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Capítulo 3: La vida sin dinero

Tan pronto devoró el último trozo de carne que le quedaba en el plato, se dirigió a la cocina para lavar la loza que había ensuciado. En realidad, ese gesto de extrema generosidad para con las manos de su madre, no tenía otra razón de ser más que su actual estado de felicidad. Luca lo sabía, hoy sería un día distinto. Un día en el que al fin haría algo importante.

Subió las escaleras a la manera que de pequeño denominó "tiranosaurio": intercalando los pies cada dos escalones, y apareció de nuevo en su pequeña habitación, ese rectángulo poco ventilado que lo albergaba día y noche. Se puso el polerón rojo que tanto le gustaba, y mientras lo hacía, observó con especial orgullo el par de papeles que Yoshi había cargado en la boca la noche anterior. Se encontraban ahora tirados en el suelo, cerca de la cama. Los recogió con cuidado y se alentó en voz alta: "va a funcionar". Antes de salir, y como de costumbre, agachó su larguirucho cuerpo a la altura de su perro Westy y le golpeó suavemente la cabeza tres veces. "Gracias, Yoshito".

Tan pronto asomó su cuerpo a la luz solar, los rayos se clavaron en su piel como cuchillos. Hacía días no salía de casa, y por ello, el aire libre le pareció tóxico. Acostumbrado al cobijo de su cueva, se puso rápido la capucha y aguantó con asombrosa calma el calor extra que dicho acto le provocaba. Al parecer, haber pasado tanto tiempo solo en la oscuridad de su cuarto lo había vuelto un sujeto más asocial y apático. Si antes era indiferente al tumulto de personas que repletaba las calles de la ciudad, ahora cada humano que veía aparecer en su camino se transformaba para él en un estorbo. "Raza basura", se repetía una y otra vez en la cabeza, sintiendo un tormentoso desprecio hasta por él mismo.

Una vez en el autobús que lo dejaría justo al frente del departamento de Poler, observó detenidamente una escena que lo hizo entrar en colapso. Una mujer joven le acomodaba la camisa a su hijo de aproximadamente seis años, con desmedida brusquedad. Como si no le importase pasar a llevar al niño. Como si el zamarreo público al que lo sometía no tuviese ninguna importancia. Como si el chiquillo se tratase de un miserable objeto que le pertenecía: su hijo. Y en ese punto, Luca se vio reflejado.

–Señora, tenga cuidado –recriminó en voz baja.

La mujer lo miró con extrañeza y una arruga horizontal le cruzó la frente de esquina a esquina.

–¿Qué dijiste? –le preguntó molesta.

–Que tenga cuidado con el niño. Lo está lastimando.

–¡Quién te crees que eres, mocoso! ¡Nadie me dice cómo criar a mi hijo! –exclamó la mujer y de un tirón tomó el brazo del niño para descender del autobús, una parada antes que Luca.

El departamento en el que Poler vivía se ubicaba en Furries, un conocido callejón sin salida que servía de hotel para mendigos en la noche. Tan pronto bajó del autobús, echó una mirada inspectiva para todos lados, por si tuviese que desplegar su faceta defensiva. Pero, para su suerte, ningún alma adornaba esa tarde los adoquines del callejón.

Entró, entonces, confiado, y se acercó al conserje para preguntarle por el paradero de Poler Fave. El viejecillo de barba blanca y pelo cano le entregó a Luca más información de la que hubiese esperado recibir. Quinto piso, puerta M, llega a las ocho en punto, siempre anda solo; fueron los incisivos datos que el conserje recalcó. 

ComoLuca no se caracterizó jamás por ser un tipo confiado, decidió insistirle al destino. Tocó y tocó el timbre, por si acaso Poler pudiese estar allí.

Pero lo cierto fue que nadie apareció del otro lado.      

Eran las cinco de la tarde con cuarenta y ocho minutos, y aunque lo dudó de entrada, la curiosidad por conocer la relación entre su ex compañero de clase y Kancer, lo hizo mantenerse arrimado a la escalera del departamento durante varias horas seguidas. Pasado el rato, un joven de lentes, vestido con delantal blanco y que cargaba al mismo tiempo una mochila y un maletín, pasó por su lado, sin percatarse si quiera de su presencia.

Al verlo, el corazón se le contrajo y las manos le comenzaron a sudar. Sin quererlo, un torbellino de dudas le arrasó la cabeza: ¿debería atreverse a hacer lo que había planeado? ¿Y si Poler se molestaba por encontrarlo en su casa? ¿Y si su presencia allí terminaba siendo interpretada como un inesperado atrevimiento, después de tantos años de ausencia?

Los ojos de Luca necesitaron ver que Poler abría la puerta de su casa, para recién atreverse a gritarle que él estaba ahí.

–¡Oye, Poler! –exclamó desde la escalera.

El joven volteó a mirar a la persona de la que provenía el grito, y al lograr distinguir su cara –pasada una considerable cantidad de segundos–, preguntó:

–¿Luca? ¿Tú qué haces acá?

-Vine por el tatuaje que tienes en la muñeca –señaló cortante, y de inmediato se arrepintió por haber tomado demasiada libertad. El rostro de Poler se desfiguró por completo. ¿Qué podía saber Luca sobre Kancer?

-Cuéntame más sobre ese país. Juro que nadie se enterará de esto –dijo Luca.

Poler se tomó unos minutos antes de entregarle una respuesta.

-Pasa –añadió, todavía desconfiado.

Una vez adentro, Poler posó su maletín y mochila encima del sofá e invitó a Luca a sentarse.

-¿Cómo te enteraste? -preguntó el joven de gafas.

-Por un amigo.

-¿Por qué no le pediste a él que te contara más sobre Kancer?

-No tiene idea de nada. Vine porque supongo que eres la persona que conozco más informada del tema.

-Probablemente sea así, pero es peligroso compartir esto contigo.

-Lo sé, pero...

-Sin embargo –lo interrumpió Poler– es mi deber hacerlo. Para tu información, la gente que vive en Kancer tiene un estilo de vida totalmente distinto al que conoces. Allá no existe el dinero.

-¿En serio? Entonces, ¿cómo viven?

-Existen otras maneras de vivir, Luca, mucho más dignas. En Kancer no existe el Estado ni tampoco se rigen por un sistema de economía financiera.

-Son una especie de... ¿anarquistas?

-No exactamente. Es algo más profundo. En gran medida la ideología Ka toma sus bases en el pensamiento anarquista, pero el fin que persiguen es distinto. Por eso el símbolo, ¿ves? – le muestra el tatuaje–. Es el símbolo del anarquismo rotado en noventa grados.

-Entiendo. ¿Y cómo entras a ese país?

-No es nada de sencillo. Existe sólo una manera de lograrlo.

-¿Cuál?

-Todas las noches a las doce en punto pasa un coche por la Esquina De-blues. Para poder subir debes realizar la "K" en lenguaje de señas, y ser veloz. El coche tiene sólo cuatro asientos.

-Okay –respondió extrañado– ¿Y cómo encuentras el coche?

-Tú no los encuentras, Luca. Son ellos quienes te encuentran a ti.

-No parece tan complicado...

-Espera. Sólo puedes tomarlo una vez al año: el día de tu cumpleaños.

-¡Qué! ¿De verdad sólo tienes una oportunidad por año para ir? ¡Eso suena loco, Punki...! –y se calló un segundo– digo, Poler.

-Ahá. Y dime una cosa, Manns. ¿De verdad piensas ir a Kancer? –preguntó Poler, agregando al panorama de su rostro una sonrisa burlesca.

- No lo sé, me gustaría. ¿Y tú, irás?

-Me queda mucho aún para estar listo. Recién voy en cuarto año de medicina. Tengo pensado continuar especializándome en neurología, y luego estudiar algo de historia. Para vivir en Kancer necesitas preparación. No cualquiera puede sobrevivir ahí.

-¿Por qué no? ¿Qué ocurre allí?

La pregunta pareció incomodar de sobremanera al dueño de casa. Sin previo aviso, su puso de pie y con los dedo cruzados, comenzó a chocar rápidamente las palmas.

-Creo que debes irte, Manns.

-Espera, viejo. De verdad quisiera saber un poco más.

-Es tarde. Debo seguir estudiando.

-Pero, dime, ¿es peligroso ese lugar? ¿Conoces a alguien que haya ido?

Poler, notablemente molesto por el atrevimiento de la última pregunta, lo tomó del brazo para echarlo a la fuerza.

–¡Te dije que te fueras, Manns! ¡Vete a tu casa!

–¡Pero cuéntame un poco más! ¡Necesito saber qué pasa adentro de Kancer, Poler! ¡Por favor!

Antes de que lograra verle la cara por última vez, Poler Fave le echó la puerta encima.

Luca se devolvió esa noche a su casa, más interesado que nunca en algún asunto. No dejaba de preguntarse cómo sería un mundo sin dinero en el que el conocimiento y la experiencia fueran la base para sobrevivir.

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¡Luca cada vez está más cerca de Kancer! 

¿Se imaginan cómo sería la vida sin dinero? Definitivamente eso cambiaría muchas cosas. 

¡¡RECUERDEN GUARDAR KANCER EN SU BIBLIOTECA, YA QUE ASÍ WATTPAD LES AVISARÁ DE LAS ACTUALIZACIONES DE LOS CAPÍTULOS!!

Muchas gracias a todos los que leen, votan o comentan. De verdad son el impulso para seguir :). Sin ustedes, queridos lectores, todo este trabajo no tendría sentido!

Besos varios jsjsjs.

Caaaaaaaaaaaat*

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