El relato del abuelo
─Lo sabes ¿no? Que ese ente nos gobierna, shhhh, no hagas ruido, no deben oírnos, ven aquí pequeña, te contaré la historia. Lo sientes, yo sé que sí, lo puedes sentir cerca, muy cerca, tan cerca de ti que casi lo consideras dentro de ti, invadiendote, pero con gusto lo dejas, lo sé porque yo lo viví, lo sentí. Es tu turno de llevarlo a cuestas, la herencia familiar, no estamos locos, no, tenemos una misión, un deber, un propósito, nosotros somos sus guardianes. Niña mía cuánto lo siento, no pude engendrar un varón, tu madre tampoco y ahora por tu sangre él te reclamara. Te toca ser guardián, pero quizá, quizá es mejor así, eres una dama, este podría ser el fin de la cadena. Él no se interesara en tu cuerpo, sólo toma varones, una sola vez, el día de la entrega, te brinda poder, fuerza, longevidad, y tú le brindas a él lo mismo, si es que no más, pero siendo tu mujer...
El relato se había detenido, me miró avergonzado, él nunca rehuyó mi mirada, ni siquiera entonces que supe hubiera deseado hacerlo. Yo amaba los cuentos de mi abuelito, pero este no era uno más, era real, en ese momento pensé que sólo divagaba, demencia senil, pero el rubor en sus mejillas, y esa mirada nostálgica que pese a todo brillaba, parecían contradecirlo.
─Es placentero ¿sabes? Mi sucio secreto, nunca lo dije a tu abuela, no lo habría comprendido, ni a tu madre, pero si hubiese sido varón, entonces sí tendría que haberle dicho, como mi padre me contó a mí, creo que ese fue el peor día de su vida, tanta vergüenza, odio e ira, yo no siento eso, bueno un poco, pero es que conmigo fue más de una vez. Quizá él espere por un hijo tuyo, si es así, no rechaces a tu hijo por lo que tendrá que hacer, por lo que deberá entregar, por ser un guardián.
Le pedí explicaciones y la historia que me contó, se me hizo por demás inverosímil, un ser todo magia, seducción, fuerza y poder al que nos debíamos por un pacto ancestral. El error de un antepasado que nos condenaba, un amor y una traición, una maldición.
En ese momento pensé que mi abuelo tenía una gran imaginación, que eran sus fantasías y no le juzgue, todo griego tiene algo de bisexualidad en él desde tiempos inmemoriales. Le prometí sin embargo que acataría el deber de guardián y que jamás rechazaría a mi hijo varón que tomase el puesto y que haría hasta lo imposible por romper el maleficio, él no deseaba tal ligadura para su bisnieto, aun cuando él no odiase a aquel ser, a quien me confesó en realidad había llegado a amar.
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