Día 3; Todo ha ido bien
¿Dónde estoy? No entiendo nada, y sigo sin entenderlo tras echar varios vistazos a la habitación.
¿Hay alguien? No, y tampoco sé si quiero que haya alguien. ¿Es posible que me hayan secuestrado? ¡La ventana, eso es! ¡Puedo ver dónde estoy si miro a través de la ventana!
Y eso hago, aunque justo cuando me acerco, una enorme luz roja alumbra todo el cuarto. Y sí, sale de esa misma ventana por la que yo estaba mirando. No me jodas que sigo soñando, porque tras la ventana no hay nada. Absolutamente nada.
Mierda, mi pulso. Ha salido disparado, mi respiración se ha vuelto entrecortada y veloz, los temblores se apoderan de mí y una sensación de miedo e impotencia van escalando de poco a mucho.
Quiero gritar, pero siento que mis cuerdas vocales han decidido dejar de funcionar por hoy. Qué oportuno.
Quiero correr, y puedo, porque la puerta no parece estar cerrada. Pero mis piernas no responden. ¿Es por el miedo que tengo? De todas formas, ¿qué podría haber detrás de la puerta?
Sí, quizás no haya nada, y quizás pueda salir de aquí. Pero quizás también se encuentre mi secuestrador detrás de la puerta. Espera, si me han secuestrado, ¿me habrán hecho algo? Dios, espero que no.
Cada vez tiemblo más, y sobre todo con cada pensamiento, e incluso algunas solitarias lágrimas empiezan a acariciarme la mejilla.
Estoy sentada en la cama, hecha una bola, como la otra vez, llorando a pleno pulmón.
Esta es una sensación rara, algo que no cualquier persona que haya sufrido un ataque de pánico de los grandes pueda describir de buena manera, así que haré mi mayor esfuerzo.
Y es una especie de picor, incesante, que me llega a los brazos y me hace apretar los puños contra el colchón. También me llega a las piernas, y solo hace que quiera arrancármelas. Bueno, además me imposibilita andar o alargar el brazo para coger algo.
Pero no es un picor como el que te da cuando alguien te acaricia, tampoco cuando te hacen cosquillas. Es un picor doloroso. Uno que me hace desear la muerte antes que seguir un solo puto minuto más en esa habitación.
Y entonces, un grito ahogado sale de mí, al no solo notar un gran mareo, sino también un dolor de cabeza increíble. ¿Sabes esa sensación cuando un mosquito pasa cerca de tu oído y se escucha el zumbido? Bueno, pues imagina que en vez de uno, son mil, e imagina que en lugar de pasar cerca de tu oído, deciden entrar todos a la vez y sin hacer ninguna clase de fila dentro de tu cabeza. Y no solo eso, sino que empiezan a picarte en todas partes, por dentro de la oreja, claro está.
Pues ese era el dolor repentino que empecé a sufrir en ese momento, que acompañado del picor en mis articulaciones, pues ya te imaginas que muy bien no lo estaba pasando.
Y mira que estoy familiarizada con estos ataques, pero no tan grandes...
El caso es que termino por llevarme, como puedo, las manos a la cabeza, como si eso fuera a eliminar el dolor. Es más un acto reflejo que algo que yo quisiera hacer.
Vale, relájate, Kay, tienes que calmarte. Trata de pensar cuál va a ser tu próximo movimiento. Te han secuestrado, así que no es momento de tus ataques de pánico.
Eso, o sigo soñando, que es aún más probable. Pero ya sabes cómo es la mente humana, y más la mía; sigo poniéndome en la peor de las situaciones posibles.
Tampoco lo veía tan descabellado. Una chica quinceañera que se ha desmayado en mitad de la calle en un lugar no muy recurrente es la víctima perfecta para un pederasta. O algo peor. ¿Y si quieren torturarme?
Antes de seguir pensando en todo eso, sigo tratando de calmarme, empezando por la respiración y tratando de impulsar todos mis nervios hacia los puños, como si estuviera tratando de romper la cama.
Lo segundo me ayuda a calmar un poco el picor, que aunque no haya desaparecido del todo, al menos puedo moverme un poco. Aunque sea.
Y lo primero, pues me ayuda a tranquilizarme. No mucho, pero lo suficiente.
Así que entre lágrimas, me levanto (no sin antes tropezarme por culpa de los picores y casi caerme allí mismo) y me dirijo hacia el escritorio.
No sé qué es lo que busco, pero sea lo que sea, estoy segura que cualquier cosa puede ayudarme a salir de esta situación. O por lo menos, ayudarme a saber dónde me encuentro.
Y es entonces cuando me encuentro un dibujo.
- Soy yo, Naomi. -
- Kay, ¿me recuerdas? ¿Todavía me quieres? ¿Seguimos siendo amigas? -
Vale, ahora estoy bastante segura de que esto es un sueño. O como mínimo, otra de mis alucinaciones.
Pero no puedo evitar seguir temblando, así soy yo. Bueno, así es todo el mundo. No me juzgues, me gustaría verte a ti en una situación en la que tus propias alucinaciones te están atacando durante tantos años seguidos, ya no solo en sueños, sino también en persona.
¿Crees que a mí me gusta esto? Porque no, no es así. Lo odio. Lo odio con toda mi alma. Me odio a mí misma. Me odio, me odio muchísimo.
Según esos pensamientos intrusivos aparecen en mi cabeza, una especie de humo negro se adentra en el cuarto, a la vez que varias voces no paran de gritarme, susurrarme y en general, hablarme sin parar.
Y bueno, no solo voces, gritos y susurros. También golpes, pasos, respiraciones.
—¡Dejadme en paz! —grito con la esperanza de que, sea lo que sea lo que me está haciendo pasar por esto, pare de hacerlo. —¿Qué he hecho ahora? ¡¿Por qué me haces esto?!
A lo mejor es mi culpa. Sí, ¡tiene que ser eso! Porque siempre es por mi culpa. Todo. Incluso lo que no me involucra directamente.
Eso es, he nacido para eso. Para ser una carga para los demás. Para que todos me odien. Para ser el desahogo personal de todo el mundo.
Ese es mi propósito en la vida, y estaría mejor muerta. Sí, eso es así.
Entonces, según los temblores volvían, una voz; la voz de Naomi, me susurra a mis espaldas la siguiente frase.
—Porque me has olvidado. Y las amigas no se olvidan de sus amigas.
Justo entonces, la puerta se abre de golpe, aunque a la vez, desaparecen tanto el humo negro, como la luz roja de la ventana, como todo.
Incluyendo mi ataque de pánico. ¿Cómo he podido dejarlo como si nada...? Espera, ¿también formaba parte de mis alucinaciones? Pero se sentía tan real...
Espera, ¿acaso él es...?
Me fijo mejor en el chico que tengo delante, y efectivamente; es Shai, uno de mis amigos de la infancia. Creo que ya lo mencioné una vez. Es un poco tímido, pero cuando coge confianza...
Bueno, al menos así era antes, aunque me cuesta creer que siga siéndolo ahora cuando, de repente, me envuelve en un abrazo enorme que me pilla por sorpresa.
Puedo notar algunas lágrimas en su rostro, pero antes de que pueda llegar a preguntar, le da un toque a otra persona.
—¡Reese, Alvis, ya ha despertado! -aún puedo notar alguna lágrima brotando de su mejilla, así que decido envolverlo en mis brazos también.
Creo que haber hecho eso me sorprende más que el que él me haya abrazado en primer lugar.
¿Sabes? Echo de menos cuando éramos cuatro contra el mundo. Yo, Naomi, Shai y Reese. Éramos mejores amigos, siempre salíamos a jugar juntos. Era increíble.
En cuanto ambos llegan al cuarto, me envuelven rápidamente en sus brazos también. Noto una gran diferencia en Reese y Shai de cómo eran antes.
Reese ha pasado de tener esa apariencia de chica dulce que jamás le haría daño ni a una mosca, a tener el pelo de colores, más en concreto de azul y rosa, y algún que otro tatuaje. No me sorprende lo último; es la más mayor de todos.
Shai... bueno, él tampoco ha cambiado tanto. Sigue teniendo ese aspecto descuidado que siempre ha tenido. Despeinado, ojeras, la camisa al revés... Dios, qué buenos recuerdos.
Aunque supongo que ya no podré volver a ser como antes. Supongo que ya no me quieren.
Bien, deciros punto por punto cómo fue la conversación siguiente sería demasiado monótono y aburrido. Creo que os lo imagináis. '¡Oh, Dios! ¿Estás bien, Kay?' '¡Cuánto tiempo! Han cambiado un montón de cosas, ¡ahora el supermercado es una bolera!' Cosas así.
Lo único que quiero remarcar son un par de cosas. Lo primero; que Shai me encontró desmayada en el... qué raro, no logro recordar qué sitio era. Me viene a la cabeza la palabra 'cementerio', pero allí no había tumbas, ¿no?
Bueno, el caso es que me encontró allí y me llevó a su casa para que descansara un poco, aunque antes avisó a Alvis y a su hermana, Reese.
Claro, me imagino lo mucho que tuvo que impactarle el ver a su amiga de la infancia, esa misma que lleva varios años sin salir de su cuarto, desmayada en mitad de la calle. Pobrecito. Tiene que haberlo pasado fatal pensando en qué clase de barbaridades me habrían hecho para que me encontrara en esa situación.
¿Ves lo que te decía antes? Todo es siempre por mi culpa. Por eso me odio, y por eso pienso que no merezco vivir.
Aunque sé que hay otra razón, pero... ¿cuál?
Por cierto, cuando les pregunté acerca de Naomi, Shai y Reese me miraron con una cara de preocupación, pero rápidamente cambiaron de tema cuando Alvis les mencionó algo relacionado con olvidar las cosas por un trauma. La verdad es que no le presté mucha atención a lo que dijo, ¿debería haberlo hecho?
Y una última cosa; le volví a echar un vistazo al dibujo antes de salir del cuarto. Supongo que cambió bastante.
- Kay me ha regalado este dibujo de un ángel por Navidad, ¡es increíble! Quizás algún día pueda decirle lo que siento por ella, pero hasta entonces, guardaré este dibujo por toda la eternidad. ¡Por cierto, le ha encantado el cuadernillo de dibujos personalizado que yo le regalé! Vale que fuera idea de Naomi, ¡pero yo pensé en el diseño! -
- Firmado: Shai. -
—¿Por qué hay un árbol de navidad? —pregunto al observar el salón. Shai me explicó que, resulta que dentro de poco era nochebuena, y Reese se burló de mí diciendo que 'el tiempo y las festividades pasan esté en mi cuarto o no'.
Y molaba bastante. No tenía muchas luces, tampoco mucha decoración. Estaba muy vacío. Me gustaba.
—Oye, Kai —me llama Alvis la atención. —Ahora que estás empezando a salir de casa... bueno, no te quiero presionar, así que si no quieres me avisas, ¿vale?
—Dispara —le respondo. Odio que la gente se enrolle tanto hablando.
—Había pensado que mañana podríamos ir a visitar a tu madre al hospital. Llevas sin verla muchos años, seguro que eso la ayuda a recordarte. Aunque sea un poco.
No es un plan que me apetezca mucho, pero si me ayuda a salir de la burbuja en la que he estado metida tanto tiempo... bueno, adelante con todo.
Estuvimos un rato hablando, y al final, después de ponernos al día, llegamos a la conclusión de que Shai y Reese nos acompañarían. Ellos se llevaban muy bien con mi madre.
Volví a preguntar por Naomi. No obtuve respuesta. ¿Me estaban ocultando algo?
—Tranquila, siempre estoy contigo -me susurra Naomi. Ellos no la escuchan. Solo yo. —estoy deseando volver a ver a tu madre. ¿Cómo habrá cambiado?
Me quedo en silencio.
Hoy ha sido un día completamente... extraño. Resulta que estuve desmayada toda la noche, y me desperté por la mañana. Pero para mí, sigue habiendo pasado un día, así que...
Hoy superé muchos miedos. Entre ellos, el miedo a lo desconocido.
Bueno, puede que no lo haya superado, pero por lo menos, no volveré a soñar con eso.
Me pregunto qué será lo siguiente. Tocará averiguarlo, ¿no es así?
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