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IV. ☆ Enojos pasajeros ☆

Intenté varias veces llamar y mensajear a Gris para que me dijera qué hacía con Ray, pero no me respondió absolutamente nada, ni siquiera estoy seguro de que haya recibido o visto mis mensajes, lo cual me preocupó lo que quedó de esa jornada. Aparte me había enojado adrede con Karma porque pese a mi insistencia a que me dijera por qué ellos se conocían en sí, guardó silencio, literalmente se quedó callada, no dio ni excusas ni respuestas y usó ese gesto de seriedad que indicaba que no diría ni mú por más que me enfadara.

Cuando llegó la hora de la salida fui a buscar a Karma,pero sin intención de arreglar las cosas a menos que me contara todo.Obviamente no lo hizo.

—¿Seguirás enojado?

—¿Seguirás ocultándome los motivos?

Blanqueó los ojos plateados a la vez que buscaba la llave para soltar la cadena de su bicicleta. Era terca como una mula, más que yo incluso.

—Digamos que no es mi problema contarte. Eres su mejor amigo y debe ser ella quien te diga qué hace con Ray.

—No quiero saber qué hace con Ray, quiero saber por qué se lo presentaste. ¿Con qué necesidad si ustedes no son amigas?

Karma dio por perdida la conversación y terminó de sacar su bici para empezar a conducirla fuera del estacionamiento.

—Debo irme ya.

—Espera —pedí. Cuando me dedicó una mirada desvié la mía porque me sentí ridículo; lo ideal sería irme también y no insistir, pero tenía una pregunta más—. Gris no me responde ni mensajes ni nada, ¿puedes decirme al menos si has hablado con Ray en la última hora?

—¿Temes que Ray le haga algo?

Enarcó sus cejas con un aire casi divertido.

—Solo dime, ¿sí? Ella siempre me contesta.

Se mordió la mejilla puliendo una mueca desconfiada pero finalmente respondió.

—Ella está bien, no te ahogues en un vaso de agua. Si tomó una mala decisión y discute con Diego, sé que serás el primero a quien ella acuda así que lo sabrás de primera mano. Y lamento no irte con el chisme, ¿de acuerdo? De verdad creo que a cierto nivel no me incumbe, no lo hago por ser malvada contigo.

Lo primero que pensé fue que eso era una psicología a la inversa extraña para hacer que el culpable fuera yo por enojarme pues su tono y dulzura de siempre no dejaban ver nada de maldad real o de ganas de estar mal conmigo; quizás de verdad se trataba de algo que solo le incumbía a Gris... pero, ¿por qué Ray? No, eso tenía que ver con Karma y no me iba a dejar convencer de lo contrario.

Karma me dio una última mirada, pero al ver que yo no planeaba decir más, terminó de salir y montó su bicicleta hasta perderse.

☆☆☆

Luego de las cuatro de la tarde Gris me envió un escueto mensaje de que estaba bien y que hablaría conmigo al otro día; no dio ni un solo indicio de estar afectada por nada así que asumí que lo de la pelea con Diego no había ocurrido; en algo Karma tenía razón: si eso pasaba Gris vendría a mí antes que nada, eso no estaba puesto en duda.

Así pues, con la tranquilidad de que al menos no había sucedido algo terrible subí a mi habitación a terminar un trabajo de Historia que había retrasado por mucho tiempo... y que seguí retrasando un poco más porque ni media hora había pasado cuando vi que mi ventana con vida propia empezaba a abrirse lentamente.

Pensé con ironía que hace un par de meses eso me habría hecho salir corriendo de la casa y luego buscar una limpia con hierbas y rezos; eso me hizo sonreír, pero quité pronto el gesto al recordar que estaba enojado con Karma.

La ventana subió hasta estar completamente abierta, pero nada pasó pronto; me lamenté de la forma en que el corazón se me despertó, pero no me moví de mi silla pese a saber que Karma lo estaría escuchando con claridad. Aguardé unos minutos y entonces quien entró flotando fue Pelusa, la perrita de juguete de Karma. 

Admito que eso me dio un pequeño susto porque era un perro estático de quince centímetros de largo flotando y dando vueltas en el aire, entonces aterrizó en el suelo y dio dos volteretas moviendo su cola. El Secreto de la Felicidad surtió efecto y solté una corta carcajada a la vez que me cruzaba de brazos. A los pocos segundos entró una llamada a mi teléfono de parte de Karma.

¿Puedo subir un momento? Quiero recoger a Pelusa. Se me escapó y la necesito.

—¿El perro de juguete se te escapó y entró por mi ventana a dar volteretas por su cuenta?

Es un poco traviesa —replicó y pude adivinar una sonrisa del otro lado de la línea— y tiene fijación con las habitaciones de hombres jóvenes. No es mi culpa.

—¿Se te escapa demasiado?

De vez en cuando. Vamos, no me dejes afuera con la angustia por mi perrita Pelusa.

—Te la puedo lanzar por la ventana, o...

—Y vivo a más de media hora, estoy cansada por el viaje, déjame descansar un poco.

Encontré la situación divertida cuando no pude quitar la sonrisa por más que lo intenté. El que Gris ya se hubiera comunicado conmigo influyó bastante en que no pudiera decirle que no a Karma pues ya estaba tranquilo al respecto... o eso creo, a veces pienso que de todas maneras le habría dicho que sí.

—Puedes entrar un rato a descansar.

¿Me abres la puerta?

Entra como Pelusa.

Vine sola. No puedo subir a la ventana sin que Ray me ayude.

¿Y no puedes abrir la puerta igual a como abriste la ventana?

Sí puedo, pero eso es allanamiento ilegal si no me dan permiso.

Te doy permiso.

¡Genial!

La llamada se colgó y a los pocos segundos escuché la puerta de abajo abriéndose con tanta suavidad como si le hubieran metido la llave. Oí a Karma subiendo por los escalones, pensé que entraría así no más a mi habitación, pero al llegar tocó con sus nudillos. Blanqueé los ojos y apenas di la vuelta en mi silla sin levantarme para estirar la mano y abrir.

—Esa también la podías abrir, ¿sabes?

—Te propongo algo. De esta puerta hacia acá estás enojado por lo de Gris, pero de la puerta para adentro lo olvidas y estás feliz, ¿te parece?

Recordé vagamente que yo tenía mil dudas respecto a Karma con temas muy ajenos a Gris y vi el momento como oportuno para resolverme algunas sobre su naturaleza y su vida en sí. De todas las maneras la observé como si fuera un acuerdo que no me atrajera demasiado, como si me costara decir que sí.

—Solo si puedo hacerte preguntas y me las respondes. Nada que tenga que ver con Gris.

—Suena justo.

—Entonces sí.

Karma expandió su sonrisa como si le acabara de decir que había ganado la lotería y cruzó el marco de la puerta de dos pasos para llegar de inmediato a mi escritorio e inclinarse para besarme como solo ella podía hacerlo para dejarme la mente en blanco. Tragué saliva cuando se separó y me miró con una satisfacción grande en el gesto de sus labios.

—¿Qué haces?, ¿tarea de historia? —preguntó, ojeando mis apuntes sobre la mesa.

Aclaré la garganta.

—Sí. Me has interrumpido.

—Oh, continúa. Yo me sentaré acá. —Caminó hasta mi cama luego de atraer a Pelusa a sus manos y luego a su bolso. Quedó medio recostada y me miró desde allí—. ¿Necesitas ayuda?

—No, solo hago una línea de tiempo.

Me había inclinado hacia delante, apoyando mis codos en las rodillas, inconscientemente mirándola con demasiada fijeza. A ella nunca parecía importarle mucho el que la mirasen, era algo a lo que de uno u otro modo estaba acostumbrada, sin embargo, cuando era yo el que se atontaba con su imagen y me pillaba, me regalaba una sonrisa pícara y complacida.

—No avanzarás mucho si no dejas de mirarme.

—¿Te molesta?

—Si pudiera vivir de que tus ojos me vieran, lo haría. Así que no. Yo solo me preocupo por tu tarea de historia. Puedes hacerme tus preguntas ahora o esperar, yo tengo un par de horas.

Decidí regresar a mi cuaderno, pero esta vez lo puse sobre mis rodillas para no tener que darle la espalda a Karma.Supuse que sería más casual charlar mientras llenaba los datos que necesitaba en la línea temporal; si me iba a su lado solo obtendría un par de respuestas y luego acabaría besándola porque ella mi debilidad más fuerte en ese momento. 

—No me has contado mucho más sobre los... ya sabes, los que son... pues como tú.

—Brujos. Dilo —retó con un tono divertido—. No responderé nada hasta que puedas decir en voz alta que soy una bruja. Bruja, Marco.

No quité los ojos de mi cuaderno intentando trazar unas líneas rectas para hacer cuadros en donde meter la información y de momento eso me permitía también dividir la mente en la conversación. Sonreí sin mirarla.

—Bien. No me has contado mucho más sobre los... brujos.

—¿Qué quieres saber?

—¿Hay muchos? Es decir... en Midwest, por ejemplo, ¿hay más además de ti?

—Ni idea. No es como que tengamos un sensor en la espalda para estar en contacto. Supongo que no, todos se ven muy normales... pero yo especialmente soy de aspecto peculiar, lo que implica que sí existen brujos que se ven normalitos como tú. Aunque sí somos pocos a comparación de los humanos. Muy pocos, de hecho. Mi padre dice que algo así como uno a diez mil. Y los puros somos menos.

—¿Hay brujos impuros?

—No ese tipo de pureza. —Karma rio—. Me refiero a los que venimos únicamente de linaje de brujos, que no hay ni un solo gen humano en nuestra línea genealógica.

—Tú eres así —dije sin que sonara a pregunta. Levanté la mirada y ella asintió—. ¿Si alguno de tus padres no fuera brujo no tendrías magia?

—Sí tendría, pero menos. Digamos que en términos de magia brujos como yo podemos hacer de todo... bueno, tenemos la capacidad de hacer y aprender todo al respecto. Los hijos de mezclas con humanos tendrán menos capacidad y con el paso de generaciones, si se sigue cruzando con humanos, el gen brujo se pierde y ya. No tiene mucha ciencia, es igual que con los colores de piel, de ojos, de raza. Puede que mil años atrás tus antepasados fueran rubios de ojos azules, pero con la mezcla y los siglos tú eres de ojos y cabello oscuro.

—¿Y en tu familia ni una sola vez se han cruzado con humanos?

—No. Somos algo así como un privilegio de nuestra especie.

Lo medité por unos segundos mientras trazaba varios recuadros más. Acerté al menos con pensar que haciendo la tarea sería mejor charlar pues fingir concentración en la información histórica me ayudaba a ganar tiempo de digerir lo que me decía y preparar más preguntas.

—¿Y de dónde vienen? Los brujos... digo, ¿los hay en todo el mundo?

Karma soltó una risita y giré a verla, ella tenía sus ojos en el techo, sus manos entrelazadas sobre su abdomen y uno de sus tobillos reposaba sobre el otro. Se veía tan tranquila y tan linda que quise sacar el teléfono y tomarle una foto, pero me pareció inapropiado así que me contuve. 

—Venimos de Transilvania, Drácula era nuestro vecino y Victor Frankenstein nuestro doctor. O mejor, aparecimos con magia gracias a un árbol encantado en una pradera.

Arrugué una de las hojas que no me servían sobre el escritorio y se la lancé a Karma. Obviamente la interceptó a tiempo y luego soltó una carcajada.

—No es gracioso.

Karma tardó unos segundos recuperando la compostura luego de reírse.

—De dónde venimos, a ver... ¿Sabes de las dos teorías humanas sobre el Origen, la que habla de Dios y la que habla de evolución?

La miré con los ojos entrecerrados como si quisiera advertirle que, si era otra respuesta sarcástica, mejor se la guardara. Ella me observó seria así que decidí responder:

—Sí.

—Pues tenemos algo similar. En una versión podría decirse que vinimos igual que ustedes de parte de Dios en el inicio de todo. Somos simplemente otra raza, así que no es de locos asumir que, así como un Creador hizo animales, plantas, luz y humanos, pudo hacer brujos y otras criaturas. Nadie podrá ser jamás tan sabio como para saberlo todo con certeza, pero tampoco para negarlo.

—¿Y la otra teoría?

—La otra dice que estamos en este mundo a modo de castigo.

—¿En esa versión vienes de otro planeta?

—No. Dije mal, es más como otra dimensión. En esa versión los brujos vivíamos en esa otra dimensión donde no hay humanos en sí, solo otro tipo de razas, pero entonces algo hicieron mis antepasados que molestó a los Creadores de ese lado y los desterraron a la tierra humana. Sacaron a miles de millones que no pudieron regresar jamás, así que dadas las circunstancias y pese a los prejuicios, tuvieron que juntarse con humanos y vivir acá, con excepción de algunos que no se juntaron con ellos sino con los de su misma raza y que siguieron haciéndolo hasta el día de hoy. Por eso somos pocos los puros a diferencia de los humanos, porque la mayoría prefirió aceptar esta tierra como hogar en lugar de seguir buscando mantener pureza de sangre de otro mundo.

—Cuando dices "prejuicios", ¿te refieres a...?

—A que hace miles de años fue el castigo más tremendo ser desterrado acá, ¿por qué crees? Porque de ese lado la humanidad es una raza inferior, así que para muchos el verse obligados a rebajar su estatus de brujos a unos simples humanos fue humillante... supongo que luego de eso los brujos se dieron cuenta de lo encantadores que pueden ser los humanos así que no le vieron problema a resignarse. —Miré a Karma y ella me guiñó un ojo con coquetería.

—¿Y en cuál versión crees tú? ¿La de Dios o la del destierro?

—¿Sinceramente? Me da igual. Mi vida acá es limitada igual que la de todos. Venimos, vivimos y terminamos muertos en menos de un siglo, ¿qué me importa de dónde viene todo? Si fue por destierro o si fue por un Dios, ¿en qué me afecta? Estoy acá, vivo acá y así es ahora y será por otros años. El saber cómo pasó no me cambia nada.

—¿Crees en Dios?

Karma se encogió de hombros.

—Creo en la existencia de algún ente más poderoso que todos. Incluso en la versión del destierro hay unos Creadores que fueron los que decidieron sacar a los brujos de esa dimensión, así que es de asumir que en este mundo o en otro, hay algo o alguien que es responsable de que todo exista. Así que sí, puede decirse que creo en Dios. No al punto de orar y pedir por mi fortuna o de acordarme de dar una plegaria al cielo en un mal momento, pero sí creo que hay algo más grande que nosotros.

Cuando bajé la vista a mi cuaderno noté que no había avanzado nada desde hacía diez minutos, pero no me importó demasiado. Conocer a una persona —o en este caso a una bruja— puede llegar a ser un viaje fascinante así que escuchar algo tan simple como una de las creencias de Karma me tenía muy concentrado e interesado.

—¿Hay brujos que sean religiosos?

—Puede que sí. Yo no conozco a ninguno que tenga crucifijos en casa o que vaya a misa, pero el mundo es enorme, pueden existir. Algo que sí debo presumir de los brujos es que respetamos mucho las creencias humanas, si en una cena alguien dice que cree que la tierra es plana no lo tomamos a chiste, somos muy incrédulos con la gran mayoría de sus creencias, pero no interferimos con ellas tampoco.

—Qué amables. —Karma rio suavemente y despegó la mirada del techo para verme a mí.

—¿Cómo va tu tarea?

Miré mi hoja: los mismos recuadros en blanco.

—Emm... bien. ¿Cómo es tu familia?, ¿cómo está conformada?

Karma enarcó una ceja.

—No esperaba esa pregunta.

—Me di cuenta hace unos días que no sé nada de ti... y quiero saber mientras me quieras contar.

Me sonrió con dulzura en sus ojos y tuve que atajar un suspiro.

—Está bien. Mi familia son mis dos padres, mi hermana mayor Divine, solo me lleva un año y un hermanito menor de diez años. No tenemos mascotas. Tengo a mis cuatro abuelos vivos, pero están en otra ciudad. Mis padres ambos son hijos únicos así que no hay tíos ni primos. Eso es todo.

—¿Por qué te cambiaron de colegio solo para último año?

Karma desvió la mirada de nuevo al techo.

—Mi padre lo encontró conveniente.

—¿Por trabajo?, ¿recién te mudas a esta ciudad? 

—No, he vivido acá desde siempre pero al otro lado de la ciudad. Solo pensó que sería mejor. Me estaba volviendo algo rebelde con mis antiguos amigos y él consideró mejor cambiarme de aires.

—¿Rebelde? No tienes actitud de rebelde. Cara sí, pero actitud no.

Reímos un momento al tiempo.

—Rebelde a ojos de mi padre significa que le llevo la contraria. Ya sabes, liberación adolescente y que mi padre no me entendía... el lío de todas las familias. —Lo último lo dijo casi riendo para luego blanquear los ojos—. Pero salió bien. Te conocí.

—Que linda forma de desviar un tema, Karma.

—¿Verdad que sí? Funciona muy bien. —Y para asegurarse más de que el tema se cambiara, preguntó—: ¿Tú nunca tuviste tu etapa rebelde?

Algo me ocultaba con respecto al tema de su padre; era evidente porque era muy raro que por rebeldía con amigos la hubieran cambiado de colegio. De otra persona sería creíble, pero yo no veía a Karma capaz del tipo de rebeldía extrema que hace que un padre tome decisión semejante. Decidí dejarlo pasar de momento.

—No, siempre he sido más bien tranquilo y responsable. Además de mis trece a mis diecisiete eran mis padres los que estaban en época rebelde así que no me dieron lugar de serlo.

—¿Por qué?

—Discutían demasiado, se gritaban, se ignoraban a ratos, me dejaban a mí en medio siempre de todo y eso no me volvía rebelde sino sumiso y triste. Odiaba verlos peleando. Creo que en gran parte fue gracias a mí y a lo mal que me afectaba todo el que se separaran, eso acabó con lo negativo... Me quedé acá por Gris. Mi madre me pidió irme con ella, pero Gris era en ese momento todo el cariño sincero y confiable que tenía, no la podía dejar también. Pero salió bien. Te conocí —repetí esa parte de su respuesta.

Debió notar que el tema de mis padres en su mal momento no era muy de mi agrado así que omitió esa parte de mis palabras.

—¿Así que eres tranquilo y responsable?

Sonreí.

—Sí.

—¿No te gustan mucho las fiestas?

—Amo las fiestas —respondí—. Me encanta bailar y a veces beber con amigos. Solo que no hay que ser alocado e irresponsable para eso. Voy a alguna de vez en cuando, la gozo mucho y ya está. ¿Y tú?, ¿eres muy fiestera?

—No. Mi padre es estricto y no me permite salir cada fin de semana. Beber, más o menos es de mi agrado. Bailar, no lo hago con frecuencia. Son contadas las personas que me sacarían a bailar y la mayoría lo harían solo borrachos, así que no lo hago o bailo sola.

—Yo te sacaría a bailar.

—No es cierto —replicó, risueña—. Imagina esto: no me conoces de nada, me ves en una esquina en una fiesta y te parezco bonita, te acercas con la intención de invitarme a bailar, pero a medida que estás cerca notas que soy considerablemente más alta que tú y que bailar un lento se vería raro para tus amigos así que me sonríes y cambias de dirección. No me lo niegues que igual no me molesta. De hecho, me parece divertido el gesto que ponen las personas cuando están muy cerca de mí la primera vez.

Karma me sostuvo la mirada esperando que respondiera. Su escenario era muy factible y siendo franco sí era posible que eso sucediera de encontrarla de repente en una fiesta sin conocerla así que no se lo negué, solo blanqueé los ojos con culpabilidad.

Ahora en la actualidad te sacaría a bailar —maticé.

—¿Seguro? ¿Incluso si hay mucha gente por ahí, amigos que ves a diario y que se burlarían de que te ves bajito a mi lado? Hoy en día hasta es posible que nos tomen una foto y nos conviertan en meme —bromeó.

—¿Crees que me importa? Si no te tomo de la mano todo el día ni te beso en los pasillos ni te abrazo en cada clase es porque tú así lo quisiste, no yo. Si pudiera haría todo eso, me vale un cuerno si soy un meme.

Tenía mi bolígrafo en la mano en posición de escribir cuando simplemente se alzó y se lanzó a sí mismo hacia el escritorio. Mi cuaderno tuvo la misma suerte alejándose de mis rodillas y aterrizando con suavidad en mi escritorio. Me puse de pie sin darme cuenta, literalmente no me di cuenta, fue como si una pinza gigante me hubiera agarrado de la camiseta por la espalda y me hubiera levantado de la silla. Mis piernas se movieron los cuatro pasos hacia la cama, Karma se sentó y me recibió con los brazos abiertos para besarme dos fugaces veces en los labios.

—Eres un tonto y el día que te vuelvas un meme te arrepentirás de estas palabras.

Subí mis manos a su cuello; al estar de pie quedé más alto que ella y la verdad sí me gustaba mucho esa perspectiva. Sus ojos plateados alzándose a mí le daban un aspecto muy dulce que me cautivaba.

—No es que no adore besarte... —dije, mudando mis manos a sus mejillas—, pero no hagas eso de nuevo, se siente raro que me empuje el aire, qué miedo.

Karma soltó una carcajada que le elevó los pómulos y le achicó los ojos.

—Trato hecho, no lo vuelvo a hacer.

—Gracias. —Karma me sostuvo la mirada por un lapso prolongado en el que con sus manos recorría con suavidad mi espalda por encima de la camiseta, luego de repente soltó un bufido de fastidio y rodó los ojos—. ¿Qué?

—Tu amiga está acá.

Más que decirlo, lo escupió y yo como tonto miré hacia mis lados como si lo dijera literalmente. A los pocos segundos, el timbre sonó.

—Algo debió haber pasado —dije, soltándome de Karma y dirigiéndome a mi puerta, sin embargo, antes de abrirla me detuve—. Emmm... tú... ¿qué...?

Decirle que se fuera era sumamente grosero, especialmente porque si ella no quería que Gris sospechara de algo entre nosotros, debía irse por la ventana... y la verdad el que se cruzara con ella en la puerta no me sonaba muy bien tampoco.

—Si quieres me voy.

—No es que quiera...

—Si quieres me quedo.

—No sé cuánto se tarde Gris acá, ¿y si debes irte antes que ella?

—Puedo cuadrar eso —resolvió—. Me puedo quedar acá calladita, no interrumpiré, lo juro. O si te incomoda puedo salir y decir que vine a pedir unos apuntes de historia, no te preocupes por eso.

El timbre sonó de nuevo lo que me apuró a salir de la habitación.

—Quédate acá, ¿sí?

Karma lo tomó textual y se recostó de nuevo en mi cama cruzando los tobillos.

—No me moveré.

Pero sí escucharás todo, pensé con algo de culpa.

Bajé corriendo las escaleras para abrir; mi temor de que algo hubiera sucedido se había disipado ante la aparente tranquilidad de Gris con su llamada, pero al verla del otro lado de la puerta con su gesto angustiado y dado que eran casi las seis de la tarde (hora extraña para una visita suya), el temor volvió.

Definitivamente sí había tomado alguna mala decisión.

¡Hola, amores! 

Mil gracias por seguir acá acompañándome con la historia de este par <3 Se vienen cosillas dulces y después drama ahre, espero que lo estén gozando.

¿Qué les ha parecido el capítulo? <3

Nos leemos pronto ♥

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