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¿Justicia divina?


Este es un capitulo especial dedicado a @StelleLR por su cumpleaños.

Espero te la estes pasando genial!!!

y Obvio que te guste este capitulo xD


Sin mas que decir... no, espere si hay algo mas que decir, este blog shingon de wattpad esta a unos cuantos suscriptores de llegar a los 100 suscriptores, si eso llega a pasar, subire un nuevo One-shot Katsudeku!!!


Ahora si, sin mas que decir...

Enjoy!


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Un enojo total era el aura que en ese momento rodeaba a Uraraka de Bakugou, ambos, su marido y ella, llevaban más de una hora sin hablar a pesar de viajar en el mismo auto, estaba totalmente enfadada con ese tonto peliverde, si, pero mas aun con Katsuki.



Esta le miro de reojo, podía ver al rubio apretar fuertemente el volante del auto último modelo que manejaba, su ceño fruncido era, tal vez, lo único que impedía que esta le reclamase algo.

Pero su lengua y sus venenosas palabras no podrían ser contenidas por mucho mas tiempo. El dinero de esa herencia debería estar en las cuentas bancarias del rubio, para estar totalmente a su disposición y las joyas deberían estar en su alhajero o adornando alguna parte de su bello cuerpo... no en las manos de un don nadie. Frunció el ceño.



—Espero que estes pensando en qué hacer con respecto a tu herencia, Katsuki—. Finalmente dijo, el rubio frunció aún más el ceño, detuvo el auto de golpe, haciendo tremendo escándalo al frenar, miro a la castaña.



—Mira, en este momento no estoy de humor, linda—. Su tono calmado era bastante inusual en esos casos, pero la castaña vio que estaba a nada de insultarla, se estaba conteniendo, lo podía ver en el tic que hacía su ceja izquierda. —Esto no se quedara así—. Y sin decir más, volvió a poner en marcha el auto.



—Eso espero—. Uraraka no quedaría contenta hasta que el rubio le entregara todas esas joyas valuadas en 3 millones de dólares. —De lo contrario, pensaré que me he casado con un cobarde que no sabe imponerse el debido respeto ante su ex—. Aquellas palabras fueron un golpe demasiado bajo para su orgullo, el rubio apretó el volante aún más, sus dientes apretados amenazaban con astillarse ante la fuerza con la que su mandíbula era presionada. Respiro.



Llegaron a la gran casa, el rubio esperó a que la chica bajara del auto para volver a arrancarlo sin decirle más, Ochako pudo ver el humo que las llantas desprendían ante el exceso de velocidad al que Katsuki estaba sometiendo al pobre vehiculo. Sonrio, ahora solo debía esperar a que las joyas estuviesen en sus manos y el dinero en la cuenta de Katsuki.



Su vida era una maravilla.




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Apenas Katsuki había llegado al edificio, sin cruzar palabra alguna con el portero, este le arrojó las llaves del auto para que este lo estacionase, entrando al lugar con paso firme, muchos de los empleados ahí le miraban sorprendidos ante la aura de pocos amigos que le rodeaba.

Sabian que el rubio era una persona con la que no se puede bromear, no se podía considerar un buen compañero, porque claro, aquel rubio estaba a nada de convertirse en el abogado representante de la firma. En el jefe.

Rin, su secretaria se había levantado de golpe al verlo de regreso, cuando el rubio había aclarado que ese dia no asistiria por la audiencia con el notario. —¡S-señor!—. Saludo sorprendida, el rubio no le dirigió mirada alguna ni contesto el saludo.

—No quiero que me pases llamadas, Rin, no estoy para nadie—. Dijo mientras entraba a su oficina y con un fuerte azote cerro la puerta. La morena susurro un leve "si" aunque ya no fuese escuchado.

En la privacidad de su oficina, se permitió gritar a todo pulmón, poco le importaba si sus compañeros lo escuchaban, quería romper y destruir todo lo que había en su oficina, pero simplemente se limitó a golpear la pared tan duro como sus fuerzas y enojo se lo permitieran. —Esto no se va a quedar así—. Dijo a la nada, su enojo a la vista. —No se va a quedar así—. Y con prisa llego hasta su escritorio, encendió su computadora e inmediatamente abrió el archivo plantilla correspondiente a las demandas.

Su nombre estaba en el espacio del demandante y el nombre de Izuku y Katsui en la parte demandada, completo el archivo con la información requerida y lo imprimió, una vez estuvo en sus manos volvió a leerlo para ver que no tuviese falla alguna, sonrió al ver que no era si, tomo sus sellos de la firma y avalo el documento haciéndolo oficial.

En sus manos una demanda por los bienes heredados a Izuku y Katsui Midoriya, estaba seguro que con esto, el peliverde daría su brazo a torcer.

Metió la demanda en un sobre y lo cerró, abrió la puerta de su oficina asustando brevemente a su secretaria, la mujer le miro y el rubio le tendió el sobre. —Quiero que envien esto a esta dirección—. La mujer recibió el sobre y un papel con la dirección a la que debería ser enviado. —Me voy—. La morena se le quedo mirando.

—Si, señor. Tenga buen dia—. Se despidió solo viendo la espalda de su jefe desapareciendo en el elevador. La presencia a su lado volvió a espantarla.

—¡Buenas tardes!—. Escucho decir del gran hombre rubio a su lado. —Pensé que el joven Bakugou no vendría hoy—. Comentó, la mujer asintió. —¿Que es eso?—. El sobre llamó su atención desde que lo vio en manos del rubio menor.

Rin se lo tendió. —El señor Bakugou me pidió mandarlo a esta dirección—. El hombre miró el papel, su siempre usual sonrisa fue sustituida por una cara que reflejaba absoluta seriedad y muy en el fondo, decepción.

—Dejamela a mi, Rin—. Dijo el hombre. —Se donde esta esa dirección, yo la entregaré—. Dijo volviendo a sonreir y mujer le miro con duda pero finalmente asintió. —Pero que esto quede entre nosotros, por favor—. Rin volvio a asentir, despues de todo, Toshinori Yagi era su jefe de mayor jerarquía.

El mayor camino hasta su oficina en donde pretendía seguir trabajando, pero antes tenia que ver que es lo que enviaría Katsuki a la dirección de Izuku. Uso el abrecartas y saco el documento que se guardaba, a cada palabra leída, la sorpresa y el enojo eran palpables en la oficina.

—La ambición te han cegado demasiado, joven Bakugou—. Dijo a la nada, decepcionado, aquello era la muestra que necesitaba para darse cuenta que el rubio menor jamas podria ser su sucesor, era una verdadera lástima porque veía mucho, mucho potencial en él.

Dejo todo su trabajo de lado, aquel asunto no podía esperar, aviso a su propia secretaria de su ausencia por un tema personal, la mujer asintió y se despidio del hombre deseandole un buen dia.



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Izuku ayudaba a Katsui con la tarea de ese dia, aunque solo estaba supervisandolo realmente, el pequeño rubio no necesitaba que el mayor le ayudase ya que él sabia todo aquello a la perfección, pero nunca negaba compartir tiempo con su peliverde padre.

El rubio había notado cierto aire afectivo en su padre desde que se había enterado que seria hermano mayor, así que siempre que el peliverde requiriese de muestras de afecto ahí estaba Katsui para dárselas.

—Te has vuelto muy listo—. Elogio Izuku al verlo terminar sin errores su tarea de matemáticas, el rubio sonrió ligeramente.

—Gracias—. Dijo con la cabeza gacha. —Papá—. Llamó ganándose la atención del mayor. —En la escuela dijeron que tenían que hablar contigo—. Dijo a manera de recado.

—¿Pasa algo malo?—. El menor negó, viéndolo con esos rasgados ojos verdes.

—Dijeron algo sobre mi educación—. Izuku le miró sin entender, pero ya arreglaría aquello con la escuela.

Justo en ese momento, el timbre de la casa comenzó a ser tocado, el peliverde le pidió a su hizo que se alistara para la merienda, así que el menor tomó todos su materiales de escuela y los guardo para no olvidarse nada al dia siguiente.

Por otro lado, Izuku se apresuró a abrir la puerta encontrandose del otro lado al jefe de su ex, Yagi Toshinori.

—Joven Midoriya—. Saludo vivaz, como siempre que veía al peliverde.

—Señor, Toshinori—. Le sonrió. —Pase—. Dijo el rubio mayor entro en la acogedora casa y fue invitado a la merienda por el peliverde.

Izuku preparo unas galletas de avena, las favoritas de Katsui, le sirvió un plato a su hijo y le permitió ver la tele por el resto de la tarde, por otro lado, el rubio mayor y él se encontraban en la cocina. —¿Que le trae por aquí, señor?—. Pregunto amable el peliverde, sirviendo un plato con más galletas, el mayor no se negó puesto que sabía que el peliverde era muy bueno cocinando, en el pasado ya había disfrutado de los pequeños y simples postres de Izuku, así que en esta oportunidad no se negaría, no después de darle la amarga noticia.

—Lastimosamente estoy aquí como mensajero—. Dijo, Izuku tenía una expresión confundida que hacía ver sus ojos enormes y adorables. El rubio sacó de su saco el sobre abierto y se lo entregó al peliverde.

—¿Y esto?—. Pregunto, pero no espero respuesta del mayor y se apresuró a sacar lo que sea que contuviera ese misterioso sobre, la abrir la hoja pudo esperarse cualquier cosa, menos aquello. Katsuki había cumplido con su amenaza. Tembló.

—Katsuki iniciara una demanda por la herencia que recibieron tu hijo y tu—. Explicó el mayor viendo la cara shockeada del menor. Toshinori podía ver un sentimiento realmente fuerte en las obres verdes del joven frente a él, las lágrimas comenzando a formarse, pero no de miedo, no de tristeza... eran lágrimas de enojo, de frustración, de decepción.

—Hasta cuando—. Escuchó decir el rubio. —¿Hasta cuando esto terminara?—. Preguntó, arrugando el papel en sus manos. —¡Ya me dejo! ¡Ya se caso con quien quiso!—. Gritó alertando a su hijo en la sala, quien no dudo en correr con su padre. —¡¿Porque no nos puede dejar en paz?!—.

—Papá—. Escuchó a su hijo en el marco de la entrada de la cocina, rápidamente apartó las lágrimas de su rostro. —¿Estas bien?—.

—Si, papá está bien—. Dijo con una sonrisa falsa que bien conocía el menor, su padre la usaba para que él no supiera que algo malo estaba pasando. —Hazme un favor y regresa a la sala, cariño—. Katsui dudo por un momento, pero Izuku no tuvo que repetir la sutil orden disfrazada de petición, le rubio le miro solo para después cumplir con lo pedido y salir de ahí.

—Entiendo tu enojo, Izuku—. Dijo el rubio mayor. —Pero es algo por lo que no debes preocuparte—. Toshinori sabia que aquella demanda no procedia en absoluto. —Tal parece que este documento fue redactado en el calor del momento—. Izuku le miro esperando la explicación. —Las demandas de propiedad no aplican cuando es una herencia, ya que fue avalada por un notario, las porpiedades en las últimas voluntades y testamentos no entran en proceso jurídico—. Dijo. —En otras palabras, solo necesitamos la copia del documento que avala que la bisabuela del joven Bakugou te dejó esa herencia a ti y a tu hijo y el juez desechara el caso—. Aquello pareció tranquilizar a Izuku, pero aquello duro poco.

—¿Hay alguna brecha que Katsuki pueda usar?—. Pregunto. Conocía perfectamente a su ex esposo, sabía que si había una brecha en la ley, este no dudaría en usarla a su favor. No se la volvería a aplicar, no lo tomara desprevenido esta vez.

—La única manera de que se quede, solamente con la herencia que recibió Katsui, es si comprueba que el niño no es de él—. Izuku no dijo nada por el momento. —Pero hay que ser muy idiota para no ver el parecido que tienen esos dos—. Tranquilizo, pero Izuku siguió sin decir nada.

—Pues Katsuki no ha dado señales de ser muy listo últimamente—. Contestó el peliverde, aquello se ganó una risa del mayor. —Me voy a jucio—. Dijo el peliverde, aquello sorprendió al mayor. —Y quiero que seas mi abogado—. El peliverde se veía decidido. —También quiero que lo demandes por la manutención de Katsui—.

—Será un placer, joven Midoriya—. Dijo el mayor aceptando el caso.




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—¿Para que querias una muestra de la saliva de mi sobrino?—. Pregunto la castaña mientras le entregaba un tubo de ensayo, de esos que usan para guardar muestras.

—Porque es la única manera de recuperar algo de lo que nos robaron—. A Ochaco se le ilumino la mirada al escucharlo decir aquello.

—¿Ya pusiste la demanda?—. Pregunto emocionada, pero el rubio no le contesto. —¡Ay, Katsuki, eres el mejor!—. Elogio, imaginando a si misma usando todas aquellas joyas pertenecientes a la familia de su rubio marido, ya estaba pensando en que se gastaria la fortuna que heredó ese bastardito hijo del peliverde.




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La fecha para el juicio sobre la herencia de Kasumi Bakugou había iniciado, los afectados se encontraban justo en frente. Izuku y Yagi en un lado y Bakugou en el otro.

El rubio cenizo se sorprendió de ver a su jefe y mentor a lado de su ex, algo de enojo broto de él, pero no se daría por vencido, el ganaria este caso, como lo hizo con todos los demas, habia ganado casos incluso contra su jefe, este no sería diferente, aquello le dio la confianza suficiente. Una confianza que se desvaneceria con el proceder del juicio.

—Entra el juez Nezu—. Nezu era un hombre ya entrado en años su cabello tan blanco como la nieve era su sello personal. En ese momento el hombre vestía sus típicos atuendos de juez para hacer participe de este caso.

Cuando el hombre estuvo en su lugar, acomodo sus documentos. —Sentados, por favor—. Dijo finalmente, aclaró su garganta y miró a los asistentes en la sala. —Estamos aquí para discutir sobre la herencia que dejó la señora Kasumi Bakugou a su bisnieto Katsui Midoriya, el demandante Katsuki Bakugou tiene la palabra—. El rubio cenizo se puso en pie.

—El motivo de mi demanda es reclamar patrimonio familiar perteneciente a la familia Bakugou—. El peliblanco asintió, sin quitar su agradable sonrisa.

—Entiendo—. Dijo. —Abogado Bakugou, sabrá que dentro de nuestras leyes, su demanda no aplica para una herencia, ya que esta esta avalada por un notario ante un juez—. Dijo, vio al rubio asentir. —Entonces debo suponer que tiene pruebas que aclaran que Katsui Midoriya no es su hijo—. El rubio sacó de entre sus documentos un sobre aun sellado que pasó a manos del juez.

Pero el hombre no lo abrió, el rubio cenizo se sorprendió de que este dejara de lado sus pruebas, en cambio miro a al demandado y de entre sus documentos sacó algunos papeles.

—Tengo aquí algunos documentos que me fueron entregados de parte del abogado Toshinori—. El hombre sonriente saco una fotografía de entre esos papeles, en dicha foto se mostraba a un pequeño de 4 años, de alborotados cabellos rubios y ojos verdes. —¿Reconoce a este niño, señor Bakugou?—. El rubio no contestó nada, pero si desvió la mirada. —Dada su falta de respuesta me tomaré la molestia de solicitar una nueva prueba de ADN?—. Miro a Yagi. —¿El niño está aquí?—. Pregunto.

—El niño se encuentra afuera de esta sala—. Contestó el mayor. —En estos momentos lo cuida su abuela—.

—Bien. Joven Midoriya ¿Autoriza usted la presencia del menor en este juzgado para la toma de muestra de ADN?—. El peliverde miro a Yagi, el cual le sonrió, fue que mirando al juez, el peliverde asintió.

—Doy autorización—. Dijo.

—Traigan a Shuzenji—.

La sala quedó en silencio, las puertas de la entrada fueron abiertas y por ellas entró Inko tomando de la mano a su nieto, el cual miraba todo con extrema curiosidad. Katsui sabía porque estaba ahí, sabía que aquello era el resultado de la obstinación y terquedad de su pa... del señor Bakugou de ir contra la voluntad de su bisabuela.

Vio a su pare hasta el frente junto a ese hombre rubio y grande, el peliverde le dio una sonrisa para tranquilizarlo. —Es obvio que es su viva imagen, señor Bakugou—. Dijo el juez. —Pero si quiere seguir con esto, lo haremos—. Justo en ese momento, una mujer bajita y ya entrada en años llegó a la sala. —Chiyo, que pena hacerte trabajar fuera de tu laboratorio, pero este asunto es de suma importancia—. La mujer asintió.

—Ya estoy enterada de lo que sucede—. Dijo mientras a paso lento se acercaba al niño. —Te importaría abrir la boca un poco—. El pequeño miró a su abuela.

—Hazlo, cariño—. Dijo tranquilizadora. —No dolera—. El niño miró a la anciana mujer para finalmente hacer lo pedido.

Chiyo raspo un poco el interior de su mejilla y después guardó la muestra en un pequeño frasco, a continuación hizo lo mismo con Katsuki, el cual parecía negarse en un inicio.

—Señor Bakugou, si sigue negándose lo tomaré como desacato—. Ante aquello al rubio no le quedó de otra más que obedecer. —Bien, ahora solo esperaremos los resultados. Se tomará un receso de una hora, hasta entonces, se levanta la sesión—.

La gente comenzó a vaciar la sala, Izuku se acercó a su madre e hijo. —¿Como esta llendo todo?—. Preguntó la mujer.

—Por el momento no puedo decir nada en concreto, pero creo que todo está yendo bien—. Palmo la cabeza de su hijo y así los tres salieron de la sala en busca de algún bocadillo para poder matar el tiempo.

Mientras tanto, Katsuki les miraba salir de aquella sala, sin prestarte mayor atención a su persona. —Es en esta clase de situaciones en las que te das cuenta de las cosas que estás haciendo—. El cenizo miro a un lado, de donde provenía la voz, Yagi se le acerco. Katsuki frunció el ceño

—Tsk—. Gruño. —No se de que hablas, viejo—. Dijo malhumorado, tomo su portafolios para salir de la sala, pero fue detenido por las palabras del mayor.

—Siempre supe que el orgullo seria tu perdicion, joven Bakugou—. El rubio se detuvo sin mirarle. —Esta es la razón por la que creo que no estabas lista para ser mi sucesor—. Bakugou solo apretó los puños con coraje y siguió su camino.




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La hora de receso ya había pasado, la gente regresaba a la sala para continuar el juicio pendiente, toda la sala quedo en silencio al ver entrar al juez, solo hasta que este dio la autorización para sentarse fue que todos lo hicieron.

—Bien, es momento de continuar—. Dijo sin perder la sonrisa en todo momento. —Justo en este sobre tengo los resultados de la prueba de ADN dados por la doctora Shuzenji—. Alzó el sobre a la vista de los presentes. —Pero primero...—. Tomó el sobre que Bakugou le había entregado. —...demos un vistazo a las pruebas del señor Bakugou—. La sangre de Katsuki se congeló, supo en ese momento que el caso estaba perdido. —Estos resultados muestran una compatibilidad del 0.01%—. El peliblanco miro al rubio cenizo. —Según los resultados proporcionados por el señor Bakugou, Katsui Midoriya no es su hijo—. Izuku pensaba protestar, aquello no era posible, miró a Katsuki con enojo.

¿Cómo es que se atrevía a negar a su propio hijo? ¿Cómo es que se está atreviendo a llamarlo, indirectamente, "zorra" delante de una audiencia judicial completa? ¿Cómo es posible que lo estuviese humillando de esa manera? Como si todos esos años que pasaron juntos desde la escuela media no contaran para nada.

Izuku estaba a nada de abrir la boca, pero un apretón en su hombro lo detuvo, miró al hombre a su lado el cual le sonreía con tranquilidad, el peliverde le miro, respiro profundamente, tragándose las ganas de golpear a su ex marido.

—Pero en vista de que el demandante no ha convivido en las últimas semanas con el menor, Katsui Midoriya, me vi en la necesidad de solicitar nuevos estudios, en las que ambas partes estuviesen presentes para evitar alguna confusión—. Katsuki se levantó alterado.

—Objeción—. Dijo el cenizo.

—No a lugar—. Contesto el peliblanco. —Señor Bakugou, le pido no me interrumpa, esta es una audiencia muy especial—. Dijo. —Usted insistió demasiado en que se hiciera esta audiencia y se le concedió a pesar de los resultados evidentes del caso, ahora por favor, limítese a escuchar los resultados—. Dicho esto, el juez tomó el sobre dado por la anciana. —Estos son los resultados dados por la nueva muestra—. Hubo un momento de silencio. —Los nuevo resultados arrojan una compatibilidad del 99.9%, el menor Katsui Midoriya es hijo de Katsuki Bakugou—. Aquello hizo a Katsuki bajar la mirada y apretar los puños sobre la mesa. —Habiendo aclarado eso...—. El cenizo levantó la mirada. —... le hago la entrega de la demanda de manutención de Katsui Midoriya—.

Uno de los oficiales se acercó para tomar el sobre y posteriormente pasarlo al cenizo, Katsuki no perdió tiempo para abrir dicho sobre y comenzar a leer, alzó la vista y miro a Izuku, este no portaba una sonrisa victoriosa, ni tampoco señales de estar contento con el resultado, en cambio una mirada tan determinada fue lo que vio.

—Para el caso sobre la herencia de la señora Kasumi Bakugou, declaró un fallo a favor de Izuku Midoriya y Katsui Midoriya—. Aquello hizo a Katsuki caer sobre su asiento en total estado de shock. —En cuanto a la pensión que solicita el joven Izuku para el hijo en común. El señor Katsuki Bakugou esta en la obligación de pasar el 20% de su salario mensual a su ex marido Izuku Midoriya por la manutención de Katsui Midoriya—. El juez Nezu miro al rubio. —Considérese afortunado, señor Bakugou, la ley le pide que otorgue el 60% de su salario mensual, pero el joven Midoriya creyó que el 20% era mas que suficiente—. El juez dio un vistazo a la audiencia, al ver que solo había silencio, continuo. —Habiendo dicho esto, declaro cerrada esta audiencia. Pueden retirarse—.

La gente comenzó a salir del lugar, pero Katsuki seguía sentado en su silla, aun sin poderse creer lo que acababa de pasar... acababa de perder un caso.

El primer caso perdido en su carrera.

Alzó un poco la vista al sentir a alguien acercarse, era Toshinori, el hombre le miraba serio mientras le tendía un folder. —Es la información de la cuenta bancaria para que hagas los depósitos—. Dijo el rubio. —De esa manera no tendrán que verse más—. Finalizó poniendo el folder sobre la mesa. —También quiero decirte que estas degradado de tu puesto en la firma—. Aquello llamó poderosamente la atención de Katsuki, saliendo de su shock inicial.

—¿Q-que?—. Pregunto sorprendido. —¿Me estás despidiendo?—. La sorpresa le invadio, no creyo que Toshinori fuera capaz.

—No te estoy despidiendo, Bakugou—. Le dijo de manera tranquila. —Pero ya no eres socio partícipe del buffete—. La clara angustia mezclada con algo de sorpresa se veía en el rostro del rubio menor. —Volverás a ser un pasante en la firma—. Sentenció finalmente. —Lo que has hecho aquí, no tiene nombre. Me has decepcionado—. Y habiendo dicho eso, el rubio mayor salió del lugar.

En la sala solo quedó él, él y su orgullo herido.

—¿Porque nada está saliendo como yo quiero?—. Pregunto a la nada, aun con la mirada gacha.

—Se le llama karma—. Escucho una ligera voz, al voltear se topó con la que en fechas reciente era su suegra, Inko le miró con triste decepción. —Es triste que las cosas terminen así, Katsuki—. Dijo con tono triste. —Nos prometiste que cuidarías de él, pero solo fue una mentira—. Bakugou no tenía ganas de hablar ni de escuchar reproches, así que se puso de pie y comenzó a recoger sus cosas.

—Las promesas se las lleva el viento—. Dijo sin mirarla, aquello fue un duro golpe para la peliverde.

—Las palabras también, pero permanecen en el corazón y la memoria para recordarnos el daño que hacemos o nos hacen—. Dijo la mujer. —También para recordar los buenos momento—. Katsuki chasqueo la lengua, no queria seguir ahi. —Me duele hacer esto—. Dijo mientras le entregaba un sobre. El rubio lo miro, ya estaba cansado de que la gente le entregase cosas.

Suspiro, así que solo tomo el sobre, lo abrió en ese momento y comenzó a leer. El contenido lo hizo fruncir el ceño.

—¿Qué demonios pretende con esto, señora?—. Preguntó malhumorado, no estaba para bromas.

—No quiero que te acerques mas a mi familia—. Le dijo con determinación. —No quiero que los veas, no quiero que les hables, quiero que desaparezcas de sus vidas—. El rubio sonrió.

—¿Y como para que querría acercarme a su estúpida familia, señora?—. Preguntó en tono burlón. —Yo los deje porque los consideraba un estorbo—. La intención era hacer daño, pero Inko sabía que, a la larga, el único que sufriría por su propio veneno, seria Katsuki.

—Espero no te arrepientas—. Dijo la mujer dándole la espalda.

                                                                  "—No te arrepentirás ¿Verdad?—"

Escucho la voz de Izuku, lastimada y decepcionada, muy en el fondo de su cabeza.

No importaba, lo único importante ahora era encontrar la manera de decirle a su bella esposa las restricciones que tendrían de ahora en más. Estaba seguro que la castaña comprendería. Lo haría porque ella lo ama.

Que equivocado estaba.


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