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24 Cásense conmigo.

Tres años en trieja trabajando como locas, haciendo crecer nuestro negocio, logrando que nuestro producto sea vendido en tiendas e importándolo a regiones cercanas, participando en concursos, creciendo, limpiando los escombros del bar para construir un edificio en el cual industrializar el producto y también usándolo como deposito, incorporando personal y descansando poco. Pero el fruto de nuestro esfuerzo al fin llega, Andy se puede hacer cargo de la parte operativa, mientras que su novia que es contadora, se hace cargo de la parte de la contaduría y balances de la empresa, porque en eso se convirtió nuestro emprendimiento, en una empresa.

Finalmente luego de tanto trabajo podemos darnos un respiro y salir de vacaciones por una semana, esta vez el destino fue la playa, alquilamos una casa con vista al mar y pasamos los días disfrutando de la costa y los alrededores.

Ellas van caminando y me retraso un poco, voltean al verme de rodillas para esperarme mientras me coloco las zapatillas, entonces saco la caja con los anillos.

—Hace unos años en medio de mi herida, sufriendo la perdida de mi hermano despertaba en la cama de Rapunzel —Kate se ríe— a quién pensé que no volvería a ver y se transformó en mi fastidiosa jefa. Luego conocí a la vecina más dulce y tierna que regalaba galletas y veía la amabilidad en las personas. Me enamoré de ustedes a medida que se abrían paso en mi vida y cosían mis heridas, me ayudaron a avanzar, me demostraron que nuestro amor era más fuerte que cualquier prejuicio de la gente, y hoy sé que no imagino una vida sin ustedes, aunque seguro será algo simbólico ¿quisieran ser mis esposas? 

Ambas se lanzan a abrazarme mientras me dicen que sí entra lagrimas y se colocan los anillos, nos casamos en una ceremonia intima con nuestro circulo más cercano seis meses después. Kate logró hacer las pases con su hermano mayor, pese a que no logro llegar a un acuerdo con su madre y la cual no entendió que su hija pudiera estar en trieja con dos mujeres, sin querer ser parte de la vida de ella, no lo quiso evidenciar mucho, pero sabemos que le afectó.

—Que cansado es hacer una  mudanza —dice Bailey sentándose en sofá luego de que metimos todas las cajas en nuestra nueva casa.

—Tendremos una semana larga para ordenar —dice Kate sentándose a su lado.

—Que flojera —me tiro encima de ellas llenando de besos a Bailey y luego a Kate— ¿comemos algo antes de seguir? Por favor muero de hambre.

Intento pasar por encima del sillón pero ellas no me deja ir, sino que se posicionan y me atacan entre besos y cosquillas.

—Nos quedemos un rato así.

Luego de casarnos el departamento nos quedó chico, bueno ya nos quedaba chico, pero logramos ahorrar los suficiente con las ganancias para invertir en una casa, esta casa de tres habitaciones cómodas, garaje cerrado y un amplío patio. No descartamos la idea de tener hijos en el futuro por eso elegimos una casa con más habitaciones para llenar.

—¿Inauguramos la casa este fin de semana? —las tres negamos— mejor la semana que viene ¿verdad? —apoyo mi cabeza en al hombro de Kate—. No mi imagine nunca esto en mi futuro —les confieso y entrelazo mis manos con las de ambas viendo con una sonrisa nuestras alianzas.

—Yo menos, no quería, ni pensaba casarme, me consideraba un espíritu libre —agrega Bailey riendo. 

—Yo si lo imagine, y lo decreté —confiesa nuestra rubia y la miramos—. Desde el momento en el que supe que las amaba sabía que eventualmente serían mis esposas, siempre soñé con casarme —nos mira con una gran sonrisa—, ahora hay que llenar está casa de niños.

—Wow, wow alto ahí —me paro retrocediendo en cuanto la veo acercarse.

—Tranquila que estas —muestra sus manos—, aún no han embarazado a nadie.

—Okay igual no te acerques, estamos transpiradas de haber bajado muebles —ellas se miran y miran al patio la piscina, entonces comienzo a correr por la casa esquivando cajas— ¡Sigo siendo un gato negro, no me tiren al agua!

—Por aquel lado, amor —le dice Bailey a Kate y entre ambas me derivan—. Listo ahora al agua.

—Bien vamos a ver como le hacen para cargarme —me pongo dura y pesada.

—Si sabes que estás arriba del tapete ¿verdad? 

Pese a que pataleo me cargan al patio, luego de luchar se terminan riendo y creo que no van a tirarme, ese fue mi error, me paro frunciendo el ceño mientras ellas ríen, Kate me carga en su hombro toma la mano de Bailey y nos tiramos al agua. Salgo tomando una bocanada de aire, pero ni siquiera me dejan estar enfadada puesto que me abrazan por la espalda y el frente besándome entre ambas.

—Te amamos, gatita negra.

—También las amo, pero si vuelven a tirarme a la piscina vestida...

—A mí no me amenaces, Crowel —Kate toma mi mentón— que bien sabes que tus amenazas son un desafío y puedo seguirte muy bien el ritmo.

Siento la mano de Bailey entre mis piernas a mi espalda, volteo a verla y me besa. Supongo que lo primero que inauguramos es la piscina y nuestra ropa que termina en el fondo o en la orilla. Salgo para darme una ducha rápido e ir a mi cita con Cristine, eventualmente las líneas de paciente y terapeuta se desdibujaron y terminamos siendo amigas.

—Llegas tarde.

—Bueno, lo sé, hoy fue la mudanza.

—¿Y dónde lo hicieron? —le miro levantando una ceja y me señala el cuello, voy a matar a Kate.

—No querrás saberlo.

—No pienso sentarme en tu sofá hasta que lo desinfectes.

—Entonces tampoco creo que quieras meterte a la piscina —le digo riendo y ella hace un gesto de hastío—. Dime —me siento tomando su mano para ver el enorme anillo de compromiso—, vas a casarte entonces ¿Salvatore está seguro? sino puedo esperarlo en la puerta de la iglesia.

—El silencio es una virtud que deberías practicar más seguido, Alex —me rio mientras ordeno—. Dime cómo te va con tu nueva terapeuta, ¿le haces las sesiones difíciles como le las hacías a mí?

—Ella es un amor y no se le mueren las plantas —me saca el dedo medio—, doctora está siendo muy grosera ¿su prometido sabe que es así?

—So tutto, Alexa,  ¿Come stai? —Sé todo, Alexa ¿como estás?.

—Molto bene, Salvatore —muy bien, Salvatore.

—Te esperamos para la boda, no puede faltarnos una de sus damas de honor —miro a Cristine—. Amor, olvidaste esta mañana las llaves de casa —saca las llaves del bolsillo de su pantalón y todavía tiene un bulto, también veo como disimuladamente esconde un pedazo de tela que supongo son las bragas de mi amiga—. Te veo en un rato cielo, ti amo —se despide y se va.

—Tienes suerte de que sea muy, muy, lesbiana y coma demasiado bien en casa. Por Dios, Salva sale a todos lados con Nessi —ella me golpe el brazo y ríe—. Por cierto no es lo único que olvidaste esta mañana, apostaría lo que sea por a que debajo de esa falda te faltan las bragas —ella se pone roja—. El italiano te tiene a tras perder.

—Cállate, Crowel.

—Coméntame como es eso de que seré tu dama de honor, porque la entrepierna no es lo único que tu futuro marido tiene grande —se ríe y niega.

—Me lo debes. 

—Bueno ya que me lo has pedido tan amablemente. Eso sí, no usaré ningún vestido ridículo, con exceso de adornos y por favor —junto las manos en modo de suplica— déjame organizar la despedida de soltera, tu hermana cristiana nos pondrá a leer versículos de la biblia.

—Okay, pero nada de alocarse con la despedida de soltera ya no tengo 20 años, Alex, y tampoco quiero ser reconocida en ropa interior por algún paciente.

—Hecho.

Nos ponemos a charlar de la casa, los invito a la inauguración en dos fin de semana, y entre risas, café y celos a su colega con la que ahora hago terapia le cuento que quizás estamos pensando en agrandar la familia, después de todo llevamos cuatro años juntas, tres de casadas y uno en trieja, ella me mira perpleja, sabe que la maternidad no era algo que estuviera en mis planes una vez me lo pregunto en nuestras sesiones y mi respuesta fue un no rotundo.

—¿Y cómo te sientes con eso? —levanto una ceja—, bueno perdón, terapifobica, solo pregunto como amiga, lamento si soné como terapeuta, sé que es un tema delicado para ti.

—Honestamente —me encojo de hombros—, es una idea que ha rondado mi mente desde hace tiempo y no es porque mi madre insista en que quiere nietos —me llevo una mano a la cabeza— esa mujer me va a volver loca —ella se ríe—. Desde que las conocí, no solo cambiaron los conceptos que tenía sobre las relaciones, sino también con respecto al futuro y a la maternidad, aún soy joven y si bien antes eso era algo que me daba miedo, ahora tendría dos pares de brazos extras para ayudarme y compartir las responsabilidades.

—¿Entonces te sientes lista para dar ese gran paso? —toma mi mano viéndome preocupada.

—Sí, ¿cómo te ves de madrina de uno de mis hijos?

—¿Y yo que hice para merecer eso?

—¡Oye!

—Si es de un óvulo de Bailey puede ser.

—Eres una mala amiga —ella comienza a reír. Idiota.

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