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Luego de unos 20 minutos Hidan logró calmarse, dejó la toalla en un rincón de la habitación, para después tomar asiento en una silla que daba a la cama.
El moreno, divertido por el golpe que recibió su compañero, también acomodó una silla y la colocó al lado del jashinista.
Ambos observaban a la pequeña con seriedad, hace unas semanas estaba a nada de la muerte y ahora tenía tanta fuerza como para enfrentarse a dos ninjas clase S, era simplemente impresionante.
-El líder de esta aldea nos contrató para cuidarte- habló el mayor con un tono serio.
La pequeña se sobresaltó para luego asentir.
-Mi nombre es Kakuzu y el sujeto al que casi matas es Hidan- esa oración avergonzó tanto al religioso, que casi de inmediato se puso a la defensiva.
-¡CIERRA TÚ PUTA BOCA PAGANO DE MIERDA!-gritó el menor con un ligero rubor en sus mejillas.
Pero como siempre, el moreno decidió ignorar aquellos lloriqueos.
-Como sea, el doctor a cargo de tu caso nos dice que perdiste la voz- señaló Kakuzu.
La pequeña de ojos morados se abrazó a sí misma agachando la cabeza para ocultar aquel sentimiento de tristeza.
Los renegados intercambiaron miradas entendiendo que no era el momento para tocar ese tema.
-Bien, eso lo resolveremos más adelante, empecemos con algo más sencillo, dicen que te rehusas a comer-
Para sorpresa de los presentes, la mocosa hizo una mueca de asco y con su dedo señaló una pequeña mesita con ruedas.
El religioso con mucha curiosidad se puso de pie y caminó para ver que estaba encima del mueble.
-¿¡PERO QUÉ CARAJOS ES ESTO!?- Hidan retrocedió de la forma más exagerada, cubriendo su cara con ambos brazos.
Y es que en aquella mesa había una charola que contenía una especie de masa gris y viscosa que el jashinista juraría que le saltaría en cualquier momento, al lado de ese platillo reposaba una mini sopa verde vómito y para acabar un vaso de jugo de naranja casi transparente.
-¡ESO NO ES COMIDA!-
Kakuzu ya harto de tanto lloriqueo decido explicar la situación.
-Hidan esto es un hospital, los alimentos que se preparan aquí deben ser saludables, por eso les quitan la grasa, la sal, entre otras cosas-
-¡POR FAVOR, SOLO MIRA ESTA PORQUERÍA!-
El menor agarró la charola y luego la colocó en frente de su compañero.
-¡HEMOS MATADO COSAS QUE SE VEN MÁS APETECIBLES QUE ESTA BASURA!-
El avaro miró la comida y sin darse cuenta estaba frunciendo el ceño, la verdad si se veía desagradable.
-¡Hasta a ti te dio asco!- sonrio el fanático divertido.
-Aun así ella necesita comer- contestó Kakuzu tratando de no perder la paciencia.
Los asesinos meditaron un poco, pero como siempre, el religioso se adelantó.
-Ella solo necesita comida de verdad- dijo Hidan acercándose a la ventana para luego saltar de esta.
La pequeña al ver esa acción se tapó la boca horrorizada, como pudo se bajó de la cama para asomarse y ver si el chico grosero se encontraba bien.
-Ese idiota estará bien- aclaro el mayor sacando de su capa un pequeño libro.
La niña se tranquilizó y con calma se apartó de la ventana para ponerse cerca del moreno, le intrigaba bastante aquel libro pero tampoco quería enfurecer a Kakuzu.
Pero todo eso lo noto el avaro, sabía muy bien que a diferencia de Hidan, él era bastante intimidante.
-Es un libro bingo, contiene información de personas que valen mucho dinero- le dio un último vistazo para luego pasárselo a la niña.
Kakuzu observaba como la menor ojeaba su pertenencia, hasta que se dio cuenta de un pequeño detalle.
-Espera un segundo, ¿sabes leer?-
La niña asintió extrañada.
-Entonces por obvias razones también sabes escribir- se cruzó de brazos el moreno.
La niña volvió a asentir.
-¿En este cuarto hay materiales?-
La menor sonrió para luego salir corriendo hasta el buro al lado de su cama. Abrió el cajón y de él sacó una pequeña libreta junto con un lápiz.
-Bien, ahora dime tu- pero sus palabras quedaron a medias al ver que por la ventana regresaba el chico de los rituales.
-¡Aquí les traigo una orden de brochetas de carne!- alzó la bolsa de compras con orgullo.
Repartió la comida para después sentarse en su silla.
-¿Cuánto te costó esto?- preguntó el tacaño con un tic en su ceja.
-Oh vamos Kakuzu-chan, es para que el pequeño demonio se recupere- se burló Hidan.
-Esta me la vas a pagar- dijo el mayor bajando su máscara para poder comer.
Hidan sonrió victorioso y se fijó que su pequeña paciente miraba con atención el rostro de Kakuzu.
"¿Cómo es que no nos tiene miedo?" pensó el religioso sin comprender a la pequeña.
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Luego de que todos terminaran su alimento, el avaro volvió a dirigirle la palabra a la niña.
-Te haremos unas preguntas- informó el mayor.
La pequeña se acomodó en la cama lista para escribir.
-¿Cuántos años tienes?-
La pequeña tomó su lápiz y con rapidez colocó su respuesta.
8 años
-Eres toda una mocosa- sonrió divertido el fanático.
- Tú también lo eres- atacó el moreno.
-¡OYE!-
-Siguiente pregunta, ¿quiénes son tus padres?-
No lo sé
El dúo se puso serio ante esa respuesta.
-¿Cuál es tu nombre?-
Pero la niña no escribió nada, solo hizo una breve pausa, como si estuviera dudando de su respuesta.
-¿No tienes un nombre?, ¿como te han llamado todos estos años?-
Y entonces escribió su respuesta.
Tesoro
Al leer aquello Kakuzu sintió mucho asco, había recordado las enfermas palabras de aquel estupido hombre.
-¿Ese bastardo llamaba así a todos los niños?-
Si
Hubo un gran silencio después de eso, la pequeña se veía afectada, su mano temblaba y sus ojos empezaron a acumular lágrimas.
-Ese infeliz está muerto- soltó Hidan.
Eso llamó la atención de los presentes.
-Lo maté de la peor forma posible, agonizo, suplico por piedad y al final cayó en un charco de su propia sangre, Kakuzu entregó su asqueroso cuerpo y lo volvió comida de gusanos- una sonrisa torcida se formó en su rostro al recordar aquel maravilloso ritual.
-El jamas volvera, asi que deja de llorar, estúpida mocosa-
Kakuzu tenía los ojos muy abiertos, las palabras de Hidan fueron crueles y frías entonces enfocó su vista en la menor llevándose una gran sorpresa.
La niña sonreía, su cara mostraba paz y agradecimiento. La pequeña había logrado ver las verdaderas intenciones del jashinista.
-Además si tanto te entristece no tener un nombre, el anciano y yo podemos ponerte uno- dijo Hidan con mucho entusiasmo.
Y lo siguiente que se escuchó fue un fuerte golpe.
-¡Ah!, ¡dolió!, ¿¡por qué me pegas!?-
-Ella no es un perro, si que eres un tarado- en serio, parecía que la estupidez de Hidan no tenía límites.
-Que aburrido eres, oye enana, ¿qué dices?, ¿estás de acuerdo?-
La menor se sonrojó de la emoción y asintió varias veces descolocando al mayor.
Pasó media hora y Hidan no paraba de mencionar nombres.
-Eres terrible para esto- habló el moreno.
-¡SI TE CREES TAN LISTO ENTONCES TU DI UNO!- gritó el chico de los rituales sintiéndose muy ofendido.
Kakuzu miró un momento a la niña y notó que lo que más resaltaba de ella era su hermoso cabello anaranjado.
-Haruki-
-¿Qué?-
-Significa brillante como el sol- aclaró el castaño.
-Si, supongo que le queda, ¿te gusta mocosa?-
La niña sonrió mostrando todos sus dientes.
-Aunque es un poco serio, ¡ya lo tengo!, ¡desde ahora te diremos Haru-chan!- sentenció el religioso, haciendo que la niña frunciera el ceño molesta.
-Oye Kakuzu, ¿seguro que no es tu hija perdida?, hacen la misma cara rancia- se burló el creyente.
Pero antes de que Kakuzu pudiera abrir la boca, la pequeña cambió su expresión, ahora su mirada le decia claramente "idiota" al seguidor de Jashin.
-¡OYE!- y de golpe el fanático se levanto de su silla y con algo de fuerza le empezo a jalar las mejillas a la niña.
-¡PUEDO TOLERAR QUE AQUEL VEJESTORIO ME DIGA IDIOTA, PERO TU PEQUEÑO DEMONIO, NO TIENES NINGÚN PUTO DERECHO!-
Kakuzu suspiro cansado, nunca imaginó que extrañaría las largas caminatas y las noches sin dormir.
Aquí les dejo el capitulo nwn ❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️ espero les guste.
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