Epílogo: Karsson; dónde todo empezó y terminó.
Cuatro días después.
Cerré por cuarta vez aquella maleta. Había intentado acomodar de muchas formas mis pertenencias dentro de ella y algo no funcionaba, no me dejaba tranquila para poder encontrar la manera perfecta. Frustrada la empujé a una esquina de la cama y me senté sobre el frío suelo de la habitación; pensando en todo y a la vez en nada.
Mi perdición empezó cuando puse un pié en Karsson, el día en que intercambié palabras y miradas con Eloy, por haberme entrado la curiosidad de husmear en White Garden. Todas aquellas semanas habían sido caóticas para nosotros.
Estaba completamente segura de que aunque sonriesemos demostrando que todo estaba bien, nada lo estaba. Pude ser testigo de cómo mi vida se destruyó y desmoronó a pedazos, en cuestión de segundos, de cómo Andrei se recuperaba del disparo. Porque sí, a pesar de toda esta jodida mierda, él se pudo salvar.
Por el contrario, Killian quedó dañado psicologicamente y fue tanto el daño que tuvimos que tomar la triste desición de meterlo a un psíquiatrico. Lamentablemente me enteré de la peor manera que nada es como queremos, que no siempre vamos a vivir en un mundo de color rosado, dónde nadie es triste y todos somos felices. Que nada es para siempre y que todo es pasajero en nuestras vidas.
Jamás entendí la importancia de perder a alguien hasta que ella se fue de mi vida.
Le dimos un entierro en el Cementerio Rose, no queríamos tener nada que ver con el pueblo. Cuatro días habían pasado, casi una semana en donde el dolor no había querido sanar. Ni un poco.
¿Cómo apagamos el dolor?
Tan sólo deseaba con todas mis fuerzas que existiera un botón con el cuál podriamos ser capaces de apagarlo y hacer desaparecer ésto que uno siente cuando está dañado.
¿Cómo podemos hacer para olvidar?
Aunque quisiera hacerlo tendría que olvidar cómo es que mi vida cambió, cómo es que me arrebataron lo más importante. Cómo es que mi sonrisa se desvaneció para darle paso a un semblante inexpresivo.
¿Volvería a sonreir como antes? No lo sabía exactamente, pero si estaba segura de que el tiempo me haría sanar de a poco. Tal vez no del todo, pero si me haría poder sobrellevarlo.
Estaba tan absorta en mis pensamientos que no noté aquellos golpes en mi puerta. Sin poder darme cuenta sequé las lágrimas que caían sin parar por mis mejillas antes de que éstas toquen mi ropa. Su cuerpo se deslizó sobre la madera de la cama hasta quedar a mi lado, sobre el suelo.
—¿Estás lista?—Preguntó mirando a la nada.
—No, no lo estoy.—Susurré apoyando mi mentón por sobre mis rodillas.—Pero de eso se trata la vida ¿no?. De estar preparado aún cuando ni siquiera puedes.
—Eve...—Su rostro formó una cálida sonrisa, pero esa no era la misma sonrisa de hace semanas atrás. Sinceramente esa sonrisa ya no me llegaba hasta el alma ni tocaba mi corazón.
—Andrei, ésto es reciente ¿Okey?. Mi madre se murió, mi hermano va a estar encerrado dentro de poco —Las lágrimas no se hicieron rogar, comenzaron a caer con vehemencia sobre mi rostro. —Él está suelto.
Mi hermano asintió con su cabeza y desvió su mirada hacia otro lugar, solo que antes logré captar que había mordido su labio inferior. Entonces entendí que si seguíamos un minuto más acá, los dos terminaríamos derrumbados y no seriamos capaces de avanzar.
—¡Salúdame a tus papis y diles que... ya les mando a los gemelos Hill Smith!—Un disparo.
Eso fue lo último que se escuchó en el silencioso pueblo de Karsson.
Mi mente atrajo aquellos malos recuerdos que tanto dolían y los acallé levantandome de golpe. Sequé mis ojos y suspiré. Teníamos que ser un sustento el uno para el otro.
—Bien, larguémonos de aqui antes de que me vuelva loca.
Con su ayuda, cargamos todas las maletas en la camioneta negra de... en la camioneta negra. Nos montamos lo antes posible en ella, las ruedan chirriaron sobre la calle y el motor rugió cuando mi hermano arrancó.
Atrás dejabamos una parte importante que nos acompañaría a ambos; el maldito lugar en dónde empezó y terminó todo.
Un disparo. Eso fue lo último que se escuchó en el silencioso pueblo de Karsson.
—¡Por favor, sacame de aquí!—Grité desesperada entre sollozos.
Mi cuerpo se encontraba aterrado y consumido por el miedo y dolor. Él apresuró la velocidad y por fin nos vimos saliendo de aquel pueblo que ya estaba jodido. Luego de casi un mes, al salir, pude sentir que podía respirar sin dificultad alguna.
Aparcó en la carretera y se acercó hacia mi, yo no entendía que ocurría hasta que escuché a lo lejos su voz.
—Evelyn tranquila. Respira, respira, respira—Su expresión estaba alarmada.—Cuenta conmigo. Uno....dos....
Uno
Dos
Respira Eve, por favor.
Tres
Cuatro
Un ataque de pánico, eso era. Los empecé a tener después de ver su cuerpo, después de escuchar ese balazo tan cerca de mí. Estuve al borde de la muerte si no hubiese sido por él. Eternamente estaría agradecida con Eloy.
Me hubiese gustado conocerlo en otra vida, en otra oportunidad y poder salir a tomar un café o por helado.
Fuí consciente hasta hace poco que él siempre estuvo en mi vida y no lo recordaba. Él me acompañó desde las sombras, habló conmigo cuando éramos pequeños, fue alguien con el que logré ser capaz de ser yo aún cuando mi vida era un infierno.
Los dos vivimos un infierno. Ambos teníamos un monstruo que nos acechaba desde la oscuridad. Que nos dañaba. Él siendo un monstruo dió su vida por mi, por otro monstruo más.
Su rostro invadió cada parte de mi subconsciente y eso, no me dejaba respirar.
—¡Evelyn por favor, respira!—Todo a mi alrededor se oscurecia de repente. Tenía que vencer el miedo así que hice caso a los gritos de mi hermano. Mi respiración fue mejorando de a poco y de pronto pude sentir que ya no me sentia asfixiada como antes.
Su rostro fue recuperando el color hasta que nuestras respiraciones se acompasaron al unisono. Dejó un cálido beso sobre mi frente para luego continuar con el trayecto.
El trayecto fue un poco silencioso. Pues yo no soltaba palabra alguna por el mero hecho de tener miedo de que sí hablaba volvería a faltarme el aire y me ahogaría en un ataque de pánico.
Solo me limité a cerrar los ojos y acurrucarme en el asiento. La noche estaba llegando para opacar ese hermoso sol brillante. Dándole paso a la luna resplandeciente junto a aquellas estrellas que estaban dispuestas a embelesar la noche. Suspire y de un momento a otro, sin poder evitarlo siquiera, caí rendida a los brazos de morféo.
Una sonrisa se dibujó en su rostro. Aquellos holluelos se marcaron en sus mejillas. Sinceramente le quedaban preciosos. Hacían brillar sus ojos de una manera inexplicable.
De un momento a otro me encontraba en el suelo arrodillada sosteniendo su cuerpo sobre mi regazo. Oh dios mio, no otra vez.
Su sonrisa se apagó y su semblante se tornó pálido, sin color y mucho menos sin expresión alguna sobre el. La sangre comenzó a manchar mis manos y todo se oscureció.
Me desperté sobreexaltada y sudando. Mis manos temblaban y mi corazón se rompia a pedazos. El alma me bajó a los pies y comencé a llorar cuál niña pequeña.
Estaba emocionalmente agotada y fisica, ni hablar. Me di vuelta y al ver su tierno rostro dormido me senti aún mejor. Tenía a uno de mis dos héroes al lado. El otro sería protegido por mi.
El auto se hallaba aparcado en la carretera, justo al lado se podia observar un pequeño bosquejo lleno de florecitas. Eso me calmó un instante. Andrei dormia hecho un bollito sobre el asiento del vehículo. Lo desperté y sus hermosos ojos se encontraron con los mios. Él pareció notar que habia estado llorando porque sus ojos mostraron preocupación pero sólo le sonreí a medias, pues mi energía no era lo suficiente para formar una que llegase al corazón.
—No digas nada y sólo acostemonos atrás. Necesito tus abrazos para saber que estoy segura aquí.—Él asintió y, yo no rompí en llanto porque sabia que no ayudaria en nada. Las cosas estaban hechas y ni las lágrimas ni yo podriamos deshacerlas.
Nos recostamos atrás, junto a Killian y allí permanecimos los tres. Escuchando los ruidos de las ramas chocar contra otras, del viento mover hojas y de lo pajaros llamando a otros. Simplemente naturaleza pura.
Quería aprovechar al máximo a mis dos hermanos, mis dos héroes sin capas, incluso más a Killian antes de que se vaya. Lo visitaría seguido, lo extrañaría demasiado.
Viendo la penumbra de la noche me permití sonreír, éste era mi punto de quiebre.
Mi ratito de paz.
Cuatro años después.
—¿Hola?
—Necesitamos refuerzos. Repito, necesitamos refuerzos.
La voz sonó distorsionada a través de la radio. La golpeé con fuerza y hablé.
—¿Dónde están?
Mi pregunta quedó en el aire cuando se oyeron gritos y luego muchos disparos. Me alarmé y apresuré la camioneta. Encendí las sirenas para demostrar que la ayuda iba en camino, mierda.
Rastree la ubicación que me lanzaba sobre el monitor y mi sangre se heló.
Karsson, a diez minutos.
Intenté no darle importancia; llamé a más oficiales a cargo del caso.
Hace unos días nos había llegado un reporte de que un asesino atacó al pueblo. ¿Lo impactante?. Pues una niña lo acompañaba.
Llegué hasta sus puertas, el cartel que una vez leí en el pasado estaba todo pintado.
Las personas volvieron a retomar su vida normal aquí, lamentablemente se había escapado un cabo suelto.
Antes de cruzar las puertas el teléfono me sonó.
—Diga.
—¡Hermana! ¿Qué haces ahí?—La voz de Andrei resonó entre mis oídos y tuve que alejar el teléfono.
—Andrei, deja de entrometerte. Es mi trabajo.
—Maldigo el día en que te dejé meterte al departamento de oficiales.
—Calla, debo colgar.
—Ten cuidado por favor, Lyn te manda saludos.
Una sonrisa se me escapó, la pequeña Lyn curo mi ser luego de todo lo acontecido. Ella era la hija de Andru. Él fue capaz de retomar su vida normal y en cierto punto, me alegraba eso. Lyn fue un rayo de luz ante toda la oscuridad que me perseguía.
—Los amo.—Al terminar de decir aquello, colgué antes de que Andrei se ponga más pesado de lo normal.
Oí gritos provenientes de un sólo lugar. En otro momento me hubiese atemorizado, en mi futuro eso no pasaría.
Corrí con el arma en mano hasta cruzar aquel sitio lleno de rosas marchitas. Entonces lo vi, mi sorpresa fue tanta que me obligó a retroceder. Mi corazón latía frenéticamente y mis manos temblorosas apuntaban el arma había él.
—Hola, hermanita.
Killian me observó con toda expresión burlesca, se hallaba sentado en el suelo junto a uno de los cadáveres de los oficiales. De su costado salió una niña que no parecía pasar los 14 años. Su mata de cabellos negros se movían con el viento. Ella me regaló una sonrisa.
—¿Por qué haces ésto?—Pregunté al borde de las lágrimas.
—No podía dejar sola a Eva. Ella me salvó cuando estaba a punto de morir, no tiene a nadie más que a mi.—Observé de nuevo a la niña. Joder. Dolía demasiado que se parezca tanto a ella.
—¡¿Perdiste la razón?!
—Creo que desde que pisé Karsson, la cordura desapareció.
Luego de soltar aquellas palabras, de un momento a otro, cogió el cadáver y me lo lanzó. Cayó encima mío, el olor era desagradable. Intenté coger el arma que había caído a centímetros de mí.
—Deberias agradecerme.—Murmuró con cierto tono cruel.
—¿Qué?
Killian desapareció unos segundos, la niña se paseaba alrededor de mi, murmurando cosas que no lograba entender. Parecía ser otro idioma.
—Tengo un regalo para ti.—Killian se acercó con agilidad hacia mi y para mí sorpresa levantó su brazo. Enseñando la cabeza degollada de Aarón. Una sonrisa macabra adornó sus labios.
—Maté a tu monstruo, lo que tú no pudiste hacer.
El cinismo con el que se manejaba era un puñal al corazón. ¿Por qué?¿Por qué tomó la decisión de ser un ser despiadado?¡Después de todo lo que vivimos!
En Killian ya no quedaba nada de humanidad, él ya no era el hermano que una vez tuve. Dolía. Quemaba. Ardía.
—Perdoname...—Susurré dolida.
Mis palabras parecieron tomarlo por desprevenido y sus ojos penetraron los míos.
—Perdoname por no poder haberte ayudado.
—¡Cállate!¡Me gusta ser un monstruo!—Gritó descolocado.
Quién habló en ese momento fue la niña que iba detrás suyo. Un ser corrompido.
—Los monstruos existen y tú decides que hacer con ellos.
Entonces lo entendí.
Con el corazón a mil por horas, cogí el arma entre mis dedos. Las lágrimas no dejaban ver con claridad, pero mi desición era firme.
—Te amo, Kill.
En un arrebato disparé cuatro balas. Cogió su estómago cuando cada uno de ellas impactó en su vientre. Sangre comenzó a brotar de las heridas. El grito de la niña pareció desgarrar sus cuerdas vocales.
Ella agarró en un descuido el cuchillo del suelo y sus pequeños pies corrieron hacia mi. Cuando creí que era el final, mi final.
No podía dispararle a una niña.
Entonces alguien más lo hizo. En cámara lenta su cuerpito se desvaneció a mis pies, retrocedí asustada y presa del pánico.
Todo a mi alrededor se llenó de oficiales en minutos, unos paramédicos se pasaron alrededor de ellos dos, llevaban botiquines de emergencias y dos camillas.
No podía ser cierto.
Me sacaron el cuerpo de encima, y ayudaron a ponerme de pie. No podía afectar tanto esto, ese ser no era mi hermano.
Unas cálidas manos ahuecaron mi rostro, observé quien era y aquellos ojos se conectaron con los míos. Allí me permití llorar, en mi lugar seguro.
—¿Estás bien?¿Te hicieron daño?—Preguntó desesperado. Negué una y otra vez, pero él al verme hecha un mar de lágrimas me cogió del semblante.
—Eve, ya terminó todo. Por fin ya terminó.
Jasper secó mis lágrimas y plantó un beso sobre mis labios. Podía sentir el sabor salado de las lágrimas pero no me importó, me apreté a su cuerpo como si no hubiese un mañana.
Bienvenidos al pueblo de Karsson.
En donde mi hermano perdió la cordura.
Adiós Killian.
Ésto es un hasta siempre.
Porque dejo atrás a Karsson; el lugar donde todo empezó y terminó.
¡Soy un mar de lágrimas! Si ustedes me viesen ahora...
Ahora sí puedo decir que estoy más que feliz con lo que logré.
Un final inesperado porque así soy yo, inesperada. Pero al fin y al cabo su merecido final. Extrañaré a todos mis personajes 🥹.
Gracias a todos, los TKM.
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Próxima parte: ¡Agradecimientos!
Nos vemos, saludos tristes.
—Nia.
Fin.
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