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¡Corre!

Los inmortales seguían dentro de aquel hueco, la lluvia parecía no tener fin, así que decidieron quedarse hasta que amaneciera.

Hidan se encontraba recargado en Kakuzu, después del abrazo el jashinista se sintió tan bien, que ya no quería despegarse del moreno, y el mayor se lo permitió.

Ninguno decía nada, el alfa solo observaba como las gotas caían al suelo y el omega veía de reojo a su compañero, tratando de encontrar el momento para hacerle una pregunta importante.

-Kakuzu- lo llamó el religioso.

-mmmm- dijo el mayor dándole a entender que lo escuchaba.

-¿Puedo preguntarte algo?- dijo el fanático muriendo de los nervios, pero no quería dar marcha atrás.

-¿Y ahora que quieres?- por alguna razón el moreno tenía un mal presentimiento.

Hidan suspiro, para volver a tomar aire y armarse de valor.

-¿Yo te gusto?- soltó el omega para girarse y ver el rostro del más alto.

El alfa al escuchar eso se quedó de piedra, incluso por un momento dejó de respirar, no podía creer la clase de pregunta que lanzó su compañero.

Estuvieron en silencio unos minutos, los cuales fueron una tortura para Hidan, que ya empezaba a retractarse de sus palabras.

-Hidan, yo, bueno, no me desagradas, tu olor es agradable y en batalla trabajamos bien- contestó Kakuzu sin apartar la vista de la lluvia.

-Sabes bien que eso no fue lo que te pregunte- dijo el menor para inflar los cachetes a modo de berrinche.

El alfa miró a su compañero y no pudo evitar soltar una pequeña carcajada, a veces su religioso se comportaba de una forma muy infantil.

-Bien, te lo diré- habló nuevamente el castaño.

Hidan se acomodó mejor en su lugar, no quería perderse ni una palabra.

-Si me atraes Hidan, llevamos muchos años juntos, pero no quiero estar contigo solo por nuestro instinto, tal vez estas confundiendo todo por que te acostumbraste a mi fragancia y yo a la tuya- dijo Kakuzu sonriéndole con ternura.

El omega se puso a pensar un poco en las palabras del moreno, y era cierto, había casos que muchas parejas se juntaban por puro instinto, sin formar un vínculo y el no se podía imaginar teniendo ese tipo de relación.

-Lo entiendo- contestó el religioso algo desanimado.

El mayor puso su mano en la cabeza del omega para reconfortarlo.

-Eres muy joven para comprender esto Hidan, con el tiempo todo se aclarara- dijo Kakuzu de forma tranquila.

El fanático cerró los ojos para disfrutar de la dulce caricia y aspirar el embriagante aroma del alfa.

"Aún así pienso que tú realmente me gustas, anciano" el chico de los rituales deseaba que ese momento nunca acabara.

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A la mañana siguiente por fin el cielo se había despejado y el dúo zombie pudo continuar con su camino hasta dar con una pequeña aldea.

-Oye anciano, ¿por qué pasamos por aquí?- preguntó Hidan algo incomodo al estar rodeado por tantas personas.

-Es un atajo- contestó el mayor de forma rápida.

Luego de eso, todo fue muy silencioso, tanto que empezó a preocupar a Kakuzu.

-Hidan, ¿que pa...- pero el alfa no pudo terminar su oración, ya que sintió un fuerte olor que provenía de su compañero, el cual ya estaba de rodillas en el suelo, su respiración estaba agitada y sus mejillas mostraban un ligero tono rosa.

"¡MALDICIÓN, LLEGÓ SU CELO!"

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Dato:

Los celos no siempre respetan las fechas. En muchos casos los omegas que son irregulares, les puede llegar mucho antes de lo esperado o pasar semanas sin tener algún indicio.

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