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VIII

[...]  

—¿De verdad?—los ojos de la pequeña Kels se llenan de lagrimas al punto de ver con dificultad.

No puede creer que todo el pueblo crea eso de ella.

—¿Y mi familia?—se quita las lágrimas y voltea a mirarlo, este se mantiene en silencio hasta que suspira.

—Supongo que también—un sollozo se escapa de la garganta de Kelsey, sintiéndose idiota por llorar frente a Justin, asiente silenciosamente y cierra los ojos—. Hey—deja escapar en un susurro, pero ella no contesta, al contrario, se mantiene más en silencio porque sabe que si dice alguna palabra, llorará más fuerte y no quiere eso, no mucho menos que su acompañante la vea en ese estado. Ya bastante vergüenza ha pasado, no quiere más.—, quizás no sea así, quizás ellos aún te consideran viva y siguen buscándote.

Kelsey sabe que lo que trata de hace Justin es reanimarla, pero ya nada puede hacer que eso pase ni hacer que cambie de opinión, se ha guardado el "estás muerta para todos aquí" en la cabeza, y hasta que no escuche a uno de sus familiares decir lo contrario, ese pensamiento quedara allí.

—Olvídalo Justin, déjame de una vez en donde sea que vayas a dejarme—murmura sin siquiera observarlo, Justin se enfada ante su tono totalmente frío hacía él cuando no tiene nada de culpa, pero ella está dolida, y cuando lo está, trata a todos por igual.

Luego de deambular por las calles de la ciudad de Vancouver, decide dejarla en un hotel, pequeño pero lujoso, pues, se ofrecería a pagarle alojo hasta que encuentre a su familia o esta recurra a ella y se la lleve a casa.

Se queda observando la maleta que una vez le perteneció a su mujer, hasta que la baja del auto y se la entrega a Kels, será suya a partir de ahora, junto con toda la ropa dentro. Admite que extrañará cada una de las prendas, extrañará sentir ese rico aroma a flores cada vez que se siente desvanecido, pero ya es hora de hacer algo con su vida, aunque no quiera, debe.

Entran juntos al lugar y Kelsey lo mira luego de hablar con la recepcionista.

—Creo que mi parte aquí ya está terminada—Justin también la mira cuando habla, pero sin expresión alguna, quiere irse a casa de una vez.

—Sí, uhm, gracias por todo, Justin—este se encoge de hombros restándole importancia, después de todo, lo que ha hecho por ella ha sido por obligación y porque quiere que se aleje de su vida para siempre. Si él quiere cambiarla, la cambiará él mismo, no con ayuda de los demás, no los necesita.

Sin decir nada más, Justin se retira, una vez dentro del auto, deja escapar un suspiro y se apoya en el volante, quiere lo mejor para esa chica, y esto es; lejos de él.

O quizás no.

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