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Un boleto equivocado

La escena frente a mis ojos era surrealista. Imaginad el escenario: mi madre en un vestido blanco sin mangas hasta las rodillas llorando mientras  Michael pronunciaba sus votos de matrimonio y todos los miraban como cuando veías la parte de la peli “ Yo antes de ti” donde William le regala las medias de abejita a Louisa.

Madre mía acabó de arruinar una de películas favoritas.

En fin volviendo al tema,  no podía creer lo que estaba pasando. Lentamente me fui acercando a la mesa principal y uno a uno los invitados se iban percatando de mi presencia y comenzaban a murmurar. Incluso el cura se calló de repente cuando levantó la mirada y me vió detrás de los novios.

Siguiendo la vista del padre mi madre y Michael se voltearon y ni que hubieran visto a un fantasma de sus vidas pasadas. Mamá casi pierde los dos ojos de tanto abrirlos para cerciorarse que yo era real y Michael no podía siquiera levantar la vista.

– Así que por esto no me invitaste a tu boda ¿verdad mami?, no querías que me diera cuenta que te estabas tirando a mi prometido – solté con un tono calmado,  ni yo misma me reconocía.

– ¿Kathy cielo como supiste que...

– ¿ Qué te ibas a casar? Para tu mala suerte me enteré querida. Y tú – está vez mi mirada fusilaba a Michael,  maldito imbécil desgraciado – por esto terminaste conmigo ¿verdad?,  pues vaya mierda, yo sientiéndome culpable toda esta semana mientras tú te estabas follando a mi madre.

– No es lo que piensas Katherine.

– No me vengas con esa querido que es muy vieja y no funciona.

– Kathy cariño deberíamos irnos, no perdamos más el tiempo aquí– Ive se me acercó por la espalda y tomó mis hombros pero bruscamente me liberé de su agarre.

– ¿ Tú sabías de esto ?– pregunté con lágrimas en los ojos.

– Claro que no cielo,  yo nunca te hubiera invitado aquí si llego a saber que no era una boda, sino más bien un circo – sus palabras contenían rabia y una severa reprimenda para mi madre que nos miraba silenciosa– Vámonos de aquí cariño,  no te mereces esto.

Salimos de la fiesta en silencio,  algunas lágrimas silenciosas rodaban por mis mejillas. Me sentía engañada,  defraudada y burlada y justo en ese momento recordé a la anciana y sus cartas del Tarot. No se si habrá sido una clase de magia o algo similar pero aquella mujer tenía razón,  mi ex prometido me engañaba como a una niña pequeña, y no con una desconocida o una amiga,  sino con mi madre. La persona que debería ser preciada para mí,  tenía que velar por mi felicidad y que se supone siempre estaría ahí en las buenas y en las malas me acabada de clavar una daga por la espalda.

Subimos al coche de Ive y en silencio emprendimos camino hacia mi departamento. ¿ Qué hice tan malo en la vida para merecer esto señor?

Estaba en modo deprimida,  mi motivo para vivir en ese instante era mi cama y estar debajo de las mantas por el resto de mi existencia.

Una vez en el departamento hice justo eso. Abrí la puerta del dormitorio y sumergí mi cuerpo en un mundo de suavidad y plumas,  ahí podría llorar con tranquilidad luego de aguantarme por una semana. Yo no estaba en una pelea justa con la vida,  ella me estaba dando una paliza.

Ive entró al cuarto detrás de mí y se metió conmigo debajo de las colchas mientras lloraba para apretujarme como lo haría una madre cuando su hija lo pasa mal. Pero claro,  la mía nunca haría eso.

– No pasa nada cariño,  todo va a estar bien,  te lo prometo.

– ¿ Cómo va a estar bien Ive?,  acabo de pasar la mayor humillación de mi vida. Mi madre se ha casado con mi ex y para rematar yo voy y me presento en la ceremonia.¿ Se puede ser más gilipollas?

– No creo la verdad.

Aunque me sentía mal con toda la situación abrumándome aquello me hizo reír,  mi hermana era la medicina que necesitaba,  siempre hemos estado ahí la una para la otra.

– Papá me dijo que te ofreció el puesto de encargada en Los Ángeles – dijo ella mientras acariciaba mis cabellos marrones– ¿ Vas a aceptar ?

– No lo se,  le dije que no me apetecía dejar California por tanto tiempo.

– ¿No crees que deberías hacerlo? Sería un buen cambio de aires para ti,  una buena oportunidad.

– Una oportunidad que terminaré arruinando como hago con cada cosa.

– No seas tonta,  te irá genial ya verás,  pero creo que antes deberías hablar con mamá y Michael,  cerrar el ciclo,  ¿entiendes?

– Tal vez algún día lo haga pero no por ahora – admití – Y tienes razón,  Los Ángeles es una gran oportunidad para mí,  un nuevo inicio y nuevas metas.

Trataba de sonar convincente,  no para mi hermana,  si no para mí misma. Convencerme de que no estaba huyendo,  solo me estaba dando un chance para tener una vida distinta.

– Mañana hablaré con él para informarme de todos los asuntos pendientes y no llevarme ninguna sorpresa al llegar.

Ive asintió y me abrazó más fuerte aún,  casi me deja sin aire la condenada.

– Tengo que irme ya Kathy.

– ¿Vas a hablar con ella?– pregunté soltandola para que se levantará de la cama.

– Por supuesto que sí,  esto no se va a quedar así hermanita,  te lo prometo.

Me dió un beso en la mejilla antes de salir de la habitación y cuando escuché cerrarse la puerta delantera se me cayó el mundo encima. Ahora de verdad estaba sola,  ya no había nadie ahí para consolarme,  me tocaba afrontar las consecuencias y sabeis que os digo, la mejor opción es tomar unas pastillas y dormir porque yo pasé el infierno en ese cuarto sola.

¿ De verdad fue culpa mía ?¿ En serio era responsable de que me hubiera dejado por mi madre?

Las preguntas llegaban una a una a mi mente y la respuesta siempre era la misma: No.

Tal vez si cometí muchos errores con él,  eso no puedo negarlo pero estoy segura que no me merecía ser engañada. Si ya no me amaba no tenía razones para serme infiel,  con dejarme era más que suficiente.

Y así,  pasando de la culpa al odio,  del odio al resentimiento y nuevamente a la culpa me levanté de la cama e hice lo primero que se me vino a la mente. Ya estaba harta de llorar a esa hora de la madrugada así que tomé el teléfono y marqué el único número que sabía me sacaría de ahí en unas horas.

– Acepto sustituirte en Los Ángeles – dije apenas sentí que descolgaron la llamada.

– ¿Kathy cariño sabes la hora qué es? – al otro lado de la línea papá sonaba cansado pero sabía que no había estado durmiendo.

– ¿ Te has vuelto ha desvelar?¿ No crees que ya estas un poco viejo para eso?

– A mí no me digas viejo jovencita – respondió fingiendo enojo,  sabía que odiaba cuando lo llamaban así – Ive me contó lo que pasó,  ¿ estas bien tesoro?

Y ahí estaba nuevamente el tema,  no me iba a librar de él en mucho tiempo.

– Si sabes lo que ocurrió sabrás también que me urge salir de aquí lo antes posible, ¿ puedes conseguirme un vuelo para hoy mismo?

– Ni siquiera tienes que preguntar pequeña. Arregla las maletas, en unas horas estarás en un avión rumbo a Los Ángeles.

Colgó el teléfono y sabía que cumpliría su palabra. No hay nada que un Ross no pudiera conseguir cuando se lo proponía.

A las 6 de la mañana terminé de empacar todas mis cosas y puse las maletas en la sala. Siendo sincera no echaría de menos ese piso, Michael tenía razón,  tampoco es que haya pasado demasiado tiempo en él. Mientras empacaba había llegado un mensaje de papá diciendo que ya tenía un asiento en el avión y que el vuelo salía a la 1 de la tarde. También llegó un correo de la aerolínea ya que debido al cambio repentino me habían dado un boleto electrónico que solo tenía que corroborar en el aeropuerto y listo.

Aún faltaban siete horas así que podía dormir y descansar el tiempo que me quedaba. Puse la alarma en el móvil y me tiré en la cama con la cabeza metida en la almohada y así me quedé dormida.

Cuando sonó el teléfono me levanté a apagar aquella alarma infernal y más infernal se puso mi cara al ver que había puesto mal la hora a la que tenía que sonar. No sonó a las 11AM si no a las 12 del mediodía.

–¡ Joder!.

Estoy segura que mis gritos los escucharon los vecinos de cinco pisos más abajo pero que importa,  yo tenía que salir urgente hacia el aeropuerto o perdería ese avión.

Gracias a los mil santos había dejado preparada la ropa que usaría y las maletas estaban listas. Tomé el móvil y llamé urgente a la agencia de taxis,  incluso ofrecí una propina mayor si el bendito chofer llegaba en los próximos quince minutos. Colgué la llamada y me metí a la ducha urgentemente. Un baño rápido,  colocarme una sudadera de mini y mickey,  unos jean apretados y unas botas fue todo lo que pude hacer antes de que llegara el taxi.

Tomé el móvil y los audífonos con una mano,  con la otra llamé al ascensor y mientras el bendito aparato llegaba recogí las maletas y cerré la puerta del departamento con llave.

Al llegar abajo el chofer me ayudó a meter todo en el maletero y con mis gritos de histérica arrancó el auto y aceleró. Seguro los cielos estaban de mi lado porque gracias a dios no encontramos ninguna patrulla en el camino,  si no el pobre hombre se hubiera llevado una multa que te cagas.

Corrí lo más rápido que pude con las maletas a ambos lados hacia la recepción y enseñé el correo en el móvil con el boleto electrónico.

– Puerta de embarque tres señorita– me dijo la encargada luego de revisar que todo estuviera en orden– Apresúrese,  el vuelo está a nada de salir.

Agradecí rápidamente su ayuda y me dirigí a la puerta de embarque,  mostré el boleto y afortunadamente me dejaron entrar. Pude respirar con tranquilidad cuando al fin estuve sentada en el avión. El vuelo estaba a punto de salir y cuando la azafata comenzó a hablar por el micro coloqué los audífonos en mis oídos y puse una lista de reproducción. La canción que sonó fue Night Changes de One Direction y para mí esa fue la señal que necesitaba para relajarme y disfrutar el viaje que me traería nuevos cambios.

Cinco horas después el avión estaba aterrizando en la pista y los pasajeros comenzaban a bajar. Salí a una zona donde podía ver la pista de aterrizaje y casi rompo un cristal cuando noté algo que no debería estar ahí. Como una loca que se acaba de escapar del psiquiátrico corrí a la recepción,  yo no podía ser tan tonta,  aún no llegaba a ese extremo.

– Señorita ¿qué cuidad es esta? – pregunté un poco alterada.

– Usted está en New York señorita, ¿ tiene algún problema?

Ni siquiera le respondí,  aún hiperventilando me dirigí al mismo cristal desde donde se podía ver a la distancia la estatua de la libertad.

¿ Qué rayos estoy haciendo en New York?

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