Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

10. Un paso a la vez

Listen to Your Heart - Cinematic Pop feat. Cosette Smith

Suspiré una, dos, tres veces, presa de mis pensamientos. Me removí en mi saco de dormir, sin intenciones de hacerlo. Supe que descansé si mucho una hora, nada tan largo para alcanzar a soñar, pero aun así no era del todo suficiente para reponer energía.

Trataba de no pensar en lo que sucedió con Aracne, de no pensar en las Gorgonas, de no preocuparme con inseguridades acerca de si podría o no cumplir con el objetivo de formar alianzas. Cada criatura era diferente, a cada una debía tratarla diferente. Lo que no servía con una podría servir con otra.

Pero, aun cuando trataba de prepararme mentalmente para aceptar los fracasos, para prepararme para aceptar el odio de las demás divinidades... me resultaba difícil adaptarme a esa nueva responsabilidad que At puso sobre mis hombros.

Ser temida era lo suyo, no lo mío. ¿Cómo podría soportar eso otra vez? Aún me dolían las heridas fantasmas que Medusa me dejó, y tenía grabada en mis ojos la mirada de Aracne aun después de varias horas.

No quería recibir los golpes de Atenea, no quería cargar con el odio que sentían por ella... Me parecía tan injusto... Viera como lo viera todo lo que sentían por Atenea ahora lo sentían por mí. No había devolución o ajustes, era lo que era. Fin.

Me giré otra vez, en busca de comodidad y un poco de paz mental, tratando de no llamar la atención de los demás. No teníamos las tiendas armadas por el lugar donde nos hallábamos, por lo que los sacos de dormir y unos cuantos pasos era lo que me separaban de los hermanos y de Kirok. Me concentré en la fogata a la espalda de mi familiar, en las llamas danzantes y la tenue luz que iluminaba la cueva en la que estábamos, queriendo enfocar mis neuronas en otra cosa.

El lugar al que At se refería para descansar resultó siendo una pequeña cueva en medio del bosque. Según lo que dijo At, en su momento fue hogar de Calisto, pero ahora estaba vacía. Algo que resultó ser cierto. La cueva era pequeña, algo húmeda, pero perfecta para dormir con algo más que un toldo de protección.

At se encontraba en el arco de la entrada, vigilando el exterior, dándonos la espalda. Y Kirok, a pesar de estar más cerca de mí que de ella, apuntaba su cuerpo en su dirección, y me daba la espalda. Probablemente estaba mirándola, o quizá estaba dormido; no tenía cómo saberlo.

Afuera todo estaba oscuro. Esa era nuestra primera noche selene en Kamigami. Había algo de luz, pero los árboles bloqueaban casi la totalidad de la luz que Selene desprendía, a pesar de que por lo que escuché la luna era muy, muy, grande, tanto que iluminaba casi como los dos soles helios.

La oscuridad del exterior era aterradora, y la escasa luz convertía la vista en algo mucho más terrorífico. At dijo que en realidad la noche no era tan peligrosa, no más que lo que el día representaba. Pero eso sí, había más paz y disminuía la probabilidad de recibir un ataque sorpresa. Eso pareció tranquilizar a Cailye, ya que dormía como bebé a pesar de que Niké se encontraba a no más de un metro de ella.

Me giré de nuevo, esta vez en dirección al saco de Andrew. Sin embargo, sabía que él no estaba ahí. Hacía algunos minutos él se había levantado, y se dirigió a lo profundo de la cueva con su arco y una mirada sombría. No avisó, es más, se escabulló cuando pensó que todos dormíamos. Pero yo lo vi salir, igual que At; ninguna le dijo nada al respecto.

Sabía que Andrew era un espíritu solitario, por lo que asumí que solo quería estar a solas en rato. Lo entendía, y aunque no me agradaba la idea de que se separara del grupo comprendía que solo debía dejarlo ser él.

Suspiré una vez más, en silencio, tratando de distraer mi mente en otras cosas que no fueran la situación que estaba viviendo. Por unos minutos no quería atormentarme al pensar en eso.

«—Si no vas a dormir deberías hacer algo más productivo con el tiempo —comentó At, girando su cabeza traslucida para posar sus ojos sobre mí. La serenidad que reflejaba su rostro era envidiable—. Revolcarte en la cama no te hará avanzar, ¿lo sabes?»

La miré, sin cambiar mi posición.

—¿Qué sugieres entonces? —pregunté, en voz baja.

Ella desvió la mirada hacia afuera, y aunque no suspiró me dio la impresión de que quería hacerlo.

«—Algo se me ocurrirá —tan solo respondió.»

En momentos así, cuando mi cabeza era un nido de pájaros y mis pensamientos viajaban más rápido que yo, extrañaba a Astra. Extrañaba a la mujer que todo lo tenía bajo control y sabía qué hacer; aunque nunca la escuchaba me tranquilizaba saber que por muy jodida que estuviera tenía alguien a quien acudir, una figura de autoridad que me salvara. Pero ahora... solo un montón de dilemas frente a mí, que no tenía idea de cómo resolver.

—At —llamé, a lo que ella me miró otra vez—. Hebe... ella... ¿qué crees que me diría en esta situación?

Hubo un largo momento de silencio, varios minutos, donde la pregunta quedó suspendida en el aire y creí que At nunca respondería.

«—No lo sé. —Inhaló, recordando—. Hebe, esa pequeña, ni siquiera yo la entendía del todo cuando era niña. Siempre se veía tan ávida, con tantas ganas de aprender, con tantos anhelos de crecer y convertirse en una diosa respetable... Recuerdo que no tenía orgullo, no como los otros dioses, eso era algo que siempre me irritó de ella; creo que pasó demasiado tiempo entre humanos. No parecía encajar con los demás dioses, era... diferente. —Mientras hablaba noté algo en su tono, pero debí habérmelo imaginado, At no podía hablar con nostalgia en su voz, era imposible. Quizá solo oí lo que quise escuchar—. Y cuando la vi con ustedes se veía tan diferente que no sé qué te diría la Hebe que tú conociste.»

Los recuerdos con ella pasaron por mi cabeza en un instante. Las conversaciones que tuvimos, las cosas que me dijo... debí haberla escuchado, debí hacerle caso cuando me hablaba... debí valorarla más.

—La extraño... —mascullé.

At regresó su atención a las afueras de la cueva.

«—No estás sola, Ailyn, todavía no. Piensa en eso, en lo que tienes ahora

Y así caímos de nuevo en un perpetuo silencio. Me removí otra vez en mi saco, en busca de comodidad y abrigo. La noche selene era fría, como una noche de otoño en casa. Y cerré mis ojos, no para dormir, solo para descansar; dejé mi mente en blanco por varios minutos.

El sonido de alguien moviéndose a mi lado captó mi atención. Abrí los ojos, y me encontré con los ojos dorados de Niké puestos sobre mí. Estaba despierta, quizá lo estuvo desde hacía más tiempo atrás, escuchando como yo lo hacía. Acostada cerca de Cailye, me observaba, curiosa... Se notaba que había algo que quería preguntar.

Así se mantuvo algunos minutos, sin siquiera parpadear. Ocasionalmente pasaba los ojos de mí a Cailye y viceversa, como si trata de comprender algo. No tenía sus alas a la vista, quizá por el espacio, lo que la haría ver como una chica normal de no ser por el color encendido de su cabello y la poca ropa que llevaba encima.

Abrió la boca, pero justo cuando iba a preguntar la volvió a cerrar. La vi dudar, sin la certeza de querer saber la respuesta a su pregunta.

—Si tienes algo que quieras saber, dímelo —susurré, a lo que ella me miró con más énfasis—. Te diré lo que quieras saber.

Apretó los labios, pero tras echarle una mirada más a la rubia profundamente dormida, habló:

—Tú, ella, Apolo. Son tan diferentes a los Dioses Guardianes que conocí... —Hizo una pausa, y me pareció ver tristeza en su mirada antes de que volviera a hablar—. Los conocí a todos, a los siete. Solía acompañar a At en sus patrullas cuando no había guerras, y pasaba mucho tiempo en el Olimpo. Luchaba contra Ares y Apolo al mismo tiempo, cazaba con Artemisa, ayudaba a Hermes con sus entregas... —Su voz se fue apagando—. Ellos... ahora... ¿cómo son?

Consideré su pregunta, entendiendo su necesidad de saberlo. Se trataba de los que fueron sus amigos, era lógico querer saber qué tanto habían cambiado, saber si podría llevarse bien con ellos de nuevo. Aunque, si lo pensaba, se llevaría muy bien con Daymon, de eso estaba segura.

Sonreí, tanto por mis pensamientos como por la respuesta que pensé en darle. Ella me prestó más atención, estando atenta a lo que iba a decir.

—Ellos, los Dioses Guardianes, son... peculiares. Son muy diferentes entre ellos, cada uno es especial a su manera. —La miré a los ojos, entornando los míos—. Imagina una situación como... como por ejemplo un niño que no sabe nadar y un lago. Poseidón es del tipo que entraría al lago con el niño para enseñarle a nadar, llevara el tiempo que llevara, con paciencia. Ares es del tipo que se la pasaría jugando con el niño, sin siquiera reparar en que no sabe nadar, y al final el niño aprendería cómo hacerlo sin siquiera notarlo. Afrodita le daría todo un manual de instrucciones de técnica de natación, y le ataría múltiples flotadores mientras aprende a patalear; no se arriesgaría a que algo malo le sucediera. En cambio, Hermes es el tipo de persona que empujaría al niño al lago para que aprendiera a nadar por su cuenta, y quizá lo dejaría solo; algo similar a lo que Apolo haría, aunque dudo que él lo abandone.

Una cálida sonrisa apareció en el rostro de Niké, contrastando completamente con su sonrisa de sínica cada vez que se enfrentaba a algo.

—Debes quererlos mucho, se nota en tus ojos cuando hablas de ellos.

Le devolví la sonrisa.

—Sí. Yo... en verdad los quiero. Te llevarás bien con ellos, cuando te conozcan encajarás. Son personas muy... —¿Simpáticas? Ni Sara ni Logan lo eran en realidad. ¿Competitivas? Quizá solo Daymon— particulares.

Ella asintió, sin añadir nada más. Se veía satisfecha con la respuesta, aunque me pareció advertir que había algo que todavía la inquietaba.

Pasaron varios minutos, quizá una hora y media, en los que solo me quedé en esa posición, intentando descansar mi cuerpo sin dormirme. Hasta que una alarma captó mi atención.

Un pito muy agudo y una leve vibración en mi muñeca. Levanté mi mano derecha, consciente de lo que eso significaba, y una vez que confirmé el tenue brillo de la joya en la parte dorsal de mi mano presioné la joya, como Logan indicó que lo hiciera. Me incorporé, quedando sentada, mientras la proyección mágica se iluminaba como una pantalla holográfica que mostraba el rostro sonriente de mi mejor amiga.

La imagen se puso más nítida, vibrando de intensos colores, como la pantalla de un televisor, al tiempo que me pasaba una mano por el rostro para no verme tan impresentable. Casi un metro de ancho y unos cincuenta de largo componían la imagen, dejando en completo detalle el cabello negro y la blanca piel de Sara. Noté que vestía la capa azul turquí de los Dioses Guardianes con el emblema en bronce, y se veía más arreglada de lo normal; también le eché un vistazo a su espalda. Reconocí las paredes doradas y las cortinas blancas, igual que el pasillo que daba al jardín del Olimpo.

Claro, lo había olvidado. Se suponía que ese día los Dioses Guardianes que quedaban en la Tierra se reunirían con la Corte Suprema para debatir la forma de revelarnos al mundo.

El sonido llegó entonces, y la firme voz de Sara me reconfortó de una forma que ni yo entendí.

—¿Hola? Ailyn, ¿me oyes? Está muy oscuro, casi no puedo verte.

Se me escapó una risita.

El fuego de la fogata se avivó, obedeciendo la petición de mi amiga. Miré a Kirok, quien de seguro fue el responsable de la reacción de las llamas, pero él permanecía en la misma posición y sin siquiera mover un musculo.

—Mejor —dijo Sara, clavando sus ojos en los míos por un segundo—. ¿Cómo han estado? Siendo que fue hace meses que hablamos por última vez. —Entrecerró los ojos, analizándome—. ¿Has estado durmiendo bien? ¿Qué han comido estos días?

Exhalé, sin poder evitar que mi sonrisa se ampliara. A pesar de su preocupación, oírla hablando así se sentía bien.

—Hola, Sara —le contesté, con humor—. Sí, todos estamos vivos y no nos hace falta ninguna parte de nuestro cuerpo, o al menos no hasta donde sé. Hemos dormido lo suficiente, y la comida no es un problema por ahora. ¿Cómo están ustedes? Hoy debe ser la reunión, ¿están listos?

Medio sonrió, aliviada, pero sin dejar de verse un tanto ansiosa. Se recostó a una pared adjunta; se veía cansada.

—Estamos bien, algo nerviosos, pero bien. La Corte Suprema no nos ha quitado el ojo de encima desde que se fueron; todo el tiempo siento que me están siguiendo, es algo escalofriante. —Suspiró—. Pero bueno, no nos ha ido tan mal. Creemos tener todo listo para exponerle a la Corte Suprema nuestro plan. No tarda en comenzar, estoy esperando a los demás. Por cierto —Miró más allá de mí—, ¿es de noche en Kamigami? Está oscuro para ser de día.

—Sí, lo es, pero en realidad estamos en una cueva, eso lo hace ver más oscuro. —Abrió los ojos como platos, y me adelanté a lo que de seguro iba a decir—. Es seguro, no pasó nada. Es solo que estábamos durmiendo hasta hace poco y encontramos este lugar... Nos pareció buena idea parar aquí, más seguro, menos riesgo.

Aunque no dijo nada al respecto, sabía que aquello le había quedado sonando; no se lo tragaba completo, pero tampoco indagó más al respecto.

Miré de soslayo a At. Ella, igual que antes, no alejaba los ojos de las afueras de la cueva. Lo consideré, por un breve segundo en serio pensé en contarle acerca de At... Pero de inmediato descarté la idea. Era mejor que ellos no lo supieran, al menos no por ahora.

—¿Cómo están mis padres? ¿Has visto o hablado con Cody? —indagué.

Su expresión se suavizó.

—Yo no, pero supe que Evan estuvo en tu casa ayer. Tus padres están bien; tu mamá incluso nos envió un pie de manzana con Evan, aunque dijo que tu papá está... Tiene algunos problemas de aceptación. Dijo que te trajéramos en seguida. —Hizo una mueca—. Creo que si pudiera él mismo lo haría, pero no sabe cómo llegar al Olimpo sin magia. Y en cuento a tu hermano, él está como siempre; dijo que si hablábamos contigo te dijéramos que tuvieras cuidado con las telarañas que tenías en la ropa. —Examinó mi rostro—. ¿Algo que deberíamos saber?

Tragué saliva, y anoté mentalmente hablar con Evan para que le dijera un par de cosas a mi hermano, o mejor, que usara su intercomunicador para decirle yo misma que no les dijera cosas extrañas a mis amigos, mucho menos a Sara.

Me miré la ropa con disimulo, tratando de comprobar si todavía tenía algún hilo de telaraña en ella, pero a simple vista no vi nada. Debía cambiarme de ropa en cuanto tuviera oportunidad.

—Nada, en realidad todo ha estado... —¿Tranquilo? No— manejable.

Se lo pensó un poco, hasta que volvió a hablar, con expresión dudosa.

—¿En dónde están ahora? ¿En qué parte de Kamigami? —quiso saber, moviendo su cabello con gracia—. ¿Han avanzado? ¿Consiguieron algún aliado?

—El Bosque de la Lira; es demasiado largo, pero esperamos salir en un par de días terrestres más. Otro día helio completo esperamos que sea suficiente. —Ya quería salir de ese bosque encantado—. Y sí, tenemos a las Nueve Musas de nuestro lado, y a...

—¿Qué es eso que brilla a tu lado? Parece una vela, o un incendio... parece... ¿cabello?

Y como si esa hubiera sido la señal de Niké, la diosa apareció de repente a mi lado. Su cabello flamante brillaba, siendo otra fuente más de luz, y su radiante sonrisa de loca no le cabía en la cara. Miró a Sara, cautivada, emocionada, y se ubicó a mi lado con total confianza.

—¿Y ella quién es? —indagó Sara, con un deje molesto en su voz, justo después de pegar un brinco de sorpresa. Entrecerró los ojos, y comenzó a mirar más allá de mí—. ¿Dónde está Andrew? ¿Ocurrió algo malo? ¿Estás segura de que estás bien?

La forma en la que miró a la diosa a mi lado me hizo suspirar. Perfecto, ahora había otra persona que consideraba a Niké alguien sospechoso. Rodé los ojos, en parte abrumada por la interminable sección de interrogatorio que se avecinaba y en parte contenta de saber que Sara seguía siendo Sara.

Abrí la boca para explicarle, en medio de una risita divertida, pero entonces alguien ganó mi palabra.

—Estoy aquí, no te preocupes demasiado.

Giré mi cabeza hacia atrás, solo para descubrir al mencionado caminar hacia nosotras. Caminaba seguro, sin afanes, con rostro relajado, serio pero no con el ceño fruncido. En su muñeca, igual que en la mía, relucía la joya del intercomunicador que iluminaba una pantalla donde reconocí de inmediato la sonrisa amena de Evan.

Se detuvo al lado mi lado, mirando a Sara y pasando sus ojos a una Niké que no le quitaba los ojos de encima a mi amiga. Su mirada se suavizó, y sin recibir invitación se agachó y tomó asiento a mi lado.

Lo observé mientras lo hacía, y al ya estar sentado sobre mi saco de dormir extendió su mano derecha, imitando mi posición, y al instante ambas pantallas se acoplaron, mostrando tanto a Sara como a Evan, y de igual forma ellos nos veían a ambos.

Evan me miró, y me regaló una sonrisa por saludo, a lo que yo se la devolví. Vestía igual que Sara la capa del equipo, y su cabello se vía más pulcro de lo normal; por el fondo parecía estar en la biblioteca del palacio. Luego, igual que Sara, observó a la diosa a mi lado como si no encajara en la escena.

—Ella es Niké —expliqué, señalando a la aludida—, diosa de la victoria. Aceptó acompañarnos a Némesis, sabe acerca del Filtro. —A Sara casi se le cayó la mandíbula cuando lo dije; pude calcar la expresión de su rostro, entre estupefacto y molesto—. No se preocupen, es de fiar, lo aseguro.

Antes de que Sara comenzara a gritar cosas que yo ya me podía imaginar, Evan tomó la palabra.

—Nunca está de más ayuda extra, y ella es de Kamigami, creo que es bueno tener a dos personas como guías. —Una sonrisa tonta apareció en mis labios. En realidad, eran tres personas, pero eso no tenía por qué saberlo. Evan miró a Niké, quien no abandonaba su sonrisa escalofriante—. Soy Evan, un placer conocerte.

Niké dio pequeños brinquitos de alegría, y se acercó más a las pantallas.

—¡Oh, vaya! ¡Es genial verlos! En verdad quería conocer a los nuevos Dioses Guardianes ¡Estoy tan emocionada! —Sus ojos escrutaron ambas pantallas, en busca de algo, pero atrás de ambas personas tan solo se alcanzaba a ver partes del Olimpo—. ¿Y los otros? ¿No están con ustedes?

Sara entrecerró los ojos, suspiró tras un rato de silencio y dejó caer sus hombros. Se permitió relajarse un poco.

—Llegarán pronto —contestó—. Dentro de breve comenzará la junta. Por cierto —Sara me miró—, ¿dónde está tu familiar? ¿Acaso hizo algo que no debía y huyó?

Le lancé una mirada fulminante, a lo que Andrew desvió la mirada hacia Kirok, que permanecía en el mismo lugar de antes sin señales de estar escuchando. Pero yo sabía que él estaba despierto.

—Está durmiendo, igual que Cailye. Aprovechamos cuando podemos para dormir, y aunque no lo creas él también se cansa. —Exhalé—. No ha hecho nada raro, si a eso te refieres. Nos ayuda, como dijo que lo haría.

Parecía que Kirok más que un ser divino fuera un prófugo en custodia o en libertad condicional. No les haría daño tenerle un poco de fe.

Sara enarcó una ceja, escéptica a mis palabras, y clavó sus ojos oscuros sobre Andrew, en busca de la verdad. Bufé, ofendida, a lo que Andrew asentía para apoyar mi explicación, aunque tardó unos segundos en hacerlo.

El sonido del saco al moverse captó nuestra atención. Tanto Andrew como yo nos giramos en busca de la procedencia del sonido, y así fue como descubrimos que se trataba de Cailye, despertándose. Se movió de lado a lado, y estiró sus brazos como un gato perezoso; abrió los ojos, despacio y sin apuros, como si se tratara de despertarse una mañana cualquiera.

—Ella no tiene respeto por nada —mencionó Sara, cruzando sus brazos y observando a Cailye con molestia—. ¿Siquiera se lo toma en serio?

Sonreí igual que Evan, y noté que Andrew sonrió ladeado. Cailye terminó de estirarse, y enfocó sus ojos en nosotros de repente. Por un momento se quedó estática, hasta que su cerebro procesó las imágenes y se levantó de un salto.

Nos miró con los ojos bien abiertos, y un leve rubor cubrió sus mejillas cuando observó a las dos personas en las pantallas mágicas. Se pasó una mano por el rostro, en busca de babas y lagañas, y luego aplacó los cabellos rebeldes que se salían de sus coletas.

—¿Hace cuánto... están ahí? —quiso saber, apenada, mientras se acercaba a nosotros. Evitó sentarse al lado de Niké, por lo que tomó asiento al lado de su hermano.

Sara sonrió con sorna.

—El suficiente para escuchar tus ronquidos —comentó. Señaló sus labios mientras continuaba—. Por cierto, te faltó un lugar.

Cailye mandó su mano donde Sara indicaba, arrepintiéndose en el acto. Frunció el ceño, a punto de iniciar una nueva discusión, pero algo captó su atención e interrumpió la posible disputa entre ambas.

—¿Dónde está Logan? —preguntó en su lugar.

Tanto Sara como Evan se mostraron un poco sorprendidos por el cambio de tema, pero si lo vieron extraño ninguno lo preguntó.

—Debe estar por llegar... —dijo Evan, pero Cailye lo interrumpió.

—No importa, lo llamo yo.

Y sin esperar respuesta levantó su mano derecha, donde la joya amarilla relucía. Puso un dedo sobre la misma, y en respuesta ésta se iluminó. Pasaron unos segundos hasta que la magia surtió efecto, y al igual que con mi muñeca y la de Andrew, ella extendió su mano y una pantalla mágica apareció. La unió a las nuestras justo cuando el cabello negro y los ojos verdes de Logan se hicieron visibles.

Se veía molesto, pero eso a Cailye pareció no importarle.

—¡Hola! —saludó mi amiga, con energía y una sonrisa—. ¿Por qué no estás con Evan y la intrusa? ¿Dónde estás? Estás con Daymon, ¿verdad?

Logan suspiró, irritado, y nos dirigió una mirada de reconocimiento tanto a Andrew como a mí. Frunció el entrecejo cuando posó sus ojos de nuevo sobre la rubia.

—¿Si lo sabes por qué no lo llamas a él? —repuso el chico de ojos verdes.

Cailye se encogió de hombros.

Entonces, el ángulo de visión de Logan cambió. Se movió con brusquedad, enfocando ahora a un chico pelirrojo de brillante sonrisa. Noté a mi lado el brinco de alegría que pegó Niké.

—¡Hey! —exclamó Daymon, sosteniendo la mano de Logan para que no se moviera—. ¿Cómo han estado allá? ¿Han comi...? —Su voz se apagó. Seguí la dirección de su mirada y descubrí que sus ojos se habían quedado estáticos sobre Niké; lucía un poco... asustado. Logan movió su mano, consiguiendo que ambos fueran visibles en la pantalla; Logan miró lo mismo que Daymon—. Por favor díganme que también pueden verla.

Reprimí una carcajada en cuanto posé mis ojos sobre la diosa. Su postura, la expresión en su rostro... le pudo haber pegado un susto a cualquiera. El contraste de su cabello y sus ojos con la oscuridad del lugar la hacían parecer que no pertenecía ahí.

—Es Niké —dijo Andrew, con cierta gracia en sus palabras. Y completó antes de que preguntaran —: Larga historia.

—Bien... —Daymon arrastró la palabra. Desvió la mirada de Niké, con algo de ansiedad, y nos miró a los tres de nuevo—. ¿Listos para la junta? Aunque nosotros presentemos el proyecto ustedes también pueden opinar.

Me percaté de que tanto Logan como Evan iban caminando, por el movimiento y el cambio continuo de escenario a sus espaldas. En cambio, Sara permanecía en su lugar, recostada a la pared. Todos llevaban la capa del equipo, haciéndolos lucir imponentes y respetables, y los otros dos también se veían más arreglados, como Sara y Evan.

—Sería más fácil si nos dijeran qué tienen en mente —repuse—. No nos dejen así, ¿en qué pensaron? Quizá podríamos compartirles algunas ideas.

Aunque yo particularmente no tenía ninguna, estaba segura de que Andrew sí.

Evan sonrió con cierta diversión.

—Ya lo verán. Creo que estarán de acuerdo con todos los puntos, pero si quieren aportar algo lo harán en la junta.

—¿Y por qué debe ser secreto? —rebatió la rubia, con ojos curiosos.

—No lo es —le respondió Logan—. Es solo que resulta tedioso explicar lo mismo dos veces, y además, la junta está por comenzar.

Cailye hizo un puchero adorable, pero Logan no la vio cuando lo hizo.

—Y hablando de eso... —dijo Sara, mirando hacia su izquierda, buscando algo—. ¿Dónde están, chicos? Los he estado esperando un largo rato.

—Estamos en el ala oeste, cerca del consultorio de Peán —explicó Daymon, con una sonrisa—. Llegaremos en unos minutos.

—Y yo estoy... —Evan giró en una esquina, y justo cuando lo hizo el rostro de Sara se iluminó de reconocimiento. Sara apareció en la pantalla de Evan— aquí.

No cortó comunicación con Andrew, igual que Sara lo hizo conmigo, ambas líneas permanecieron abiertas. Desde el ángulo de Evan pude notar que la pared a la que Sara se recostaba se trataba del Salón de la Corte Suprema, ubicado en los jardines del otro lado del Olimpo, una parte opuesta a la de la sala de juntas.

Pasaron unos minutos, en los que continuamos hablando de cosas vánales mientras Logan y Daymon los alcanzaban. Hablamos un poco sobre Kamigami, sobre el tiempo que teníamos, y sobre el tiempo que ellos tenían para conseguir su objetivo.

Entre charla y charla Daymon mencionó que tenía un as bajo la manga, y Sara no se quedó atrás, pues dijo que ella también tenía algunas sorpresas escondidas. Evan preguntó mucho acerca de lo que habíamos pasado, pero no le dimos grandes detalles, solo mencionamos nuestros encuentros con las Gorgonas y con Aracne, y él a su vez nos dio algunos tips sobre cómo funcionaba ese mundo. A pesar de que sabíamos algunas cosas, había otras que At aun no nos mencionaba, por lo que fue de ayuda su colaboración.

Logan, por otro lado, habló muy poco, y solo contestó con monosílabas a las cosas que Cailye le preguntaba directamente; no se involucró mucho en la conversación.

Reímos un rato, de cosas sin sentido, y otras veces de chistes que un humano no comprendería. Se sintió bien hablar con todos mis amigos sin que supusiera un tema deprimente o preocupante, solo hablar, como personas normales. No todo podía ser malas noticias, necesitaba conversaciones así para recordarlo.

At no nos interrumpió, todo ese tiempo permaneció observando el exterior de la cueva, sin siquiera girar su cuello. Por su parte, Kirok tampoco se movió mucho, pero algo me dijo que oyó cada palabra que se dijo entonces. Y Niké, por muchas ganas que le vi de sumarse a la conversación, sentí que siempre hubo algo que la frenaba; abría la boca y luego la cerraba, así se la pasó hasta que retrocedió un poco y salió del alcance de la pantalla, y aun así observó todo con ojos curiosos.

El tiempo voló, lo que fueron minutos se convirtió en poco más de una hora; Daymon y Logan tardaron bastante en llegar, pararon en algunas salas de camino, y para cuando lo hicieron llegaron justo cuando las puertas del salón se abrieron.

La luz salió del interior, luz del sol, y cuando las puertas ya estaban completamente abiertas pude observar la grandiosa vista desde ese salón. La habitación contaba con un espectacular balcón, cuya vista daba directo a uno de los jardines interiores del palacio, y dado que esa sala era la última de su piso también podía verse el sol en todo su esplendor y parte de la punta de algunas montañas lejanas, lo demás estaba rodeado por nubes.

Los chicos avanzaron a través del marco de la puerta, donde del otro lado los esperaba una mesa gigantesca, ovalada y hueca, más estética que útil. Y ahí, sentado a la cabeza de espaldas al balcón, en una silla que se semejaba mucho a un trono, se hallaba Zeus; sus ojos fríos y su postura intimidante no daban espera, e incluso parecía tener una aureola a su espalda.

Los demás miembros de la Corte Suprema estaban ahí. Hera, Temis, Deméter, Hestia, Leto —madre de los mellizos Apolo y Artemisa—. Ver a todas esas diosas, tres y dos a cada lado de Zeus, fue como ver su harem reunido; todas habían sido amantes de Zeus, pero aun así faltaba gran parte del total de sus amoríos.

Mis amigos entraron, a paso firme y postura recta, desprendiendo casi la misma aura que desprendían los demás dioses; no era arrogancia, pero sí alcanzaba a verse como orgullo. Evan, Sara, y Logan movieron sus muñecas, consiguiendo por un momento que la visión en la pantalla se viera desenfocada y mostrara las paredes en lugar de su rostro. Un segundo más tarde la imagen volvió a la normalidad, pero ahora mostrando diferentes ángulos del salón; así tuvimos el completo cubrimiento de lo que todos hacían y veían en ese lugar, como cámaras de vigilancia.

La gran mesa de cristal, a pesar de que los cuatro se sentarían al lado opuesto de Zeus, dejaba un largo espacio de separación entre la Corte Suprema y los Dioses Guardianes, llegándose a ver más grandes los primeros de forma imponente. Frenaron frente a sus asientos, y les hicieron una pequeña reverencia a los dioses, éstas respondieron de igual forma, pero Zeus no se movió ni un centímetro.

Tomaron asiento entonces, justo cuando unas luces mágicas se encendieron en el centro de la mesa, flotando al nivel de ésta para acentuar el ambiente.

—Dioses Guardianes, nos alegra que todos estén presentes, a pesar de vuestras circunstancias —comentó Hera, en tono alto y general. Posó sus ojos en las pantallas, mirándonos—. ¿Cómo va hasta ahora vuestra misión?

Noté la sonrisa curiosa de Temis, y no pude evitar pegar un pequeño brinco al oír que lo primero que preguntaron fue acerca de nosotros. Tragué saliva, y le eché un vistazo a Andrew. Él enderezó la espalda, y con una mirada serena contestó:

—En marcha. Hemos tenido algunos encuentros y hemos conseguido el apoyo de algunas deidades. Esperamos que las cosas sigan así más adelante.

Vi un brillo cálido en los ojos de Leto. Ella, igual que Deméter, tenía heterocromía; uno de sus ojos era amarillo vibrante, mientras el otro brillaba por su oscuridad. Su vestido largo color blanco con destellos amarillos contrastaba con el ligero avellana de su piel, al igual que los brazaletes grises que adornaban sus brazos.

Hera posó sus ojos en mí.

—Y tú, pequeña Atenea, ¿cómo te has sentido con el sello hasta ahora? ¿Has presentado alguna molestia?

Negué con la cabeza, algo cohibida.

—Me he sentido muy bien, no he tenido inconveniente alguno ni con el Filtro ni con mi magia —informé—. Todo está en orden.

Hera asintió, conforme.

—Nos rebosa de alegría escuchar vuestras palabras, esperamos un reporte detallado más adelante; nos complacería saber a quienes vuestro criterio ha elegido como aliados. —Enfocó sus ojos en Andrew—. No obstante, joven Apolo, aún hay un tema a tratar respecto a tu presencia allí.

Me atraganté con mi propia respiración y comencé a toser de forma nerviosa. Retiré mi cabeza, ocultando mi rostro detrás del cuerpo de Andrew, pero aun así se oía mi ansiedad.

—Desobedeciste una orden directa de la Corte Suprema —dijo entonces Zeus, en tono tan alto que se oyó en todo la sala; su tono, como esperé que sonara, se escuchó amenazante y molesto. Cuando enfoqué mis ojos pude ver los de él destellar, y noté las pequeñas chispas de electricidad resplandecer en sus dedos—. Insultaste nuestra autoridad con tus actos, y pusiste en peligro la misión al acompañarlos con tu presencia. Eso, dios del sol, nos puede costar la Luz de la Esperanza.

Andrew frunció el ceño y el musculo de su mejilla tembló. Abrió la boca, con tota la intención de defenderse, pero la diosa Temis ganó la palabra.

—Atravesó el portal bajo mi autorización, cualquier castigo que pretenda otorgarle al joven dios del sol, lo tomaré con resignación. —Miró a Zeus a los ojos de una forma que ni siquiera le había visto hacerlo a Hera—. No obstante, aun defiendo la decisión que tomé. Sigo considerando que eso era lo justo.

Las otras diosas le lanzaron una mirada de sorpresa, mientras Zeus tan solo soltó una diminuta e imperceptible exhalación.

Me enfoqué en la titánide, confundida y curiosa. Traté de descifrar la razón de su apoyo, ¿por qué ella, la que en contexto debía ser la primera en oponerse, nos ayudaba? ¿Por qué sonreía de esa forma, como si todo solo le resultara interesante de ver? Temis... ¿qué veía en nosotros para enfrentar a Zeus en una decisión ya tomada?

»Tengo mis razones para la decisión que tomé, pero aun así considero que los Dioses Guardianes que permanecieron en la Tierra tienen todo bajo control, ¿o me equivoco?

Lo último lo preguntó hacia mis amigos. Fue Evan quien respondió.

—No, de hecho, cuando escuchen nuestro procedimiento a seguir aquí en la Tierra verán que el equipo como está subdividido ahora es la mejor combinación para conseguir ambos fines.

Temis asintió, de acuerdo, y cuando lo hizo sentí su mirada sobre mí por un instante antes de centrarse en los presentes.

Zeus observó a Temis, una mirada seria pero serena, entrecerró los ojos y miró a la pantalla una vez más antes de continuar con el verdadero tema a tratar. Su cuerpo recobró su postura intimidante, y las luces bailaron ante su voz.

—Poseidón, espero con ansias escuchar vuestra estrategia para devolverle a los corazones humanos la fe en nosotros los dioses. —Sus ojos dorados se posaron sobre los azules de Evan, en un duelo de intensas miradas—. Pueden comenzar.

Evan dejó salir una gentil sonrisa, elegante y respetuosa, mientras enderezaba su espalda y adoptaba una postura más cómoda.

—Los humanos son criaturas de mente compleja, hemos vivido entre ellos lo suficiente para saberlo, por eso mismo la estrategia para conseguir su aprobación y respeto también lo es. —Tomó aire—. No nos aceptarán solo por ser dioses, si nos precipitamos con ellos solo conseguiremos miedo, y resultaría siendo contraproducente. Esta generación de humanos es muy científica, la religión y las creencias sin pruebas son dejadas a un segundo plano. Lo que no pueden ver, no lo consideran real. Por supuesto que mostrando nuestra verdadera forma ellos tendrán que reconocer nuestra existencia, pero lo que nosotros buscamos no es imponer el poder de los dioses en una era tecnológica, sino ganarnos su afecto de una forma que ellos aceptarán.

Captó el interés de todos los presentes, que lo miraban atentos a sus palabras.

»Mostrarnos ante ellos los asustará, en cambio, si el encuentro es progresivo se obtendrán mejores resultados. Los humanos le temen a lo que no conocen, lo que no pueden controlar, aquello que no entienden genera pánico. Su sociedad está construida por bases de equidad, donde son ellos quienes se encargan de protegerse a sí mismos, nosotros amenazamos el sistema que han llevado hasta ahora. Han estructurado un esquema gubernamental, donde todos tienen un papel que cumplir con los demás para sobrevivir. Lo que antes hacían los dioses: las tierras, el ganado, la diplomacia, la seguridad, mantener la paz; son cosas que ahora hacen ellos. La utilidad de un ser superior que supla sus necesidades es nula porque no nos necesitan.

Por un segundo, por una fracción de segundo, sus últimas palabras se quedaron flotando en mi mente, como un golpe en lo profundo de mi cabeza. «No nos necesitan». Tiré ese pensamiento lejos, reacia a confundir mis pensamientos en medio de su explicación.

»Hay que demostrarles que nos necesitan, generar la necesidad de contar con un grupo de deidades que velen por ellos y los proteja de lo que no son capaces de entender. Es por eso que la forma en que nos demos a conocer es lo más importante. No pueden vernos como enemigos, no pueden temernos, deben poder confiar en nosotros, estar seguros de que protegeremos sus vidas porque es lo más importante para nosotros. Si creamos un ambiente donde se sientan seguros nos ganaremos su agradecimiento y su fe.

Zeus enarcó una ceja, y estuvo a punto de preguntar algo cuando Evan continuó hablando.

»Su estilo de vida, el sistema que implementaron, sea cual sea, les ha funcionado hasta ahora porque han logrado cumplir el objetico más básico de toda forma de vida: sobrevivir. La política, la cultura, la historia, la ciencia, el arte, la religión... nuestra existencia derrumbará todo eso. La humanidad se perderá y se reencontrará. Habrá discusiones, negación, exigirán respuestas, querrán conocimiento, saber más. Y cuando hayan pasado por eso, se encontrarán con nosotros, en algún momento aceptarán a los dioses, se adaptarán a ese estilo de vida porque eso significa sobrevivir.

»La humanidad es muy inteligente, siempre se ha abierto paso a través de todo lo que han enfrentado como especie, también lo harán con el descubrimiento de los dioses como seres divinos más allá de un cuento para dormir. Su instinto es más fuerte que el de cualquier animal, y su capacidad de razonamiento les permitirá aceptar ese nuevo mundo. Sin embargo, depende de nosotros darles las razones para aceptarnos.

Solté el aire, como si fuera yo quien hubiera hablado. Me estremecí por su discurso, y Cailye al lado de su hermano sonrió con orgullo.

—Suena como un presidente —comentó, en voz baja.

Andrew y yo asentimos, ambos con una pequeña sonrisa parecida a la de Cailye. La verdad era que Evan siempre había tenido ese don de relucir seguridad y confianza, cuando hablaba te hacía sentir que todo estaría bien siempre y cuando él estuviera a cargo. Era elocuente por naturaleza.

A pesar de lo magnifico de su discurso, ningún dios de la mesa se inmutó, tan solo lo observaron con detenimiento y en silencio, procesando la información que él les dio.

—¿Y cuáles serían esas razones? —preguntó entonces Deméter, con las cejas levantadas—. ¿Cuál ha de ser esa manera adecuada de la que hablas, joven Poseidón? Ilumínanos.

Evan inhaló, pero no fue él quien respondió. Se relajó en el espaldar de la silla al tiempo que Sara enderezaba sus hombros.

—Una persona a la vez. Pasos pequeños. Nos involucraremos con ellos de a poco para que la transición sea cómoda. Con cuidado y buscando la forma de no alterar demasiado el orden de su vida —explicó mi amiga, segura de sus palabras—. Les haremos saber que pueden continuar la gran parte de sus vidas como hasta ahora, que los cambios no serán traumáticos y que no todo en sus vidas es falso. Se sentirán engañados, debemos proporcionarles seguridad y una solución abierta a sus peticiones de información. Lo que queremos evitar es la mayor cantidad de daño, de trauma, no queremos iniciar una guerra.

—Especifique, Afrodita —pidió Hestia, en tono gentil.

Mi amiga asintió en su dirección.

»En nuestra misión anterior, cuando los portales se abrieron, nos enteramos de que un grupo de personas conservó la tradición; por generaciones mantuvieron vivo el amor por los dioses del Olimpo, y al reconocernos nos ofrecieron su ayuda incondicional. Ayer realizamos un pequeño censo, nos dimos cuenta de que hay cientos, miles de personas, una cultura entera que está dispuesta a llevar nuestra voz a través de los humanos.

Un frio recorrió mi espalda ante el reconocimiento. Me giré hacia Andrew, con una pregunta muda en mi rostro, a lo que él asintió. Ambos pensábamos lo mismo, sabíamos que se referían a la gente del pueblo de Tamara, la mujer que nos ofreció alojamiento en medio del apocalipsis.

»Ese grupo, ese culto, nacerá como nueva religión y removerá la fe por nosotros. Aparecerá en el mejor momento, intentando explicar los sucesos de Aqueronte desde su fe a aquellos que buscan respuestas precisas. Hablarán con la verdad; al comienzo puede que muchos no les crean, pero si se esfuerzan verán que todo encaja a la perfección con los hechos. Es cuestión de tiempo para que comiencen a cuestionarse sobre la posibilidad de que sea real, así será más fácil aceptarnos cuando nos revelemos ante los humanos.

—¿Así que esperáis que los humanos de los que habláis resuelvan todo? —inquirió Deméter—. ¿Cuánto tiempo creéis que tomará en ese caso en revelarnos ante los humanos?

Sara sonrió con suficiencia, como si hubiera estado esperando esa pregunta, a lo que la diosa de la agricultura enarcó una ceja.

—De hecho, hemos programado conseguir la aprobación de los humanos desde diferentes perspectivas —explicó Evan, haciendo un pequeño paréntesis a lo que explicaba la chica de pelo negro—. Los humanos, como dije, son complejos, no se limitan en un solo ámbito, y si queremos ganar su confianza y respeto debemos abarcar diferentes perspectivas. —Escribió algo en la tableta que tenía sobre la mesa, y luego enfocó sus ojos en los de los dioses—. Llegaremos desde todos sus conceptos, en todas las áreas que se desempeñan.

Antes de que cualquiera pudiera decir algo más, Sara retomó lo que decía, con el mismo aire de antes.

—La sociedad tiene estructuras, niveles jerárquicos para que funcione. La política, la cultura, y la ciencia son los que más influyen en ese aspecto, por eso abordaremos la política como medio de difusión. Mi vida como humana me ha dado conocimiento en lo que a la sociedad se refiere, conozco a las personas correctas y sé qué medios usar para conseguir nuestro fin. Tengo los recursos para entablar conversaciones con miembros del gobierno y sus extensiones. Presidentes, asambleístas, ministros, e incluso la realeza; líderes de toda clase. Puedo acercarme a ellos y mostrarles la verdad.

»Mientras más líderes, personas que el mundo escuche, tengamos de nuestro lado será más fácil de aceptar para las personas del común. Si convencemos a los líderes de creer en nosotros y en nuestra causa, las demás personas no tardarán en dejarnos entrar a sus vidas. —Hizo una pausa, y un aire de superioridad se adueñó de ella—. Además, mi habilidad me facilitará bastante la tarea.

Los vellos de mi nuca se erizaron al contemplar su sonrisa. Sara era buena persona, pero cuando su orgullo salía a flote podía resultar algo intimidante.

Cuando me tomé un instante para observar a los hermanos a mi lado descubrí, con cierta incredulidad, que Cailye había sacado un fruto de Ambrosia de quién sabe dónde y se encontraba a gusto en su lugar, comiendo mientras la reunión transcurría, como si fuera una película.

Bufé, tan bajo que no se alcanzó a escuchar en la Tierra, y me volví hacia la pantalla.

—Y respecto a la investigación que están llevado a cabo los humanos sobre lo ocurrido durante la apertura de portales —estaba diciendo Hestia, curiosa—, ¿qué pensáis hacer?

Evan miró a Logan, invitándolo a hablar, mientras Sara le dedicaba una mirada fugaz. El chico de ojos verdes los miró, con semblante serio, y asintió hacia mis amigos.

—La ciencia, se refieren a la ciencia que los humanos intentan hallar en lo que pasó —dijo él, en tono algo informal. Soltó un suspiro mientras seguía hablando—. Les ayudaré a encontrarla, me uniré a la investigación.

La confusión fue evidente tanto en Hera como en Hestia, mientras los otros dioses ni se inmutaban ante la vagancia de las palabras. Evan movió la cabeza, algo que Logan notó; el mencionado entrecerró los ojos para luego continuar explicando la idea que quedó en el aire.

»Me uniré a la investigación de las Naciones Unidas acerca de Aqueronte, de esa forma tendremos acceso a sus avances y de paso les daré las pistas que necesiten para encontrar la verdad, nuestra verdad. Si los científicos a cargo del caso, personas cuya opinión es valorada a nivel mundial, creen en esa verdad entonces las personas no podrán oponerse a ella por muy difícil de aceptar que resulte. No pueden oponerse a un hecho confirmado por profesionales científicos, sería como negar que la Tierra es redonda.

Sus ojos verdes examinaron los rostros de los dioses, quienes apenas sí pestañaron ante su explicación. Resultaba difícil ver a través de sus expresiones lo que pensaban, cómo tomaban el asunto o lo que opinaban del plan. Se veían mucho más relajados que el día de mi juicio, incluso Deméter se veía más cuerda y razonable.

Miré a Andrew, él estaba sumamente concentrado en lo que nuestros amigos explicaban, e incluso podía imaginarme los engranajes de su cerebro tratando de darle forma al plan con lo que habían dicho hasta el momento.

—Andrew —susurré, en tono bajo para que el sonido no atravesara la pantalla—, ¿cómo conseguirá Logan infiltrarse en la investigación? Es decir, sé que no es difícil entrar, pero pretender ser uno de ellos es muy diferente a evadir la seguridad.

Aunque no me miró, Andrew me respondió.

—Rizzo tiene conocimientos en electrónica, comunicaciones, física, química, alquimia, historia, biología, matemática y robótica. Su habilidad es la retención de información, memoriza y procesa todo lo que lee. No será difícil para él hacerse pasar por un científico, él es un científico.

Me ahorré mi asombro, pues aunque no lo sabía con certeza sí intuía algo, después de todo, no por nada Astra lo llamaba «niño erudito». Logan era un prodigio, y sería inevitable que no apareciera en las noticias que un chico de dieciséis años participaría en la investigación más grande del momento.

—Le dará información sobre nosotros, a los humanos —concretó Deméter, entrecerrando los ojos—, ¿es así? Le relevará nuestros secretos a los humanos.

Noté el musculo que se movió en la mejilla de Logan, pero no dijo nada, tan solo la miró. Fue Evan quien respondió:

—No le negaremos información a los humanos, si queremos construir confianza ellos deben sentir que pueden confiar en nosotros y que no tenemos nada que ocultar. Sabrán de los dioses lo que sabían hace miles de años, eso no cambiará.

Deméter se quedó callada, mirando a Evan con atención y luego a Logan. En vista de su ausencia, Hera tomó la palabra justo después de mirar a su esposo. La diosa puso una cara amigable, gentil, incluso maternal, a lo que noté que Leto se encogía en su sitio. La diosa de ojos heterocromaticos miró a la pantalla, y cuando lo hizo me percaté de que se enfocó más precisamente en los hermanos a mi lado. Giré mi cuello, consternada, pero la expresión de Andrew era una roca y vi que Cailye desvió la mirada al suelo por acto reflejo. Cuando volví a fijarme en la pantalla la diosa del matrimonio ya estaba hablando.

—Si todo va de acuerdo con vuestro plan, ¿en cuánto tiempo planeáis que suceda todo lo previsto? —interrogó Hera—. Y más importante aún, cuando se vean al descubierto ¿cómo creéis que actúen las divinidades que habitan la Tierra desde antes del sello de los portales?

—Es verdad —apoyó Temis, con sus ojos curiosos fijos sobre mis amigos y una sonrisa entretenida en sus labios—. Si mi memoria eterna no me falla, aquí en la Tierra habitan múltiples divinidades, entre dioses, semidioses y criaturas monstruosas; eso sin mencionar las que siguen apareciendo de las grietas dimensionales.

—Y, además, la vida de los humanos aún peligra —aportó Hestia, con ojos preocupados—. Las deidades siguen apareciendo, atemorizando a los humanos —Miró a una de las pantallas, a nosotros; por primera vez alguno de los dioses presentes nos incluyó en su conversación estratégica—, igual a la misión de las Mantícoras a la que vosotros atendisteis en el gran bosque.

Daymon, que hasta el momento solo había escuchado y sonreído a lo que se hablaba, golpeó la mesa con energía y sus ojos se encendieron en alegría. Todos los ojos cayeron sobre él de repente, los de Zeus con una chispa de fastidio.

—¡De eso me encargaré yo! —exclamó, y su voz resonó en toda la cueva. At me lanzó una mala mirada, para que le bajara volumen, a lo que yo solo sonreí con timidez—. Aquí entro yo. Me encargaré de ese asunto. Las divinidades son amigas mías, me ocuparé de pedir su colaboración —Y él también nos miró—, igual que lo que ustedes hacen allá.

Mantuve mi sonrisa, mientras Andrew soltaba un suspiro y Cailye... seguía comiendo. Sara, por otro lado, golpeó su frente con la palma de su mano y le lanzó una mirada de vergüenza a su novio.

—Disculpe, joven Ares, ¿a qué se refiere? —preguntó Hestia.

La sonrisa de Daymon se agrandó, y su pecho se infló antes de hablar. Evan sonrió, como si le causara extrema ternura.

—No hay mejor forma de mostrarle a los humanos nuestra existencia, la existencia de todo un mundo que ellos creían que eran leyendas, que dejándolo verlos —explicó el pelirrojo—. Les pediré a las deidades su colaboración para que los humanos nos crean, les mostraremos que somos reales paseándonos justo frente a sus ojos. No pueden negar algo que pueden ver y tocar.

Las diosas se miraron entre sí, mientras tanto Temis como Zeus mantuvieron sus ojos sobre Daymon. La diosa agrandó su sonrisa, mientras Zeus endurecía su mirada.

—Está diciendo que... —dijo Hera— ¿le mostrará al mundo las criaturas que habitan Kamigami?

Daymon asintió.

—Es correcto. Conozco a varias de las deidades residentes, aceptarán ayudar. Y en cuanto a los ataques, pues, lo resolveremos. Como lo hemos hecho hasta ahora. Incluso podríamos tener apoyo digital. Si la gente ve que luchamos para protegerlos, por ellos, si ven claridad de quiénes son los buenos y quienes los villanos, nos aplaudirán. Confíen en mí, he leído cientos de comics en mi vida, esto siempre funciona. Un espectáculo, la guerra entre el bien y el mal, la motivación del héroe... —Suspiró, extasiado—. Incluso ya comencé a pensar en una campaña publicitaria, el slogan y el uniforme. El logo, junto con algo de color, unas cuantas luces al fondo —En sus ojos pareció una mirada soñadora—; seremos una marca, no existirá alguien sobre la Tierra que no sepa de nosotros.

Ahogué una carcajada, vaya que intenté tragarme mi risa, pero fue difícil tan solo no reaccionar a la forma en la que Daymon explicó su punto. Oh, ese chico no perdía su chispa por nada.

Cailye se alejó de nosotros, dejando su intercomunicador en la mano de su hermano, así pudo irse a reír a gusto. Por otro lado, Andrew tan solo dejó escapar una sonrisa tierna.

—¿Dije algo malo? —preguntó el pelirrojo, consternado, observando los rostros de las diosas, y luego miró a Sara, que se hundía en su silla, y a Logan, que miraba hacia una pared lejana—. ¿Acaso no me hice entender?

Hera miró con rareza a Daymon, y tras un segundo sus ojos cayeron sobre Evan.

—Joven Poseidón, ¿podría explicar las palabras del joven Ares? —Observó a Zeus, quien tenía una chispa en sus ojos—. Me temo que no comprendimos del todo la explicación de vuestro compañero.

Evan, con una sonrisa en el rostro, asintió. Daymon le devolvió la radiante sonrisa, como si nada.

—Ares se refiere a la imagen que proyectamos ante los humanos —tradujo—. Los humanos han usado diferentes nombres para las deidades de poder superior, entre ellos el término «superhéroe» apareció. En la actualidad es una idea popular la de un ser poseedor de un gran poder protector de la humanidad. Así es como nos ven ahora, y esa es una buena forma de acercarnos sin causar temor. Tomar un término que conocen y volverlo realidad empatizaría con mayor facilidad.

Zeus enarcó una ceja.

—Somos dioses, no superhéroes —concretó.

Su comentario me removió algo dentro de mí, pero pronto mandé ese pensamiento y la sensación al mismo lugar que el comentario previo de Evan.

Evan cruzó sus ojos con los del dios supremo. Su mirada en principio era como cualquier otra, pero por un breve, muy breve momento, me pareció notar un gesto extraño en los ojos de mi amigo cuando miró a Zeus. Pero a lo mejor me lo imaginé, ya que la expresión de Evan seguía siendo tan tranquila y amable como siempre.

—Es una forma segura de darnos a conocer. Si el primer concepto que tienen de nosotros es el de un grupo de deidades dispuestas a protegerlos de lo que sea, sería mucho mejor a que temieran por la inmensidad que representa nuestro poder. Es una estrategia, el nombre que usemos está de más, ellos serán los encargados de darnos un nombre, de juzgarnos.

Aunque Zeus no pareció tragárselo, no dijo nada más por un buen rato.

—Y las criaturas que siguen apareciendo nos ayudarán a construir esa imagen —completó Daymon, entusiasmado—. Las divinidades que estén dispuestas a ayudar serán bienvenidas, mientras más aliados en la Tierra mejor. Necesitaremos impacto, la cantidad de deidades nos la dará.

Evan asintió, de acuerdo, y añadió:

—Cuando los humanos estén preparados para aceptar a los dioses en sus vidas, cuando la ciencia y la política nos apoyen, estaremos listos para mostrarnos ante ellos tal como somos. Los Dioses Guardianes regresaremos a ser las caras visibles del Olimpo, el grupo elite que Zeus creó para beneficio de la humanidad.

—Crearemos un ambiente de confianza para despejar dudas, y una vez que suceda los humanos sabrán a qué hemos venido —dijo mi amiga, recuperando su compostura—. Para ese entonces nuestro poder habrá aumentado y ya no tendremos que ocultarnos. —Miró a Hera—. Si las cosas transcurren como lo hemos previsto, esperamos que una aceptación total ocurra en un plazo de dos a tres meses. Claro, tomará mucho más que la humanidad se adapte al cambio, pero esperamos que para ese tiempo crean en nosotros, al menos en nuestra existencia.

Evan continuó con su sonrisa gentil, seguro de todo lo que habían dicho.

—¿Tienen alguna pregunta o sugerencia? —Sus ojos fueron a aparar a nosotros, justo cuando Cailye retomaba asiento al lado de su hermano—. Si ustedes tienen algo que añadir, es el momento.

Le lancé una mirada a Andrew, pero él permaneció en silencio, pensativo; mientras Cailye tan solo observaba sin añadir ningún comentario. Me obligué a quedarme callada, a tragarme cualquier pregunta o sugerencia, por temor a decir algo que complicara las cosas. Yo no sabía mucho respecto a convertir una sociedad secreta a una no tan secreta, las reacciones de las personas y la forma correcta de llevarlo a cabo con éxito era un asunto que no cabía en mi cabeza, por lo que en realidad no tenía ni una idea de cómo lograrlo.

Negué con la cabeza, en vista del silencio de los Knight.

—Estamos de acuerdo con lo que planean hacer —dije, ganándome la atención de las diosas—. Al igual que ellos consideramos que las opciones que han tomado en cuenta son las correctas. Confiamos en su criterio.

Las diosas intercambiaron una mirada entre ellas, a lo que Zeus mantenía su postura y expresión de roca.

—¿Estáis seguros de la aceptación por parte de los humanos? —inquirió Hestia, en todo dudoso—. Sabemos que habréis vivido vidas humanas y que conocéis de forma personal la nueva sociedad humana, pero aun así vuestros planes suenan precisos, demasiado exactos para funcionar.

Vi la pregunta en el rostro de Sara antes de que Deméter se adelantara a responderla.

—Hestia hace referencia a que vuestros planes dependen mucho de la suerte. —Sus ojos se posaron sobre Evan, con cierta malicia—. Lo que habéis dicho sonó muy bien, por algo pasáis tanto tiempo con Palas Atenea, se les ha quedado su sentimentalismo. Pero, lamento reventaos vuestra burbuja, las palabras bonitas no funcionan en la vida real.

Sentí una opresión en el pecho, la ira acumulándose en mi interior, y a juzgar por las expresiones de Sara y Logan ellos se sintieron igual. Daymon tan solo se mostró serio, y Evan, tranquilo, de una forma que me hizo pensar que esperaba algo parecido en algún momento.

—No son promesas, si a eso se refieren —declaró Evan justo cuando Sara abrió la boca para protestar—. De hecho, ya tenemos en marcha la primera parte de la estrategia. Lo que les dijimos no está construido sobre sueños o suposiciones, estamos respaldados por historia y conocimiento personal de la raza humana. No creemos que ocurra como lo tenemos planeado, sabemos que todo sucederá como lo predijimos.

Sara asintió, con el ceño fruncido en dureza, y apoyó las palabras de Evan.

—Nos basamos en hechos, no en sentimentalismos como usted afirma. —Sus ojos negros brillaron en desafío cuando miró a Deméter—. Y aunque así fuera, eso no necesariamente significa que esté errado o carezca de realismo. El que alguien exprese en palabras sus sentimientos no la vuelve incapaz o ignorante.

Evan la miró de reojo, y desde la pantalla alcancé a notar la señal que le hizo con su mano para que se calmara. Mi amiga lo notó, resopló con sigilo y manejó su temperamento.

A pesar de lo que dijo, la diosa no cambió su posición, e incluso noté la mirada fugaz que nos dio, una mirada que me congeló la sangre. Tragué saliva, temerosa de hacia dónde se dirigía lo que se suponía solo era una junta informativa.

—¿Y si no funciona? —reiteró la diosa de la agricultura, sembrando la duda—. ¿Qué sucederá si vuestro plan se tuerce, si las Moiras deciden intervenir y algo sale mal? ¿Qué sucederá si, en efecto, el resultado esperado es opuesto al obtenido?

Logan frunció el ceño, y le lanzó a la diosa una mirada fría que nadie notó.

—Escucharon a detalle los pasos que seguiremos —repitió Evan, ahora con más convicción que antes—. Las cosas seguirán el curso que siempre han tomado, en cada conflicto que la humanidad ha atravesado. El proceso será lo más fácil de llevar para obtener el resultado deseado. Nos conocerán, tendrán contacto con nosotros, y...

Pero entonces, una diosa lo interrumpió.

—¿Y después? —instó Temis, en un tono de interés un tanto macabro. Sus ojos brillaron de curiosidad, como si el tema le resultara gracioso de alguna forma—. Imagino que ya habréis calculado cada escenario posible, debéis tener en cuenta lo que sucede si algo no van de acuerdo con su plan. Las criaturas podrían no colaborar, los humanos podrían odiarnos en lugar de amarnos. ¿Qué garantía, más allá de especulaciones, nos puedes dar del éxito de vuestra misión?

Por un segundo pude ver la incertidumbre recorrer el rostro de Evan. A mi lado, Andrew se tensó.

—Comprenderéis nuestra preocupación —dijo Hera, en tono suave—, pues nuestro poder depende mucho del resultado de vuestra misión. Necesitamos estar seguros de que todo marchará conforme al plan antes de continuar con el primer paso. Debemos asegurarnos de concluir de buena manera este movimiento antes de iniciarlo, el riesgo sigue siendo grande.

En ese momento, Logan se levantó de su asiento, de un movimiento tan brusco que captó la atención de todos. Sus ojos verdes recorrieron a los dioses de la Corte Suprema, y se detuvieron en Zeus cuando comenzó a hablar.

—La garantía de nuestras vidas como dioses —soltó Logan, seguro de sus palabras y dirigiéndose a Zeus, quien en respuesta tan solo lo miró—. La probabilidad de éxito de esta misión es del noventa y ocho por ciento, por lo que pondremos en juego tanto nuestros poderes como nuestras vidas. Si ustedes, Corte Suprema, no son capaces de aceptar ese sacrifico entonces no vale la pena siquiera poner en marcha el plan. Y, si tan preocupados están de la correcta realización de una misión en la que ustedes también saldrán beneficiados que quieren encontrarle fallas a toda costa, entonces háganlo ustedes mismos a ver si tienen los conocimientos suficientes de la humanidad moderna como para que funcione.

Logan le sostuvo la mirada a Zeus, mientras las reacciones de las diosas y de mis amigos no dieron espera. Pude ver la sorpresa mezclada con la confusión en el rostro de Evan y de Sara, al tiempo que una gran sonrisa recorría el rostro de Daymon, encantado. Deméter fue la primera en fruncir el ceño y abrir la boca, a lo que Zeus hizo un ademán para callarla. Hera, Leto, y Hestia se quedaron quietas, petrificadas, y con una sombra de vergüenza en sus rostros. Y en cuanto a Témis... ella solo sonrió.

El chico puso un tema sobre la mesa que todos sabíamos que estaba ahí pero que ninguno quería tocar: la necesidad unilateral que nos unía con la Corte Suprema. Sabíamos que nos necesitaban, comenzaron a hacerlo desde que Zeus le entregó la Luz de la Esperanza a Atenea, pero tampoco podíamos permitirnos tentar a la suerte con ellos; seguían siendo más fuertes que nosotros después de todo, y como reencarnaciones de los Dioses Guardianes teníamos una jerarquía que respetar.

La Corte Suprema no era mala, no más que los demás dioses, solo eran eso: dioses, y como tal tenían una perspectiva diferente del mundo a la que teníamos nosotros. Solo era una diferencia de opiniones, eso no significaba que pudiéramos decir cosas tan directas como Logan acabó de hacer. Eso solo afectaba la relación entre la Corte Suprema y los Dioses Guardianes.

—Joven Hermes, controle su tono —pidió Deméter, sin poder callárselo—. Recuerde ante quien se encuentra y no olvide su posición.

Logan ni se inmutó, seguía con los ojos verdes fijos sobre Zeus, quien tampoco reaccionaba demasiado. Evan le tocó el hombro mientras hablaba.

—Pedimos disculpas por la alteración. —La mirada de Evan se endureció un poco, pero aún conservaba una expresión serena—. A lo que Hermes se refería era a que necesitamos que confíen en nosotros. Aún estamos a prueba, igual que el grupo que partió a Kamigami, así que déjennos llevar a cabo nuestros planes para demostrarles nuestro valor. Sabemos lo que hacemos, y confiamos en los resultados, por eso necesitamos que ustedes también nos apoyen.

Un silencio se extendió por la sala, y de repente las luces mágicas comenzaron a apagarse una a una. La expectación se alcanzaba a sentir en la cueva como si estuviéramos al lado de nuestros amigos, y noté la forma en la que Andrew contenía el aliento; ahí me di cuenta de que él no era el único, su hermana y yo estábamos igual.

—Con eso será suficiente —dijo Temis de la nada, con su mirada curiosa sobre mis amigos, y rompiendo la atmosfera como si nada. Se volvió hacia Zeus, aun con su sonrisa—. ¿Señor, tiene algo más que le gustaría comprobar?

Zeus movió su cabeza una sola vez, en negación, y justo ahí interrumpió el duelo de miradas con Logan. Se incorporó de repente, y en respuesta todas las luces se apagaron de golpe. De pie se veía más alto, su cuerpo desprendía cierta luz dorada, a la par de imponente. El dios asustaba un poco, más aún con su dura mirada, una mirada que pareció suavizarse un grado de un momento a otro. Me habría gustado saber lo que pensaba, pero aun si me imaginaba de todo, dudaba que estuviera siquiera cerca.

Las diosas a sus lados también se levantaron, como resortes. Deméter lucía algo confundida, mientras Hestia lucía triste. Hera, por el contrario, lucía una expresión dulce y cálida. No obstante, la que sí se veía interesante era Temis, quien no dejaba de sonreír con esa sonrisa ladeada.

Noté la mirada furtiva de Leto hacia las pantallas, y caí en cuenta de que en todo ese tiempo ella no habló ni una sola vez. Sin embargo, al igual que antes, ninguno de los hermanos le prestó atención.

—Seguid los planes que deseéis, Dioses Guardianes —anunció el dios de dioses, con ese tono que resonó sus palabras en las paredes del salón—, confiamos en vuestros planes y en vosotros. Al final, seremos nosotros quienes juzguemos los resultados. Hasta entonces, la Corte Suprema no se interpondrá en vuestro camino ni rebatirá vuestras propuestas. Sois libres de ejercer la estrategia que consideréis apropiada.

Parpadeé varias veces, intentando asimilar lo que acababa de ocurrir. Estaba algo confundida, había cosas que no entendía y algunas palabras dichas durante la sesión me parecieron importantes, pero en cuanto observé el rostro de alegría de Sara y la gran sonrisa de Daymon, todo lo demás se me olvidó.

Me concentré en la alegría que cubría a mis amigos en la Tierra, mientras Hera les daba algunas recomendaciones adicionales. Evan solo asentía a lo que la diosa le decía, como muñeco de carro. Y Logan... él no despegaba sus ojos de encima a Zeus ni siquiera cuando pasó cerca del grupo camino a la gran puerta donde varias Gracias los esperaban.

Respiré con más tranquilidad, igual que Cailye, y me percaté de cómo la tensión abandonaba los hombros de Andrew. Atrás de nosotros Niké sonreía, apoyándonos. Y así fue como terminó la reunión de planeación para restaurar la fe en los dioses de los humanos, dejándome una sensación de que había algo que todos pasábamos por alto.

A pesar de que la junta había concluido, mis amigos no cortaron comunicación. Continuamos hablando por un largo rato mientras ellos tomaban algo en los jardines del Olimpo; y, casi como un milagro, Cailye consiguió que Logan los acompañara. Hablamos sobre lo que pasó con las Gorgonas, las Musas, y Aracne; dimos detalles más precisos y presentamos a Niké como la compañera de viaje que era.

Cuando les contamos todo, a Sara por poco le dio un ataque al corazón, y expresó sus deseos de acabar con Medusa con sus propias manos, sin embargo, la distancia seguía siendo un obstáculo. Al final Daymon consiguió tranquilizarla para que pudiéramos continuar. Evan hizo algunas preguntas, unas que me parecieron codificadas hacia Andrew, a lo que Andrew tan solo le dijo que hablarían después.

Al terminar de contarles por lo que habíamos pasado ellos nos dieron algunos detalles más exactos sobre sus planes que no le habían dicho a la Corte Suprema. Nombres, lugares, fechas... la verdad era que tenían todo muy cubierto, como un trabajo investigativo; la mayor parte de esa información la obtuvo Sara por medio de sus contactos y su habilidad de manipular a las personas, lo que la enorgullecía.

Me pareció que el trabajo que tenían entre manos era demasiado para cuatro personas, con o sin poderes divinos, pero no comenté nada al respecto. Sabía que aunque fuera mucho y el tiempo poco ellos lo conseguiría, igual que nosotros. Ambos grupos se iban a esforzar, no importaba qué tan difícil o imposible resultara, estaba segura de que íbamos a demostrar nuestra valía ante la Corte Suprema, las demás deidades de Kamigami, y los humanos.

Mientras reíamos con las cosas que Daymon decía, noté que At se acercó a nosotros de la nada. Levanté mis ojos hacia ella, con cuidado de no llamar la atención con mi gesto, y a su vez ella me miró a los ojos.

«—Hay algo que creo que les gustará, a ti y a tus amigos —dijo, con expresión neutral—. Es afuera, y ocurre por lo general a esta hora de la noche.»

—La danza de las Dríades —soltó Niké desde atrás, ganándose la atención de todos e interrumpiendo lo que Daymon estaba diciendo. Sus ojos fueron a parar sobre At, con una sonrisa alegre en sus labios.

La diosa semitransparente asintió, dándole la razón a Niké, sin dejar de mirarme.

—¿La danza de qué? —preguntó Sara a través de la pantalla. Ella al igual que los otros tres chicos a su lado nos observó con atención.

At apuntó con la cabeza hacia afuera, en un intento para que la siguiéramos. Andrew me miró, en busca de una respuesta, pero yo solo observé a At acercarse de nuevo a la entrada de la cueva. Y, desde donde me hallaba, alcazaba a percibir un tenue brillo verde proveniente de alguna parte del exterior.

—Las Dríades son las ninfas de los árboles —explicó Evan, con una expresión un tanto ensoñadora.

—Por la noche en Kamigami sus espíritus salen de los árboles y bailan a su alrededor —completó Logan, encogiéndose de hombros sin darle mucha relevancia—. Es un ritual.

Sonreí mientras miraba a Andrew, y a su vez Cailye nos observó. Los tres habíamos oído a At, sabíamos que afuera se estaba llevando a cabo ese tan especial baile.

Me levanté, seguida por los hermanos, y avanzamos hacia la entrada de la cueva, con nuestras manos derechas a la altura de nuestros pechos para que la pantalla no perdiera enfoque.

Pasamos por el lado de Kirok, que aún permanecía en el suelo, pero cuando lo dejamos atrás me di cuenta de que sus ojos estaban abiertos, y más que eso, su rojo resaltaba en la oscuridad. Nuestras miradas se encontraron, a lo que él me ofreció una sonrisa ladeada mientras continuaba mi camino.

Una vez afuera, acomodamos nuestras manos para que la pantalla pudiera registrar el exterior igual que nuestros ojos. Y esperamos.

A mi lado, At me observó, a todos en realidad, al tiempo que Niké la alcanzaba y se ubicaba a su lado. Asentí, en agradecimiento por el aviso, a lo en respuesta ella tan solo sonrió; una sonrisa simple y sutil apareció en su rostro.

—¿Y qué se supone que estamos esperando? —preguntó Sara.

La vi sentada al lado de Daymon, sujetando la mano del pelirrojo como acto reflejo, mientras ambos se concentraban en la pantalla. Me fijé en el brillo de sus ojos y en la sonrisa cálida de Daymon, noté la forma en la que él la miró cuando habló, y me pregunté cómo se veía Andrew cuando me miraba a mí.

Posé mis ojos sobre el chico a mi lado, pero él estaba atento al exterior igual que los demás. Vi su mano izquierda libre, y quise cambiar el lugar de mi intercomunicador para tener la oportunidad de tomarla como Sara lo hacía con Daymon. Pero al mismo tiempo temía hacerlo.

Aun después de la carta de Andrew, de sus gestos, del cambio que había tenido en ese mes; después de comprobar que aunque le costara trabajo trataba de ser más cariñoso y mostrar sus sentimientos abiertamente... Siempre me parecía que no era el momento adecuando. Todo el tiempo estaba ocurriendo algo, siempre nos preocupábamos por otra cosa, algo siempre era más importante; sentía que solo... que solo no debía complicar las cosas y que era mejor que todo siguiera su curso.

Y al mismo tiempo sentía que con todo lo que pasaba a nuestro alrededor no podía permitirme sentir ese pedazo de facilidad cuando lo veía como el chico del que estaba enamorada. Sentía que no era justo sentirme bien cuando todo lo demás era un caos.

—¡Miren! ¡Ahí! —gritó Cailye, señalando hacia afuera.

Me salí de mis pensamientos y seguí la dirección de su dedo. A lo lejos, alrededor de unos cuantos árboles, pequeñas luces verdes comenzaron a aparecer. Un brillo verde vivo, del tamaño de luciérnagas, rodearon los árboles de forma gradual.

La oscuridad de la noche resaltaba el intenso brillo de las luces mágicas, y la impresión aumentó cuando el número de luces llegó a un punto en el que más que luciérnagas parecían llamas. Y luego comenzaron a moverse, a agruparse en montones amorfos que poco a poco tomaron forma femenina.

La figura de varias mujeres apareció entonces, al pie de los troncos; altas, de finas curvas, sin nada más en ellas que las luces, sin rostro o cualquier otra definición, solo eran siluetas verdes que brillaban en la penumbra.

Cuando comenzaron a moverse como personas el ritual dio inicio. Sus piernas, sus brazos, sus cabezas... cientos de figuras luminosas danzaron alrededor de los árboles, y más allá de los que nuestros ojos alcanzaban a observar se podía notar el brillo de las demás Dríades alabando a sus respectivos árboles. Se movieron con gracia, con completo control de su cuerpo y del espacio, y danzaron en sincronía perfecta frente a nuestros ojos.

El ambiente se iluminó del verde vivo de las luces, creando una mágica atmosfera. Desde arriba el Bosque de la Lira debía verde hermoso, iluminado por cientos de miles de Dríades. La luz flotó el al aire, como si la desprendieran de sus cuerpos, algo que le dio mucho más brillo a la noche.

Vi a Sara recostarse en el hombro de Daymon, ambos contemplando el espectáculo con una sonrisa. Logan y Evan también observaban la escena, pero mientras el chico de ojos azules se veía atrapado por el espectáculo de luces, el otro apenas sí prestaba atención. Cailye soltó un suspiro al observar la pantalla, con un tinte de pesar en sus ojos, pero pronto se recuperó y puso toda su atención en la danza de las ninfas, encantada igual que la mayoría.

Las vi moverse alrededor del árbol, siguiendo una canción imaginaria, y pensé que por eventos como ese el mundo de los dioses era mágico, y valía la pena estar ahí a pesar del peligro si podía admirar sucesos como esos.

Estaba tan concentrada en el movimiento de las ninfas, en el vaivén de sus piernas, que no noté el tacto en mi cadera. Pegué un pequeño brinco de la sorpresa antes de comprobar que la mano de Andrew reposaba sobre mi cintura, atrayendo mi cuerpo al suyo.

Giré el cuello, en busca de sus ojos, pero él siguió con la vista al frente, atento a la danza de las Dríades. La luz verde que emanaban iluminaba el rostro de Andrew, resaltando de una forma un tanto inusual su cabello y las curvas de su rostro. Sus ojos relucían, brillaban, y sus labios se curvaban en una sonrisa sincera. Detallé sus ojos, sus labios rosados, la sombra de su cabello sobre su frente...

—Es hermoso —oí que comentó Sara en tono de admiración.

—Sí que lo es —dije, pero sabía que las dos nos referíamos a cosas completamente diferentes.

Al hablar, Andrew me miró de reojo, y su expresión se relajó. Vi sus cejas, sus mejillas, abandonar la tensión permanente en la que vivían y mostrar una expresión natural. Sus hombros también lo hicieron, y así sucesivamente hasta que todo su cuerpo bajó la guardia. Por primera vez desde que lo conocía, Andrew bajó la guardia.

Me recosté en su hombro mientras su brazo aumentaba la presión en mi cintura, y sin darme cuenta también relajé mi cuerpo. En ese momento algo podría salir de entre los árboles y atacarnos, y ninguno de los dos lo vería venir.

Sabía que At nos miraba, igual que sentía la mirada de mi familiar a mi espalda, pero ninguna me impidió disfrutar ese pequeño momento de perfección y felicidad, porque, como hacía algún tiempo no ocurría, ambos nos habíamos encerrado con llave en nuestro mundo secreto.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro