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leoparedes20

Buenaas
qué haces?

nada
que hacemos?

Oaaa
me saliste rápida

yyy para algo me escribís supongo

Te gusta el fernet?

me conociste dada vuelta leandro
obvio que me gusta, tengo una abstinencia ya

Joya
a la noche vamos a estar con los chicos en la terraza
tráete unos hielitos y una coca si podes

hijo de puta me invitás y querés que ponga todo
me meten presa y te mando al frente

Botona de mierda

chau tarado

Dice licha si traes a tu hermana...

decile que no se acerque mucho a la orilla de la terraza que voy a estar yo atrás de él

(...)

Los Sosa habían pasado toda la mañana y gran parte de la tarde con un guía turístico qatarí que los llevó a recorrer los lugares más importantes de Qatar mientras les contaba su historia.

Al principio fue interesante, pero después de dos horas Carolina quería volver al hotel. Sus padres le insistieron que se quedara hasta que la convencieron, después de un rato cayó que era porque ninguno de ellos sabía inglés y Gabriel se hacía el capo pero traducía cualquier cosa.

―Dice que las personas que vivían en este lugar... se las comió una serpiente de... como veinte metros más o menos.

―¡Nada que ver, Gabriel! Dijo que la gente que vivía acá tuvo que irse por la cantidad de plagas que había en esa época.

Gabriel se encogió de hombros, David le dio una cachetada en la nuca por decir estupideces.

―Te cagas de hambre como traductor, Gabo ―Fabián le dijo pasando por su lado con sus hijos de la mano.

Encima de que casi se habían insolado, se habían cagado de hambre, les dolían los pies a más no poder, tuvieron que soportar a Gabriel y sus boludeces. Pero al fin estaban en el hotel.

―Hooy me la doy en la peraa ―cantaba Carolina mientras salía de bañarse.

Agustina y Gabriel la miraron extrañados cuando comenzó a buscar ropa en su valija y tenía una actitud bastante energética cuando hasta hace un rato quería matar a cualquiera que respirara cerca de ella.

―¿Vas a salir? ―preguntó Agustina.

―Sip.

Sus hermanos se miraron.

―¿Y no nos invitás?

―Nop.

Gabriel y Agustina empezaron a bardearla, Carolina hizo oídos sordos y se fue de la habitación para cambiarse tranquila.

Carolina esperó pacientemente a la noche, había salido a comprar lo que Leandro le pidió, se dio cuenta que era la primera vez que dejaba el hotel por su cuenta. Se cruzó con tantas personas de diferentes países, y un chico se le había acercado a hacerle preguntas para uno de sus videos.

Fue gracioso como el empezó hablándole en inglés y cuando se dio cuenta que ambos eran argentinos rieron y empezaron a hablar como si se conocieran de toda la vida.

―Dale, Caro, decime dónde vas, porfis ―Gabriel y Agustina se habían sentado en la cama de su hermana menor.

―Leandro me invitó a tomar un fernet con él y los muchachos ―Gabriel abrió la boca y Carolina lo cortó. ―me invitó a mí, sola, yo, Carolina Sosa.

―Forra, si yo les caí re bien seguro.

―Sí, pero son mis amigos Gabriel, yo no me junto con tus amigos y vos.

Gabriel miró ahora a su hermana mayor.

―Vos.

―¿Yo qué? ―dijo Agustina confundida.

―Tenés chance de ser botinera con el Licha, mándale.

―¿Eh? ¿Qué decís, nene?

―Dah, no te hagas la santa conmigo, Agustina. Anoche un poco más te comía con la mirada.

―Que mire nomás, no me mueve ni un pelo Martínez.

―Una pelotuda, eso es lo que sos.

Carolina negó con la cabeza mientras escuchaba a sus hermanos empezar a discutir, una vez más. La menor de los Sosa jamás insultó a sus padres, pero gracias a ese viaje y la habitación donde la metieron, por las noches tenía ganas de ahogarlos con almohadas.

Gabriel y Agustina podían ser insoportables si se lo proponían.

Cerca de la medianoche Leandro le aviso a Carolina que ya estaban en la terraza.

―¿Estos no es que no pueden tomar? ―se preguntó a sí misma mientras esperaba al ascensor.

Se encogió de hombros, si ellos no podían, mejor, más fernet para ella. Además tenía su mochilita lista con una coca cola y hielo, la noche estaba hermosa y no hacía tanto calor.

Estaba perfecto para que Carolina tuviera su primer pedo en Qatar.

Solo que al llegar a la terraza estaba todo oscuro, esperaba al menos un poquito de música aunque sea a un volumen moderado. O al menos luces, no dijo nada y se acercó a las reposeras, sin embargo, no encontró a nadie ahí.

¿El pelotudo de Leandro le había hecho una joda? Si era así, no le importaba, iba a subir hasta su piso y romperle los hielos que había comprado en la cabeza.

Mirando hacía todos lados vio la figura de un hombre apoyado en las barandas de la terraza, se acercó para ver si era uno de sus queridos amigos que la acababan de dejar plantada.

Miraba la pantalla de su celular mientras caminaba y tocó el hombro de la persona frente a ella. Justo en ese momento llegó un mensaje que la confundió bastante.

"Perdóname, te quiero"

―Uy, disculpa, pensé que eras otra persona ―dijo Carolina mirando su celular.

―¿Carolina?

Levantó la mirada en cuanto reconoció su voz, Cristian la miraba con el ceño fruncido.

Carolina no tardó ni dos segundos en darse cuenta de lo que estaba pasando.

―Ah pero que hijo de puta que es ese ―se dio vuelta para irse.

―¿Dónde está Leandro?

―Qué sé yo donde está el pelotudo ese, lo voy a matar cuando sepa dónde está, eso sí.

Carolina caminaba rápido dispuesta a irse, con Romero detrás de ella haciéndole mil preguntas por segundo.

―¿No te das cuenta? El tarado de Leandro planeó esto, yo venía acá a ponerme en pedo.

―Sí, yo también, me hizo pasar como tres fernet por la aduana el culiado.

―Dios, lo voy a matar ―Cristian se río por la bronca de Carolina. ―¿De qué te reís, bobo?

Enseguida se quedó callado.

―¿Yo? De nada.

―Sí, hacete el boludo nomás.

Sin darse cuenta se habían detenido justo al lado de la piscina, justo en el mismo lugar donde se vieron por primera vez. Aunque algo se sentía diferente esa noche, Carolina había tratado de irse, pero de repente sentía la necesidad de quedarse ahí, algo muy en el fondo de ella le decía que se quedara por esa noche.

Cristian no podía ocultar la pequeña sonrisa en sus labios al verla tan enojada por algo que era una ridiculez. Él también había caído en la trampa de Leandro, por más que Paredes hace tiempo venía amenazándolo con encerrarlo en algún lado con Caro.

―Por alguna de esas casualidades del mundo, y que no estés tan de mal humor ―Cuti rompió el silencio. ―¿Querés tomarte un fernet conmigo?

Carolina lo pensó, y por más que soltó su respuesta enseguida, lo había pensado muy bien. Era increíble como su cabeza maquinaba en tan poco tiempo.

―Solo porque ya compré la coca y los hielos.

Cristian esta vez no pudo ocultar su sonrisa y la invitó a sentarse en la reposera junto a él.

―Sentate, morocha, te voy a preparar el mejor fernet que vas a probar en tu vida.










































author's note:

regalito de navidad adelantado, pónganse en pedo, nos vemos después de año nuevo

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