I
[...]
Otro día en el que Justin se sumerge en la escritura como método de desahogo, según él, sin importarle las horas en las que ha estado aplastando el trasero en aquella silla de madera, ni mucho menos el dolor de su muñeca y de su mano de tanto escribir.
Relee lo que ha escrito para luego apartar la mirada del cuaderno y llevarla a su taza de café, la cual ha estado intacta desde que ha sido apoyada en el escritorio, tras un suspiro al notar que el líquido marrón está frío, la agarra y se quita los anteojos que usualmente utiliza. Coloca la taza en el fregadero prometiéndose a si mismo que después la lavará y vuelve a su despacho.
Antes de volver a sentarse para continuar con su proyecto, Gillbert llama su atención con ladridos escandalosos, lo que le hace saber que ha olvidado sacarlo a pasear como todas las tardes.
Vuelve a soltar otro suspiro y le coloca la correa al can quien comienza a mover su rabo con felicidad mientras se mueve inquieto.
—Aún sigo sin entender porque te emocionas tanto—le dice cuando caminan hacia la salida—, haces esto todas las puñeteras tardes, Gillbert—el suspiro número tres es el que se escapa de él. Es normal que siempre encuentres a Justin Bieber irritado o que suspire unas miles de veces en todo un día, tras la muerte de su esposa, se comporta como un anciano.
Una vez que están fuera de la casa, jala la correa de Gillbert para comenzar a caminar. Observando al cuadrúpedo levantar la pata para orinar en cada árbol que se le cruza, frunce el ceño más que irritado e impaciente por volver a casa, detesta estar fuera de ella, pero hace una excepción ya que Gillbert a pesar de ser bastante viejo, es súper curioso, y digamos que el bosque de Vancouver no es tan pequeño.
Este vuelve a ladrar hacia una dirección desconocida para los ojos de su amo, quien observa este con aburrimiento al pensar que las ardillas o incluso insectos llaman la atención del estúpido de su perro. Pero no es así, ya que comienza a caminar nuevamente, pero esta vez sin dejar de olfatear el suelo como si estuviese rastreando algo, Justin sigue sus pasos hasta que vuelve a detenerse, lo observa esperando a que haga algo, hasta que comienza a ladrar otra vez.
Antes de que comience a regañar a su mascota por desviarlo del camino para nada, algo choca con él, o mejor dicho, alguien.
Justin observa a la chica con el ceño fruncido y esta comienza a jalarle la camiseta mientras solloza.
—¡Por favor, debe ayudarme!—las súplicas de ella hacen que Drew se sienta más confundido e inservible. Examina su demacrado y sucio rostro por un momento hasta que vuelve a la realidad.
—Kelsey—es lo único que deja escapar luego de que todo su cuerpo se congelase al saber de la joven. En Vancouver últimamente han habido más secuestros de lo normal, y Justin está consciente de ello, demasiado consciente, su novela policial hace que investigue todo acerca de esas cosas, y más en Kelsey Adams, una joven desaparecida y ya dada por muerta por casi toda la ciudad al fracasar en su búsqueda. Bieber también lo creía, hasta ahora. Y sabe que es ella, había puesto bastante atención en las noticias acerca de su búsqueda, pero sin embargo, se atreve a preguntarle;—, ¿eres tú?
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