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2 Ella es mi jefa

—La reunión empezó hace 15 minutos —me dice Anderson, mi jefe eventual, al llegar.

 —Lo sé, lo siento, avisé que me iba a demorar unos minutos.

—Dios, apestas —me huelo bajo el brazo y tiene razón, debe ser porque corrí para llegar— y —mira mis pies— ¿por qué vienes descalza?

—¿Nueva moda? Perdí una zapatilla —se lleva una mano a la frente.

—Deberías haber venido más presentable hoy, te dije que vendría mi hermana y ella es una neurótica del orden y el perfeccionismo —se frota el entrecejo—, estoy seguro que luego me va a decir algo sobre ti.

—Ahí recuerda porque aún no me has echado y porque me necesitas más que el aire para respirar.

Al entrar al salón del bar, veo a una rubia con camisa pantalón de vestir, cabello tomado y expresión seria, luego la observa y levanta una ceja claramente molesta al verme. Podría haber sido cualquier persona, siendo millones de seres humanos en este planeta cagada llamado tierra, pero no, tenía que ser la misma rubia que me desvirgo anoche, con la cual fui muy grosera esta mañana la hermana de mi jefe.

—Hola, lamento llegar tarde —mira mi pie descalzo y una media sonrisa de malicia asoma en su rostro.

—Siéntate, Cenicienta —me dice sin mirarme—. Ya que llegas tarde, te diré mi nombre si es que te interesa saber quién soy —la miran a ella y luego a mi.

—Ilumíname, Rapuncel.

—Recuérdame por qué no debemos despedirla —le habla a su hermano.

—Ella es la encargada de prácticamente todo, maneja Stock, personal, proveedores, caja.

—¿Y demorariamos mucho en encontrar al alguien más? —baja la mirada a la pila de currículum a su lado y yo trago grueso— esta persona por ejemplo, sabe caja y fue encargado en un bar, toma, llama y pide referencias o ve a hablar con los dueños sobre él. Siéntate —me dice a mí—. Seré breve ya que estamos todos —me mira fría—, no tolero las llegadas tarde —eso fue para mí—, ni las faltas porque sí, esto es un trabajo, no soy indulgente con el personal, ni permisiva, no tengo la misma metodología de trabajo que mi hermano, él solo se hizo cargo mientras yo estaba fuera por asuntos personales, pero ya estoy aquí y el que no le guste espero su renuncia al finalizar el día —vuelve a verme—. Eso es todo por hoy —todos comenzamos a levantarnos todos hasta que habla de vuelta—. Alexa, quédate un momento —dice sin mirarme mientras anota algo y los demás salen—. Ya vengo.

—¿Y te espero como estúpida aquí?

—Bueno, cada quién espera como quiere y como acabo de decir, sino te gusta, renuncia, no voy a detenerte.

Sale por la puerta y vuelve con mi zapatilla dejándola frente a mí con fuerza sobre la mesa.

—Katerina, es mi nombre, me encantaría decir que es un gusto, Alexa, pero nada más lejos de la realidad. Puedes irte y por favor vuelve duchada y limpia, Anderson te dará tu nuevo uniforme. Adiós.

Toma su cartera y sin decir más sale tomando los papeles, Anderson se para frente a mí y lo observo por primera vez en mi vida con el ceño fruncido bastante molesto.

—¿No podías quedarte callada?

—Tengo incontinencia verbal, lo sabes —sonrío, pero él no.

—Alexa, mi hermana es algo —busca las palabras—, especial —baja la mirada y ve mis pies— ¿Encontraste tu zapatilla?

—Sí, la tenía un duende gruñón —me observa extrañado.

—En fin, no la busques porque la encuentras fácil y no voy a poder defenderte mucho tiempo. Ve a bañarte por favor —se tapa la naríz— te veo en la noche. Acá está el uniforme —me da una bolsa transparente con una camiseta negra, un pantalón negro y un delantal bordó.

Me marcho a mi departamento y encuentro a una nueva vecina bajando cosas del camión de mudanza y me escabullo rápidamente para no socializar, aparte ella se ve demasiado alegre, se escucha demasiado sociable y yo soy su opuesta, así que espero que ella se distraiga y subo casi corriendo las escaleras para ver que se muda frente a mi departamento. Cierro la puerta en cuánto escucho que ella sube conversando.

Mientras me ducho veo la sangre que sigo perdiendo, aunque es poca ahí está como un recordatorio de lo que hice anoche y ni siquiera recuerdo, también viene a mi mente Katerina. No le presté atención la primera vez, ni siquiera la vi bien, no me importaba, porque jamás repito con la misma mujer y estaba demasiado segura de que no volvería a verla. Maldita sea, será mi karma. Llego a trabajar a la noche como casi cada día luego de cursar en la universidad, con la ropa de trabajo nueva y ahí está ella vigilando desde arriba en las oficinas que todos estemos trabajando.

—¿Rapunzel, dijo algo? —le pregunto a mi compañero al llegar.

—Que apenas llegara, Cenicienta, se pusiera con el inventario —me pasa la planilla— y que luego subieras a la oficina.

Termino de hacer el inventario y subo como la dictadora de turno ordenó, toco una vez la puerta y espero, dos veces y nadie atiende, tres veces y sigue sin abrirse, me resigno dando la vuelta y su voz suena a mi espalda.

—Tu delantal ¿Dónde está?

—Buenas noches para ti también —volteo y su expresión es seria, su hermano atrás me hace la seña de que no hable de más apuntando a su cuello y negando efusivamente—. Lo deje en la barra, no quería que se ensuciara mientras contaba y movía las cosas.

—Kate, iré abajo.

—Claro y trata de que al menos hoy todo salga bien y no hayan altercados, no estoy de humor.

—¿Cuando si lo estás? —dice él y ella lo fulmina con la mirada.

—Tú también estarías así, si de pronto te despiertas y tienes a al gato callejero que recogiste la noche anterior en tu habitación, con el que intentas ser amable y el maldito animal desagradecido saca sus garras para atacarte sin ningún motivo —maldita, yo soy el gato callejero, me mira de reojo y vuelve a su hermano.

—La próxima vez piensa mejor en recoger animales de la calle, no eres el tipo de alma caritativa que piensas que eres, eso no va contigo.

—Lo sé, solo que anoche no era un maldito animal endemoniado —suspira peinando su cabello hacia atrás—, pero es la última vez que hago caridad con animales salvajes —me mira fijamente—. Ve a ver que todos estén trabajando para poder abrir —intento marcharme—, tú no, él. Pasa —se aparta y su Anderson sale negando apenas con la cabeza—, siéntate.

—No respires —digo en un susurro y le sonrío cuando voltea a verme con el ceño fruncido.

—Al menos ya no apestas —me dice al pasar por su lado y se toma un momento en observarme mientras cierra la puerta—. Si te soy honesta, me encantaría despedirte, pero mi hermano a abogado mucho por ti por eso te daré una oportunidad, así que dame un motivo o razón para echarlo a perder así puedo echarte.

—Escucha no quiero tener problemas contigo, solo vengo a hacer mi trabajo, lamento haber llegado tarde esta mañana, tenía que llegar a terapia y la Doc me retuvo porque llegue tarde.

—Sí, yo te lleve ¿recuerdas?, digo al menos si te acuerdas de eso ¿o no? —cruza las piernas y su falda se sube un poco dejándome ver un poco más, por lo que me obligo a apartar al vista y tragar—. Me sorprende que una persona como tú vaya a terapia, pero supongo que es lógico después de tu reacción de esta mañana, por cierto estás son las tuyas  —tira mis bragas sobre el escritorio y siento un calor tomar mis mejillas—, no me pareció lo adecuado dártelas esta mañana con mi hermano cerca, no quiero las que te llevaste de regreso. Bueno al menos algo te da vergüenza.

—Escucha ni siquiera recuerdo que me dio mi amiga anoche, yo solo fui a buscarla a esa estúpida fiesta no sé cómo deje que pasara lo que pasó, de verdad no lo recuerdo y no me interesa saberlo.

—Bien, yo si me acuerdo de casi todo, al menos de las partes importantes. —sonríe con una expresión amarga—. Haremos como que nada pasó, limítate a hacer tu trabajo, mantente lejos de mí y quizás para fin de mes aún conserves tu puesto. Eso es todo, puedes irte.

Sé que fui una cretina con ella esta mañana, pero ella se está comportando como una verdadera idiota y eso si me molesta, respiro profundamente y me levanto. Si este trabajo me quita la salud mental, renunciaré y buscaré otro empleo, aunque las propinas son buenas y ligo bastante por ser un bar queer, de lo cual saco ventaja para hacer más dinero, pero no voy a soportar a la gruñona Rapunzel si se pone difícil, después de todo yo debería ser la más afectada, ella me desvirgó sin que yo fuera completamente consciente de eso. 

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