Los inmortales salieron del baño, envueltos en toallas, dispuestos a cambiarse, pero algo aún tenía inquieto a Hidan. 

-Oye anciano- 

-¿Qué?- preguntó Kakuzu secando su largo cabello castaño. 

-Esa alfa que nos secuestró, ¿la conocías?, porqué ella mencionó- Hidan recordó aquel momento cuando la chica se le escapó el nombre del avaro. 

El mayor dejó lo que estaba haciendo, para después sentarse en la cama de su compañero.

-Si, hace muchos años trabajé con ella- contestó Kakuzu. 

-¿En serio?, ¿tú y esa maldita desgraciada hacían equipo?- el religioso no podía imaginarse tal cosa. 

-No exactamente, ella era una gran ninja, excelente obteniendo información, a sus 16 años ya era muy conocida, así que me junte con ella para ubicar tipos en el libro de bingo- explicó Kakuzu, poniéndose su camisa.

El fanático trataba de analizar las cosas, pero seguía sin entender lo que pasaba, si ellos eran buenos trabajando juntos, ¿por qué se separaron?. 

-Si te preguntas porque ya no nos relacionamos, fue porque le empezó a interesar la venta de omegas, por alguna razón esa mujer siempre les tuvo cierto rencor, y empezó a sacar dinero de ahí- terminó de explicar el moreno para seguir cambiandose. 

-¿Entonces tu nunca- pero Hidan fue interrumpido por su pareja. 

-Hasta yo tengo mis límites idiota- dijo el moreno frunciendo el ceño, en el fondo se sentía ofendido, era increíble que Hidan creyera algo así. 

El religioso se río un poco su metida de mata. 

-Pero ella juro vengarse de mi- Hidan se calló de inmediato por la impresión. 

-¿Qué?- 

-Cuando nos separamos las cosas no terminaron bien, ella se me había declarado y yo la rechaze- dijo el alfa mirando de reojo a su compañero. 

-¡AHHHH!, ¡LO SABÍA, SABÍA QUE ESE MALDITA QUERÍA ALGO CONTIGO!- gritó con fuerza el menor, mientras pateaba el borde de su cama. 

-Ya calma tus celos imbécil, ella está muerta, eso ya no importa- aunque no lo admitiera, al mayor le encantaba verlo en ese estado. 

-¡Claro que importa, yo debí matar a esa pagana de mierda!- el religioso no se podía calmar. 

Kakuzu sonrió por ser defendido, incluso si ella planeó todo eso para herirlo, fue en vano, ya que Hidan nunca perdería la fe en él. 

-Por cierto tarado, ¿acaso no perdiste algo?- soltó el moreno, haciendo que el creyente detuviera su escándalo. 

Hidan pensó un momento, pero entendía a lo que se refería el mayor. 

-¿Te doy una pista?- dijo Kakuzu levantando su mano izquierda para resaltar cierta joya dorada. 

El creyente se puso pálido al entender el mensaje. 

-¡ASQUEROSA PERRA, ME ROBO MI ESTÚPIDO ANILLO!- 

Kakuzu caminó hasta la capa que hace unos momentos atrás se quitó para entrar al baño junto con Hidan. 

-Si que eres lento- dijo el avaro sacando del bolsillo la joya plateada. 

-¿Pero de donde lo- 

-Shizuko lo traía puesto, en cuanto lo reconocí se lo arranqué de sus dedos- se acercó al creyente para regresarle su regalo. 

Hidan suspiró aliviado. 

-No lo vuelvas a perder- y así el moreno se dio vuelta para salir de la habitación.  

El omega sonrió y de forma rápida volvió a colocarse el brillante accesorio. 

-Jamás lo volveré a perder- 

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