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I. Primer Capítulo

4 de septiembre de 2011

Un curso más.

Ese fue el primer pensamiento de Katherine al despertar esa mañana.

Un curso más en el internado y todo habría acabado, eso sería todo, con sus notas podría entrar a cualquier universidad del mundo aunque solo una llamaba su atención: Oxford, la antigua universidad de su madre, aquella donde había sido la mejor alumna, la mejor deportista, la mejor todo, el lugar donde deberían haber cientos de fotos y premios de ella, información y demás, cosas que su padre se negaba a darle. Su objetivo principal no era crear una investigación policíaca en busca de información sobre su madre ni mucho menos, su meta estaba muy clara, quería estudiar lengua y literatura y especializarse luego en escritura creativa, la fantasía siempre la había llamado y aunque tenia escritos unos cuantos libros, sentía que no tenia el nivel suficiente para llegar a donde quería: al nivel de J. K. Rowling, sin duda alguna un muy exigente objetivo al que ella estaba segura de poder llegar, había leído los libros de Harry Potter millones de veces, tantas como para reconocer cualquier libro, cualquier capitulo, solo con leer una frase y su objetivo estaba mas allá, primero en igualar y luego en superar, sabia que lo lograría.

Aquella mañana sus pensamientos estaban por ese sendero cuando levantó, pensar en su futuro al despertar la hacia estar de un innegable buen humor todo el día, aquel día necesitaría buen humor, mucho, de eso estaba segura.

Como cada mañana se miró en el espejo nada más levantar su cuerpo de la cama, este le devolvió su reflejo, el largo cabello castaño le caía en leves ondas a los lados de la cara, tenia unos cuantos mechones mas claros que el resto, como pequeñas iluminaciones que solo eran perceptibles gracias a la luz solar que se colaba a través de la ventana, las cejas y pestañas oscuras servían de marco a unos grandes ojos grises tan oscuros que parecían azules, su piel estaba unos cuantos tonos mas bronceada de lo que originalmente era, gracias a las vacaciones en Buzios con su hermano mayor: Joseph, tenia una nariz chata y labios gruesos y naturalmente rosados, además de que dispersas pecas adornaban su rostro. De su cuello siempre colgaba una fina cadena de oro blanco que había sido de su madre con un dije de ave. Era delgada, tanto que los huesos de su clavícula eran bastante notorios, y media 157 centímetros de estatura, se encargó de sonreírse y decirse que estaba un paso mas cerca de sus sueños antes de irse a duchar. La noche anterior ya había dejado todo listo en sus maletas, así que después del baño solo tuvo que bajar a desayunar.

Como cada mañana, las voces de la cocina se escuchaban desde las escaleras que daban al segundo piso, Katherine puso los ojos en blanco y siguió avanzando, nada mas llegar a la cocina estas voces se callaron, una vez más discutían por ella.

Esa era la razón por la que había pasado gran parte del verano en Brasil, aparentemente a Belén, la mujer de su padre, solía molestarle la presencia de cualquiera de sus hijastros y discutían muchísimo por eso, más por Michelle que por ella en realidad, pero siempre por lo mismo, Belén afirmaba que la presencia de Joseph, Michelle o Katherine alteraba a Armando. Cuando Juan, el padre de Katherine, se había casado con Belén, esta no había mostrado mucha simpatía con que él hubiera tenido tres hijos en su anterior matrimonio, pero cuando nació Armando fue peor, él niño tenia Síndrome de Down y además era autista, esa fue una excusa de la que Belén se agarró para mantener a raya a los hijos de Juan, la que peor lo tenia era Katherine, ya que, al ser menor de edad, debía vivir con su tutor legal cuando no estaba en el internado, y su tutor legal era su padre, asi que ella estaba obligada a volver a esa casa cada verano, aunque siempre que podía lo evitaba, al menos una semana tenia que estar ahí, en su casa.

— Solo vengo a desayunar, ya me voy a la escuela.

— ¿Quieres que te lleve? —preguntó Juan, a Katherine no se le escapó el codazo que le dio Belén.

— Recuerda que tenemos que llevar a Armando al pediatra.

Katherine volvió a poner los ojos en blanco, odiaba la hipocresía de Belén y detestaba que su padre no se impusiera a ella mas que con palabras, tampoco era que la golpeara, mas bien algo como que por ejemplo llevara a Katherine, porque ella sabia muy bien que Armando no tenia pediatra, sobretodo porque el doctor Pardo estaba en una convención en Estados Unidos y Belén era lo suficientemente paranoica como para no permitir que ningún doctor además de él se acercara a Armando, secretamente Katherine pensaba que tenían un idilio, aunque eso sería algo que jamas diría.

— Bueno podemos llevarla y luego llevar a Armando —propuso Juan, Katherine sonrió.

— No hace falta —habló, entonces fue Belén quien sonrió—, Adriano viene a buscarme.

— ¿Estas segura de que no es tu novio, Kat? —preguntó Belén, una vez más Katherine puso los ojos en blanco.

— Muy segura.

— Cualquiera pensaría, con eso de que pasas mas tiempo en su casa que aquí e incluso duermes allá, ahorita te mudas y todo.

Katherine suspiró y agradeció a todos los astros cuando el timbre sonó.

— Debe ser él, voy a abrirle.

Salió de la cocina con la seguridad de que Juan y Belén volverían a discutir, lo hacían todo el tiempo mientras Katherine no estuviera delante, incluso frente a Armando.

Abrió la puerta esperando encontrar a Adriano, sin embargo fue a su hermano mayor, Nicola, a quien encontró del otro lado de la puerta, un nuevo suspiro salió de ella, al parecer el día no iba a ir tan bien como ella se forzó a creer cuando se levantó de su mullido colchón y desperezó su cuerpo.

— Buenos días —saludó Nicola—, su transporte escolar acaba de llegar.

— ¿Tu no deberías estar camino a Estados Unidos?

— ¿Y por qué supone eso esta bella dama?

— Bájale a la labia, ¿si? Y lo supongo porque Andrea dijo que te aceptaron en Dartmouth.

— ¿Hablas de mi con mi hermanita? Eres tan adorable, Kitty Kat.

Una vez más Katherine expulsó aire, esta vez mirando al cielo antes de bajar la mirada par dar con los ojos azules de Nicola, sonreírle y hablar.

— Pasa, me termino mi colacao y nos vamos.

Nicola traspasó el umbral y como le era costumbre, robó un beso de Katherine antes de adentrarse campantemente hasta la cocina, donde, al verle, Juan y Belén pararon de discutir.

Katherine no había querido decirle a Adriano o Andrea sobre lo que ella consideraba el acoso de Nicola, la verdad es que era algo bastante inocente en comparación con la fama que él tenia, pero aun así le molestaba.

Al volver a la cocina Nicola estaba bebiendo café y hablaba galante con Belén mientras Juan lo miraba con mala cara, como cada vez que se aparecía por ahí, algo que había pasado desde que, en la fiesta de quince de Katherine, Nicola le había robado su primer beso, uno que definitivamente no fue una presión húmeda como lo de hace segundos, Juan los había visto y, aunque Katherine lo apartó, encolerizó con Nicola y le dejó bien en claro que quería sus manos de play boy lejos de su hija menor, algo que Nicola interpretó como un "enróllate con la mayor" por lo que, esa misma noche, le dio su primera vez a Michelle, Juan escuchó cuando ella se lo contó a sus amigas y fue peor aun, siempre recalca que Nicola no es bienvenido a la casa, pero, como hace con todo lo que quiere, Nicola lo ignora, casi parecería que disfruta hacerlo enfadar.

— ¿No decías que venia a buscarte Adriano, Kat? —cuestionó Juan.

— Ah, es que mi hermanito aun no había hecho su maleta, de hecho, lo dejé durmiendo cuando salí y como Andrea había pasado la noche en casa de una amiga decidí venir a buscar yo personalmente a Katherine, sé cuanto odia esperar.

— Preferiría haber esperado a Adriano, pero ya que estás aquí.

— Me duele tanto, Kitty Kat. Aprovechame que en un año me voy a Estados Unidos y me vas a ver bien poquito.

— ¿Como un año? —cuestionó Katherine inmediatamente.

Nicola sonrió.

— ¿No te dijo Andre que decidí tomarme un año sabático y empezar en Dartmouth el próximo año?

— ¿Vas a atrasarte un año porque no conseguiste ganar el último nivel de Far Cry en el playstation?

Nicola sonrió.

— Ay Kitty Kat, no seas tonta, no hay juego de la play que no pueda ganar.

— Recuerdo haberte ganado en Bloody Roar 2.

— Una vez —dijo con voz anodina.

— Pero lo hice —le sonrió Katherine, Nicola blanqueó los ojos.

— La realidad —continuó—, es que voy a empezar a trabajar, quiero tener dinero para Dartmouth.

— Tus padres te dan todo lo que necesitas.

— Créeme que estoy harto de depender de ellos. Ahora vamos.

Katherine asintió, terminó su chocolate y tras cepillar sus dientes agarró sus dos maletas y las bajó, Nicola se prestó a subir y ayudarla, pero Juan se negó y al final acabó por llevarlas él mismo hasta la cajuela del Mercedes de Nicola.

— Bueno papá —fue toda la despedida de Katherine hacia su padre antes de subir en el puesto del copiloto.

— Tranquilo que conmigo no le va a pasar nada —aseguró Nicola—, que ella no quiera.

Le guiñó un ojo a Juan, agitó su mano en despedida y encendió el motor.

— Eres un absoluto gilipollas —aseguró Katherine cuando Nicola arrancó y dobló la esquina de su casa.

— Relájate, Kitty Kat, sabes que tu padre no me toma enserio.

Una vez más, Katherine puso los ojos en blanco y encendió el estéreo del auto Girls Just Wanna Have Fun inundó sus oídos. Katherine miró a Nicola.

— ¿Miley Cyrus?

— Papá dice que la prefiere por Cyndi Lauper, pero como tenia en mente venir a buscarte anoche descargué ilegalmente Breakout.

— Dijiste que Adriano estaba durmiendo y por eso viniste tú.

Nicola sonrió picaramente.

— Puede que haya pinchado las ruedas de su auto y dado 200 euros a Andre para que se fuera con Álvaro.

— ¿Le das 200 euros a tu hermana para que se vaya con Álvaro y bajas música de forma ilegal?

— Soy un chico malo Kitty Kat.

— Uno que también le dio dinero a Álvaro porque no hay forma de que él se haya ido sin Adriano sabiendo que tenia el coche roto.

— En realidad tuve que darle 500 euros aunque después de que los cogió dijo que lo habría hecho por 100 el muy cabrón, como verás, Kitty Kat, me ha salido increíblemente caro venirte a buscar, no podía gastar dinero también en música.

— Oh cállate mejor, Nicola. Y que sepas que Can't Be Tamed es más moderno.

— Como quieras —se encogió de hombros—, Breakout estará obsoleto, será de los tiempos de Hannah Montana, pero tiene tus canciones favoritas.

— ¿Tu como sabes eso?

— Yo sé absolutamente todo de ti, Katherine. Como por ejemplo, que por estar en Brasil no haz visto la última película de Harry Potter.

— ¿A qué viene eso ahora?

— Abre la guantera.

Katherine miró a Nicola rápidamente, sonreía, antes de abrir la guantera y sacar un sobre blanco cuando él se lo indicó. Eran unos boletos de cine, para ver un maratón de Harry Potter, maratón que incluía la ultima parte. Katherine soltó un gritito que hizo reír a Nicola.

— Son para el fin de semana, dura todo el día el jodido maratón.

— Esto es increíble, Nicola, pero ¿como lo conseguiste? Llevo semanas, desde que volví de Brasil buscando un maldito cine que ponga la película y ninguno lo hace, mucho menos un maratón entero.

— Tengo contactos Kitty Kat y no hay nada que un poco de dinero no pueda hacer.

— ¿Qué?

— Tranquila que puedo permitírmelo, ahora que si quieres pagarme no me quejo.

— Claro —respondió Katherine meneando la cabeza— ¿Cuanto es?

— No haz entendido nada, ¿verdad? No quiero tu dinero, quiero un beso, un beso de verdad, en el momento que yo te lo pida.

— Nicola...

— Chist, el sábado me respondes en el cine, de momento llegamos y créeme que me encantaría acompañarte hasta tu cuarto, pero desafortunadamente no permiten visitas del exterior, a menos que sean padres.

— No hoy.

Nicola miró a Katherine con sorpresa, aunque no estaba tan sorprendido como ella misma, por lo general siempre quiere librarse de Nicola lo mas rápido posible, claro que Nicola ese día estaba diferente, una diferencia que a ella le gustaba y ni siquiera sabía porqué.

— ¿Quieres que te ayude?

— Si no es mucha molestia —respondió Katherine encogiéndose de hombros.

— Si ni is michi milisti... me estoy ofreciendo, Kitty Kat, claro que no es molestia.

Katherine bajó del auto a la par que Nicola, haciendo que él pusiera los ojos en blanco y protestara acerca de ella no dejándole ser un caballero que abre la puerta del auto para ella, lo cual tendría que compensar con otro beso de verdad, así que sumando, serían dos besos y no uno lo que Katherine le debería a Nicola en caso de estar dispuesta a hacerlo.

Dispuesta.

Una muy interesante palabra que rondaba su cabeza mientras se adentraba en las instalaciones del internado arrastrando una de sus maletas, ella conocía muy bien quien era Nicola Ricciarelli y precisamente por eso sabía que si le daba esos dos "besos de verdad" la cosa no iba a parar ahí, sino que iba a seguir expandiéndose hasta que ella acabara en una cama con el italiano y, verdaderamente, en sus planes no estaba perder la virginidad con el mismo hombre que su hermana.

— Bienvenida a tu cárcel, Katherine —se dijo a sí misma al abrir la puerta de la habitación que tendría que compartir con tres chicas más.

— Que lindo que llames cárcel a una institución como esta, justamente tú, el mejor promedio del Internado Olympia.

— De alguna manera debo librarme de Belén, es lo que toca.

— ¿Entonces estás decidida por Oxford, no haz pensado en barajar otras universidades un poco más... lejos?

— ¿Un poco más lejos como las universidades de la Ivy League? —cuestionó ella divertida.

Nicola sonrió enfocando sus azules ojos en ella y pasando una mano por el negro cabello.

— Harvard mataría por ti, créeme. Y eso haría que estuvieras más lejos de Belén.

— En todo caso mi opción sería Yale, pero no, no estoy interesada en lo más mínimo en la Ivy League.

— ¿Sabes cuantas personas matarían por entrar a esas universidades? Tu tienes las notas y posibilidades para entrar a cualquiera de las ocho y no la quieres.

— Así son las cosas, Nicola. La realidad es que lo que menos quiero ahora mismo es hablar de lo que haré en un año. Cuando pienso en un futuro suelo visualizarme dentro de diez, como verás, la universidad a la que entre es el menor de mis proyectos a futuro.

— Entendido, me quedo callado y te ayudo a organizar tus cosas.

— La verdad es que preferiría que no estuvieras aquí cuando lleguen mis compañeras, o para el caso, tu hermana.

— Claro —respondió él haciendo una mueca—, un placer haberte traído, Kitty Kat. Espero verte el sábado.

Katherine no dijo nada y esperó a que Nicola saliera de la habitación para cerrar la puerta, apoyarse en esta y dejarse caer hasta el suelo.

— ¿Qué se supone estás haciendo, Katherine? ¿Como por qué permites que Nicola entre hasta aquí contigo? ¿Por qué disfrutaste de su compañía? —se dijo a sí misma— sabes que Nicola es... Nicola, ya hemos hablado sobre lo que tienes que hacer con esos sentimientos, mantenlos a raya, no puedes darte el lujo de sentir nada por él, pero ya que es el caso no lo puedes mostrar. No dejes que un enamoramiento infantil destroce la fachada que siempre haz mostrado, esa de que lo odias, ¿entendido Katherine Paola? Oh Dios, acabo de decirme a mí misma Paola y eso es lo que más me preocupa de estar hablando sola. Simplemente enloquecí, ahora sí que enloquecí y todo es tu culpa Nicola Ricciarelli.

La puerta de la habitación se abrió golpeando la espalda de Katherine y haciéndola dar un grito.

— Ay no grites... y levántate.

Katherine puso los ojos en blanco y se levantó.

— Lo único que faltaba —murmuró viendo como Paulette Linares se adentraba en la habitación.

Paulette había tenido problemas con Katherine desde el séptimo grado y, a pesar de que todos los años Katherine pedía un cambio de cuarto, nunca se lo concedían, su único confort era pensar que ese iba a ser el último año que vería a Paulette. Ella era una chica de mediana estatura, piel oscura, trenzas y una tendencia a agredir a las personas por cosas estúpidas. 

— De verdad que cada año haces cosas más estúpidas —se quejó Paulette—, bueno, es imaginable ¿que hacías en el piso? Oh, iba a preguntar si buscabas tu dignidad pero cierto que no eres Mariana.

— El fanatismo, Paulette —fue lo primero que dijo Mariana Hidalgo al entrar a la habitación.

Si Katherine tenia que elegir entre las dos era evidente que prefería a Mariana por encima de Paulette, ella era una chica de cabello y ojos color chocolate, piel clara y facciones delicadas cuyo único defecto era la facilidad con la que se aventaba a los hombres. Las estadísticas decían mucho sobre la reputación de Mariana y como había conocido muchísimas camas en ese internado. Los chicos la llamaban "cantimplora" por la manera en que pasaba de mano en mano.

— Llegas pronto, Mariana, ¿no tenias alguna cama que calentar o aun no llegan los chicos?

Katherine blanqueó sus ojos una vez más, a ese paso iban a quedarse permanentemente blancos y eso que aún no era medio día.

— Yo no, ¿tu ya encontraste a alguien que quiera calentar la tuya, Polet?

— Estoy harta de decirte que es "Paulet" Estúpida, ¿quieres que te lo tatúe? Quizá así se te graba.

— ¿Estúpida? Que original eres, Polet.

Katherine también había tenido problemas con Paulette con eso, como que el nombre normalmente se pronuncia Polet y ella aseguraba que el suyo era Paulet, por lo que se lo tenía que aclarar a todo el mundo, Mariana amaba fastidiarla con esa tontería.

— Por favor, Valentina, llega ya —pidió Katherine al cielo viendo como Paulette y Mariana comenzaban a discutir.

Aparentemente su plegaria fue escuchada porque minutos después, mientras ella deshacía su maleta, Valentina Suarez cruzó el umbral de la habitación. Valentina era la última rommie de Katherine y quizás la más agradable una chica de ojos verdes, cabello castaño con un degradado a rubio y flequillo quien era la única que no había tenido problemas con Paulette, como que era la predicadora de la paz en el cuarto, al menos así la llamaba Katherine.

Y por supuesto que su llegada fue mucho menos polémica que la de Paulette o Mariana, ella simplemente se dedicó a saludar a las chicas y subir su maleta a su cama para comenzar a deshacerla. Paulette y Mariana imitaron su acción y Katherine continuó en lo que estaba, colocando una foto de J. K. Rowling junto a su cama, realmente admiraba a esa mujer.

Una vez todo estuvo recogido y organizado Katherine se dejó caer sobre su cama con su laptop sobre su abdomen y auriculares conectados para ver, una vez más, Los crímenes de Grindelwald, andaría quizás por la mitad de la película cuando su teléfono vibro a su lado con un mensaje de un número desconocido.

Tu último año en el internado será una pesadilla interminable. Los secretos enterrados aquí son más oscuros de lo que imaginas, y tu madre estaba profundamente implicada. No tienes que esperar a la universidad para descubrir la verdad; tu búsqueda comienza aquí y no hay mejor lugar para hacerlo. Busca en los rincones olvidados, donde las sombras susurran y el miedo acecha. La verdad está más cerca de lo que piensas, pero también es más peligrosa. No confíes en nadie, ni siquiera en ti misma.

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