III. Tercer Capítulo
En lo alto de Las Cumbres, donde el viento susurra secretos olvidados,
Los cuervos vigilan con ojos de sombra, guardianes de los secretos que el tiempo ha enterrado
¿Cuál era el real significado de todo aquello?
Al final, después de recibir aquel mensaje Katherine tampoco pudo conciliar el sueño. A pesar de la serenidad que le provoco saber que no desaparecería misteriosamente después de encontrar aquella palabra tallada en el marco (aun) aquel extraño poema no dejaba de dar vueltas por su cabeza.
Si todo se trataba de una broma no tenía ninguna gracia, pero de nuevo caía en el quien se tomaría tantas molestias para hacerle una broma de ese tipo, quien era tan retorcido así.
Tenía que haber alguna relación entre CROATOAN y aquel poema pero ¿Cuál?
En un cuaderno y con sus audífonos conectados escribió la palabra que comenzó quitándole el sueño, Croatoan, luego escribió el poema para analizarlo fragmento a fragmento.
En lo alto de las cumbres, donde el viento susurra secretos olvidados...
"Las cumbres, Katherine, altas y solitarias, un lugar remoto, donde el viento susurra secretos olvidados lo que tendría lógica al ser un lugar remoto, los secretos se perderían en la cima, pero ahora ¿Cuál es esa cima?"
Los cuervos vigilan con ojos de sombra...
"Ojos de sombra, vigilan, hay un control, es como si quisieran evocar una presencia constante y misteriosa, tiene mucho sentido si piensas en lo rápido que aparecieron cuando encontré la palabra CROATOAN, siempre están atentos a lo que pasan, siento como si con cada paso que dé me vigilaran"
Nocturne op.9 No.2 de Chopin comenzó a sonar en sus audífonos, normalmente era de sus favoritas pero en ese instante por alguna razón lo interpretó como un mal presagio, era la favorita de su madre, los recuerdos que tenia de ella iban siempre acompañados de esa pieza y no le pareció bien que apareciera justo en ese momento casi que daba miedo. Miró a sus compañeras, dormían, devolvió la vista a la libreta, inspiró y anotó la última frase.
Guardianes de los secretos que el tiempo ha enterrado...
"¿Los cuervos son esos guardianes? Ellos vigilan con sus ojos de sombra esos secretos, como algo sagrado, un lugar sagrado e inaccesible... en lo alto de las cumbres"
Las cumbres, ahí está la clave. En lo alto de las cumbres los secretos vuelan, el viento los susurra y el tiempo ¿los revela?
"Concéntrate, Katherine. Los cuervos guardan secretos en lo alto de las cumbres. Los cuervos"
"Los cuervos guardan secretos, los cuervos guardan secretos"
"Los cuervos guardan secretos y almas perdidas, en lo alto de las cumbres donde el olvido anida"
Katherine tocó su cuello recordando aquella frase que su madre siempre decía y que parecía estar estrechamente relacionada con aquel fragmento extraño. Los cuervos y las cumbres, parecía todo una pieza del mismo rompecabezas. Un cuervo, eso era, el dije era un cuervo, uno bastante grande y poco delicado para una cadena tan fina. Katherine se quitó la cadena asegurándose de que fuera un cuervo, ¿tendría algo que ver o estaría definitivamente perdiendo la cabeza?
Su cabeza dolía, dejó de lado el cuaderno y la cadena para recostar la cabeza de la almohada y frotarse las sienes, graznidos de cuervos resonaban en su cabeza en lugar de la primavera, uno tras otro, como una bandada inmensa de cuervos que clavaban sus negros ojos en ella y cada vez veían más, volaban a las cumbres de una montaña, ida y vuelta aleteando sus negras alas, con inquietantes graznidos que parecían decirle algo, algo que por más que quería no lograba entender.
Su mente repitió aquella inquietante imagen hasta que el despertador sonó, no había podido dormir más de dos minutos seguidos y la cabeza aun le martilleaba, por inercia se duchó y puso el uniforme del colegio para bajar a desayunar, aquella mañana los cuervos la perseguían, cualquier cosa de forma extraña que encontraba se le parecía a un cuervo que tras mirar más de dos veces veía que era producto de su imaginación.
Andrea era la única en el comedor cuando llegó. Katherine dejó caer la frente contra la fría madera de la mesa y resopló, sintiendo la mirada de Andrea sobre ella.
¿Qué te pasa? -cuestionó Andrea viéndola con el ceño fruncido.
Katherine miró a los lados y finalmente explotó.
He estado recibiendo mensajes que no me dejan dormir desde que comenzamos el curso, hablan de la desaparición de mi madre y me dan digamos que pistas para encontrarla o no sé qué buscan los que están detrás de esto.
¿Qué tipo de mensajes?
El primero no decía nada en concreto, pero el segundo me puso a investigar de Croatoan.
Por eso me preguntaste por la muerte de Poe.
Si, estuve toda la noche dándole vueltas porque hay un montón de desapariciones misteriosas rondando esa palabra, así que fui a la biblioteca a ver si encontraba algo.
Por tu cara supongo que no encontraste nada.
Lo hice, encontré la maldita palabra tallada en le marco de la puerta de la sección prohibida.
¿Cómo dices que dijiste?
Y en cuanto la encontré me llegó un mensaje dándome la enhorabuena con un fragmento de un poema que he buscado y no encuentro en ningún sitio.
¿Un poema?
Katherine le iba a contar que decía pero decidió callarse y beber zumo al ver que Álvaro y Adriano llegaban a la mesa. Los chicos se sentaron ignorando la conversación que Katherine y Andrea mantenían hace algunos segundos, hablaban del partido de futbol que habían jugado en la noche. Una sola mirada de Katherine bastó para que Andrea entendiera que debía permanecer callada, pero también para que los chicos se dieran cuenta que algo iba mal con ellas. Adriano fue el primero en reaccionar.
¿Todo bien? Traéis unas caras...
Solo intentaba convencer a Kate de ir de compras el fin de semana -comentó Andrea con tranquilidad revolviendo su café.
Le dije que el fin de semana no podía que iba a salir con su hermano y se enfadó eso es todo -continuó Katherine pensando que eso la libraría pero al contrario atrajo la atención de la mesa a ellos.
¿Qué teníamos que hacer este fin de semana? -cuestionó Adriano- no recuerdo que hayamos quedado en nada.
Una de las desgracias de Katherine era ser excesivamente expresiva, para cualquiera que la conociera un poco iba a ser extremadamente fácil leerla y esta vez no fue la excepción.
No contigo -habló Álvaro-, con Nicola.
Adriano hizo silencio durante unos segundos y le lanzo una mirada a Katherine entre decepción y algo más que ella no lograba identificar, luego se levantó de la mesa y salió del comedor.
Pensaba que eras más inteligente. Ya veo que te subestime -fueron las palabras de Álvaro antes de agarrar su desayuno y cambiarse de mesa.
Katherine miró a Andrea intentando descifrar que pasaba por la mente de Adriano, eran muy unidos, ella debería saberlo. Pero fuera de una expresión vacía no encontró nada en el rostro de su amiga. Suspiró y fue ella quien se levantó de la mesa. Había días en los que era mejor no levantarse y aparentemente ese era uno de ellos. Katherine volvió a su habitación agarró el cuaderno donde había analizado los versos, los libros de su próxima clase y se fue directo al salón.
"Pitágoras" estaba escrito en grande el pizarrón cuando se adentró al lugar, se sentó en su lugar habitual y volvió a echarle una ojeada a los versos en lo que esperaba que empezara la clase, aunque eso no consiguió distraerla lo suficiente esta vez porque en cuanto sintió la presencia de Adriano levantó la vista. Adriano siguió de largo y en lugar de sentarse en su lugar habitual junto a ella se sentó dos mesas más atrás al lado de Amelia. A nadie le extraño que la chica rubia mandara lejos a su amiga, era conocido por todos la obsesión de la chica por el amigo de Katherine, aunque Adriano nunca le había hecho el menor caso, ¿por qué ahora?
Aunque los cuervos y Croatoan no estuvieran en su mente, Katherine tampoco logró concentrarse en clases ese día, no lograba comprender la actitud de Adriano y el porqué no se había despegado de Amelia en todo el día, ¿desde cuándo tenía algún interés en ella? Y sobretodo ¿por qué no le había dedicado más que miradas despectivas desde el desayuno? Katherine entendía que tenia que ver con Nicola pero Adriano y ella eran como hermanos, se conocían desde que a los 7 años Belén obligó a Juan a internar a sus hijos ahí y él le había pegado un chicle en el cabello, debería conocerla lo suficiente como para saber que no caería en las mentiras de Nicola.
Salvo que quizás si lo había hecho porque sentía cosas por Nicola, cosas que nunca le había dicho a nadie. De igual manera Adriano no tenía derecho de ponerse así y ella pensaba enfrentarlo y decírselo. Al menos ese era su plan hasta que, al irrumpir en la habitación de Adriano durante la hora libre que tuvieron gracias a que el profesor de literatura se puso malo encontró a Amelia medio desnuda a horcajadas sobre su amigo que le besaba el cuello.
Adriano la miró, murmuró su nombre y fue todo lo que pudo decir porque Katherine estrelló la puerta detrás de ella y salió del dormitorio. La ira que había acumulado durante todo el día gracias a que Adriano la había estado ignorando más el cansancio acumulado tras dos noches en vela finalmente le pasaron factura y explotó.
¡Estúpido! -gritó con una voz que no parecía la suya, cerrando la puerta de su dormitorio con un golpe seco que resonó, estremeciendo las paredes.
Andrea estaba tumbada sobre su cama, se incorporó al ver la reacción desmedida de Katherine. Su respiración era irregular y sus ojos desorbitados por la furia, se abalanzó sobre lo primero que apareció en su camino, la lámpara de mesa de Mariana, la levantó y la arrojó con fuerzas contra una pared, arrancando el cable en el proceso. El estallido de vidrio fue levemente acallado por la tormenta que se había desatado afuera, como si el mismo clima se hubiera acompasado con su rabia. Lo próximo en volar fue un libro y luego otro y un tercero, barrió su mesa de estudio con los brazos llevándose en el proceso libros, hojas, lápices y hasta su portátil. Su siguiente víctima fue el joyero que reposaba en su mesita de noche y que lanzó con todas sus fuerzas contra el espejo. El golpe resonó con un estallido atronador, y el espejo se rompió en pedazos, esparciendo esquirlas por toda la habitación. Entre los fragmentos brillantes y afilados, notó algo escrito en el respaldo del espejo, con el corazón latiéndole desenfrenado, Katherine se acercó al mismo y sin importarle cortarse las manos quitó los fragmentos que quedaban en el espejo para ver bien aquella palabra, por segunda vez tallada en el internado, CROATOAN.
El cambio brusco en sus emociones consiguió mortificarla hasta a ella, de la ira absoluta había pasado al terror, su cuerpo se sacudía con leves espasmos y no estaba segura si era por los destellos de ira que luchaban por salir, por el miedo de volver a ver esa palabra o porque efectivamente se había cortado con un fragmento del espejo. Cuando Adriano entró en la habitación se definió y la ira volvió a ser la emoción predominante, estaba despeinado y con los labios rojos, la respiración errática y Katherine alcanzaba a entrever un chupetón en el cuello. Apretó con más fuerza el pedazo de espejo que aún sostenía lastimandose aún más la mano y luego se lo aventó a Adriano que consiguió esquivarlo, el vidrio choco contra la puerta y se hizo añicos en el piso. Los hermanos Ricciarelli estaban paralizados ante la escena que acababan de presenciar y la sangre goteando de la palma de Katherine desvió por un momento la atención de lo que era verdaderamente importante, el espejo.
Adriano se acercó a paso lento a Katherine, calculandola, la castaña cerró la mano izquierda en un puño haciendo que la sangre brotara con más fuerza de ella y alarmando a Andrea.
- Kate... -comenzó la chica con cuidado-, tienes que ir a la enfermería.
Katherine la miró unos segundos antes de volver a dirigir la vista a Adriano que ahora miraba la palabra tallada en el espejo.
- ¿Qué significa esto? -preguntó
- Que vas a morir -respondió Katherine saliendo de la habitación.
***
En la enfermería tuvo que mentir sobre cómo se había cortado la palma de la mano hasta el hueso, le vendaron la mano, recetaron pastillas para el dolor y prohibieron mover la mano hasta nueva orden. Katherine asintió aún ausente, dolor, como si sintiera alguno.
- Katherine lo digo enserio -habló la enfermera intentando en vano atraer su atención-, como no te cuides la mano puedes perder parte de la movilidad.
Tatiana Carvajal llevaba demasiados años en ese internado para contar quizás treinta años y a Katherine nunca le había parecido extraño hasta que había llegado a la enfermería y Tatiana se había recogido el cabello para atenderla, ¿donde está lo raro? En el tatuaje que alcanzó a entrever cuando alzó la mano para hacerse una coleta, quizás estuviera paranoica, pero en el proceso de curación consiguió definirlo, estaba segura que era un cuervo y últimamente los cuervos ya no le parecían esas bellas aves indefensas con graznidos melodiosos que siempre le habían pareció, ya casi que le parecía una criatura ominosa y para ella que Tatiana tuviera un cuervo tatuado en la muñeca era una señal inequívoca de que ella era quien estaba jugando con ella, claro, tenía acceso completo al internado y a nadie le extrañaría que entrara o saliera de donde sea, Tatiana tenía que ser ese anónimo.
Katherine estaba a punto de encararla cuando Andrea, Adriano y Álvaro entraron a la enfermería.
- A ver si vosotros conseguís que vuelva en sí -exclamó Tatiana en actitud de rendición marchándose para darle intimidad a los amigos.
- ¿Qué hace él aquí? -fue lo primero que cuestionó Katherine con la vista en un punto fijo.
- Kat... -comenzó Adriano, la mirada de Katherine lo paralizó.
- Andrea nos contó lo que está pasando -dijo Álvaro-, ¿Por qué no nos habías contado?
- Porque no os necesito para nada, ya descubrí todo lo que tenía que descubrir y si no me hubieras interrumpido ya hubiera acabado con el problema.
Solo entonces Andrea notó que la mano derecha de Katherine sostenía algo, una jeringa.
- ¿Qué pensabas hacer, Katherine? -cuestionó la más pequeña quitándole la jeringa a la fuerza.
- Al juego de psicópatas todos podemos jugar.
Álvaro le quitó la jeringa a Andrea y la miró.
- ¿Qué es esto, Kate?
- Morfina -respondió la chica muy tranquila bajándose de la camilla-, una pequeña dosis no letal, por el momento aunque suficiente para dormir a una persona al instante.
- Katherine...
- ¿Por qué no te callas Adriano? ¿No tienes nada mejor que hacer?
- Tenemos que hablar de los mensajes.
- Tenemos me suena a manada, yo no los necesito para nada, ahora déjenme pasar.
Dicho eso la chica salió de la enfermería dejando a sus amigos dentro, iba a llegar al fondo de todo y para hacerlo no necesitaba a alguien que estaba más pendiente de follarse a Amelia que de lo realmente importante, ahora solo le quedaba esconder el espejo para que nadie más lo notara, sin embargo cuando volvió a la habitación fue demasiado tarde para eso.
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