oo5. something like a plan
oo5. ❝ what if i told you none of it was accidental and the first night that you saw me, nothing was gonna stop me? ❞
❝ ALGO COMO UN PLAN ❞
🏥 ━━━━━ SOFÍA CADAVAL CAMINÓ DE UN LADO A OTRO POR LA HABITACIÓN mientras tenía a su mejor amigo con los nervios de punta en el sillón de su sala de estar, a la angustiosa espera de que ella le dijera algo. Verla moverse en silencio lo hizo estresarse mucho más de lo que ya estaba. Confiaba en ella y en su buen juicio —en general, pero también femenino— pero el no obtener una respuesta durante los primeros 5 minutos fue lo peor.
Hasta que ella soltó:
—Como mujer, me siento vilmente ofendida.
—¡Sofía! —exclamó Pedri tomándose el rostro—, te dije que fue un accidente.
Por supuesto que, después de explicarle a sus padres lo que había sucedido con Antonia —gracias al cielo no lo mataron, sino que reaccionaron de manera similar a su hermano— lo primero que el futbolista hizo fue correr a la casa de su mejor amiga para contarle la tragedia que había pasado y luego proponerle lo que él podía considerar el inicio de un plan.
La cantante no había visto las redes sociales así que la noticia la tomó por sorpresa.
—Perdón, perdón, perdón —alzó las manos—, es que en serio esto me choca. Tú eres de los pocos futbolistas que nunca se meten en polémicas y ahora estás en una...¿Por accidente?
—¿Lo ves? Todo esto no es culpa mía...Bueno, sí lo es, pero no lo he hecho con querer.
—Te creo Pepi, te creo —puso sus brazos en jarra y suspiró—. Pobre chica, me imagino como ha de estar con esta tragedia.
—Yo estoy bien, por si acaso.
Suspiró—Ya te he consolado por 5 minutos en los que te rehusaste a soltarme —pasó sus manos por su largo cabello—. Dios, esta situación apesta...Qué va, asusta, y sé bien cuál es ese miedo.
Soltó una risa nasal—¿En serio? ¿Tú conocer el miedo? No has escuchado este mensaje de voz.
El canario sacó su celular y buscó algo. Cuando lo halló presionó el botón de reproducir y en la sala de estar se escuchó:
—Pedri, hijo de la gran puta, deja ya de ignorar mis llamadas o la multa que te caerá será mucho más grande. Mañana te esperamos a primera hora con Laporta en las oficinas para discutir sobre lo sucedido. Coño, no tienes idea en el lío que te has metido y en el que has metido al club. No quiero un no por respuesta. Si no te presentas las consecuencias serán peores. Tienes mucho que explicar, gilipollas.
El audio finalizó.
Cadaval hizo una mueca asustada—¿Xavi?
Tragó saliva—Xavi —confirmó guardando su aparato—. Me va a colgar...De hecho, me va a matar; los dos lo harán.
—Ya, ya, tranquilo, no creo que todo sea tan desastroso, tienes que decirle lo mismo que me dijiste a mí...Pero sin incluir el llanto desesperado, por favor.
—Si me sigues molestando me voy a ir.
—Perdón —alzó las palmas de las manos—. Pero eso es lo que tienes que hacer. Estás diciendo la verdad y son personas que te conocen...Te van a creer.
—Lo dudo bastante —se rascó la barbilla—. El vídeo es demasiado explícito. Lo único que justifica que lo que pasó fue un accidente es mi punto de vista...No sé qué tanto valor tenga eso en contra de clara evidencia.
—Bueno, eso puede jugar un poco en contra.
—Me he rehusado a abrir las redes sociales, estoy seguro de que son un desastre, que tengo 1000 mensajes, 2000 personas etiquetándome en publicaciones y millones de amenazas —se cubrió el rostro—. Toda Latinoamérica me ha de estar odiando.
—Pues, te unes a Gerard Piqué —el mayor la miró mal y ella se tapó los ojos avergonzada—. Perdón, sabes que mi mecanismo de defensa son los chistes malos.
Suspiró—No sé qué voy a hacer.
—Pues deja que lo que tenga que pasar en esa charla mañana...Sólo pase. Quizás no va a ser tan terrible como piensas, y si lo es...Bueno, aquí estaremos para ayudarte a salir del agujero; todo tiene solución.
—Ya que mencionas eso...Mi idea sigue en pie.
Cadaval hizo una mueca—Pepi, no creo que sea posible.
—Venga, tienes todas las posibilidades.
—Quieres que me escabulla en el hospital para ver dónde y cómo está esa chica...Es algo como de Misión Imposible. ¿Por qué no simplemente vas tú y preguntas en recepción?
—Porque, uno —alzó un dedo—, yo debo de estar baneado de ese lugar y si ella oye que quiero verla o que quise saber de ella...Ahora sí que me mata. Y dos —levantó otro dedo—, por lo que entendí está en el área privada, la misma a la que nos llevan a nosotros, si cualquier persona que no sea un doctor pregunta...No le darán información.
—Si le pregunto a mi papá no me va a querer decir. No puedo decirle que la chica es mi mejor amiga o algo, no me va a creer, soy pésima mintiendo.
—Lo sé —ella le miró mal—. Venga...No es la primera vez que te haces pasar por una enfermera en el hospital.
Ella le tapó la boca y lo hizo callar—Más bajo Pepi, mi mamá está durmiendo arriba y no puede saber qué eso pasó, ¿O quieres sumarle a tu caos pasar unos años en prisión?
Él negó y ella le soltó la boca—Bien, perdón, pero en serio necesito que hagas eso por mí.
—¿Por qué?
—Pues necesito saber cómo está para calmar mi conciencia ¿Te imaginas y le rompí el brazo? —se dejó caer en el sofá—. Me muero. Además...Tú eres mujer; te entenderías bien con ella, quizás puedas suavizar su mal genio para que no me odie y me exponga con todo el mundo.
—¿En serio ese es tu plan? —alzó una ceja.
—Es algo como un plan.
—Pues es terrible —escupió—. La chica ni me conoce y te va a dejar de odiar mágicamente porque yo se lo digo.
—Pues puede ser un inicio —trató de defender su idea—. Porque, en cuánto es a mí, no sé ni cómo encontrarla o algo para hablar con ella. Pero si llego hacerlo creo que será más adelante...Hoy, me quemaría vivo.
—Búscala en Instagram, no seas un ermitaño —se encogió de hombros—. La vida de todos está ahí, de seguro tiene cuenta.
Se quejó apoyando sus codos en sus rodillas—Ahora no Sofi, lo último que quiero es meterme a revisar algo. Lo único que te pido es eso, nada más, te lo juro.
—Es demasiado, Pepi.
—Oye —la apuntó severamente—. Me lo debes ¿Recuerdas?
Ella cerró los ojos lamentándose de que él hubiera recordado ese ligero detalle.
—Estuve meses fingiendo que teníamos algo para que Gavi no se enterara de que te gustaba ¿Se te olvidó? ¿O quieres que te lo recuerde?
—No, no, no gracias —se rehusó de inmediato—. Lo tengo todo súper claro y también sé que valió la pena ¿Si? —suspiró—. Bien, tienes razón...Te debo una grande y esto debería compensarlo.
—¡Sí! —celebró mientras la veía ponerse de pie.
—Pero si me atrapan tendrás que irme a sacar a prisión ¿Oíste? —lo apuntó a la distancia.
—Entendido.
—Y si no apareces te voy a arrancar las cejas, te lo juro.
Soltó una risa nasal y se cruzó de brazos recostado en el sofá—Tú y ella se llevarían bien.
—Quiero una cuñada Pepi, pero definitivamente esta no era la manera en la que me lo esperaba —murmuró buscando su bolso.
Bufó y puso los ojos en blanco—No empieces, Sof.
—Ya, ahora levántate de ahí, ya que como mínimo ve a dejarme o algo —gruñó—. Las cosas que uno hace por la amistad.
Se puso de pie y besó su mejilla—Eres la mejor.
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Sofía terminó de abrocharse la gorra clínica, se ordenó el uniforme color azul y se puso la mascarilla soltando un largo y cansado suspiro:
—Lo que te costará, Pepi.
El plan hasta el momento iba muy bien. Cadaval llegó a la gran oficina de su papá con la excusa de que quería ir a saludarlo y llevarle algo de comer, cosa que normalmente sí hacía y por eso Eduardo se tragó la historia perfectamente. Durante su charla, el médico en jefe del hospital recibió una llamada de emergencia porque lo necesitaban en pabellón, así que tuvo que interrumpir su momento con su hija para salir disparado hacia aquella área.
¿A la chica le molestó? No, claro que no. Aprovechó esa oportunidad para buscar en los armarios algún uniforme de enfermería, ya que allí siempre tenían de esas cosas. Para su buena suerte encontró un kit completo y, con todo el temor del mundo, se cambió en el baño dispuesta a salir a salvarle el trasero a su mejor amigo.
¿Era una buena idea? Definitivamente no; era estúpida, pero al pasmado cerebro de González no se le ocurrió otra cosa.
Finalmente Sofía salió de su escondite y con el estómago revolviéndosele dentro de sí tomó el pomo de la puerta de salida para terminar en el pasillo. Suspiró aliviada ya que nadie cuestionó su presencia y dirigió sus pasos al área privada para deportistas que el hospital les tenía como su aseguradora.
Sabía dónde estaba todo, lo había recorrido desde que era pequeña y además no estaba muy lejos de su posición.
Cuando llegó tomó la tarjeta de acceso de su padre —la cual previamente había tomado prestada— y la pasó por el lector de la puerta, dándole completo acceso a una de las áreas más exclusivas del lugar.
No se movía mucha gente por ahí comparado al resto del recinto, más que nada algunas enfermeras, doctores y sobre todo fisioterapeutas, kinesiólogos y traumatólogos.
Cuando llegó a recepción la persona que estaba ahí no le tomó mucha atención ya que, si ella estaba ahí, era por que tenía acceso permitido al área y no era de preocuparse —qué mala seguridad, por cierto—. Tratando de hacer el menor ruido posible tomó la carpeta que contenía el registro de pacientes actuales y lo leyó a la velocidad de la luz acorde al nombre que Pedri le había dado —sí, únicamente el nombre— y la descripción de la situación.
Cuando Antonia Montt activó algo en su cerebro ella sonrió complacida. Era ella. Ahora sabía en qué habitación estaba y lo bueno era que cada sala era individual; nadie más sabría de su presencia ahí.
Cerró el archivo y volvió a caminar, ahora en busca de la habitación 35.
—Eh, muchacha.
Cadaval quedó petrificada en su lugar cuando una voz a sus espaldas la detuvo. Giró sobre sus talones levemente y se dio cuenta que la mujer de recepción la había llamado.
Probablemente la había descubierto.
—¿Puedes llevarle los medicamentos del día al paciente de la 43? Están en la mesa. Muchas gracias —la mujer ni siquiera levantó su vista de la computadora mientras le hablaba.
No, no la había descubierto.
La chica soltó el aire que estaba reteniendo en sus pulmones y con cuidado fue a tomar lo indicado para apegarse a su papel de enfermera. Posteriormente salió disparada de ahí lo antes posible.
Esa estuvo cerca.
Cuando halló la habitación 35 tuvo que darse unos segundos para meditar lo que estaba haciendo y hacer una correcta elección de palabras, y qué difícil tarea ya que ella era bastante mala interactuando con desconocidos. Pero se lo debía a Pedri así que debía concederle ese favor.
Tomó aire y valor para entrar en la sala de una buena vez.
Cuando lo hizo, la persona en el interior se reincorporó de su cama para mirarla con atención.
—Hola —saludó ella.
Con nerviosismo Sofía respondió—Buenas tardes, he venido a revisar como está.
Aún perdida en toda la situación, Antonia sólo se limitó a asentir.
Con cuidado la española avanzó a la sala pretendiendo que revisaba cosas que supuestamente tenían importancia. Disimuladamente analizó a la chica. Era al menos 1 año mayor que ella, era morena, de ojos claros y con un cabello evidentemente ondulado que estaba siendo controlado por dos trenzas boxeadoras a cada lado de su cabeza. A pesar de todo, Cadaval notaba la expresión de cansancio y derrota que se cargaba.
—Esguince de codo ¿Eh? —trató de entablar conversación mientras husmeaba el informe médico que yacía a los pies de la camilla.
—Sí —contestó de mala gana—. Si le dijera cómo me pasó no me creería.
La contraria soltó una suave risa—No me diga.
Sofía volvió a analizarla y su brazo estaba siendo sostenido por un cabestrillo que evidentemente le molestaba. Otra cosa que le llamó la atención de ella fue su acento. Ahí la voz de Pedri hacía eco en su cabeza cuando le dijo que era chilena.
—¿Primera vez que se lesiona de esta manera?
—De hecho sí, siempre me he cuidado muy bien...Hasta hoy —hizo una mueca.
—Bueno, en un deporte como el voleibol puede pasar de todo.
Frunció el ceño de inmediato—¿Cómo sabe que soy voleibolista?
Sofía tragó saliva.
Había cavado su propia tumba.
—Eh... —trató de hilar las palabras pero era una pésima mentirosa así que soltó lo primero que se le vino a la mente—: Es que me gusta el deporte, te me hacías conocida. Además...Creo que otra de mis colegas lo mencionó.
Uf, salvada.
—Ya veo —la voz de Montt no sonaba convencida. Ella tenía algo similar a un sexto sentido y había algo en aquella enfermera que le causaba sospecha.
Cadaval odió aquel silencio incómodo que se formó así que pretendió buscar cosas en unas cajoneras más atrás.
—¿No debería cambiarme el suero? —habló la mayor desde su ubicación estremeciendo a la española.
—Yo...Eh sí, sí —buscó en otra parte—. Debe estar por aquí.
—La enfermera anterior lo dejó en la cajonera de la izquierda...No en esa —señaló Antonia con su tono de voz cambiando poco a poco.
—Ay sí, sí, qué torpe —rió con nerviosismo cambiando de lugar—. Hoy estoy un poco distraída.
Montt no le creía.
Cadaval siguió buscando lo solicitado mientras pensaba cómo plantearle lo que el canario le había pedido.
No obstante, quién habló primero fue la chilena:
—Así que...Eres fan ¿Eh? —el sonido de su voz de la nada la hizo reincorporarse nerviosa—. ¿Viste el último partido entre Italia y Noruega? Vaya, las italianas las aplastaron con ese gran triunfo.
Se dio vuelta cuidadosamente y tartamudeó sus primeras palabras—Sí, totalmente, fue gigantesco. Gran...Gran victoria.
Silencio.
Antonia alzó una ceja y se reincorporó en la camilla—Noruega ganó el encuentro.
A Sofía se le heló el cuerpo y comenzó a temblar como gelatina al haber sido descubierta. La dura mirada de la morena sobre ella parecía que iba a absorber su alma o algo; ahora entendía al futbolista.
—¿Quién rayos eres, qué haces aquí y qué razones me das para no apretar el botón de emergencia? —amenazó tomando el objeto mencionado que yacía junto a su cama.
—Bien, bien, bien, bien, perdón —la detuvo rápidamente removiéndose la gorra y la mascarilla, dejando en evidencia su rostro—. Te lo voy a explicar pero por favor no apretes ese botón, te lo ruego.
Antonia la analizó con sorpresa dándose cuenta que era sólo una chica de casi su edad.
—¿Qué miercale hace alguien tan joven como tú acá? ¿Qué-Qué es todo esto? Porque definitivamente fan no eres —realmente estaba confundida.
—Te lo diré, pero me vas a odiar y terminarás apretando ese botón...Por favor no lo hagas —cerró los ojos y tomó aire—. Me llamó Sofía y...Soy...La mejor amiga de Pedri.
Por unos segundos la chilena no le entendió y su expresión no varió.
—...El tipo que te dejó así —agregó.
Aquella añadidura la hizo abrir los ojos como platos y su mente hizo conexión entre su situación y aquel nombre, armando todas las piezas de su cabeza.
—No... —la apuntó sin creerlo—. Esto no me puede estar pasando.
—Me ha pedido que viniera a ver cómo estabas ya que evidentemente él no puede hacerlo y...
—¿Y por eso te escabulles en un hospital y te haces pasar por enfermera? —aún no podía creerlo.
—Bueno, eso es evidente... —murmuró para sí misma.
—Y, déjame entender algo, ¿Ese muchacho preocupado? ¿Por mí? —rió—. Cuéntame otro chiste.
—Es en serio. Todo ha sido un accidente, te lo juro.
—¿Estuviste ahí?
—No, pero él me lo dijo y le creo —la contraria bufó—. Puedo jurártelo por mi vida, Pedri es una muy buena persona, él jamás haría algo así.
—Pues lo hizo, niña —se señaló—. Me acaba de arruinar la vida.
—Por favor no lo odies. Se acaba de meter en serios problemas por esto —rogó a un lado de su cama.
—Y con razón —soltó con dureza—. Se supone que ustedes son mucho más civilizados que nosotros los pobres latinos, pero ni en mi país me habían agredido de esta forma.
—Fue un accidente —repitió—. También soy mujer y si esto hubiera sido realmente a propósito créeme, yo sería la siguiente en camino a lincharlo. Pero no fue así...Lanzó mal la pelota y tuviste la mala suerte de recibir un impacto erróneo.
—¿Mala suerte? —Cadaval se asustó dándose cuenta lo agresivo que podía sonar el acento chileno. Entendía el miedo de Pedri cada vez más—. ¿En serio esto para ti es sólo mala suerte? —enseñó su brazo—. No podré jugar mañana el partido más importante de mi carrera gracias a ese futbolista...No me vengas a decir que fue sólo mala suerte.
Cadaval se removió en su lugar y jugó con sus dedos nerviosa, dándose cuenta que llegar a ella estaba siendo bastante difícil.
—Lo siento, no era mi intención que se entendiera así —parte del duro corazón de la chilena se enterneció ante la dulzura de la chica—. Sólo he querido abogar por él ¿Sí?. Sé que no nos conocemos para nada y que tienes cero motivos para confiar en mí, pero esta vez te pido que lo hagas...Pedri es un buen tipo, jamás le haría daño a alguien así.
Montt meditó en sus palabras un segundo, pero no creyéndoselas, por supuesto, solamente analizando lo que estaba pasando frente a ella.
—Es mejor mejor te vayas —soltó después de un rato—. No quiero tener que apretar este botón.
—Lo haré, lo haré —obedeció de inmediato tomando las cosas que había traído—. Pero por favor...Piensa en lo que dije. Fue un accidente que él lamenta muchísimo. Lo conozco de hace mucho tiempo y él es...
—Un buen tipo —le completó ella tomándose el puente de la nariz, ya cansada de oír esa frase—. Creo que lo repetiste varias veces.
—Es que es verdad.
—Si él fuera un buen tipo no hubiera huido como un cobarde...Y yo lo vi arrancando con mis propios ojos —Cadaval hizo una mueca—. Lo siento.
Sofía asintió ya rendida pero dentro de todo tranquila ya que había cumplido con su misión. Antes de irse se acercó a ella, tomó un lápiz y un pedazo de papel que habían en la mesa de al lado y se puso a escribir.
—Sí necesitas algo, lo que sea, y no tiene que ser referente a Pedri... —le extendió un papel—. Puedes llamarme. Sé qué Barcelona puede ser una ciudad rara y confusa.
Soltó una risa nasal aceptando el papel—Se nota que no has ido a Talca.
La española no entendió aquella referencia pero dentro de sí agradeció que la morena hubiera aceptado el papel, era como dar un corto paso hacia ella.
—Bueno, ya me voy —dijo finalmente—. Lamento haberte molestado.
—No creo que debas repetir esto —su mano se movían haciendo referencia a su papel como enfermera—. Te pueden meter a la cárcel o algo.
Chasqueó la lengua—Lo sé —giró sobre sus talones dispuesta a irse—. Adiós.
—Oye espera —Sofía se volteó inmediatamente sorprendida al oír a la chilena llamándola—, dile a ese chico que si es muy hombre me hable él mismo y no esté enviando intermediarios —le guiñó un ojo—. ¿Queda claro?
Ella realmente intimidaba.
Cadaval no fue capaz de responder así que, casi corriendo, salió de la habitación dejando a Montt sola en aquel lugar y con mucho más estrés del que ya tenía.
Antonia tenía razón, la conclusión de todo eso no llegaría por medio de sus amigos, sino de estar cara a cara con la persona que le había arruinado la vida.
Y eso tendría que pasar sí o sí.
CHAN CHAN CHAAAAAAN.
HOLA MI GENTE, JUEVES FUTBOLÍSTICO DE KARMA <3 cómo están????
qué les pareció el capítulo de hoy? QUÉ LES PARECIÓ LA APARICIÓN DE SOFIAAAAAAA? (para quienes no saben, ella es mi oc de la otra fic que está conectada con esta. sweet nothing de pablo gavi, así que les recomiendo leerla ya que igual está buenarda) y el plan de los chicos, qué tal??? unos loquillos, eh??? les leo!!
ya ordené todas mis ideas en la app de notas como corresponde así que tengo la mayoría del curso hecho de esta fic. AY QUE EMOCIÓN.
aprovecho de dejar una pregunta IMPORTANTE !! que ojalá espero que me respondan. les interesaría una fic de jude bellingham???? 👀 tengo una muy buena trama en borradores pero me gustaría saber si alguien la leería uwu contesten xfis <3
bueno, hasta acá mi participación. espero les haya gustado el cap de hoy <3 nos vemos a la otra !!!
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nat
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