Aquella conversación había dejado al moreno con un horrible sabor de boca. Nunca imaginó que caería tan bajo como para estar envuelto en un patético triángulo amoroso. 

Mientras regresaba con el resto del grupo, no podía dejar de preguntarse si ese chico de verdad valía la pena. 

Entre más lo analizaba, más se daba cuenta de que no tenía sentido. Su compañero era alguien totalmente opuesto a él, torpe, hablador, engreído y sin una pizca de sentido común. Entonces, ¿de verdad lo necesitaba?, ¿o simplemente se había acostumbrado a su compañía?, después de todo, Hidan era la primera persona en años con quién había podido mantener una relación cercana. 

Abrumado por sus pensamientos decidió evadir a los ninjas, caminando a la parte sur del bosque, ahí tendrían suficiente espacio para descansar y tranquilizar su mente. 

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Mientras tanto en el campamento improvisado, el dúo artístico había vuelto junto con el chico enmascarado. 

-¿A dónde demonios fueron?- preguntó Hidan que era rodeado por sus hermanos, los cuales habían caído rendidos por el sueño. 

-Asegure la zona- contestó el pelirrojo.

-Fui por algo de comer, hm- dijo Deidara desviando un poco la mirada.

-¡Y Tobi fue al baño!- gritó el buen chico alzando una mano al aire. 

El jashinista al oír esas respuestas tan simples solo se encogió de hombros, notando que a la distancia la sacerdotisa se acercaba a ellos. Aún tenía el cabello húmedo y su ropa parecía desalineada. 

-¿No te dió frío?- preguntó Hidan que desde que cayó la noche se la había pasado pegado al fuego. 

-Para nada, el agua estaba bastante agradable y mira lo que encontré en el camino- Yumi le extendió al mayor un pedazo de tela que contenía en su interior una ración de arándanos azules.

El religioso sonrió para empezar a devorarlos. 

-¿Recuerdas que de niños nos escapabamos de casa para recolectar bayas?- dijo la chica con una sonrisa en su rostro.

-Si, aprendiste a preparar tu famosa mermelada y así logramos juntar algo de dinero, gracias a eso nuestros patéticos hermanos no murieron de hambre- comentó Hidan sintiendo una gran nostalgia, pues a pesar de todo lo malo que vivió en su aldea, siempre contó con una buena amiga. 

Ambos se miraban con ternura, incomodando por completo a los renegados, que no tardaron en romper aquel ambiente con sus ocurrencias. 

Tobi abrió su capa para sacar de esta una pera, y sin algún tipo de prudencia se la lanzó a Hidan. 

-¡Sempai, piense rápido!- gritó el buen chico, y como era de esperarse, el religioso no reaccionó a tiempo para evitar aquel golpe. 

Del impacto, el chico de los rituales cayó al piso de espaldas. 

Yumi quiso ayudar a su hermano pero entonces Deidara se unió al juego del enmascarado.

-¡También prueben las manzanas, hm!- y así el artista golpeó a la chica dándole directo en la cara, haciendo que Sasori diera un pequeño brincó sorprendido por el comportamiento de sus discípulos.

Ya que los hermanos estaban demasiado concentrados en su dolor, el marionetista jalo a los menores para bajarlos a su altura y empezar a susurrar.

-¿Se puede saber qué están haciendo?- 

-¿Qué no es obvio?, evitamos una catástrofe, hm- contestó el rubio como si nada. 

-Estamos del lado de Kakuzu-sempai- 

Sasori alzó una ceja, para después sujetar las nucas de los menores y hacer que sus cabezas chocarán. 

-¡DOLIÓ, HM!- se quejó el artista ya que la máscara de su amigo era más dura de lo que había imaginado.

-Tobi… está… mareado- murmuró el buen chico antes de irse directo al suelo. 

Sin más que hacer, el experto en venenos decidió tomar asiento, soportando los lloriqueos de aquellos mocosos. 

"¿Por qué será que siempre estoy rodeado de idiotas?" se lamentó la marioneta, notando la ausencia del moreno. 

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Tras un intento de asesinato y varias amenazas sin sentido, los ninjas decidieron olvidar lo ocurrido para poder descansar. 

Parecía que todos dormían a excepción del pelirrojo y el jashinista. 

Hidan miraba hacia todos lados esperando tener una señal del avaro, no era la primera vez que Kakuzu se apartaba para explorar, pero nunca antes se había demorado tanto. 

Sasori al notar la preocupación en los ojos del menor decidió hablar. 

-Creo que tú compañero camino a la parte baja del río- soltó el marionetista, llamando al atención del fanático. 

-¿Y por qué ese anciano se alejaría tanto de nosotros?- 

-No lo sé, tal vez se dió cuenta de que no es un monstruo y eso lo agobió- dijo el mayor con un tono burlón. 

Hidan inclinó la cabeza claramente confundido. 

-No entiendo nada de lo que dices- 

-Por ahora no, pero más adelante verás cómo todo encaja- 

El menor frunció el ceño cansado de los acertijos de su extraño compañero de madera.

-Como sea, será mejor que busque a ese patético anciano- con cuidado el chico de los rituales se puso de pie, evitando despertar a sus hermanos que desde hace rato se habían acurrucado en él para poder conciliar el sueño. 

Al sentirse completamente libre, Hidan salió corriendo hacia la vegetación, siguiendo las indicaciones de Sasori. 

-Parece que Kakuzu va ganando este divertido juego- comentó el pelirrojo con la intención de que cierta sacerdotisa lo oyera, pues desde hace rato se había percatado de su espionaje. 

Cómo respuesta, la chica se encogió en su lugar, tratando de mantener la calma, nada estaba decidido aún, no podía tirar la toalla solo por una mala noche. 

"¿Por qué lo anhelas tanto, Hidan?" pensó Yumi antes de volver a cerrar sus ojos.

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-¡Kakuzu!, ¿¡dónde carajos estás!?- gritaba con fuerza el jashinista, tratando de atravesar los espinosos arbustos. 

La oscuridad le hacía imposible visualizar a su compañero y más porque los enormes árboles se encargaban de bloquear la escasa luz de la Luna. 

-¡SAL DE UNA VEZ ASQUEROSO PAGANO DE MIERDA!- 

Pero aún así seguía sin obtener alguna respuesta por parte del avaro.

Y entonces el chico tuvo una gran idea. Volvió a tomar aire para poder hablar con mucha fuerza.

-¡FUÍ YO QUIEN DEJÓ CAER UN FRASCO COMPLETO DE MIEL SOBRE TU MONTAÑA DE DINERO!- 

De golpe el sexto sentido del religioso se activó, logrando retroceder, impidiendo que el fuerte puño de Kakuzu se estampara contra su cara. 

-¡SABÍA QUE HABÍAS SIDO TÚ, MOCOSO BUENO PARA NADA!- de las sombras se asomó el moreno, sus ojos estaban en llamas gracias a aquel recuerdo, en dónde por poco estuvo a punto de perder 80 millones de Ryō. 

Con la respiración agitada, Hidan pudo notar el enorme hueco que la furia del moreno provocó en el tronco de un grueso árbol.

"Eso estuvo cerca, un poco más y me arranca el puto corazón" pensó el menor tratando de recuperar la compostura.

El avaro se le acercó envuelto en un aura asesina, pero las palabras del chico hizo que perdiera su concentración. 

-¿¡Que demonios pasa contigo!?, ¡desde hace rato estás actuando muy raro!, ¿¡y ahora hasta te desapareces!?, ¡Carajo, se supone que somos compañeros!, ¿¡por qué justamente ahora te guardas todo y actúas como un idiota!?- 

Kakuzu se quedó silencio, sintiéndose acorralado, su parte racional le gritaba que por ningún motivo abriera la boca pues sería el fin, pero lado sentimental estaba tan inestable y confundido, que lo obligó a sacar a la luz su verdadera molestia y preocupación.

-Todo esto es culpa de tu hermana- 

Aquella respuesta dejó helado a Hidan, ¿cómo podía ser posible que Yumi, fuera la causante de sus problemas?. 

-¿Pero qué demonios te hizo?- exigió saber el jashinista, que no pensaba mover un pie hasta aclarar todo este asunto. 

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