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Aceptación y Encuentro

Unos meses después...

Ambos amantes habían estado saliendo desde ese día donde ambos se habían unido de cuerpo y de corazón, llegando al punto que todas las amazonas sabían de su relación, llegando a oídos de Hipólita y Antíope, citándolos a ambos a una audiencia en el Anfiteatro frente a todas las amazonas y ante ella, su reina, Apocles está nervioso, pero mira a Diana que estaba más nerviosa que él, pero no por su amante, está nerviosa por su madre y su gente, el horror de las guerras que enfrentaron hace mucho todavía dejaban cicatrices que a veces nublaban su juicio. No dejarían de ver con desconfianza a los hombres, especialmente a Apocles, porque él y su fuerza siempre les recuerda a Heracles, el hijo de Zeus que había dejado también cicatrices para las amazonas.

Pero ella sabía que Apocles era diferente y tenía que dejar que ellas también lo vieran. Estaban frente a la puerta que daba al anfiteatro, al escuchar los pasos de las Amazonas se pusieron atentos para que abrieran la puerta, Apocles le sonrió nerviosamente mientras tomaba su mano, a lo que Diana también le sonrió y sostuvo su mano para tranquilizarlo.

Diana: Solo déjate llevar, Apocles, estaré de tu lado sin importar que.

Apocles miró a su hermosa novia, asintió, la abrazó y le dio un tierno beso. Diana llevaba su traje de entrenamiento con una falda de batalla, la mano de Apocles se deslizó por su espalda baja tocando un poco de su retaguardia dando un apretón suave.

Diana: Apocles, este no es el mejor momen...

Pero sus palabras fueron derretidas por el beso apasionado. Diana sabe que le cuesta a Apocles controlar su pasión, después de todo, ella fue la primera mujer la cual le atrae de forma romántica y apasionada, su cuerpo solo quiere seguir experimentando lo que se supone que debe aprender. Diana no puede evitar apreciar que Apocles besa muy bien y automáticamente levanta una pierna indicando que está disfrutando el beso. Cuando el beso termina, ambos se sonrojan pero se sobresaltaron al escuchar un pequeño ruido de tos delante de ellos.

Apocles vio a Hipólita, su madre Antíope, la Capitana Phillippus junto a la guardia real de la reina, la cual no estaba muy contenta por lo que les vio hacer.

Diana: *la saluda con una sonrisa* Madre.

Apocles: Majestad *hace una reverencia*

Hipólita no pudo evitar reírse un poco por esa acción, pero volvió a su compostura de realeza, estaba dudosa de esta relación, no porque Apocles fuera un hombre, sino porque se trataba de él, alguien con una fuerza y poder iguales o incluso superiores a los de Diana.

Hipólita: Apocles, tal vez seas hijo de mi hermana, pero en este día, serás considerado como un hombre sin relación con nosotras, ¿Lo entiendes?

Apocles: Por su puesto, majestad.

Hipólita: Muy bien, síganme.

Ambos pasaron por la puerta llegando al anfiteatro, donde vieron a todas las amazonas sentadas en las gradas de expectantes, que comenzaron a murmurar sobre ellos dos, si bien Diana no lograba escuchar lo que decían, Apocles si podía con su oído.

"¿Será que está volviéndose un hombre como los que conocimos?"

"Espero que la princesa esté bien en sus manos"

"Ojalá él no quiera sobrepasarse con ella sin su consentimiento"

Apocles: *pensando* Aún con los años, sus heridas no han sanado aún.

Hipolita se sentó en su trono con su hija a su derecha mientras que Antíope, Phillippus y la guardia real rodeaban a la realeza con sus lanzas levantadas.

Hipólita: *firme* Apocles, has estado cortejando a mi hija, la Princesa de Themyscira, ¿Cuáles son tus intenciones?

Apocles: Créame que las mejores majestad, la aprecio tanto como mujer como por su título de princesa, solo sigo las antiguas escrituras sobre el cortejo de un hombre hacia una mujer, solo haciendo lo necesario y respetable por ella y por su opinión.

Hipólita: Eres bueno, lo admito, ¿Pero qué harías si yo niego su relación?

Apocles: Si eso pasa, respetaré su voz como una igual en la relación, seremos solo buenos amigos.

Hipólita: ¿Y te agradaría eso?

Apocles: Sinceramente no, me dolería bastante no tener una oportunidad con una mujer tan maravillosa.

Diana no puede evitar sentirse orgullosa de las palabras de Apocles y de salir con él, sin duda elogió la ruta correcta.

Hipólita: Diana es terca a veces, por lo que sé que si les prohíbo su relación estará triste ¿Quieres eso para ella?

Apocles: Jamás me sentiría bien con ella sufriendo, compartimos el dolor y la angustia del otro por igual.

Hipólita: ¿Entonces que harás si decido ponerte a prueba?

Apocles: Aceptaría sin dudarlo, quiero demostrarle que soy digno de ella, majestad.

Hipólita: Te lo agradezco por hacer esto, sé que te preocupas por mi hija, pero no confiamos fácilmente en los hombres y no puedes culparnos por eso. Estás cortejando a la princesa y la princesa está teniendo una relación con un hombre, es un escándalo para las Amazonas, pero te conozco desde que eras un bebé, por eso quiero demostrarle a mi gente que tú no eres como los hombres que nos dejaron cicatrices. Creo que es mi responsabilidad al igual que la princesa ¿Estás de acuerdo Diana?

Diana: Por supuesto madre, debo aceptar que debí pensar también en los sentimientos de mi pueblo.

Hipólita: Claro que si, por lo cual debo poner a prueba a tu hombre.

Diana: Lo entiendo madre, pero también debo considerar sus sentimientos, *mira a Apocles* Apocles ¿Estás seguro de hacer esto?

Apocles: Claro Diana, quiero demostrarles a todas las presentes que mi reputación me precede, que soy la excepción de lo que ustedes sabían de los hombres del pasado, así que pónganme la prueba que quieran, por Diana, la cumpliré.

Hipólita: Admiro tu determinación, Apocles, sin embargo, hasta que esta corte termine, yo soy tu Reina y Diana tu princesa, por lo que por ahora deberás dirigirte hacia nosotras por nuestros títulos.

Apocles: Cómo lo desee su alteza.

Hipólita: Muy bien, quiero probar si eres digno de mi hija, ella fue bendecida por Afrodita, por lo que es la más hermosa de las Amazonas, quiero ver si eres digno de ella físicamente.

Apocles: Pues me tiene enfrente suyo, majestad, usted decide.

Hipólita: Me refiero, a que necesito que te quites la ropa, solo así podremos juzgarte todas nosotras.

Apocles: .....muy bien.

El hombre desabrochó su traje de entrenamiento y se lo quito poco a poco, sin nada para cubrir su tonificado cuerpo natural. Diana no pudo evitar sonreír con picardía por verlo así frente a ella, aunque su sonrojo también tenía una parte de vergüenza por dejarlo exhibirse delante de todas las amazonas.

Hipólita: Basta con decirte que a simple vista tienes un atractivo digno de ella, pero quiero probar tu resistencia.

Al instante, Phillippus y Myrto se pusieron a los lados del hombre teniendo unos látigos con puntas de acero en cada uno, eran para probar la resistencia de Apocles al ser sometido al dolor de las Amazonas. Él sólo respiró hondo y comenzó a recibir los latigazos en su espalda, su rostro demostraba que sentía cada uno de los azotes, Diana estaba preocupada, esos látigos estaban hechos para domar a las Bestias más peligrosas de la antigua Grecia, desde Leones de Nemea hasta Minotauros, en total fueron 40 latigazos en la espalda de Apocles, quien soltó un suspiro agotado después de terminar.

Al girarse para dejar ver su espalda ante la reina, ella pudo ver las marcas de las puntas de acero en la espalda del hombre, marcas rojas en la piel, pero ni una sola gota de sangre, en un minuto, las marcas comenzaron a desvanecerse dejando señas muy difusas dejando el color rojo para volver a mostrar el color normal de su piel bronceadamente clara para después girarse para ver a la reina cara a cara.

Hipólita: Lo has superado Apocles, ahora, como Diana es tu princesa, debes mostrar su superioridad besándole los pies.

Apocles: ¿Puedo preguntar porque?

Hipólita: Porqué si eres un hombre diferente a los anteriores, no te molestará aceptar a una mujer como superior a ti.

Apocles: De acuerdo.

Apocles se acercó a Diana, quien se puso rígida, ya que no dejaba de mirar el estructural cuerpo de su novio, entonces este se arrodilló ante ella comenzando a quitarle sus sandalias, Diana comenzó a emocionarse inconscientemente, pues nunca pensó ver a Apocles en esa situación. Finalmente él dejó sus delicados pies a la vista y con su mano derecha el hombre los acercó a sus labios, plantando un beso suave sobre ellos, Diana se tapó la boca para evitar gritar de la emoción.

Hipólita: Bien hecho, realmente respetas a mi hija, ahora toma asiento.

Apocles se levantó y tomó su ropa para ponérsela y sentarse en el trono a la izquierda de Hipólita, quien se dirigió a su hija.

Hipólita: Diana, quiero saber tus intenciones, sabes lo que nuestra gente piensa de los hombres, y aún así lo eliges a él.

Diana: No es mi intención ofender a nuestra tribu y a nuestra historia, pero mi corazón se ha abierto a este hombre, cuyo corazón expresa lo mismo, sin guiarse por la pasión, puede demostrarme el amor puro que sentimos los dos mutuamente.

Hipólita: Debes saber que los hombres siempre anhelan algo de una mujer, lo anhelan o lo desean, son visionarios por naturaleza, y tú eres la más hermosa de nosotras.

Diana: *firme* Apocles no es así, madre.

Apocles: Probablemente, pero sus instintos siempre logran ponerse en su mente y guiarla *la mira fijamente* ¿Has tenido relaciones carnales con él?

Sorprendentemente para Apocles, Diana no se sonrojó, estaba hablando muy en serio con su madre.

Diana: Si, mi reina.

Hipólita: ¿Lo disfrutaste?

Diana: Muchas veces, mi reina.

Hipólita: ¿Con cuanta frecuencia?

Diana: Máximo dos veces al día con tres horas de duración cada una.

Hipólita: ¿Quién inicia la seducción?

Diana: A veces él y a veces yo.

Hipólita: ¿Alguna vez te obligó?

Diana: Jamás, mi reina.

Hipólita: Sé que ellos suelen querer tener el control en medio del acto, estando por encima de la mujer, ¿Lo han hecho de esa forma?

Diana: Si madre, varias veces.

Hipólita: *un poco seria* ¿Cómo pudiste dejar que te dominara?

Diana: Porqué él también deja que yo tome el control, nos damos placer mutuamente, ambos lo disfrutamos sin excluir al otro.

Hipólita: Dime algo, Diana ¿Cómo es él en la cama? ¿Es gentil o rudo contigo?

Diana: A veces es un amante gentil, otra veces es una bestia en la cama, pero siempre he apreciado cada momento con él.

Hipólita puede decir que su hija siente un afecto muy profundo por este hombre, también sabe que no puede convencer a su hija de abandonar esta relación, pero no quiere que su hija sufra el dolor que ella sufrió cuando confiaba en los hombres. Esto la hizo tomar algunas precauciones, ella quiere intervenir en esta relación, pero simplemente no podía.

Hipólita: Diana, no me agradan del todo tus intenciones, pero sé que no puedo obligarte a dejarlo, he notado lo mucho que lo amas, y el también te ama mucho, por lo cual...acepto que su relación se lleve a cabo, con la condición de que te harás responsable por tu gente, Diana.

Diana: Lo haré, madre.

Hipólita: *a Apocles* Apocles, los dioses te permitieron llegar a nuestra isla por una razón que antes desconocíamos, pero ahora lo sé, te enviaron para que las Amazonas aprendamos a no tenerle odio al hombre, teniéndote con nosotras, has demostrado ser diferente a los que conocimos en el pasado, por lo que, si puedes prometer amar y cuidar de mi hija, tal vez puedan ir juntos al Mundo del Hombre, para que tú seas el puente que junte a nuestros mundos.

Apocles: Le prometo Majestad, que la voy a cuidar y respetar por el resto de mi vida por toda la eternidad.

Hipólita: Qué así sea, sin más que añadir, doy por finalizada esta corte, dando mi aprobación ante la relación de mi hija con este hombre, si los Dioses lo quieren, ellos estarán juntos.

Todas las amazonas gritaron en unión de grito de guerra: ¡¡Qué así sea!! Mientras Diana se levantaba de su asiento para ir hacia Apocles para besarlo de alegría por la aprobación de su madre.

Diana: Jeje, gracias por aceptar los retos de mi madre por mí, no era necesario.

Apocles: Por supuesto que si, tú eres una mujer maravillosa Diana, haré lo que sea para que nuestra relación funcione, tú lo vales.

Diana: *enternecida* Awww, Apy.

Ambos siguieron con su beso amoroso, haciendo que Diana levantara una de sus piernas en señal de que lo disfrutaba. Tras separarse, fueron a ver a las amazonas, quienes se les acercaron para darles los buenos deseos a la pareja, después de lo que vieron, le dieron la confianza a Apocles de que cuidaría a Diana y la respetaría como una igual por toda la eternidad, por lo que dos costureras de la isla se les acercaron con una tela sostenida entre ambas, era una ropa para Apocles, ya que estaba cortejando a la Princesa, era por derecho Príncipe de Themyscira.

Amazona: Para usted, Apocles, un regalo de nuestra parte por estar con nuestra princesa, fue a recomendación de su madre.

El hombre tomó agradecida la prenda, y al probársela se sorprendió, ya que era un traje de la tela más fuerte de la isla, aunque a Apocles se le ocurrió una idea que se lo pidió a las costureras para que modificaran levemente esa ropa. Esa noche, los dos amantes pasaron una increíble noche, ya que se vistieron con togas exclusivamente para la ocasión, prender la llama de la pasión, solo que esta vez, tenían libertad de producir los sonidos generados por el acto carnal.

Un tiempo después...

Han pasado unos años, Apocles y Diana oficialmente eran marido y mujer, las Amazonas estaban felices por su princesa y ahora, por matrimonio, su príncipe, ambos eran los herederos al trono de Themyscira, pero poco han hablado de ello, puesto que lo único que les importa es estar juntos por toda la eternidad, en este día, estaba sucediendo el entrenamiento final de Diana para ser una guerrera hecha y derecha, debía demostrar los frutos de su entrenamiento. Estaba a campo abierto esquivando flechas desde las colinas al rededor y regresándolas con su propio arco.

Esquivando de un giro en el aire una lanza cayendo de pie, en la parte más alta de la colina, Hipólita observaba el entrenamiento de su hija encima de un caballo junto a otras amazonas. Una de ellas se lanzó a atacar a Diana, pero ella la esquiva y chocan sus espadas hasta que la princesa esquiva una flecha y lanza su escudo hacia la tiradora derribándola y usando una cuerda para atrapar la pierna de la que la atacó y de un jalón tirarla al suelo, otra se le acercó por la espalda con un hacha chocándola con su espada hasta que recibió un golpe en la cara con el mango del arma de su rival preocupando a Hipólita.

Pero Diana de dos tajos de su espada desarma a su rival ganando ese encuentro, llegó a la prueba final, contra su tía Antíope, la Amazona más fuerte de la isla después de Hipólita. Ambas se acercaron a la otra chocando espadas tratando de derribar a la otra con patadas hasta que por un forcejeo, la Princesa desarma a su tía de una patada, solo que se distrajo por mirar a su madre, haciendo que Antíope la derribara de un empujón.

Antíope: ¡Jamás bajes la guardia! ¡¿Esperas que una batalla sea justa?! ¡Una batalla jamás será justa!

La general ataca con su espada mientras Diana se cubría con sus brazaletes, hasta que al poner sus brazos en forma de X con fuerza, una potente onda de choque salió de ellos mandando a volar a la General varios metros dejando brillar los brazaletes de un color naranja llameante, Diana se le acercó apenada por eso, no pensó que eso sucediera si se cubría de los ataques de su tía. Sintiendo el miedo de las Amazonas, la Princesa se fue del lugar. Mientras tanto, Apocles estaba en un templo en la montaña más alta de la isla, ahí, se encontraba el hombre de rodillas aparentemente rezándole a una estatua de Apolo, el Dios del Sol, de quien se suponía que había obtenido su belleza masculina y de haber sido recibido en la ceremonia de iniciación de Themyscira cuando era un bebé, donde se le dio su nombre en su honor "Apocles, la Gloria de Apolo"

Pero aún sabiendo de que no era de este mundo, Apocles siempre respetó a las figuras de los dioses, puesto que ellos le permitieron llegar a esta isla a pesar de ser un varón, y por su despertar de sentimientos hacia Diana, él iba a rezar a esa colina para que lo guíen por el buen camino y también pidiéndoles permiso para actuar de cierta manera con su mujer, actos no muy comunes de un hombre en Themyscira, sobre todo porque no hay hombres aquí. Apocles dejó encendida una antorcha a los pies de la estatua del dios solar y bajó la montaña.

Al is descendiendo notó a Diana caminar por la orilla de una montaña a la costa con una mirada preocupada, por lo que él decide volar hacia ella y descender lentamente al suelo frente a ella.

Apocles: *descendiendo* Diana, querida ¿Qué sucedió?

Diana: *preocupada* Un poder salió de mis brazaletes al defenderme de los ataques de Antíope, mandándola a volar, no quería lastimarla Apocles, en serio.

Apocles: Ya mi amor, tranquila *la abraza y besa su frente* te creo, solo debes tener cuidado.

Diana: Gracias cariño, creo que los dioses tienen más planes para los dos.

En eso, ambos escuchan un sonido extraño, hasta que visualizan en los límites de la isla como un objeto envuelto en humo caía al agua, la pareja se vio confundida por esto, hasta que decidieron ir a volando gracias a Apocles para ver de que se trataba, al llegar se apoyaron en un trozo de ese objeto que quedó flotando notando a alguien atrapado en el resto del objeto que se estaba hundiendo, quien desde su posición bajo el agua, es como si estuviera viendo las siluetas de dos dioses mirándolo. Apocles se sumerge, rompe el cinturón de esa persona y lo saca del agua.

Ambos llevan a esa persona a la costa para que pudiera respirar, al mirar detenidamente, se dieron cuenta de que se trataba de...de un hombre, esto los sorprendió a ambos, sobre todo a Apocles, era la primera vez qué veía a alguien como él, sin rasgos femeninos y con pelo corto, lo mismo para Diana, era la primera vez que veía a otro hombre a parte de su esposo, el hombre comenzó a despertar y al ver a la pareja, solo pudo decir...

???: *sorprendido* Wow...

Diana: *emocionada* Eres...un hombre...

???: Emmm, si...¿No lo parezco?

Apocles: Yo digo que si.

???: Ah, claro...*mira al rededor* ¿Dónde estamos?

Apocles/Diana: En Themyscira.

???: *confundido* ¿Themy qué?

Diana: ¿Quién eres tú?

Los tres entonces fueron interrumpidos por un ruido, al girarse, notaron a tres embarcaciones pequeñas y una grande hundiéndose al llegar a los límites de las mareas de la Isla, el hombre se levantó rápidamente con miedo.

???: *nervioso* Soy de los buenos...y ellos son los malos.

Diana: ¿Qué?

???: *con miedo* Los Alemanes, tenemos que salir de aquí.

Apocles: ¿Alemanes?

En eso, Hipólita junto a las amazonas llegan al lugar encima del risco detrás de el trío apuntando con sus arcos con flechas.

Hipólita: ¡Diana, Apocles, apártense de él!

En eso, la Reina nota a las embarcaciones acercarse a la isla, sus recuerdos del pasado automáticamente regresaron a su mente con temor por su gente, ordenando entonces que dispararan las flechas en llamas hacia las embarcaciones donde estaban esos alemanes, quienes hicieron lo mismo con sus armas de fuego, que sonaban como el trueno al dispararse, el trío en la costa se puso detrás de una roca a sugerencia del hombre desconocido, los alemanes llegaron a la costa siendo atravesados algunos con flechas llameantes mientras las amazonas saltaban del risco y se colgaban de la pared mientras disparaban más flechas.

En eso, uno de esos alemanes disparó hacia una de las Amazonas, debido a sus reflejos, Diana y Apocles notaron como un pequeño pedazo de metal iba a gran velocidad impactando en el cuerpo de la amazona, que...dejó de moverse, el príncipe usó su visión y notó con horror como su corazón se detenía...ella había perdido la vida. Los Alemanes siguieron disparando y las amazonas también, sufriendo ambos bandos grandes bajas, en eso, notan como Antíope llegaba por un lado de la costa con las amazonas en caballos dispuestas a pelear, en eso, Apocles nota a los alemanes apuntar a su madre, por lo que de un salto se puso en medio de ambos bandos.

Haciendo que los proyectiles de los invasores impactaran en su cuerpo, creyó que lo atravesarían, pero estas solo rebotaron en su cuerpo para asombro de los alemanes. Apocles se pone serio y se lanza contra ellos a gran velocidad mandándolos a volar con solo unos golpes, las amazonas se unieron a la pelea saltando de los caballos y atravesando a los invasores con sus espadas y flechas, atacando desde los animales y a cuerpo a cuerpo, lanzas y flechas iban de un lado a otro, al mismo tiempo que varias amazonas caían heridas en la arena, Apocles lograba eliminar a varios pero no podía proteger a todas las amazonas, un alemán le golpeó en la cara con su arma pero esta se rompió por el impacto.

A lo que el príncipe lo toma del cuello y lo estampa contra la pared de un lanzamiento, notando como el hombre misterioso tomaba una de esas armas y disparaba a más alemanes y también como su madre y Diana disparaban flechas a diestra y siniestra con gran precisión. Hipólita llegó saltando de su caballo derribando a dos alemanes con un corte de su espada, tanto ella como su hermana derribaban a varios de ellos con gran maestría y efectividad, los invasores comenzaron a perder tropas rápidamente, pero en eso, Antíope notó como uno de ellos apuntaba a Diana, por lo que se lanzó frente a ella recibiendo el disparo.

Diana: *sorprendida/temerosa* ¡¡Nooo!!

Apocles: *temeroso* ¡¡MADRE!!

El hombre desconocido le disparó al alemán y a otro que intentaba dispararle, los tres se acercaron a Antíope, su hijo miró la herida, la bala estaba justo debajo del pulmón de su madre, si no sacaba ese trozo de metal, ella morirá, por lo que tomó una flecha y la partió por la mitad como si fueran palillos.

Apocles: *preocupado* Tranquila madre, resiste.

El príncipe usó las dos partes de la flecha para atrapar la bala y comenzar a sacarla, solo que la sangre comenzó a brotar con más intensidad, por lo que arrancó su capa para tapar la herida para finalmente sacar la bala, para después rodear esa parte del sangrado enrollando su capa al rededor de su madre, estaba a salvo, pero necesitaba tratamiento, Apocles soltó un suspiro de alivio, lo último que quería era perder a su madre que lo crió con tanto esmero. Las otras amazonas llegaron con Hipólita revisando a su hermana preocupada, para después mirar hacia el hombre.

Lo cual la enojó e intentó atacarlo pero Diana se puso delante de ella.

Diana: *la intercepta* Madre, él peleó a mi lado contra los invasores.

Phillippus: ¿Qué hombre pelea contra su propia gente?

???: No es mi gente.

Phillippus: *seria* ¿Entonces porqué usas sus colores?

???: No puedo decírselos.

Myrto: *furiosa* Tienes que decirnos ya.

Phillippus: ¿Cuál es tu nombre?

???: ....tampoco se los diré.

Myrto: *furiosa* Hay que matarlo ahora, terminar con él.

Phillippus: Si él muere, nunca sabremos qué hacen aquí ni de donde son esos hombres.

Apocles: *cargando a su madre* Llevémoslo al palacio, usaremos el lazo con él.

???: ¿L-Lazo?


Continuará...

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