01 || mafia
Kang Jiyeon
Kang Jiyeon. 22 años.
Empleada a media jornada en una tienda de conveniencia y estudiante a distancia en la universidad de Seúl.
Esos eran algunos de los datos que se podían leer en el contrato que me ofrecía el gerente de aquel local nocturno. Ya no me quedaban horas al día para trabajar, pero debía hacerlo si quería terminar de pagar al detective que me estaba ayudando, así que tomé el bolígrafo de aquella mesa y firmé en el lugar indicado antes de echarme atrás.
Terminadas las formalidades, prometí comenzar a trabajar tres días más tarde, tal y como se había acordado en ese despacho, y me marché del lugar.
No parecía un mal sitio y estaba bastante bien situado. Necesitaba el dinero, por lo que no podía permitirme barajar muchos otros bares si quería pagarle a tiempo al señor Lee. Sabía que él no me presionaría en cuanto a los pagos, pero nunca me había gustado deber dinero a nadie. Las deudas debían saldarse lo más rápido posible, para evitar problemas mayores. Había aprendido aquello a base de golpes y no me interesaba en absoluto volver a verme en ese tipo de situaciones.
Con el sol cayendo, eché un vistazo al antiguo reloj de pulsera de mi madre y comprobé que la hora de la cena se acercaba. De haberme encontrado en un mejor estado de ánimo, me habría dirigido hacia la biblioteca del barrio para pedir prestados un par de libros que necesitaba para un trabajo, sin embargo, el estómago me empezaba a doler y estaba deseando poner los pies en alto por un rato.
Los días cada vez se me hacían más largos y pesados. Tenía demasiadas cosas por hacer y tanto de lo que preocuparme que tendía a saltarme alguna que otra comida, por lo tanto, a esas horas ya estaba muerta del cansancio.
Al llegar a nuestro apartamento, el olor a comida consiguió arrancarme un suspiro de alivio.
Hyungseo estaba en la cocina, colocando las guarniciones de arroz en nuestros platos. Iba a sonreír, agradecida por tenerla a mi lado, pero entonces volví a fijarme en que solo serían dos tazones esa noche y el mazazo de siempre me aporreó el pecho.
Mi mejor amiga se percató de mi presencia en casa y me enfrentó con una gran sonrisa en el rostro.
—¿Ya estás aquí? Creí que llegarías más tarde.
Alejé la mirada de los platos y sonreí ligeramente para que no se alarmara.
—Supongo que últimamente me canso antes —le contesté, dejando mi bolso en una de las sillas—. Vengo de firmar el contrato en aquel local que te dije.
Me senté, a la espera de su reprimenda, pero tardó más en reaccionar. Sus ojos se agrandaron, analizando lo que acababa de decir, y dejó la comida en la mesa.
—¿Has firmado? ¿De verdad? —me preguntó, mostrando su creciente enfado por la noticia.
—Sí. El dinero no caerá de un árbol, Hyungseo ...
—Ya te dije que yo podía prestártelo —me recordó, frunciendo el ceño—. Maldita sea, Jiyeon. Vas a matarte a este paso. Ni siquiera tienes tiempo de estudiar con todo lo que está pasando y, en lugar de descansar un poco y tomártelo con calma, tú vas y ...
—No puedo tomármelo con calma —la detuve, más agresiva de lo que pretendía—. Mi hermana pequeña lleva en paradero desconocido más de un mes. ¿Crees que estoy pensando en descansar? Apenas puedo dormir por las noches, así que no me digas que debo estar tranquila porque es imposible —zanjé al asunto, con un mal sabor extendiéndose por mi boca—. Es imposible.
Ella me observó durante unos segundos. No había nada que pudiera decir para hacerme cambiar de opinión al respecto y lo sabía bien. Solo tardó unos instantes en agarrar el bol de nuevo y servirme la comida en silencio.
Me mordí la lengua, consciente de que le había hablado demasiado mal. Había muchas personas que merecían tragar con mis horribles formas, pero no había manera de que Hyungseo mereciera aquello.
Desde que Jiah desapareció esa noche, todo lo que hizo fue apoyarme e impedir que lo mandara todo a la mierda. Si no hubiera estado ahí, probablemente habría tirado la toalla al segundo día.
Hyungseo se sentó en su lugar y empezó a comer con un puchero en los labios. Estaba enfadada conmigo y tenía toda la razón del mundo. Yo no podría soportar ese ritmo de vida por mucho más tiempo, pero estábamos hablando de mi hermana. Ella estaba en alguna parte, sola, y no me planteaba el lugar de descansar sabiendo eso.
Jiah estaba aterrada cuando aquello sucedió. Las dos las escuchamos y sentimos a la perfección cómo le temblaba la voz. De solo imaginar la situación en la que podría encontrarse en esos precisos instantes, mientras nosotras cenábamos en la seguridad de nuestro piso, el estómago se me cerraba y la angustia volvía a llamar a mis puertas.
Ójala pudiera sentir algo de alivio, pero parecía que nadie quería ayudarnos y mis esperanzas no eran infinitas. Después de todas esas semanas en vilo, comenzaba a afectarme mucho más de lo recomendable. Las cosas no mejoraban y yo me sentía la persona más inútil e impotente del mundo.
Esa madrugada, cuando Jiah me llamó, no pudimos pegar ojo. Esperábamos que la policía hiciera algo, pero incluso tardaron más de una hora en encontrar el local en el que había estado mi hermana. Estaba segura de que habrían tardado de no ser porque se escargaron de limpiar la zona y de quemar el edificio. No todo acabado consumido, pero al menos dos tercios del lugar fueron devorados por unas llamas que, claramente, habían sido provocadas. El fuego fue la señal que necesitaba el cuerpo de policía y dedujeron que allí había ocurrido todo. Sin embargo, y muy a mi pesar, no había rastro de Jiah. Nada la relacionaba con ese lugar, por lo que era evidente que, antes de huir, se encargaron de limpiar la escena.
Cuando la policía contactó conmigo, yo declaré y dije hasta la última palabra de lo que había escuchado a través de aquella llamada. Los registros estaban en mi teléfono y eso era lo único que tenía para que creyeran mi versión. Mi hermana llamó ese día y sabía muy bien que, fuera quien fuera ese tal Sangwook, se la habían llevado y no pensaban dejarla libre.
Jiah estaba en el sitio equivocado y en el peor momento.
Aquello se trataba de un secuestro en toda regla, pero no había prueba alguna de ello, así que las autoridades no pudieron hacer mucho. Las dos primeras semanas pasaron y seguíamos sin tener noticias de Jiah. No avanzaban en la investigación y todo sonaba a excusa. Puede que mi paranoia entrara en acción sin yo quererlo, pero no era normal que la propia policía evitara tocar algunos puntos tan relevantes como el nombre de ese tipo.
Sangwook.
¿Quién demonios era?
Cuando hablé con aquellos agentes y les conté sobre ese hombre, más de uno palideció. Quise pensar que solo eran imaginaciones mías y que, en realidad, estaba tan desesperada por descubrir algo que mi mente inventaba cosas sin sentido. Me tragué eso durante unos cuantos días, hasta que se valoró la opción de una pelea entre mafias.
Los Park eran problemáticos y todos en la ciudad lo sabían. Si alguna vez te topabas con uno de ellos, lo mejor era no cabrearlos y dejarlos seguir su camino.
Estaba segura de que aquel tipo nombró a los Park, por lo que un enfrentamiento de ese estilo era muy probable. Entonces surgió aquel maldito apellido. En el preciso instante en que los Kim se convirtieron en posibles sospechosos todo empezó a oscurecerse. No había nada claro, pero tampoco podían descartarlo. Y, en lugar de seguir tirando de aquel fino hilo, desviaron los ojos hacia otra parte. Los evitaron. Rodearon aquel bache porque los Kim eran intocables.
Esa fue mi impresión y la seguía manteniendo. Los investigadores intentaron explicarme que esa posibilidad era mínima y que debían alejar la vista de ese clan, pero yo estaba cansada de oír excusas. Si la desaparición de mi hermana tenía algo que ver con los Kim, necesitaba saberlo. Nadie en su sano juicio entraría en un pulso contra gente tan poderosa y por eso mismo la policía viró su rumbo tan pronto como pudieron. No querían ponerse en peligro a costa de la vida de Jiah.
Ni siquiera sabíamos si ella seguía viva y ellos ... Ellos solo se alejaron del lobo por miedo a ser comidos.
Fue ahí cuando decidí buscar a alguien más y le pedí ayuda al señor Lee.
El señor Lee era amigo de mi padre y estuvo ahí cuando nos quedamos solas. Siempre se preocupó por Jiah y por mí como si fuéramos familia. Incluso nos ayudó económicamente al principio. Por suerte, pude pagarle todo de vuelta a pesar de que él se negó a aceptarlo en numerosas ocasiones.
Cuando todo ocurrió, él se ofreció a ayudarme en lo que fuera necesario y yo rechacé su oferta porque confiaba en el trabajo de la policía. El mismo día que mandé a la mierda al inspector jefe, lo llamé. Tenía experiencias en esos campos tras más de treinta años siendo detective privado, así que aceptó gustoso. Me pidió una semana y yo se la di porque solo podía hacer eso. Esperar y confiar en alguien que me había demostrado más empatía que todo el cuerpo de policía junto.
Le conté todo lo que sabía y todas las sospechas que me había surgido con el paso de los días y prometió contactar conmigo a finales de esa misma semana. Yo confiaba en que averiguaría algo, por poco que fuera. Si el señor Lee no encontraba nada ... Solo entonces podría permitirme perder cualquier esperanza que albergara dentro. Él era mi última baza para encontrar a Jiah.
—Lo siento —me disculpé con Hyungseo al acabar de cenar.
Tomé su plato para llevarlo al fregador y ella asintió.
—Me preocupo por ti, Jiyeon. Sé que Jiah es la mayor prioridad ahora mismo, pero no puedes machacarte de esa manera —explicó, observando cómo yo limpiaba los platos sucios.
—El contrato solo dura este mes. Es provisional —defendí mi posición a duras penas—. Si veo que es demasiado, pararé. Sé que no ayudará en nada si me mato a trabajar.
Ella se lo pensó y terminó cediendo.
Al fin y al cabo, no solo era por dinero. Estar de aquí para allá no me dejaba mucho tiempo para comerme la cabeza y prefería que continuara siendo así. En cuanto llegaba a casa y me tumbaba en la cama, me imaginaba miles de escenarios y ninguno tenía un buen final.
Y no podía hacer nada para evitar que esas horribles ideas pasaran a ser reales.
El agua fría me estaba congelando las manos, pero no cerré la llave hasta que todos los cubiertos estuvieron limpios. Los aparté y el timbre me despertó por completo.
Por un segundo creí que podría ser la policía. Fue solo un instante, puesto que aquello no era realista.
Hyungseo fue corriendo a abrir la puerta mientras que yo cogí un trapo de la cocina y me sequé las manos. Tenía el pulso disparado y este se multiplicó cuando el señor Lee saludó a mi mejor amigo y cruzó la pequeña entrada.
—Buenas noches. ¿Es muy tarde? No estaba seguro de venir a estas horas, pero ... —dijo, algo incómodo.
Sin duda era la visita más inesperada de todas, aunque también la que más necesitábamos en esos momentos.
Me acerqué a ellos y le sonreí, agradeciendo de todo corazón que hubiera venido.
Todavía no había transcurrido una semana. Solo habían pasado cinco días desde que le encargué el caso y ahí estaba. La eficiencia siempre acompañó al señor Lee y, ciertamente, era un asunto bastante urgente.
—No, no se preocupe —le dije, nerviosa—. Usted siempre es bienvenido aquí.
—Sí. Yo iba a hacer algo de té. ¿Quiere un poco también, señor Lee? —preguntó Hyungseo, con toda la amabilidad del mundo.
Él dejó su abrigo en el perchero que teníamos en el recibidor y le dio una respuesta afirmativa a mi amiga. Ella me echó una breve mirada, cargada de ilusión por lo que tuviera que decirnos, y se fue a la cocina.
Yo le indiqué el camino al salón y los dos tomamos asiento en el sofá. El señor Lee volvió a disculparse por visitarnos con el sol ya escondido y sacó un portafolio de su maletín negro.
Me senté, erguida, y presté atención a los diferentes papeles que fue repartiendo por la mesa. No eran muchos. Cinco o seis. En algunos había fotos, mientras que otros solo presentaban párrafos y párrafos de tinta negra.
—¿Qué ...? ¿Qué es lo que ha descubierto? —inquirí, incapaz de concentrarme en lo que allí había escrito debido a la ansiedad.
—Bien ... —dijo, suspirando—. Estos son varios documentos que he encontrado sobre los Kim y los Park. Son todos míos, de mis archivos. No pude acceder a nada que tuviera puesto el sello de la policía por obvias razones, así que no es mucho —hizo una mueca y cogió uno de los folios, mostrándomelo—. Efectivamente, la zona en la que desapareció Jiah es "territorio" de los Park —hizo la mímica de las comillas con los dedos y prosiguió con la explicación—. Por lo que he podido comprobar, ya ha habido algún que otro percance entre pequeños grupos de los Kim y de los Park. Si lo que escuchaste era cierto, entonces puede que un integrante de los Kim se presentara en aquel antro para declararle la guerra a algún jefecillo de los Park. Es solo una suposición, pero hay muchas posibilidades de que fuera algo como eso lo que sucedió.
Tragué saliva y le permití continuar. Primero quería escuchar todo lo que tuviera que decirme y después preguntaría.
—No he conseguido encontrar ningún nombre en concreto. Tampoco tengo nada sobre ese tal Sangwook, pero puedo hablarte del jefe de los Kim.
—¿El jefe? —dije, intrigada.
—Sí. Kim Taehyung es su nombre —me contó—. Puede que te resulte algo familiar porque es una figura pública. El joven y rico líder de iC. ¿Te suena?
—Mmmm ... No estoy segura. Puede —balbuceé—. ¿Hay alguna foto?
El señor Lee alargó el brazo y agarró otro papel. Me lo dio y yo clavé la mirada en la foto que ocupaba la mayor parte del folio.
Tal y como el señor Lee había dicho, parecía bastante joven para llevar una empresa tan conocida como iC. Se trataba de un negocio de seguridad, uno de los más reconocidos del país, por lo que me resultó extraño que fuera la misma persona que lideraba a toda una mafia en las sombras.
Analicé aquella imagen, quedándome con todos y cada uno de los rasgos de aquel chico. Era muy guapo, pero no me sonaba haberlo visto en televisión ni en ninguna noticia. Su mandíbula definida y esos profundos ojos le hacían ver como un modelo.
—Hasta hace unos meses él no existía como empresario, pero, al parecer, su tío su jubiló y lo dejó al cargo del negocio familiar. A pesar de ser un personaje público, pasa desapercibido para todos y no se conoce que tenga relación con la mafia. Es como si hubiera lavado su imagen gracias a su tío, y nadie lo vincula con los bajos fondos. De cara al mundo, Kim Taehyung no es más que un empresario demasiado joven e inexperto. Puede que los demás crean esto, pero la policía sabe quién es realmente.
—Aun sin todo eso es verdad ... No quiere decir que ese hombre esté relacionado con lo que le ocurrió a mi hermana —dije, ligeramente confundida por el rumbo que estaba tomando la conversación.
—Eso parece —admitió él—. Sin embargo, este tipo de gente sabe lo que hace y se cubre muy bien las espaldas. Crean un muro que los separa de ese pasado que podría perjudicarlos y hacen como si nada, pero la realidad es otra —atrapó un tercer papel y se centró en una parte en especial—. En un seguimiento que hice hace un par de meses con otro detective, acabamos topándonos con una casa de apuestas que hay en territorio de los Kim. Todo el mundo sabe que esa zona está controlada por ellos, pero es un barrio de renombre y en el que vive gente con mucho dinero. La mitad de ellos son traficantes de droga y armas y la otra mitad son empresarios, amigos de los Kim, con un buen nivel económico. Descubrí que este sitio es como un lugar de reunión para todas estas personas —soltó la hoja y me miró a los ojos—. No llegué a entrar porque esos tipos tienen bien adiestrados a sus seguratas y conocen las caras de todos los detectives y policías de la ciudad. Si hubiera intentado poner un pie dentro, no estaría aquí contándote esto —aclaró—. De todas formas, es el mejor sitio por el que empezar a buscar ahora mismo. No hay restricciones en la entrada, excepto para policías y gente como yo, así que puedo hacer que alguien vaya hasta allí para tantear el terreno. Puede que las apuestas sean la clave de todo esto.
Mafia y, por si fuera poco, los Kim.
Yo nunca llegué a encontrarme con uno de ellos, pero mi padre tuvo problemas con el juego cuando éramos niñas y los lugares que frecuentaba eran propiedad de los Kim. Nos dieron muchos problemas porque las deudas cada vez eran más grandes y mis padres apenas podían llegar a fin de mes, pero un día todo se relajó y mi padre dijo que había terminado.
Nunca más se nombró ese apellido en mi casa.
—¿Y todo esto qué tiene que ver con mi hermana? Se supone que la mafia de los Kim controla casi todo el mercado negro y parte del contrabando con Japón, pero ...
—Trata de mujeres —dijo el señor Lee, logrando que se me cortase la respiración de sopetón—. Nunca se ha podido demostrar. No hay pruebas de nada, pero los rumores están ahí y más de una chica ha desaparecido por ese barrio —me relató—. Es solo una hipótesis.
—Una hipótesis que tiene más sentido del que me gustaría —dije, sin pensar.
Mi hermana podía haber acabado siendo la muñeca de uno de esos tipos. Podían haberla vendido a otro país. Podían haberle hecho cualquier monstruosidad a lo largo de esas semanas.
La compra-venta de chicas jóvenes era real en todo el mundo y Asia no se libraba. Es más, en muchas zonas pobres esas desapariciones eran frecuentes. Y, como era de esperar, la policía se lavaba las manos mirando a otro lado.
Las bandas criminales no eran el objetivo de la policía porque podía llegar a ser un negocio muy fructífero. Muchos empresarios hacían negocios con esas organizaciones. Se movía mucho dinero en los suburbios y las autoridades eran conscientes de ello. Por eso comprendí la incompetencia de la policía; puesto que a los altos mandos no les convenía intervenir.
El dinero y el poder es más importante siempre. Importa mucho más que la vida de una persona como mi hermana o el destino fatal de una familia que trató con quien menos debía.
Todo era un desastre y comencé darme cuenta aquella noche.
—Aquí está el té —interrumpió Hyungseo, cargando una bandeja de cristal con las tazas humeantes.
Mi mirada se encontró con la de mi amiga y ella entendió que las cosas se estaban complicando. Si lo que el señor Lee había deducido era verdad, no habría nadie que nos echara una mano para rescatar a Jiah. Estábamos solos. Completamente solos.
Hyungseo se sentó a mi lado después de dejar en la mesita la bebida caliente y se apresuró a agarrar mi mano. La apretó con fuerza, devolviéndome a la cruda realidad.
—Sigue siendo una deducción prácticamente infundada. No tenemos pruebas que la relacionen con este asunto, así que no tienes que ponerte en lo peor ahora, Jiyeon —me aconsejó él, viendo la palidez que había adquirido mi cara—. Todavía tengo algunos amigos en la policía que podrían pasarme información sobre la organización. De momento ...
—¿Cómo se llama ese sitio? —dije, sorprendiéndoles a ambos—. La casa de apuestas que nombraste.
—"Kazino" —dijo.
—¿Y dónde está?
—No puedes ir allí. Lo sabes, ¿no? —me preguntó el señor Lee, preocupado por la determinación de mis palabras—. Sería como si entraras en una pecera llena de pirañas, Jiyeon.
Yo esbocé una forzada sonrisa y negué.
—Solo quiero investigar sobre ese local. Puede que Internet haya algo que nos sea útil —mentí.
Ese no era mi plan.
Si quería traer a Jiah de vuelta, tendría que poner en riesgo mi propia vida. Entendí aquello tan pronto como el señor Lee se marchó de casa. Me dejó toda la información para que pudiera leer aquellos informes con detenimiento y también procuró apuntar la dirección de ese sitio al que no debía acercarme.
Hyungseo y yo estuvimos varias horas repasando las hojas. Revisamos todos los datos que el señor Lee nos había conseguido y evaluamos la situación. No llegamos a ninguna conclusión, pero mi amiga me obligó a prometer que no haría ninguna tontería. Según ella, la policía podía encontrar algo crucial para la investigación y todo podría mejorar de repente, pero solo estaba siendo muy optimista. Dentro de mí ya no había espacio para una esperanza ciega como esa.
Perdí a mis padres y no pude hacer nada; no perdería a mi hermana pequeña también. Y, si todo acababa mal, al menos no me lamentaría por no haberlo intentado.
Esa noche, ya metida en la cama y resguardada bajo las mantas, guardé la ubicación de aquel lugar en mi móvil y puse la alarma de siempre.
¿De verdad iba a ir allí? ¿Qué se suponía que buscaba? No tenía ni la más remota idea, pero era el único clavo al que podía agarrarme. Tenía que dar con ese tal Sangwook. Así, tal vez, estaría más cerca de Jiah.
♣️♥️♣️
Solo quiero avisar de que en unas horas tendréis el siguiente capítulo de la historia porque este me parece un poco "denso" y no estaba segura de subirlo sin algo más de acción uwu
Os quiere, GotMe 💜
25/08/2020
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