12 Noche de chicas
No sabía que tanto necesitaba parar, descansar y respirar hasta que me tome el tiempo, para tomarme ese descanso. Recibí una invitación en un sobre debajo de mi puerta, hoy es mi único día descanso de mis dos trabajos y he sido cordialmente invitada aunque suene algo casi infantil a una pijamada y noche de juegos en el departamento de Bailey ¿La única consigna a cumplir? Tengo que ir usando un pijama, pero no cualquier pijama, el pijama que venía junto a la invitación, un pijama enterizo de un gatito negro.
Se hace la hora y me siento algo ridícula al vestirme así, me aseguro que no hay nadie a la vista antes de llamar a la puerta y cuando creo que lo mejor sería arrepentirme o pienso que quizás fui la única en vestirme de esta manera ridícula, y estoy por volver a mi departamento, la puerta se abre con Katerina y Bailey riendo.
—¡Si viniste! —Bailey me abraza fuerte.
El pijama de ella es de un golden retriver y el de Katerina es el de un león, ella me mira agarrándose la cola de su pijama mientras la hace girar y comienza a reír.
—Va muy bien contigo, eres totalmente un gato negro.
—Pasemos antes de que alguien me vea así —les pido avergonzada.
Entro con Bailey aún aferrada a mí, Katerina se acerca dejándome un beso en mi mejilla y luego ambas se separan, no sé porque pero me encanta que me hayan recibido así. Bailey saca la pizza del horno que hizo casera, la sirve y comemos conversando animadamente. Me sorprende que Katerina con lo seria que se ve, haya aceptado la invitación y no solo eso, sino que viniera vestida así desde su casa.
—¿No te da vergüenza que te hayan visto? —le cuestiono.
—Vergüenza tiene que darte robar —exclama Bailey a mi lado.
—Ya la escuchaste —la rubia se encoje de hombros.
—¿Cómo es que aceptaste venir? Jamás pensé verte vestida... —el tono de llamada de mi teléfono corta la oración en la peor parte y ella se pone roja—. Lo lamento, me estaban avisando que ya le dieron el alta a mi padre ¿En qué quedé?
—En que jamás pensaste verla vestida —dice la cosita tierna a mi lado y miro a Katerina que asiente riendo ruborizada.
—Jamás pensé verte vestida, así —aclaro.
—¿Ósea que si la has imaginado vestida o desvestida, pero no así? —indaga Bailey de nuevo y la mirada de Katerina se enfoca en mí. ¿por qué la cosita tierna hace este tipo de preguntas?
—¿Qué? No, no es a lo que me refiero, ósea puede ser, pero... —veo a mi al rededor buscando algo que me saque de este embrollo— ¿Tienes el tabú? Juguemos a eso.
Me levanto de la mesa huyendo, podría jurar que Bailey hizo esa pregunta de una manera no tan inocente. Me siento abriendo el juego sintiendo un calor sofocante recorrerme desde la punta del pie hasta el rostro, por eso me bajo el cierre del pijama para tomar un poco de aire.
—¿Estás bien? —se sienta Katerina a mi lado— Estás roja.
—Sí, si estoy bien.
—Ay te ves tan linda —veo un brillo en los ojos de Bailey antes de que se abalance encima de mí para llenarme las mejillas de besos—. Quédate quieta o te besaré en la boca y va a gustarte.
—¿Qué? —la observo y ella me sonríe con picardía, Katerina nos ve y sonríe, Bailey se levanta rápidamente y se pierde en su habitación—. No es tan inocente como pensaba.
—Te sorprendería —murmura la rubia a mi lado— ¿Quieres tomar algo?
Me pregunta y en cuanto ve que tengo mi pijama abierto que deja ver mi brasier de encaje negro, su mirada baja por mi piel hasta ver mis pechos, me siento desnuda, pero no me molesta que ella sea quien me mire así. En cuanto se da cuenta traga y aparta la mirada, yo subo el cierre.
Bailey vuelve con varias cajas que deja sobre el suelo y se sienta frente a mi en el suelo sobre la mesa ratonera.
—¿Qué les parece si jugamos con prendas, o apostamos, hacemos verdad o reto? Es para hacerlo más divertido —por una milésima de segundo veo en sus ojos y destello de picardía.
Creo que Katerina y yo vamos a arrepentirnos de haber aceptado esta invitación.
—Claro dice la rubia, pero prendas tenemos pocas, y para apostar estamos demasiado sobrias, pero me parece interesante verdad o reto ¿Qué crees Alex? —Miro la puerta analizando cuanto me tardaría en cruzarla si corro lo suficientemente rápido— ¿No estarás pensando en huir o si? —tomando mi mentón Katerina me hace voltear a verla y yo niego tragando grueso.
—Pondremos algunas reglas —Bailey nos saca de la burbuja en la que habíamos quedado, No pude evitar ver la boca de Katerina ¿Qué iba a hacer?— podremos hacer preguntas personales, pero podemos aceptar responderlas o no, si es no, se cambia por otra pregunta ¿Está bien? —nosotras asentimos. Ella se ve tan segura poniendo las reglas que ahora dudo que sea su primera vez jugando a esto—. Tendrá cada una solo 3 comodines para negarse a hacer un reto, pero como penalidad tendrá que beber un shot lleno y hasta el fondo de vodka puro —deja la botella con tres chupitos en el centro de la mesa—, por cierto podemos mentir, pero si la que miente es descubierta, va un shot de vodka —Katerina y yo nos miramos y miramos hacia la puerta—. Tranquilas yo te tengo la llave —nos sonríe Bailey con falsa inocencia. Caímos en su trampa—. Comencemos.
En menos de dos horas de tensión y sentir que jugamos por el derecho a seguir respirando, Katerina y yo estamos algo ebrias, usamos nuestros tres comodines, yo tengo mi pijama por la cintura estando con mi brasier negro al aire, Katerina con el suyo blanco y una tira abajo.
—Entonces ¿Verdad o reto? —me pregunta Bailey y yo tiemblo, porque sus preguntas son jugadas y sus retos son peores.
—Reto, supongo.
—¿Segura? Ya no te quedan comodines —de las tres es la menos ebria y la que solo ha usado un comodín.
—No, lo sé.
—Demoras mucho, necesito ir al baño —dice Kate mientras se levanta tambaleándose, agarrándose de las paredes— ¿Ya decidiste? —asiento— ¿Cuál es el...?
En cuanto se sienta a mi lado, la beso e introduzco la lengua con su permiso por el reto de 15 segundos que me impuso Bailey en un beso con lengua.
—Tiempo —dice y me separo de Katerina que queda en shock abriendo los ojos muy grandes—. Tu turno Kate —le dice Bailey y ella se acerca para besarme—, tu turno para jugar —la interrumpe con una risita.
—¿Verdad o reto? —le pregunta Katerina a Bailey.
—La verdad siempre la digo —se encoje de hombros-, elijo reto —dice segura apoyando su rostro sobre su mano para mirarnos de costado—. Trata de retarme a hacer algo interesante —le sugiere y todo rastro de ternura que tenía es reemplazado por algo que ahora deja ver bien, lujuria.
—¿Okay? Oye —me habla susurrándome tan cerca que siento su aliento cerca de mi boca— ¿Tienes alguna idea?
—¿Yo?
—No, le pregunto al unicornio sobre tu hombro —miro mi hombro— ¿Tan ebria estás? Te hablo a ti.
—Voy al baño —dice Bailey y se levanta.
—Sí, tengo una idea.
Acorto la distancia y la beso, estuve toda la noche deseando un reto como el anterior, ella me corresponde el beso, pero se aparta de pronto y la miro extrañada.
—El reto es para Bailey, no para nosotras.
—¿Qué reto?
—¿Por qué me besaste?
—Porque quise —le digo apoyándome sobre el sofá a mi espalda— ¿Por qué este departamento es más grande que el mío? Que injusto, yo vivo hace más tiempo aquí.
Katerina no dice nada solo se me ha quedado viendo sin poder gesticular algo más. Entonces llega Bailey de vuelta con el pijama abierto dejando ver su ropa interior... roja ¿Es roja en verdad? Dios, le queda tan bien en contraste con su piel, tanto que Katerina y yo de manera automática nos apoyamos sobre la mesita para intentar verla mejor, ella sonríe mientras se acerca.
—Una foto dura más.
—Claro —Saco el teléfono, dispuesta a tomarle una, pero Katerina me lo quita y niega hastiada ¿Ahora que mosca la pico?—. ¡Oye!
—Ya tengo su reto —dice con una sonrisa maliciosa—. Primero dejaremos de beber, ya no podemos más —le dice a Bailey y ella asiente—, creo que lo mejor es parar antes de terminar más ebrias.
—Sí, la última vez que eso pasó perdí mi virginidad con... —la rubia me tapa la boca, luego con una mano tira todo lo que había sobre la mesita al suelo y le pide Bailey acostarse, pero bajándose el pijama hasta la cintura como lo tenemos nosotras.
—Bien, si se te sale un gemido, paramos y claro que pierdes, será por 2 minutos ¿De acuerdo?
—Bien, estoy lista —dice acostada sobre la mesa mirando al techo.
Katerina se levanta y va a la heladera, vuelve con un pote se salsa de chocolate y una lata de crema.
—¿Dulce o crema? —me pregunta.
—Dulce.
La piel de Bailey reacciona ante la salsa de chocolate fría, con la que Katerina dibuja un camino sobre su piel, del cuello baja a la clavícula pasa en medio de sus pechos, su estómago y se detiene bajando un poco sus bragas para no mancharlas, hace lo mismo con la crema y luego me mira.
—Limpia con la lengua hasta que no quede nada.
Ambas comenzamos por el cuello y puedo sentir los latidos de Bailey en su cuello que se mantiene con los ojos cerrados y la respiración comienza a tornarse errática de a poco, pero se muerde los labios para evitar que se le escape algún sonido. Me encuentro con Katerina en medio de los pechos y sin que me lo espere, me besa y lame mis labios limpiando restos de la salsa, sonríe y sigue bajando por el abdomen de Bailey que sube y baja, la veo apretar sus piernas y a Katerina colocarse encima de ella para devorar toda la crema. Jamás en mi vida hubiera imaginado que una pijamada resultaría en esto, en la imagen más sexy que he visto alguna vez y que hace que hasta mi entre pierna se caliente con solo verla.
—Deja de mirarme y sigue —me dice con la voz algo ronca.
Vuelvo a mi tarea, y sin poder contenerme al llegar a su estómago lo muerdo suavemente mientras bajo, todo bajo la mirada atenta de la rubia que ya termino con su parte y no puede dejar de verme. Sus ojos parecen ser completamente negros pero solo es su pupila totalmente dilatada intentado retener en su retina e imagen mental todo este momento, como yo seguramente lo hice hace un momento.
Al ir llegando la orilla de sus bragas, paso mis dedos por la orilla, tocando suavemente su piel y la tela, para terminar de chupar la salsa de chocolate que está mucho más líquida por el calor del cuerpo de Bailey.
—Agh —dice ella en un jadeo, cuando termino—. Al fin terminó —suelta el aire que parece que estuvo conteniendo desde que comenzamos se sienta en la mesa y nos mira a ambas—. Iré a bañarme y ya traigo el colchón así dormimos aquí —Kate la mira sorprendida& ¿No pensabas que te dejaría ir así de ebria o si? Aparte la invitación era pijamada —voltea a verme— tú tampoco te vas. Ya vengo —se sienta en la orilla levanta mi rostro y me besa, luego hace lo mismo con Kate—. Toda la noche tuve ganas de hacer eso, ustedes no hacen retos muy interesantes.
Se levanta dejándonos congeladas y se va. Creo que tu imagen tierna y dulce nos embaucó como la mejor estafadora que hay.
—¿Acaso ella? —me mira Kate.
—Sí.
—¿Puedo?
—Sí.
Se acerca y nos volvemos a besar en cuanto escuchamos a Bailey entrar al baño, ella se sienta sobre mis piernas y no sé cuánto se demoro bañándose, pero si sé que Katerina y yo, nos besamos todo lo que duró el baño. Ahora lo sé realmente, es noche no me fui con ella porque que si, me fui con ella porque me gustó demasiado, me gusta demasiado.
Corremos los muebles, Bailey trae su colchón y yo voy por el mío a mi departamento, en cuanto nos acostamos Bailey queda en medio, nos sacamos los pijamas de animales para dormir mas cómodas, lo que quiere decir con más piel expuesta y yo a la espalda de la dueña de casa, puedo sentir el aroma de su cuerpo, no solo por la ducha que se dio, sino también porque huele delicioso. Me acerco pegándome a ella que de durmió y busco la mano de Kate la cual ella toma y las entrelazamos.
Intento dormir y cerrar los ojos, pero también algo viene a mí, Bailey tenía dos comodines que pudo haber usado y no lo hizo, también caigo en la cuenta, que su beso por fugaz que fue, me gustó también.
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