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oo6. the consequences

oo6. ❝ you don't feel remorse, you don't feel the effects, 'cause you don't think you hurt me if you wish me the best ❞

LAS CONSECUENCIAS

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🏢 ━━━━━━ A PEDRI LE TEMBLABA TODO EL CUERPO, podría decir incluso que era posible que llegara a desmayarse. ¿Por qué? Había llegado el momento y ya no podía seguir escondiéndose en su casa, era turno de enfrentar las consecuencias de sus actos y estar cara a cara en frente de su entrenador y el presidente del club, los cuales, por supuesto, no estaban para nada contentos con lo que había sucedido.

No se le había permitido llegar con su hermano quien, de cierta manera, era algo como su representante y quien tomaba decisiones con él. Los líderes del club decidieron que eso sería entre ellos y el canario, nadie más.

El muchacho se había mantenido esperando a que lo llamaran en una pequeña sala de espera a las afueras de la gran oficina de Joan Laporta. Su pie no dejaba de temblar contra el suelo, y si seguía comiéndose las uñas no se dejaría ninguna. Estaba extremadamente nervioso.

Finalmente su suplicio encontró fin y se reincorporó de inmediato en la silla cuando oyó que la puerta de la oficina se abría, dejando ver a dos personajes en el interior: Laporta y Xavi.

El canario tragó saliva.

—Muchacho, entra —el presidente del club fue el que tomó la palabra autoritaria.

Temblando como jalea, González se puso de pie y caminó al interior de la oficina tratando de disimular todo el nerviosismo que se cargaba, ya que se le notaba en todo el cuerpo. Una vez dentro, el sonido de la puerta cerrándose le causó un escalofrío.

—Siéntate por favor —volvió a decir el mayor.

El futbolista acató la acción casi de inmediato como si estuviera en una sala de interrogatorio verdadera o como si le fueran a plantar un balazo en la cabeza si no obedecía. El crujir de la madera cuando tomó asiento resonó en la sala, ya que nadie más emitía palabra.

Ninguno de los tres hombres habló por al menos un minuto. ¡Venga! Como si quisieran hacer sentir al muchacho mucho más mal de lo que ya se sentía. Si eso seguía así terminaría como Sofía siempre, desmayándose.

—Pedri sabemos que te hemos llamado para hablar y que no ha sido en las mejores circunstancias —por fin Joan habló. Él estaba sentado en la silla acolchada detrás de su escritorio y Xavi delante de él apoyado en la mesa color caoba—, pero esto es un tema que debemos resolver ya.

—Lo sé, estoy consciente de eso —dijo el aludido mirando al suelo y en voz baja.

—Mira, yo no soy mucho de usar las redes sociales —siguió el presidente sacando su teléfono celular—. Pero desde el día de ayer que lo único que veo son publicaciones sobre ti y la especulación de que a propósito heriste a una voleibolista chilena —le extendió el aparato mostrando lo dicho—. Venga tío, ¿Qué te parece eso?

—Queremos que te expliques y que nos cuentes verdaderamente lo que sucedió. Te daremos un mínimo beneficio de la duda para que seas tú quien nos cuente tu versión.

Internamente agradecido por eso, el castaño se acomodó en la silla y tomó una gran bocanada de aire para proceder:

—Primero que nada quiero pedirles perdón. Sé que todo este asunto también los tiene cabreados a ustedes y mi intención jamás fue causar un problema a propósito.

—Las disculpas ahora no sirven, Pedri —escupió Laporta mirándolo con seriedad.

—Perdón —cerró los ojos arrepentido cuando vio que repitió lo que se le había negado—. Bien, todo esto comenzó cuando ayer la comitiva de voleibol chilena vino al Camp Nou. Todo iba súper bien, se los juro, incluso me acerqué a esta chica para poder hablarle...Antonia —una vez más se le revolvió el estómago al recordar su nombre.

—¿Y?

—Hablamos un rato y se puso un tanto hostil ¿Vale? Tampoco que fuera una tía con carácter sencillo. Resulta que me ha contado que no le gusta el fútbol ni nada y creo que yo...Pues confundí un poco mis palabras, ella lo malinterpretó y asumió que le dije algo ofensivo sobre el voleibol.

—¿Y lo hiciste?

—No, no, no, no —meditó un segundo—. Quizás sí, pero fue inconsistentemente ¡Un accidente, lo juro! Sólo fue una mala elección de palabras.

Hernández le echó una mirada a su superior y este se tomó el puente de la nariz con los dedos. Posteriormente, le indicó al chico que siguiera.

—Luego, ella quiso mostrarme que el fútbol no era un deporte difícil y literalmente se plantó en la cancha y mostró sus habilidades futbolísticas que, para variar, eran bastante buenas.

—Entonces, como te humilló decidiste que era una buena idea...Patearla ¿No?

—¡No! Claro que no —se quejó cubriéndose el rostro después de oír al presidente—. Ese es el malentendido. Después de que ella hiciera eso me dejó ahí plantado como idiota. Luego, fui a buscar el balón y lo pateé esperando que ella lo controlara y lo atrapara.

—Pedri, me cago en la puta —murmuró Xavi.

—El punto fue que calculé todo mal y en vez de caer cerca de sus pies...El balón le dio en la cabeza, y eso hizo que se balanceara, se tropezara y se cayera al suelo. ¡Sé que suena terrible pero fue un accidente!

—Ay muchacho —Joan se cubrió el rostro—, esto no suena para nada como un accidente.

—Hay videos que lo muestran con claridad.

—Dijeron que iban a darme un pequeño beneficio de la duda —los apuntó—. Créanme a mí, por favor, se los suplico. Sí, la golpeé después de todo, pero fue un accidente. Jamás en mi vida pasaría por mi mente la idea de golpear a una mujer, jamás.

—Sabemos que eres un buen tío, siempre lo has mostrado, es por eso que tu buena reputación ayuda a justificar lo que dices —el chico vio un pequeño rayo de esperanza en las palabras de su entrenador—. Pero esto...Es demasiado gráfico chaval, está por todas partes, y es un problema.

—Lo sé, lo sé.

—Bien, digamos que te creemos y que nos aferramos a la versión que tú nos dices ¿Vale? Tienes la razón —habló el mayor—. ¿Y la muchacha? ¿La voleibolista y lo que ella tiene que opinar?

—Ayer supe que estaba mejor en la clínica, pero... —ladeó los labios—. Tiene un esguince de codo.

—Ay Dios —ambos hombres se lamentaron y se taparon la cara. Luego fue el presidente del club el que tomó la palabra—: Esto es peor de lo que pensé. ¿Se sabe algo de sus padres?

—Yo no sé nada en absoluto.

—Te lo digo porque, si ellos llegan, perfectamente nos pueden demandar. ¿Crees que el club está económicamente bien como para acatar una demanda por...Violencia?

Nadie habló.

—Contéstame Pedro.

—No Joan, no lo está —murmuró éste cabizbajo.

—Bien —se dejó caer en la silla—. Escucha, hasta el momento las cosas están estables, pero si esa chica llega a confesar explícitamente lo que sucedió...Pues será nuestro fin. El tuyo y probablemente el del club.

—¿A...A qué te refieres? —parpadeó repetidas veces.

—Nos dejarán los patrocinadores, no venderemos tantas entradas, no habrá tanta venta de nuestros productos, se harán campañas en contra de lo que sucedió y...Probablemente tendrías que irte.

—¿¡Qué!? —el grito del canario fue tan fuerte que le llegó a doler la garganta.

—Que hayas agredido a una chica afecta la imagen del club...No tendríamos otra opción —dijo su entrenador.

—No, no, no, no, no, por favor, se los pido —ya se estaba desesperando—. No pueden hacerme esto, fue un accidente, yo no hice nada malo.

De sólo pensar que podría ser echado del club de su vida por una estupidez le dolía todo el cuerpo. Sentía que el mundo se le venía encima.

—Insistimos, el mundo no cree eso, y si Antonia habla estaremos acabados.

—Si quieres salvar tu pellejo tendrás que ponerte a trabajar —retomó Joan—. Arregla este lío en el que te metiste. Busca a la chica, habla con ella, le pides perdón, aclaras las cosas y te aseguras de que ella no hable con los medios para contar su historia.

—Vaya, suena fácil —murmuró él por lo bajo.

—¡Para! Tengo una mejor idea —Laporya chasqueó los dedos—. Comunícate con ella y dile que venga aquí. Quiero que le des las disculpas en persona y en este lugar.

—Joan, no creo que yo...

—¿Quieres que te recordemos lo que puedes perder? —soltó Xavi.

—No —contestó cabizbajo.

—Pues ya sabes lo que tienes que hacer. Te sacarás sólo de este desastre y tienes que hacerlo pronto. Además, esto es por una cosa de respeto también. Heriste a alguien, sé hombre y pídele perdón —siguió el ex futbolista.

—Lo haré, en serio que lo haré, sólo pido que me den una oportunidad y crean en mí —suplicó el menor

—Lo estamos haciendo así que no nos hagas arrepentirnos —Laporta se puso de pie y caminó hacia la puerta—. Tienes un partido de sanción, dirás que te reportarse enfermo.

Y sin otra cosa que agregar, el presidente del conjunto azul-grana se fue de la oficina cerrando la puerta detrás de sí.

Un corto silencio se creó entre Pedri y Xavi hasta que el menor explotó sintiéndose en mayor confianza.

—Xavi, por favor, te lo pido, tienes que creerme, yo no hice...

—Eh, eh, eh —lo mandó a callar—. Ya basta, yo te creo.

Él abrió los ojos como platos—¿En serio?

—Sí —a pesar de sus palabras, su semblante serio no cambió—. Llevo conociéndote por bastante tiempo ya como para darme cuenta que eres un buen tío, no eres alguien que haría menuda tontería como esta. Simplemente sé que tú no eres así. En el fondo de mi corazón sabía que había una explicación para todo esto.

—Te lo agradezco mucho —suspiró cansado—. De verdad que no la he querido golpear a propósito. Sólo me metí en un lío por...Falta de precisión; qué vergüenza.

—Escucha Pedri, te voy a confesar una cosa... —se inclinó hacia él—. Dentro del plantel eres de mis favoritos —de cierta manera eso tomó por sorpresa al chico—. Tengo esta cosa contigo...Quiero decir, eres humilde, sencillo, juegas en la misma posición que yo lo hice, aunque yo nunca tuve la velocidad que tu ahora tienes, y por mucho que te comparen conmigo siempre diré que tienes más cosas de Iniesta que de mí —el menor soltó una risa nasal—. Si pudiera, desearía tener más de un Pedri en la cancha, pero no puedo...Porque eres único.

—¿A qué quieres llegar con todo esto?

—A que no estoy dispuesto a perder a tan buen jugador por una estupidez como esta.

El muchacho asintió casi inconsistentemente y se removió en su asiento.

—Ve y arregla lo que tienes que hacer.

—Lo intentaré, te prometo que lo haré. Me va a costar pero haré todo lo posible para arreglar las cosas con Antonia, y si es posible...Ganarme su confianza.

—Si quieres que siga teniendo mi fe y mi confianza en ti...Pruébamelo. Como dijo Joan, sé hombre y enfrenta todo esto.

━━━ ● ● ● ● ━━━

Antonia estaba extremadamente nerviosa, no aguantaba otro segundo más en aquella camilla. Lo único que quería era irse pero no podía hacerlo hasta que su familia llegara y le ayudara arreglar los asuntos pendientes con el seguro médico y los probables asuntos legales que tendrían que ver.

Para su suerte, no faltaba nada para que su papá y su hermana llegaran.

Santiago y Javiera ya habían aterrizado en Barcelona y no faltaba nada para que la voleibolista los viera entrar por la puerta de su cuarto de hospital. Casi inmediatamente después del accidente, el entrenador de Antonia se comunicó con su familia para contarles lo que le había sucedido, así que ellos tomaron el primer vuelo a la ciudad que pudieron encontrar para estar ahí para la chica.

Minutos más tarde la puerta se abrió.

—¡Anto! —casi al instante la morena oyó la voz de su hermana.

La mayor se abrió paso entre las cosas y llegó a un lado de la lesionada y la abrazó con cuidado.

—Te dije que había que tener cuidado con estos colonizadores culiaos —la soltó—. Estoy muy enojada, muy enojada.

—Dímelo a mí —torció los labios.

—Pero me alegra mucho verte —la volvió a abrazar por cortos segundos—. Estábamos muy preocupados.

Segundos más tarde, el mayor de los Montt hizo ingreso a la sala. Cuando vio a su hija en la camilla el corazón se le apretó.

—Anto —igual que Javiera, él la abrazó con cuidado y acarició su cabeza—. Ya estamos aquí, sólo dime a qué español tenemos que cortarle la garganta.

—Ah —suspiró la menor y juntó su cabeza con la de ambos—, cómo extrañaba su agresividad.

—¿Cómo te sientes? —preguntó su papá.

—Pues, si no me muevo no me duele, pero el doctor dijo que era un esguince de codo —hizo una mueca.

—No puede ser —Santiago se pasó una mano por la cara—. Eso arruina todos tus planes. El partido...El...El Mundial... —suavizó sus palabras cuando notó que aquello le dolía a su hija.

—¿Crees que no lo sé? —se tragó el nudo de su garganta—. Todo se acabó, ya está, ya fue la wea.

—No digas eso —Javiera apoyó su cabeza en el estómago de la menor—. Te vas a poner mucho mejor.

—Sí, pero ¿En cuánto? ¿Semanas? ¿Meses? —bufó—. Yo tenía que estar bien para hoy en la noche, en donde mi selección jugaría el partido más importante en su historia hasta la fecha.

Los mayores se miraron en silencio.

—No es que me crea imprescindible o algo parecido, jamás. Pero...Yo quería estar ahí, ayudando a mi equipo, siendo parte de la historia...Já, ahora tendré que verlo por la tele.

—Lo sentimos mucho, Toñita —Antonia odiaba ese apodo que su padre le ponía pero por esa vez lo dejó pasar—. Estamos aquí para ti y vamos a apoyarte en este proceso para salir adelante ¿Sí? Ahora está la pura cagá, lo sé, pero...Toca seguir adelante.

—Y lo harás, saldrás de esta —apoyó Javiera.

—Eso espero —miró al cielo y gruñó—. ¡Dios! Qué ganas de volver a encontrarme con este futbolista cara a cara y arrancarle los ojos. Les juro, lo único que quiero es volver a Chile. Sáquenme de la estúpida Europa.

Santiago hizo una mueca—Ese era nuestro plan inicial, pero antes de entrar aquí he estado hablando con los médicos en jefe y un tal Eduardo Cadaval, que creo que es el director de este lugar, me ha dicho que el Barcelona quiere hacerse cargo de tu seguro médico.

—¿Qué? —contestó casi inmóvil.

—Están arrepentidos, Toñita, tienes a los españoles arrastrándose por tu perdón —soltó una risa nasal—. Quieren ofrecerte las terapias de recuperación aquí y todo lo que necesites, y...Sin pagar ni un peso ¿Qué te parece?

—Papá, sólo quiero largarme de aquí —se quejó—. En Chile también me pueden atender.

—Hermana, no compares la calidad de la atención médica chilena con esta. La nuestra es un asco, estar aquí sería un privilegio —apoyó Javiera.

—Eso, oye a tu hermana —dijo Santiago—. Mañana en la mañana me voy a reunir con la junta que quiere evaluar la situación y veremos como resulta todo. ¿Sí? Es una tremenda oportunidad. Lo que podría solucionarse en meses, aquí podría quedar hecho en semanas.

Antonia torció los labios—Puede ser.

Entonces su mente comenzó a maquinar distintas e infinitas ideas.

—Bueno...Quizás no sea tan malo quedarme un poco más en España.

—¿Viste? —le sonrió su hermana—. Siempre hay algo positivo dentro de lo malo.

La menor asintió y le hizo un movimiento de cabeza a Javiera—¿Podrías abrir tu Instagram y buscar algo por mí?

Un poco confundida, la estudiante de Derecho acató la acción abriendo su aparato en la aplicación solicitada—¿Qué cosa?

Antonia sonrió de lado.

Pedri —el nombre colgó de sus labios con superioridad—, busca al futbolista llamado Pedri.

Ya no había vuelta atrás.







































































EEEEEH KARMA IS BACK, COMO ESTÁ MI GENTE AMANTE DEL KARMAAAA

pues ta estamos acá y aún antonia y pedri como que están cada uno en su asunto, lo sé, pero son cosas que tienen que pasar, ya se tendrán que juntar 😈

cuéntenme qué les pareció el capítulo!

pero bueno, gracias por todo su apoyo, son geniales, nunca me falten <3

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nat

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