En esta sociedad todos tienen un propósito, pero eso no significa que sean importantes, algunos nacen en cuna de oro y otros se matan día a día trabajando para salir adelante. Entonces, ¿qué es lo que motiva a las personas?, ¿que las hace levantarse todos los días?, la respuesta es muy sencilla: necesidad.

¿Y cómo logran saciar esa necesidad?, otra respuesta igual de simple y es : el dinero. En este mundo el dinero lo es todo, te da el control y cierto grado de poder. 

Un pensamiento algo extremo para muchos, pero no para cierto moreno que se encontraba en una amplia oficina, sentado en un elegante escritorio, sacando cuentas en la computadora y por su expresión algo parecía andar mal. 

-Maldita sea, todos en este lugar son unos incompetentes- murmuró para sí mismo el sujeto de ojos esmeralda. 

Kakuzu desde muy joven mostró una gran habilidad en las ventas y tras varios años de mucho trabajo y esfuerzo, logró tener su propia empresa, por lo que era un jefe muy estricto que no perdonaba ni el más mínimo error. 

-Bueno creo que por hoy no puedo hacer nada más, guardare los avances e iré a casa- dijo el castaño mientras se recargaba en su silla. 

Aquel hombre de gran estatura se veía agotado, todo en su persona lo delataba, desde sus ojeras, hasta sus movimientos al levantarse, parecía que no había dormido en días. 

Uno pensaría que esa noche no podría ser peor, pero a veces la vida da ciertos giros inesperados. 

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Luego de que Kakuzu ordenara todo, bajo por el ascenso y como era su costumbre se despidió de los guardias que se encargaban de vigilar su instalación. 

Ese día por ciertos problemas de construcción en la calle tuvo que estacionar su carro un poco lejos, pero igual solo eran unas cuadras. 

Y justo cuando estaba a unos metros de su vehículo, escucho murmullos y golpes en uno de los callejones. 

El mayor miró de reojo hacia donde estaba el escándalo y pudo notar a varias personas en círculo, se acercó un poco para ver a un chico tendido en el suelo. 

"Parece una pelea, bueno no importa, ese no es mi problema" pensó Kakuzu para seguir su camino, pero al dar unos cuantos pasos, comenzó a arrepentirse de su decisión. 

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En aquel oscuro y sucio callejón, aquellos sujetos se divertían dándole una paliza al pobre joven. 

-¡Te dijimos que no te metieras con nosotros!- 

-¡Estás más que muerto idiota!- 

-¿Vas a llorar?, ¡ni tú padre te salvará de ésta!- 

-¡Di tus últimas palabras mocoso!- 

Y justo en ese momento escucharon que alguien venía hacia ellos. 

-Buenas noches señores- saludo el moreno haciendo que los abusivos pararan su masacre. 

Todos lo miraron, algunos extrañados y otros confundidos. 

-¡Lárgate maldito imbécil, sino también te mataremos!- amenazó uno de los hombres. 

Kakuzu ni siquiera cambió su expresión, estaba acostumbrado a tratar con personas difíciles. 

-No quiero problemas, solo vine a decirles que la policía ya está muy cerca- después de decir eso, los matones entraron en pánico y de un momento a otro el callejón ya estaba vacío. 

El castaño sonrió divertido, no podía creer que huyeron tan fácilmente. 

-Oye anciano- se escuchó una voz al lado del moreno. 

Kakuzu giró su cabeza y vio como del suelo se levantaba el chico.  

-No necesitaba tu ayuda, pude haber acabado con ellos- volvió hablar el menor mientras se limpiaba la boca. 

El moreno por la falta de luz no podía distinguir muy bien a aquel joven, pero tampoco era como si realmente le interesará. 

-Si claro, si ya estabas a nada de suplicar por tu vida- dijo Kakuzu de manera burlona para caminar nuevamente a su carro. 

El mayor por fin salió de aquel lugar para ir a descansar, pero fue interrumpido gracias al menor, que le lanzó alguna especie de lata vacía para llamar su atención. 

-¡Repitelo, asqueroso pagano de mierda!-  

Kakuzu frunció el ceño, y apretando los puños se dio la vuelta para confrontar a su agresor y lo que vio lo dejó en shock. 

Enfrente de él se encontraba un chico que por su apariencia que apenas estaba en sus veinte, su cabello era plateado, traía puesto jeans, chamarra de cuero y sobre su pecho reposaba un collar con un símbolo algo extraño. 

"No solo su voz es rara, también su apariencia deja mucho que decir" pensó Kakuzu. 

-¿No eres muy joven para estarte metiendo en peleas como esas?- soltó el avaro. 

-¡Pffff!, he estado en peores- contestó el menor cruzando los brazos. 

"Pero que mentira, hasta acá se puede ver que es un chico muy consentido" el moreno era bueno leyendo a las personas y ese chico no parecía un criminal pero si alguien problemático. 

-Por cierto, mi nombre es Hidan- dijo el religioso al ver que el moreno ya no hablaba. 

Kakuzu hizo una mueca para empezar a alejarse de ahí. 

-No me interesa- contestó el mayor, para después subirse a su carro y dejar en medio de la noche a ese chico tan escandalosos. 

Volviendo a escribir esta bella historia nwn jejejeje espero les guste ❤✨❤✨❤✨❤✨❤✨❤✨❤✨❤