¿Cancelada o pausada?
Como posiblemente algunos ya sepan, yo tenía planeado reescribir este fanfic, sin embargo, en estos meses de ausencia noté el apoyo que ha tenido, y si bien, ya tengo empezado a reescribir la nueva versión, se me hace feo cambiar todo a ustedes que les gusta la historia. Así que hay tres opciones:
1. Reescribo la historia como tenía planeado y voy eliminando gradualmente esto.
2. Cancelo la historia y la dejo inconclusa, y la nueva versión la hago un proyecto aparte.
3. Básicamente hago un nuevo fanfic (la nueva versión de esta historia), y sigo actualizando esta, con capítulos más cortos y dejando de ser mi prioridad.
La solución más fácil para mí es reescribir la historia y eliminando gradualmente los capítulos originales, sin embargo, quise darles a escoger.
Aquí un fragmento de la nueva historia:
Al fin, sus sentidos dan un giro repentino después de una letanía de minutos en la niebla del sopor. Aun así, un eco inquietante persiste en su ser, como si la verdad se resistiera a revelarse por completo. Quizás pasó cerca de veinte minutos vagando entre las brumas de sus pensamientos matutinos, sin el impulso de despertar por completo y abrazar el nuevo día. Su cuerpo, exhausto y frágil, se niega a obedecer.
Con los ojos cerrados podía distinguir lo que creía ser el alba de la mañana entrando por la ventana y puerta, con aquel infernal calor que hacía eran incapaces de dormir con la puerta cerrada. Un poco más consciente, se percató del clima, ya no se sentía tan caliente y ardido como el día anterior, era más fresco, como una brisa agradable del final del invierno cuando la nieve está casi toda derretida y las flores de cerezo pintan la escena luchando por estar en su mayor esplendor. Era demasiado raro, parecían estar viviendo el verano más caluroso de su vida y aquella mañana amaneció tan extrañamente agradable que podría salir con un haori de manga larga puesto encima sin sentir alguna incomodidad por el calor.
Con el lento danzar de sus párpados, abrió sus ojos pesados. La luz, como un fuego voraz, lamió sus retinas, obligándolo a cerrarlos de nuevo. Era una sensación común, que la luz molestara tras el reposo, pero esta vez era diferente, casi dolorosa. Se aventuró a abrirlos de nuevo, esta vez con cautela extrema. Un siseo escapó de sus labios al enfrentarse a la luz deslumbrante del sol. Sus ojos, como buscadores de secretos, tardaron lo que pareció una eternidad en aclimatarse al resplandor. La intensidad lo hizo creer que era mediodía. ¿Cuánto tiempo había dormido? La pregunta se convirtió en un eco en su mente, sin respuesta.
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