que Foit se dé cuenta nuestra llegada, cayó al suelo, abrió los ojos y agarrándose su cadera dijo.

—Oh... muchacho, ¿Qué te trae por acá?

Edén respondió por mi muy exaltada, mientras señalaba las pinturas del libro.

—¡Necesitamos que nos expliques que es esto y como llegar!

—Ah sí, creo que tuve que mostrarles eso desde un principio —exclamo Foit mientras se rascaba la cabeza.

Metió su mano en su bolsillo para sacar unos antiguos lentes y se dirigió al escritorio, tomo asiento en la silla y subió al kiud a su regazo.

—Miren, les voy a contar una historia —dijo mientras se colocaba los lentes y con su mano le pidió el libro a Edén.

—Hace mucho, muchísimo, pero much...

—¡Empezá ya! —Edén lo interrumpió con cansancio.

—Sí, sí, perdón. Hace mucho tiempo, organice una excursión con un grupo de dilbrums a las cavernas de Thot, est...

—¿Qué es un dilbrum? —pregunte.

—¡No interrumpas! —dijo Edén algo enojada.

—Como decía antes de que me interrumpieras... niño —protesto Foit. —Estas son unas cuevas que se ubican en Eldhreun, la misión principal de esta arriesgada aventura, era encontrar la antigua hacha que Thot portaba cuando gobernaba el reino de los ogros, pero nos topamos con un gran obstáculo. Uno de nosotros sin darse cuenta piso una trampa la cual nos haría caer hasta el fondo de las cuevas.

Foit se levantó del suelo y fue a buscar algo en su alacena mientras continuaba hablando.

—luego de levantarnos un poco adoloridos, Debond, un compañero de dicha misión, prendió una antorcha e ilumino toda la zona. Estábamos atrapados dentro de una cárcel sin salida, no había puertas ni ventanas, la única forma de salir era por el agujero en el techo por el cual caímos, por más de que intentáramos no encontrábamos la forma de subir, empezó a pasar el tiempo y nuestro aburrimiento era cada vez más insoportable —Comentaba Foit mientras bajaba una bolsa de pequeñas semillas de la alacena, para alimentar al semi-guardián.

—¡Hasta que mirando las paredes! —exclamo eufórico haciendo un ademán con su mano izquierda. —Pude ver como detrás de todo el polvo que las cubría, había una runa selladora. Llamé rápidamente a los chicos e intentamos de todo para poder activarla, pero gracias a mi notable sabiduría, pude activarla; una gran puerta se empezó a generar detrás nuestra y sin dudarlo salimos por ella. Caminamos en un extenso pasillo hasta que, al llegar al final, pudimos entrar a la habitación donde se encontraba el trono de Thot junto a su hacha, al revisar el lugar para ver que no hubiera más trampas, pudimos encontrar dichas pinturas, pero... cuando quisimos levantar el hacha, un extraño ruido nos llamó la atención, y más rápido que un dragón, el lugar comenzó a derrumbarse y el resto es historia.

—Pero Foit, ¿entonces no hay forma de que podamos entrar? —pregunte decepcionado.

—Sí que la hay, yo me refería a que todo lo demás se derrumbó, pero el antiguo trono, junto a su habitación quedaron intactos, además detrás del trono había una gran puerta que estoy seguro que conducía a otra zona.

—¡¡¡Joya!!! Edén tenemos que ir ya.

—Todo bien, pero... ¿cómo pudiste escapar de ahí?, Foit —pregunto Edén algo confundida.

—Todos tenemos nuestros pequeños secretos —dijo Foit mientras soltaba una carcajada.

Luego de un silencio medio incomodo Foit dijo.

—Aunque ahora que lo pienso, si quieran llegar hasta allá, van a necesitar un poco de ayuda —dijo Foit.

Se levanto con dificultad de su escritorio y se dirigió hacia la puerta.

Luego de caminar un rato llegamos al lugar donde Foit nos estaba llevando, era una especie de zona con altos muros que lo cubrían y una puerta muy grande en el centro, se encontraba en la parte más alta del serró.

—Chicos, ¡llegamos! —exclamo Foit extendiendo sus brazos a los costados.

—Hace mucho que no venía a este lugar, la última vez que vine había sido junto a mis padres—reveló Edén algo seria.

Estuve a punto de preguntarle a Edén sobre ellos, cuando de pronto; Foit grita.

—¡Abran! Soy Foit.

De pronto la gigantesca puerta comenzó a abrirse, pudiendo dejar ver lo que había dentro.

—¡¡¡No puede ser!!! —grite muy emocionado por lo que estaba viendo.

—No estarás proponiendo que montemos un...

—¡Guuuuuuuurr!

De pronto, el rugido de un gran dragón interrumpió a Edén.

—¡Foit! ¿cómo andas? Hace un montón que no te veo por acá, y veo que trajiste a Edén ¿Qué necesitas?

Dijo un elfo de apariencia amigable, mientras salía por la gran puerta, tenía el pelo blanco y la piel muy clara además portaba una especie de armadura junto a una lanza. Foit se acercó a él para darle la mano y dijo.

—Beldfrod, necesito un dragón para estos chicos, sé que es muy imprudente pedírtelo de esta forma, pero es muy necesario.

Beldfrod se quedó mirándonos un rato, como si estuviera tildado.

—Creo que sé que dragón ofrecerles.

Beldfrod nos invitó a pasar. Era hermoso dentro de esos cuatro muros, delante de nosotros iban caminando Foit con Beldfrod, mientras que Edén y yo los seguíamos por atrás para apreciar un poco el lugar. Un sendero en el centro, delimitaba el pasto que estaba cortado casi a la perfección, los dragones tenían sus propias madrigueras y establos para dormir, habian de muchos tamaños, pero no demasiado grandes.

—Es... ¡majestuoso! cambio mucho desde la última vez —Exclamo Edén.

Había más elfos con esas armaduras, alimentando y cuidando de ellos. Beldfrod nos llevó hasta el fondo donde había un establo con dos puertas grandes, que ocupaban casi toda la pared delantera de el mismo, Beldfrod la abrió tironeando de una soga con mucha fuerza. Al abrirse por completo, por dentro solo se veía oscuridad, hasta que, dentro de toda la sombra, logramos ver a un dragón de color celeste y garras afiladas, de no gran tamaño, asomando su trompa y dejando ver sus brillantes ojos amarillos. Salió por completo y se acercó hacia mí.

—Tocále la frente. Demostrale que sos inofensivo —dijo Beldfrod.

Acerque de a poco mi mano hacia el dragón, pero realmente no me animaba a hacerlo, mientras que dentro del establo se escuchaba el rugir de otro dragón, Edén agarro mi mano y la impulso para que juntos lo tocáramos. El dragón suspiro y soltó vapor por sus fosas nasales.

—Este es un zywir proveniente de las montañas dragón, muy lejos de acá, por eso nuestros exploradores solo encontraron 2 ejemplares. Estos se diferencian de los dragones comunes porque no crecen tanto y por qué saben trepar, además llegan a ser el doble de rápidos que los dragones de nuestra zona —Dijo Beldfrod mientras le colocaba un arnés al dragón. —Me encantaría poder montar uno de estos, algún día, pero es difícil que se sienta cómodo con otros seres, cosa que al parecer ustedes lograron, a diferencia de mí, ¡que hasta hace muy poco no me permitía ni acercarme! —Añadió con una carcajada.

—Agradezco tu amabilidad, pero no hacía falta darles uno tan especia...

—¿¡Especial!? Te debo la vida Foit, es lo menos que puedo hacer —respondió Beldfrod interrumpiendo drásticamente a Foit.

Beldfrod se acercó a nosotros y apoyando su mano en mi hombro dijo.

—Foit me conto tu historia mientras caminábamos hasta acá, espero que mi dragón te pueda ayudar bastante en tu misión, ¡Edén! Necesito que le enseñes al chico como montar un dragón.

Edén nunca me había contado que sabia como montar un dragón, la mire sin decir nada, ella corrió la mirada hacia el suelo para esquivar cualquier tipo de pregunta, parecía como si no quisiera que yo sepa eso.

—Mira Rob, te voy a enseñar lo básico, pero no pienses que vas a saber cómo montarlo de un día para otro, mientras tanto yo lo voy a manejar.

Edén se subió al zywir como si nada y me dio la mano para que suba con ella, y al hacerlo, me sentía ansioso, no podía creer que estaba por volar en un dragón. Edén agarro muy fuerte y antes de que pudiera parpadear, ya estábamos surcando los cielos a toda velocidad. Aterrado, me agarré fuerte de ella y cuando mi estado de shock paso, comencé a gritar de la emoción.

Luego de estar practicando por un buen rato, comenzó a oscurecer, volvimos a casa y nos llevamos algunas artesanías de recuerdo del lugar, como un dragoncito de madera entre otras, las pusimos arriba de la chimenea y prendimos las velas de la casa para empezar a cocinar la cena.

—Nunca pensé que podría montar un dragón en toda mi vida, siento que estoy viviendo mi sueño, pero igualmente extraño mucho mi mundo —le dije a Edén mientras cortaba las papas.

—Después de un tiempo pierde la gracia —respondió de forma muy apagada y sin expresión mientras estaba sentada en la mesa.

Pensé dos veces antes de hacer la pregunta, pero como siempre no puedo controlar mi curiosidad.

—Edén, ¿Cómo aprendiste a montar dragones? No me contaste sobre eso.

Edén se quedó en silencio y luego de unos segundos dijo.

—Aprendí por mis padres, pero prefiero no hablar de eso.

Quedamos en un silencio incomodo por un buen rato, incluso mientras comíamos, era un poco incomodo, pero tampoco sabía que decir, era un ambiente extraño.

Antes de irse a la cama, Edén dijo.

—Mañana a la mañana salimos hacia las cavernas de Thot, empaca las cosas que quieras llevar y acóstate temprano... que descanses.

Asentí con la cabeza y le desee buenas noches, seguido a eso guarde las cosas que me dio Foit en mi bolso y me senté un rato a pensar en mañana.

La noche todavía era joven, y a pesar de que me tenía que levantar temprano, nuevamente no podía dormir, así que decidí dar un paseo por el pueblo hasta poder calmar mis pensamientos y poder descansar.

Agarre mi espada por precaución, me puse los zapatos para el frio; agarre una túnica verde que Edén tenía colgada al lado de la puerta, y por último me puse la capucha de esta y abrí lentamente la puerta, lamentablemente no pude ser discreto ya que la puerta comenzó a rechinar cada vez más fuerte, Sali de la casa y esta vez la cerré rápido para que el ruido no sea tan prolongado.

Hacia muchísimo frio, al punto de que salía vaho cada vez que exhalaba, pero sin preocuparme comencé a caminar por los senderos mientras miraba la luna, era lo único que iluminaba la aldea. Seguí caminando hasta bajar exhausto del cerro, el sendero que venía siguiendo, terminaba en un lago muy hermoso con un pequeño muelle y a continuación, me senté ahí para apreciar un poco el lago.

la luna se reflejaba en el agua, dando un paisaje precioso frente a mí, pero de pronto escucho un aullido que me dio un escalofrió, no era un aullido común como el de un lobo, estaba vacío, como si se escuchara dentro de una cueva. Preocupado y confuso, miré alrededor para ver de dónde provenía, pero solo podía ver oscuridad y algunas cabañas, volví mi cabeza hacia el lago iluminado por la luna, tratando de distraerme para no entrar en pánico.

Me quedé observando mi rostro en el reflejo por un rato, hasta que justo detrás de mí pude distinguir una silueta con ojos blancos y brillantes. Despavorido, di media vuelta exaltado, pero no pude ver nada atrás mío, me levanté de forma abrupta, y poco a poco comencé a correr hacia la casa. No sabía que era lo que acababa de ver, pero sentía como algo me perseguía, podía sentirlo, ¡no! quiero decir sentirlos, saltando por los techos de las casas, aunque no lograba escuchar nada, era una sensación que jamás había sentido antes.

Cada vez estaba más cansado, no iba a poder llegar a la casa, y todavía me faltaba medio cerro en subida, por lo tanto, decidí acercarme a una casa para tocar la puerta, pero justo en el momento que estaba por ir a hacerlo, una manada de estos seres cae de los techos rodeándome. Eran muchísimos, estaban en dos patas, pero tenían una joroba que casi hace que sus garras toquen el suelo, estos no tenían boca ni nada distintivo en todo su cuerpo, solo sus perturbadores ojos con los que algunos seguían en los techos mirándome fijamente.

—¡Que quieren! —grite desesperado, raspando con fuerza mis cuerdas vocales.

Un silencio perturbador permaneció mientras estos se quedaban congelados mirándome. Uno se acercó a mí, poco a poco, sus pisadas no hacían ni un pequeño sonido, se quedó quieto frente a mí, observándome sin expresión alguna, y de la forma más incomoda y perturbadora, lo que parecía ser su cara se empezó a abrir en silencio, dejando ver una enorme boca con dientes tan afilados como una daga.

—¡Fuiiiiit!

De pronto, una flecha a toda velocidad, atravesó casi por completo la cabeza del escalofriante ser, destrozándola y rozando mi cara luego de hacerlo. Todos se dieron vuelta en silencio y a la lejanía, se podía ver a Edén cabalgando a toda velocidad mientras apuntaba con su arco a otro ser.

—¡¡¡Robin, Subíte!!! —grito fuertemente mientras revoleaba el arco y extendía su mano izquierda.

Todos los seres comenzaron a subirse a los techos chocándose entre ellos. Mientras Edén se acercaba cada vez más y más, extendí mi mano y como si todo estuviera en cámara lenta, tome la suya y una luz violeta empezó a emanarse de nuestras manos mientras lograba subir al caballo, Edén desactivo lo que parecía ser una runa en su mano, que probablemente sirviera para que pueda subirme al caballo sin dificultad.

—Foit te advirtió de los peligros de este mundo, e igual no hiciste caso y saliste de noche solo. ¿Te das cuenta que casi morís? —dijo Edén muy enojada, mientras daba la vuelta para volver a casa.

—Edén... yo no sabía, perdón.

Edén suspiro y dijo un poco más relajada.

—Está bien, pero si vas a hacer algo así avísame antes, me asuste muchísimo.

—Te prometo que no va a volver a pasar, pero... ¿Qué eran esas cosas? —pregunte.

—Cuando lleguemos te explico —respondió Edén.

Luego de un largo recorrido logramos llegar sanos y salvos, Edén ato con una soga al caballo en las vallas que rodean su casa.

—Mañana te voy a devolver con tu dueño —susurro Edén mientras lo acariciaba con sus dos manos.

Abrió la puerta de la casa muy rápido y tironeando de mi ropa me metió dentro. Tranco la puerta con la espalda rápidamente y se dejó caer lentamente hacia el suelo, levanto la mirada y luego de unos segundos, suspiro y comenzó a contarme.

—Los seres que te atacaron no son seres cualquieras... —Detallo mientras tomaba asiento.

Me quede en silencio para que ella continuara.

—Se llaman drakos, y son las almas corrompidas de los guardianes. Cuando un guardián muere, tiene dos destinos, si muere mientras es de día, su alma se fusiona con el área que protege y haciéndolo uno con esta, como por ejemplo un bosque, pero si este muere de noche su alma comienza a corromperse transformándose en un drako, seres que solo salen de noche y absorben almas para poder seguir viviendo.

—No entiendo, ¿Qué es un guardián? —pregunte aterrado.

—Los guardianes son seres totalmente puros, que protegen zonas, hay uno de ellos por cada cierto sector, por ejemplo, el ave que viste en casa de Foit, es un guardián de este cerro, el cual nos permitió construir nuestra aldea en el —Respondió. —Los drakos que te cruzaste, anteriormente eran guardianes del lago que se encuentra al final del cerro —agrego mientras me miraba firmemente.

Algo confundido con lo que Edén me estaba explicando, pregunte.

—Pero si son seres tan puros, ¿Por qué se corrompen?

—Todavía es un misterio, pero quédate tranquilo, su alma no puede alejarse mucho de la zona que resguardaban anteriormente, por eso no nos siguieron hasta acá, pero trata de no acercarte al lago de noche, puede ser muy peligroso.

—Está bien, perdón por todo Edén, todavía no me acostumbro a este mundo... —respondí angustiado.

—Tranquilo Rob, ahora anda a la cama, mañana vamos a tener un largo viaje...

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