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D O S

—¿Seguro que te encuentras bien, Blasty? —pregunta Eijirō dándole una palmada en la espalda. Ambos caminan al aula de clases. Shōto en un inicio se había ofrecido a ir con él, pero Katsuki declinó la oferta por no sentirse listo de que lo vean en público con su novio, después de todo, nadie sabe que existe esa relación—. Podríamos ir con Recovery Girl después de clases.

Katsuki rueda los ojos, metiendo las manos en los bolsillos del pantalón escolar. Por algo no le había contado a Shōto sobre su malestar estomacal, él sería peor de insistente que Eijirō. De sólo imaginarlo, le producía más agruras en el estómago.

Un Shōto preocupado mandándolo al médico para luego verlo exigiendo que tome sus correspondientes medicamentos es traumante.

Aun así...

—Si te sientes más seguro luego iré, pelo pincho —contesta a lo que Eijirō le abraza con fuerza. Ugh, siente sus músculos molidos. Sin duda, Shōto se había excedido el día de ayer, seguramente tiene marcas de lo fuerte que lo sostuvo para evitar que cayera a la cama.

—¡Bien, Blasty! Después de clases iremos con Recovery para que no estés solo. —Sonríe animado Eijirō—. Bueno, sí que habrá otra persona pero lo aplastarías con un dedo.

—Si hablamos del jodido de Deku, joder, sí. —Esboza una sonrisa Katsuki, dirigiéndole una mirada cómplice a Eijirō.

—Tan masculino como siempre. —Se limpia una lagrimilla falsa con gesto dramático. Katsuki vuelve a girar los ojos.

Llegan al salón de clases. Shōto, como buen novio obediente que es, ya está sentado en su correspondiente lugar, callado como siempre, escuchando el parloteo de sus compañeros. El problema era la persona que le estaba hablando.

Momo Yaoyorozu se había convertido en un problema para él. Sus celos ocasionales nada racionales estaban como una pequeña bomba a punto de explotar cada que los veía juntos. No sabía si aquella niña gustara de su novio, pero su "sexto sentido para nada femenino y sí que sí muy masculino pero para nada gay" lo dictaba.

¡Es lógico! Shōto parece sacado de una extraña película de Disney donde al príncipe le queman la mitad de la cara, pero no se pone feo, al contrario, se pone mejor que el pan recién salido del horno. Sus ojos de diferente color lo enloquecían cada que lo miraba directo, esa maldita voz caliente que se carga y su jodida frialdad de personalidad. Y ni hablar de él en el sexo.

Shōto es una bestia, de aquellas que te destruyen en el campo de batalla por semejante fuerza y masculinidad, por un buenísimo aguante y, sobre todo, una increíble manera de sacarlo de quicio, en ambos sentidos.

Shōto es una joyita bicolor de novio.

Por eso Momo le parece un problema. No podía imaginarse que aquella tetuda le quitara el novio. Sí, la tipa era lista, tímida, de buenas tetas y cuerpo de diosa. Si aquella le ganaba a conocer a sus suegros, sin duda el padre idiota bastardo de Shōto lo comprometería solo para tener una muy buena descendencia.

Después de todo, él fue el que le trajo los traumas. Aparte de su madre y su agua hirviendo, claro está.

—¿Blasty? —La mano delante de él le indica que ha estado como un idiota viendo a su novio y a la "zorra" durante un largo tiempo. En el fondo no lo entiende, antes no le parecía tan problemático si Momo gustara de su novio, pero de un tiempo al presente empezaron aquellos celos extraños. Y ni hablar de la maldita acidez estomacal.

—Estoy bien. —Va a su asiento. Siente la mirada del heterocromático encima de él.

—¡Kacchan, buenos días! —saluda Izuku detrás de él con una felicidad que no le quitaría ni el mismísimo Satanás atentando con violar a All Might sin brazos en un estado vegetativo mientras cucarachas le entran por la boca y un sinfín de alimañas rastreras.

No, eso hasta a él le traería traumas.

—Muérete —saluda con cortesía Katsuki con una actitud tan semejante como su querido compañero. Nótese el sarcasmo.

—¡Bakubro! —escucha a su espalda. El idiota de Denki está saludándole junto con Mina y Hanta. Los dos últimos van muy tomados de la mano, lógico. Ambos llevan una relación de pocos meses y dicen amarse con locura.

Katsuki ha apostado que terminarían para antes de que termine el dos mil diecinueve. Pero que nadie sepa ese secreto.

Shōto apostó lo mismo pero a mitad del año. Triste, pero cierto.

—Pikachu, Alien, Cinta Adhesiva —saluda con una actitud de lo más alegre el joven Katsuki, con una radiante sonrisa de lo más contagiosa. Más sarcasmo.

—Buenos días clase. —El profesor ha entrado con su habitual rostro de muerto fresco, de lo más desganado, algo muy normal en él.

La clase ha iniciado, Katsuki se ocupa de anotar las cosas necesarias sin tener que explotar cada dos por tres, cuando escucha susurrar frases idiotas continuas al idiota de Izuku, por ejemplo. Realmente lo saca de quicio, es algo normal que le sucede, pero no taaaaaanto como ahora. En un inicio podía soportarlo, ahora le parece que el menor descuido de su compañero de atrás es un motivo para meterle un puñetazo en la nariz.

Supone que es por lo mismo de la acidez estomacal. La muy jodida no se le ha quitado en todo el transcurso de la mañana. Cuando despertó supuso que era por el hambre y después de haber cumplido con aquello, pareció que todo se complicaría más.

Ahora, en el salón de clases prestando atención, cuidando de que cierta tetuda de su salón no se le insinuara a su novio (muy poco probable porque la niña era muy decente en público y no sabía si ella gustara de él realmente), tratando de no ir a estrangular a su pequeño grupo de amistad el cual estaba esperando a que terminara la clase (para que luego él mismo les enseñe tal y como hizo con las clases particulares con Eijirō alguna vez) y de no masacrar a su compañero, ex víctima de bullying y amigo desde la infancia con sus propias manos.

Todo iba de puta madre.

Sí, de pu...

—Profesor —Arcada, qué asco—. Debo de ir al baño. —Otra, estaba casi seguro que si no se apuraba a llegar, vomitaría delante de todos. Los jugos gástricos los sentía en la garganta.

—¿Se encuentra...? —Niega el profesor Aizawa—. Vaya, después me responde. —Vuelve a girarse al pizarrón a seguir explicando.

Katsuki huye de ahí. A paso rápido, logra llegar al retrete que tanto deseó desde el momento en que sintió que devolvería todo. Ahí va su desayuno. El malestar persiste. Supuso que aquel vómito se debía al dolor estomacal. Dejó que el agua del retrete se llevara toda evidencia de aquel tan sucio y asqueroso acto. La boca le sabe terrible y siente que algo está cercano a su garganta. Todavía más asco. Estuvo enjuagándose la boca y cuando estuvo más calmado, se entretuvo mirándose al espejo.

Sí, definitivamente iría a ver a Recovery Girl.

Sin permiso del profesor (¿acaso lo necesitaba en una situación así?), salió disparado como tren bala al único destino que verdaderamente le importaba. Una vez cerca, agradeció a todos los dioses que hubo, hay y por haber que el idiota de Izuku no se hubiera roto algún hueso en el transcurso en que devolvió todo.

Toca la puerta. Alguien le dice que pase y hace lo ordenado por puro acto mecánico. Aquel no es Recovery Girl.

—¡Buenos días! Soy el doctor Yoshimura. En estos momentos no se encuentra Recovery Girl si eso es lo que te preocupa, tiene una junta con el director muy importante —declara el tipo de bata blanca y estetoscopio en el cuello.

—Ah... Vale. —¿Qué más quería que dijera?

—Y bien, joven... —El doctor Yoshimura vuelve a sentarse con una cálida sonrisa adornándole el rostro. Otro idiota de sonrisas, un digno oponente para el estúpido de Izuku.

—Bakugō. —Él hace lo mismo en el asiento delante del escritorio.

—Bien, Bakugō, ¿por qué has venido? —pregunta de buena manera.

—Fíjese que se me antojaba saludar a Recovery Girl y pedirle dinero para una pizza. —Una broma de mal gusto. Carraspera—. Obviamente me siento mal.

—¡Vaya! Qué hombrecito tan valiente. —exclama irritado el joven hombre médico escondiendo su molestia con una sonrisa—. ¿Qué síntomas tienes?

—Tengo una terrible acidez estomacal, la muy hija de pe...

—Sin palabrotas, Bakugō. —Corta Yoshimura.

—Sí, bueno, la desgraciada me ataca cuando quiere. Hoy incluso vomité antes de venir. —Tuerce los labios recordando el terrible mal sabor.

—Interesante... —Saca una pequeña libretita anotando lo que él ha dicho.

—Sólo vengo a pedir algo de omeprazol, sé que funciona para la acidez estomacal, mi vieja lo toma. —Se encoge de hombros.

—¿Hablas de tu novia? —pregunta el doctor.

—¿Qué? No. Es mi madre. —Rueda los ojos.— ¿Y bien? ¿Me dará el omeprazol?

—Necesito saber más. —Detiene Yoshimura—. ¿Desde cuándo te sucede esto?

—Ah... Desde hace tres semanas o cuatro, pero eran simples agruras, podía soportarlas. Además, soy de comer mucho picante, por eso —responde Katsuki tratando de sonar lo menos grosero posible.

—¿Con qué frecuencia lo consumes? —Katsuki ni siquiera se lo piensa.

—A veces no lo siento y termino poniendo bastante en mis comidas.

—¡Pues eso es lo que pasa! Tienes gastritis —regaña el médico—. Comer mucho picante, no tratar tus agruras y por el estrés de la escuela, que seguramente te tiene así, deben ser los factores de tu gastritis.

—¿Gastritis? —Katsuki hace un arco con la ceja.

—Sí, te voy a recetar el omeprazol que tanto anhelas pero debes de dejar de comer tanto picante, es malo para tu estómago. Deberás seguir al pie de la letra la receta que te daré; primero: nada de picante hasta que te sientas mejor, aun así, deberás comer poco; segundo: tomarás una pastilla diaria, no te excedas, para ser un joven que ha recurrido hasta al vómito es que de plano tu malestar estomacal es algo más grave, aún así, puedes recuperarte; tercero: evita estresarte, sal más con tus amigos, con tu novia si es que tienes y trata de llevarte bien con tus compañeros, así también nos evitamos que te reviente el apéndice y; cuarto: descansa bien en las noches, nada de actividades físicas grotescas, el profesor debe de entender que ante todo está tu salud. —A medida que va hablando, anota en aquella libretita los datos. Katsuki mira con total atención.

—¿Algo más que deba saber o comprar? —El médico le extiende el papelito con un pequeño sello que él le acredita.

—Ah, sí. Si tu malestar sigue, tienes que venir conmigo, pero no te preocupes, con el omeprazol será más que suficiente. —Le extiende un pequeño botecito—. En menos de una semana estarás mejor.

—De acuerdo, si eso es todo... —Se levanta del asiento con el medicamento en la mano y la nota en el otro.

—¡Oh, vaya! Me tiene bastante contento haberte ayudado, regresa a clases, si te sientes mal, regresa y acuéstate. —El joven hombre le extiende la mano, Katsuki asiente con la cabeza y sale de ahí sin decir ni un adiós.

Total, ni lo visitaría otra vez.

Regresa a su aula con todo oculto. Aizawa no le ha preguntado el porqué de su retraso y poco le interesa.

El problema es Shōto que le mira desde su asiento exigiendo explicaciones.

***
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