Esa mañana el sol brillaba fuerte, como lo solía hacer luego de una gran tormenta.
A pesar de ya estar despierto, mis ojos seguían cerrados debido a lo cansado que aún me encontraba.
Me cubrí el rostro con mi brazo algo acalambrado, quise seguir durmiendo pero el sonido de la calle no me lo permitió.
Me puse a pensar en todo lo que debía hacer durante el día. Iba a ser tedioso. Me cansaba de solo pensar en ello.
Refunfuñando, me desperecé y en ese momento, escuché un "Buen día" desde el lado izquierdo de mi cama.
¡Me había olvidado!, enseguida volteé, YoonGi estaba acostado de lado, mirándome curioso.
—Bu-buen día YoonGi, ¿estás mejor?
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—S-sí, claro. —Quise aparentar naturalidad pero por dentro estaba muriendo.
—¿Es tuya la ropa que traigo puesta?
—Sí, es que yo... Es decir, anoche tú... Y-yo tuve que...
—Gracias por haberlo hecho, Jimin. Y discúlpame por haberte incomodado. —Era tan atento para hablar, era todo un caballero, aquello solo me enloquecía aún más.
—¿Por qué te disculpas? —Me sonrojé y miré hacia abajo recordando lo cerca que había estado anoche de hacerle algo indebido, yo tendría que haberme disculpado.
—Es que, en este momento me cuesta contenerme contigo, ¿sabes? No quiero pensar anoche no estando del todo lúcido.
—¿Te estas conteniendo conmigo?
—Sí —suspiró.
—No tienes que hacerlo. —En cuanto mi boca pronunció aquellas palabras, sentí que podría haber caído muerto en ese mismo instante de un paro cardiorespiratorio.
—¿Que no me contenga? Dudo que eso sea en verdad lo que quieres.
—Es-es en verdad lo que quiero.
—¿Qué cosa exactamente? ¿Qué es lo que quieres? —preguntó enarqueando una ceja y atisbando una leve sonrisa.
—A ti —respondí sin siquiera pensar en lo que estaba diciendo y lo que ello implicaba.
No me dio ni tiempo a avergonzarme por la fuerte declaración, ya que se me acercó y atrapó mis temblorosos labios con los suyos. No fue un beso intenso ni nada por el estilo, pero sí fue lo suficiente como para hacerme sentir en las nubes.
YoonGi atrapó dulcemente mi labio inferior y lentamente se apartó. Ambos nos encontrabamos con los ojos cerrados, apenas rozándonos, como si quisieramos hacer perdurar aquel momento.
Estaba aún hecho un lío a causa de su beso cuando YoonGi tocó mis mejillas ardiendo y sonrió.
—Me enloqueces, ¿sabes? —susurró sobre mi boca y me depositó un corto beso en los labios.
Estaba tan estaciado, que sin pensarlo, llevé hacia atrás mi cuello el cual YoonGi no tardó en besar. Podía sentir su cálida respiración y ello me erizaba la piel.
Despedí un leve gemido que no logré contener, pues los besos en el cuello, eran mi debilidad.
Al notar mi reacción, YoonGi comenzó a besarlo con más intensidad, trazando líneas con su lengua.
Estaba en las nubes. Me alejé para quitarme la playera, quería que me siguiese recorriendo con sus labios, estaba completamente rendido a sus pies. Sus besos no me dejaban pensar con claridad. Pero, justo en ese momento, se detuvo.
En un rápido movimiento, se alejó de mí y me miró fijamente, como si estuviese estudiando mis reacciones.
Aquello me hizo sentir muy apenado e incluso triste, me sentí rechazado. Sabía que era demasiado pronto, solo me había dejado llevar por la situación.
—Tranquilo, Jimin —dijo dedicándome una leve sonrisa—. No es el momento, puedo escuchar a tu hermano en la cocina, no creo que quieras que él nos escuche, ¿o sí?
—Maldición.
—Un chico tan bonito como tú, no debería maldecir.
En seguida agaché la mirada y sin querer, sonreí. Me había dicho que era bonito.
Esperé a recomponerme y me senté en la cama. Al mirar por la ventana, vi la casa de YoonGi y pensé en que quizá su familia debía estar preocupada por él.
—YoonGi, ¿no deberías mandarle un mensaje a tus padres diciendoles que estás bien? —sugerí.
—No, ellos... —YoonGi agachó la cabeza—. No están preocupados por mí, descuida.
¿Acaso no tenía una buena relación con su familia? De todas formas no quise indagar en su vida privada de esa manera, preferí esperar a que naciese de él contarme.
Luego de algunos minutos, esperamos que mi hermano se fuese a la escuela y bajamos a desayunar.
Fue la primera vez que estábamos solo él y yo, frente a frente para hablar sin que nadie nos interrumpiese.
—Hay algo que he estado pensando y quisiera saber —dijo curioso.
—¿Qué cosa es?
—Cuando te besé, creí que me ibas a rechazar, debo confesar que hasta me preparé para el golpe. ¿Por qué lo aceptaste?
En cuanto YoonGi dijo aquello, mi rostro se tornó de un color fuego intenso y desvié la mirada, no sabía a ciencia cierta qué responderle, esto sería una confesión y no estaba preprarado para contarle abiertamente mis confusos sentimientos. Aún así, debía darle una respuesta.
—No lo sé. Comencé sintiendo curiosidad sobre ti y no sé en qué momento aquello se transformó en... esto.
—¿Sentías curiosidad sobre mí? ¿Respecto a qué? —YoonGi de pronto se sintió muy interesado en lo que iba a decir.
—Apareciste de la nada en mi vida, nunca te había visto antes a pesar de que somos vecinos desde hace bastante tiempo. Tu casa siempre está cerrada, lo único que sé de ti, es que ayudas a niños torpes cuando se resbalan en las calles, te gusta la fotografía y tocas el piano.
—Créeme que sabes más cosas que nadie.
—Aún así no conozco mucho de ti, quizá hasta sea absurdo que m-me… me gustes, pero cuando te veo yo solo... yo solo quiero permanecer a tu lado. —Eso último lo dije en leves susurros. En seguida miré hacia otro lado intentando controlar mis nervios.
—Lo mismo me sucede a mí contigo, Park Jimin, no puedo ni quiero apartarme de ti.
YoonGi sabía que Jimin era un amor prohibido, pero ya había intentado alejarse en varias oportunidades y no lo había logrado, entonces se rindió ante aquel chico, decidió que prefería tenerlo y luego sufrir las consecuencias, a no tenerlo nunca.
Sí, YoonGi sabía lo que sucedería y aún así mordió la manzana prohibida retando así a su lastimero destino.
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