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XXXVIII. En marcha

CAPÍTULO XXXVIII:
EN MARCHA

Mañana irían tras él, tras Itachi.

Una exhalación se oyó en el cuarto de la menor de los Hatake al sus pensamientos ser tan conflictivos. No sabía qué pensar ni qué sentir con respecto a la situación, y eso la tenía queriendo arrancarse el cabello de la cabeza con sus propias manos.

Por un lado estaba el hecho de que el Uchiha pertenecía a la organización que había asesinado a Asuma, y por ello lo quería pagando el precio. Quería que lo atraparan y sentenciaran, lo quería con tantas fuerzas al ver todo el sufrimiento que había causado la pérdida de un hombre tan querido como el Sarutobi.

Pero por el otro, Itachi era alguien que ella apreciaba sin poder evitarlo. Le preocupaba qué podía pasarle por más que en ese momento estuviese tan furiosa, por más que supiese que él era un criminal. Él jamás había sido otra cosa que no fuese amable con ella, y por eso no podía simplemente quedarse allí viendo cómo era capturado. Él le había salvado la vida, y por eso mismo sentía que debía devolverle el favor.

No fue Itachi quien asesinó a Asuma, pensaba, para inmediatamente replicar con un: no, pero sus compañeros sí, y ellos luchan por un mismo objetivo. Son un equipo.

Kakashi se había encargado de decirle lo que los Akatsukis querían cuando volvían a casa luego de la reunión, en la que él había aparecido para dar su visión del asunto, llegando tarde como siempre.

Los Akatsuki iban detrás de las Bestias con Cola, por eso mismo viajaban de un lugar a otro, rastreando a sus jinchūriki , capturándolos, y quitándoles sus bijū, asesinándolos en el proceso. Y por lo visto Uchiha Itachi ya había dado aparición en un par de ocasiones con intenciones de llevarse a Naruto con él. Y esa era otra de las razones por las que quería que lo atraparan.

Ella no podía aceptar que uno de sus amigos muriera. No podía.

Por eso debían de atrapar de Itachi, sin importar qué sentimientos tuviese hacia él. Debía sepultarlos y no oponerse a la decisión. Naruto era mucho más importante que un chico con el que jamás había tenido una relación, por más que técnicamente fuese "su familia".

No. Su familia era su padre. Era Sakura, era Lee. Era Neji, Gai-sensei y Tenten. Era Naruto. Esa era su verdadera familia. E Itachi no estaba entre ellos. Él era un desconocido para ella. Un desconocido que planeaba herir a su familia.

Así que se decidió. Itachi debía de ser capturado mañana, cueste lo que cueste.

—¿Sakuma? ¿Estás bien?

La nombrada volvió a la realidad, viendo a su padre de cabeza frente a ella. Bueno, toda la habitación estaba así, y es que ella estaba acostada con la cabeza colgando por el extremo de la cama, tratando que la sangre fluyera al cerebro para poder pensar mejor.

—Estoy de maravilla —respondió. Su voz era plana, carente de entusiasmo.

—Pareces un tomate —sonrió su padre, permitiéndose pasar a la habitación—. Ven, te ayudo.

Sakuma se dejó tomar por los hombros y ser sentada por Kakashi, de inmediato arrepintiéndose de haber empleado aquella técnica para pensar al dolor de cabeza impactarle como un martillo, de mano del mareo que le provocó sentarse. Por suerte solo duró unos segundos.

Kakashi sonrió levemente antes de tomar asiento en la cama, a un lado de su hija. Llevó las manos a las rodillas y Sakuma de inmediato supo que se preparaba para decirle algo, no sabiendo si hacerlo o no.

—¿Qué quieres decirme? —cuestionó, al ver que él parecía estar dispuesto a tomarse una eternidad antes de decirle.

Él suspiró, como siempre hacía cuando iba a decir algo que no le gustaba del todo.

—Quiero que vengas con nosotros a la misión de mañana —dijo, mirándola por el rabillo del ojo para ver su reacción.

Genial. Justo lo que más quería, pensó para sí.

No podía formar parte de esa misión. Sí, había decidido que lo mejor era que capturasen a Uchiha Itachi, pero no podía estar totalmente segura que llegado el momento y él estuviese frente a ella, decidiría lo mismo.

Sí, en el mejor de los casos se encontrarían con Sasuke antes de con él y regresarían a la aldea, ya que el plan era ese: ir tras Itachi para eventualmente toparse con el menor de los hermanos. Pero si no era así, Sakuma no podía arriesgarse a echar todo a perder por dudar de la misión.

—Creí que lo que menos querrías es que fuese con ustedes... —respondió, tratando de disimuladamente hacerle saber que era una muy mala idea y le dejara quedarse.

—Así es —asintió—. Pero estamos hablando de Itachi y de Sasuke. Ambos son usuarios del sharingan, y ante cualquier genjustu, tú serías inmune al también ser usuaria del mismo. Es una gran ventaja que no puedo simplemente ignorar por más que seas mi hija.

Él tenía razón, se lamentó Sakuma. ¿Pero cómo le explicaba a su padre el por qué no quería ir sin revelarle que se había encontrado con Uchiha Itachi a sus espaldas?

Ella odiaba las mentiras, no, las repudiaba, pero aquello era algo que no podía decir así como así. Era peligroso con Danzo respirándoles en la nuca y no quería meter a su padre en problemas.

—¿Qué sucede? —preguntó su padre. Su hija parecía tener una guerra interna con sí misma. Abría y cerraba la boca sin decir nada, y entonces una duda apareció en su mente:—. ¿Acaso hay algo que no me has dicho?

Ella abrió los ojos al ser atrapada.

—¿Sakuma?

—No puedo decirte —lo miró, mordiéndose el labio con fuerza al notar la estupidez que había dicho.

Su padre frunció el ceño.

—Sakuma, si tiene que ver con la misión, tengo que saberlo. No puedo llevarte sin saber todo.

No quería ir, pero debía hacerlo. Por fin el Equipo 7 estaba cerca de conseguir traer al idiota de Uchiha Sasuke de regreso y no podía simplemente negarse a ayudarlos. Sus amigos y su padre merecían un cierre al problema del abandono y traición del Uchiha.

—Cuando me llevaron a la División de Inteligencia recordé cosas —comenzó, no teniendo el valor de sostenerle la mirada a su padre—. Vi a Uchiha Itachi en mis recuerdos de niña, el día que se encontró con mamá y una vez que vino a ver cómo estaba cuando ella enfermó.

—¿Itachi fue a verlas? ¿Pero cómo...?

—Por lo que me dijo, mamá sabía de la masacre.

Kakashi pestañeó sin entender.

—¿Por lo que te dijo?

—Ese era el otro asunto al que quería llegar...

—Dime que no te encontraste con él, por favor.

Sakuma guardó silencio.

—No puedo creerlo —se puso de pie.

Sakuma también se levantó, extendiendo una mano hacia él.

—Déjame... —intentó, siendo cortada al instante.

—¿Acaso no piensas? —se llevó la mano a la frente. Estaba furioso, estaba tan furioso... Pero aún así tomó un profundo respiro, tratando de tranquilizarse—. Sé que él es tu tío, sé que te salvó, pero también es un asesino, Sakuma. Eliminó a todo su clan. Asesinó a sus propios padres, dejándolos a él y a su hermano huérfanos. Y una vez acabó con eso, transformó a su hermano en una máquina con no otro motivo de existir que no sea la venganza. ¿Qué te hizo pensar que sería seguro verlo? ¿Qué te hizo pensar que no cambiaría de opinión respecto a haberte salvado la última vez y no acabaría contigo al ver que descubriste donde estaba?

—Yo... no lo sé —murmuró, sin saber qué decir.

—Se supone que somos un equipo, Sakuma. Tú y yo. Pero sigues queriendo hacer todo sola.

La mirada de decepción que le dirigió, hizo que la nariz de Sakuma comenzara a picar. Supo enseguida que las lágrimas se aproximaban.

—Ya no estás sola, pero actúas como si lo estuvieras —frunció el ceño afectado.

—No sé qué estaba pensando —casi susurró, mirando al suelo—. Solo sabía que él era otra conexión con mamá, y luego de esos recuerdos, quería verlo y exigir respuestas. No pensé mucho en las consecuencias.

—Pues ese es el problema, Sakuma. Jamás piensas en lo que puede pasar después —habló con enojo—. Con esto de entrenar a mis espaldas, lastimándote, y ahora esto no sé si pueda confiar en que no harás lo que se te plazca cada vez que tengas oportunidad.

Kakashi vio cómo lo que dijo hizo que los hombros de Sakuma se tensaran. Ella levantó la mirada del suelo. Parecía que llamas bailaban en sus ojos con lo furiosa que era su mirada.

—¿Confiar? ¿Quién eres para exigirme a confianza? —apretó los puños—. A mí, que siempre he confiado en todos a pesar de mentiras. Bueno, tal vez ya me he cansado de hacerlo y al fin dejar de dar ojos ciegos a lo que me inquieta. Tal vez al fin me he decidido por buscar respuestas por mi cuenta.

—Te he dicho que puedes confiar en mí —replicó su padre.

—Pero tú no lo sabes todo, y me parece evidente que realmente no conocías a mamá cómo creías. Ella se fue, fingió su muerte, y tú ni dudaste en que pudiese haber estado pasando algo extraño.

Aquello golpeó al Hatake como un puñetazo.

—Sakuma —advirtió.

—No. No me mandes a callar —replicó, furiosa—. Yo mejor que nadie sé que esta aldea no es de fiar. Ellos odiaban a mi mamá y seguro fueron la razón por la que tuvo que huir. Ellos también me odian, ¿qué me asegura que no quieran hacerme algo como lo que planeaban hacerle a ella, por ser su hija?

—Ya te he dicho que eso no va a suceder.

—¿Entonces por qué Itachi siempre ha estado rondando a mí alrededor desde que llegué aquí?

Eso hizo a Kakashi detenerse en seco. ¿Cómo es que ella sabía aquello? Esa información era algo que solo el círculo más cercano a la Hokage sabía. Jiraiya, Shizune, y él.

—Recordé a los cuervos. Jamás les había prestado atención en los años que estuve aquí, pero sé que los he visto en varias ocasiones —explicó.

—Sakuma, eso no explica nada. No existe un complot en tu contra.

—¡Dile eso a Danzō! ¡¿Si no fuese así, por qué Uchiha Itachi tuvo que rescatarme de Kabuto y quedarse cerca hasta que los del Escuadrón de Rescate me encontraron?! —bramó con su voz quebrándose en un par de puntos—. Cuando se metieron en mi cabeza en la División de Inteligencia, recordé algo que le dijo alguien a Itachi la noche que me rescató. «¿Y qué hay de los hombres de Danzō? Nos topamos con bastantes hoy. Estaban como locos para poder hallarla antes que los otros y llevársela.» Si eso no significa que quieren hacerme daño, no sé qué sí lo significaría.

La mandíbula de su padre se tensó.

—No sabía eso —dijo.

—Claro que no. Al igual que no sabes porqué mamá se fue —habló. No había maldad en sus palabras dirigidas hacia él, pero seguían siendo firmes—. Y yo estoy segura que fue por culpa de esta aldea. Porque ven un par de ojos rojos como los que tengo y entran en pánico —apretó los puños—. Porque ven a la gente como yo como una inminente amenaza, y nos tienen miedo.

Su padre se mantenía en silencio ante todo esto.

—Y como ellos no confían en mí, yo no confío en ellos —habló, refiriéndose al Consejo, a Danzō, y a todos los que estaban involucrados con ellos—. Sé que mi familia no me lastimaría, ¿pero qué me asegura que ellos no los lastimen a ustedes o a mí si hago algo que no les guste?

—Aún así no puedes ir por la vida arriesgándote a que te maten por respuestas —habló en desacuerdo—. Lo que hiciste al ir a encontrarte con Itachi fue muy arriesgado, así que no vendrás a la misión de mañana —decidió.

—Bien, no quería ir de todos modos —se cruzó de brazos.

Sinceramente, el que Uchiha Sasuke regresara a la aldea le parecía una pésima idea. Ese chico le caía tan mal. Rechazaba la idea de pertenecer a la misma familia.

Kakashi alzó una ceja, no dispuesto a ser el que perdiera la discusión.

—Entonces tampoco tendrás mesada —dictó.

—No la necesito. Ya tengo mi pago por la misión del Equipo Yamato —se encogió de hombros.

—Bien, entonces no más ninken —intentó castigarla nuevamente.

—Claro, porque no es como si pudiese invocarlos aunque no quisieras sin que te dieras cuenta.

—Ahh... —deslizó la mirada por la habitación, deteniéndose en uno de los tres portarretratos que su hija tenía en su mesa de noche, enfocándose en una persona en particular—. Entonces no más Lee tampoco.

Esto pareció finalmente impactar en su hija.

—¡¿Qué?! ¡No puedes hacer eso!

—Y tampoco más Sakura —sonrió.

—¡No es justo!

—Claro que lo es —frunció el ceño, su tono volviéndose serio nuevamente—. Tú no tendrías que haber ido a encontrarte con él. Aunque todo hubiese salido bien, si el Consejo lo descubría inmediatamente se confirmarían sus delirios de traición y te encerrarían en una celda. Uchiha Itachi está detrás del Kyubi, tú días atrás lograste verlo, y eres cercana a Naruto, tanto como para poder llevarlo hasta los Akatsuki sin que él sospeche de ti. Todo esto ellos lo saben y a ti parece darte igual.

—¡Me da igual porque sé que no es cierto! —bramó, apretando los puños—. Esos ancianos solo son unos imbéciles amargados, furiosos con la vida porque seguramente jamás nadie los quiso. Y por eso solo inventan historias, como los tristes cuentacuentos que son, esperando que alguien les preste atención.

—Y ahora tampoco podrás ver a Naruto —agregó—. Esos "amargados ancianos" siguen siendo líderes de la aldea, te guste o no. Y si sigues faltándoles al respeto jamás conseguirás que decidan nada a tu favor.

—¡Agh! —gruñó furiosa—. ¡Haces todo esto solo para molestarme!

—No, te estoy castigando porque te lo mereces, y lo sabes —caminó hacia la puerta. El hombre salió de la habitación, pero se detuvo con la mano en el pomo—. Mañana temprano partimos. Tal vez quieras despedirte antes de que nos vayamos. Pero luego de eso, seguirás castigada —dijo, antes de cerrar la puerta detrás de sí, justo cuando un almohadón impactaba contra ella en un ataque de ira de la menor.

(...)


La tensión entre ambos Hatake era palpable mientras desayunaban, Sakuma masticando su cereal con furia y Kakashi bebiendo de su café sin siquiera respirar en su dirección, con miedo a que su hija explotara si tuviese tal atrevimiento.

El haberla castigado ya estando castigada, aumentando sus limitaciones hasta el punto de no ver a sus amigos, la tenía de bastante malhumor. Y bueno, tampoco era como si él mejor.

Enterarse de que su hija había estado tratando de lograr el Chidori por su cuenta lo había asustado lo suficiente como para ahora sumarle el hecho de que ella se había visto a escondidas con el hermano de su madre, a pesar de saber de qué clase de persona se trataba al hacerlo.

Sakuma claramente carecía de límites y de sentido común. Solo le importaba saciar sus deseos y curiosidad sin mutarle en absoluto los riesgos. No sabía si era valiente o muy estúpida, pero de lo que sí estaba seguro era de que cada día se parecía más a su madre.

Lo peor de todo ese asunto es que de verdad la necesitaba con él en la misión. El sharingan de Itachi era fuerte contra el suyo, y también contra las habilidades de todos los demás, pero sabía que los ojos de ella eran lo bastante fuertes como para oponerse a ellos al ser una Uchiha. Por lo que la necesitaría si se encontraban con él.

Y si se encontraban con Sasuke, ella sería la herramienta más poderosa que tendrían para mantener a Naruto bajo control. El Uzumaki seguramente tendría que luchar contra el Uchiha, y las probabilidades de que se saliera completamente de control al la pelea exigirle más de lo que puede dar eran altas. Yamato sería de ayuda, sí. Pero no estaba seguro de que sería suficiente al la última vez no haberlo sido.

De todas maneras no podía simplemente retractarse de sus palabras y llevarla consigo, como si lo que hizo no estuviera mal o nunca hubiera sucedido.

Además ella tampoco parecía totalmente dispuesta ir desde un inicio.

Sabía porqué estaba indecisa. Uchiha Itachi era su tío después de todo, y ella parecía tener cierto grado de aprecio hacia él por haberle salvado la vida. Y bueno, Uchiha Sasuke —a pesar de querer ocultarlo para no herir a sus amigos— le caía bastante mal por las cosas que les había hecho, por lo que lo último que quería era que regresara y ella haber ayudado a que lo hiciera.

—Está lloviendo. Lleven abrigos —oyó gruñir a su hija por encima del crujido de los cereales en su boca.

Kakashi miró por la ventana de la cocina. Efectivamente llovía, y bastante. No lo había notado gracias a estar tan sumido en sus pensamientos.

—No lo había notado... Supongo que la Hokage nos dejará tomar algunos que sean impermeables de los alamacenes —respondió, pasando página al libro Icha Icha que traía en la mano. No leía, sino que era una excusa para no hablar, como lo era la mayoría de las veces que lo tenía en manos—. Sobre la discusión de ayer...

—Sí, ya entendí —interrumpió Sakuma, dejando la cuchara en el tazón y mirando a un lado con molestia—. Fui una estúpida. No debí haber ido, así como tampoco debí haber aprendido el Chidori por mi cuenta. Me digo a mí misma que no quiero seguir causándote problemas pero es lo primero que hago cuando tengo la oportunidad porque no lo pienso dos veces en su momento.

Kakashi alzó las cejas, no habiendo esperado unas disculpas de ella. Lo que no sabía era que, al igual que él con ella, Sakuma no podía estar enojada con su padre por mucho tiempo. Además desde un inicio ella sabía que había estado mal. Kakashi solo lo había confirmado y por eso se había enojado. Solo que el enojo lo dirigió hacia él, cuando en realidad era consigo misma el asunto.

—Pero... —continuó hablando la chica— aunque me gustaría prometerte que no volveré a hacer algo así, sé que lo haré. Porque soy así, y no puedo evitarlo.

Sakuma levantó tímidamente la mirada al oír a su padre suspirar.

—Bien, entonces no me queda de otra que aceptarlo, supongo. Por más que odie que hagas tonterías, supongo que si tengo una hija tonta tengo que vivir con eso —apoyó la cabeza en su mano, lamentándose.

Sakuma rió por lo bajo.

—Además, no te culpo Sakuma —la miró. Su voz era cálida—. No te culpo por querer saber quién eres tú y quiénes son tu familia. Probablemente no tendrías otra oportunidad para conocerlo y por eso es que fuiste, y por más que me enoje, lo entiendo.

La peliplata se irguió en la silla, al haber estado todo ese tiempo echada sobre la mesa.

—¿Entonces ya no estoy castigada?

—Pero por supuesto.

Ella casi sonríe, cuando su padre continuó:

—Que no.

—Tsk —chasqueó la lengua, hundiéndose en decepción y llevándose otra cucharada de cereal a la boca con fastidio.

Kakashi sonrió, viéndola unos instantes en silencio, antes de volver a hablar.

—¿Sabes que yo jamás permitiría que te hicieran algo, cierto? —dijo, haciendo a su hija sonrojar al traer de regreso aquel tema de ayer que la hacía ver como una paranoica—. No estoy dispuesto a perderte como perdí a tu madre.

Sakuma notó su mirada un poco nublosa ante la mención de su madre.

El tono con el que había hablado de ella denotaba puro amor y añoranza, algo que Kakashi pocas veces demostraba hacia ella.

—Lo sé —fue todo lo que dijo, sorbiendo la nariz.

Su padre sonrió de ojos cerrados, antes de ponerse de pie.

—Ahora, ¿qué te parece si vas a alistarte? Saldremos una hora hacia las puertas. Debes despedirte.

(...)

La peliplata resopló ruidosamente mientras volvía a su casa, luego de haber despedido a su padre y amigos en las puertas de la aldea, quienes partían a la misión sin ella.

Sin ella... ¿Acaso no haber ido fue la mejor decisión? Se preguntaba una y otra vez. Tal vez debió de insistirle a su padre que la dejara acompañarlos. Y es que tenía un mal presentimiento.

Bueno, ella siempre tenía un mal presentimiento respecto a todas las misiones, ya que las despedidas siempre le habían puesto bastante nerviosa, pero estaban hablando de Akatsuki, la organización que había asesinado a Asuma y hasta al mismísimo Kazekage, y que ahora iban tras Naruto. Y si su padre le había pedido para ir en un principio, significaba que ella podía ayudar en algo.

Estaba preocupada por ellos y por lo que pudiera pasarles.

Eran shinobi excepcionales, no podía negarles eso, pero también lo eran los Akatsuki.

La peliplata gruñó por lo bajo, mientras esquivaba los charcos que se habían formado en las calles por la lluvia. Un abrigo índigo la cubría con calidez de las gélidas brisas que azotaban Konoha ese día, y su paraguas escarlata giraba sobre su cabeza al ella estar jugando con él distraídamente mientras pensaba, ganándose un par de malas miradas de las personas que accidentalmente mojaba con las gotas de lluvia que salían despedidas de aquel torbellino. A Sakuma no le importaba.

—¡Oi, niña!

Sakuma frunció el ceño, deteniendo la caminata y girando hacia la voz que la llamaba. Aquel Sannin de cabellos blancos agitaba la mano en su dirección desde un pequeño puesto de ramen, pidiendo que se acercara.

Ella hizo caso al no tener nada más interesante que hacer.

—¿Sí? —cuestionó curiosa, acercándose al local mas sin entrar en él.

—¿Ya almorzaste, Sakuma?

—Uhh... No.

El hombre sonrió.

—Pues entra, te invito un tazón de ramen —sacudió la mano indicando que entrara.

Sakuma dudó unos instantes, no porque no estuviera dispuesta a recibir comida gratis, sino porque se suponía que estaba castigada. Aunque bueno, Kakashi nunca dijo nada respecto a compartir una comida con el Sannin. Así que estaba a salvo, decidió, cerrando su paraguas y entrando al puesto de ramen.

—No le digas a Naruto que te invité. Es muy protector respecto a la cantidad de tazones que puedo comprarle —decía, viendo cómo la peliplata se subía con algo de dificultad a la alta silla, soltando una que otra queja.

—No prometo nada —respondió, acomodándose en la fastidiosa silla, dejando el paraguas en el suelo, apoyado contra el mostrador.

Jiraiya rió un poco, antes de señalar con la mano uno de los carteles del local que tenían los precios y gustos de los tazones.

—Bien, ¿cuál quieres?

Sakuma miró las opciones, no sabiendo que responder.

—No recuerdo la última vez que comí ramen, así que no sé cuál me gustaría.

El hombre dueño del local soltó una exclamación de horror, no pudiendo retener su reacción al estar oyendo su conversación. Su hija, por lo contrario, había podido mantener su reacción en silencio.

—Tranquila, jovencita. El viejo Ichiraku se encarga —dijo el cocinero con voz solemne.

El que hablara en tercera persona le hizo algo de gracia a la Hatake.

—Lo dejo en sus manos, entonces —hizo una leve inclinación, medio sonriendo. El hombre de ojos rasgados asintió con seriedad, antes de darse la vuelta y ponerse a trabajar.

—Tu familia sí que es algo complicado, ¿eh, niña? —la miró de reojo Jiraiya, viéndola asentir con pesadez y apoyar su mejilla en la mano.

—Hasta hace un mes Kakashi era mi única familia directa. Ahora está en el bosque persiguiendo a mi par de tíos criminales antes de que se maten entre sí.

El Sannin sonrió. Sakuma sí que tenía una manera de decir las cosas.

—Creo que el que sepas todo ahora me permite hablar libremente de tu madre, ¿no? —preguntó retóricamente.

Ella lo miró de lado, interesada en lo que diría.

—Te pareces mucho a tu madre, ¿alguien te ha dicho eso?

—Generalmente me dicen que me parezco a Kakashi.

—Sí, sí, ese cabello no lo tiene cualquiera, y tu actitud se parece a la de él —asintió restándole importancia—. Pero yo me refiero a tu fortaleza y a tu manera de ser con las personas que quieres. Ella era un torbellino, sí. Tú eres alguien más tranquila. Pero ambas son iguales en lo que respecta a hacer lo que sea para proteger a los que quieren.

Sakuma sonreía un poco, pudo notar el hombre. Debía ser lindo escuchar a alguien hablar de Fumiko sin utilizar las palabras "traición" y "desertora" en el mismo contexto.

—Lo digo porque oí lo que hiciste por Naruto —se explicó—. Yo apenas pude detenerlo cuando llegó a más, así que sé de lo que hablo cuando te digo que nos hiciste un gran favor al usar tu sharingan.

—No fue nada... —murmuró sonrojada ante tanto reconocimiento.

Todos últimamente se habían encargado de hacerle saber lo malas que eran sus decisiones, por lo que oír por primera vez de la boca de alguien un gracias le había tomado un poco por sorpresa.

—La ruda Hatake Sakuma poniéndose toda vergonzosa, quién lo diría —molestó el hombre, al notar sus mejillas sonrosadas.

—Cállese —refunfuñó.

—¡Dos tazones de ramen, listos! —exclamó la joven castaña de delantal, dejando los platillos frente a ambos clientes—. ¡Que los disfruten!

La Hatake asintió agradecida, antes de tomar los palillos desechables de uno de los recipientes del local y separarlos limpiamente. Jiraiya la imitó.

—Gracias por la comida —dijo el Sannin, siendo secundado por ella, antes de comenzar a comer.

—Oh, esto no está nada mal... —reconoció la Hatake cuando dio el primer bocado, hablando con la boca llena.

Jiraiya sonrió satisfecho.

—Por cierto —comenzó, tragando la comida—. ¿Por qué me invitó a comer?

—No se te pasa nada, eh —alzó una ceja el hombre. Sakuma se encogió de hombros—. Era para darte buenas noticias, de hecho. Tsunade tuvo una reunión con el Consejo. Por lo visto te dejarán en paz de una vez por todas.

—¿Esta vez en serio? —dijo algo escéptica.

—Por lo que parece sí. Ya la Hokage no tiene paciencia con ellos. Prácticamente amenazó con destituirlos de todo cargo si volvían a mencionar algo referido a ti o a tu madre.

La Hatake guardó silencio ante la mención de la mujer, solo siguió comiendo. Su cambio de actitud no fue tomado por alto por el Sannin.

Él era consciente de la complicada relación que tenían su compañera y la Hatake. Ambas se querían, pero sus constantes peleas no hicieron otra cosa que distanciarlas gracias a todos los secretos que hubieron de por medio en el pasado. Sakuma, tiempo atrás, admiraba a la Senjū, quería ser reconocida por ella, pero la mujer se había encargado de aislarla, tanto de su persona, como de todo lo que ocurría alrededor de ella. Y eso había estropeado todo vínculo que tenían.

Obviamente Tsunade seguía velando por la Hatake, no podía no hacerlo, pero la menor no quería saber nada de ella luego de todo lo que hizo.

—¿Aún no han arreglado las cosas? —acertó el hombre. Ella asintió, enfocada en su tazón—. ¿Sabes? sé que ella estuvo mal, bueno, todos, pero de verdad lo hicimos para evitarte problemas. Las disculpas ya se dieron, y aunque sé que eso no resuelve todo, es un comienzo, ¿no te parece?

—No quiero hablar de la Hokage ahora —murmuró, sorbiendo sus fideos—. De todos modos, si la ve... Dígale que aprecio que me sacara al Consejo de encima.

—¿Así que darle las gracias?

—Gracias es una palabra grande... —dijo, haciendo que el hombre riera.

—Bien, le diré que lo aprecias —rodó los ojos divertido, ya casi terminando su plato—. Justo ahora iba a verme con ella antes de partir a mi misión esta tarde, así que no me olvidaré de decirle.

Sabía que lo dicho le daría curiosidad, y no se equivocó, porque enseguida la voz serena de ella le habló con tono inquisidor.

—¿Misión? ¿Qué misión?

—Una muy importante —respondió—. Si logro completarla con éxito podrían solucionarse muchas cosas, de hecho.

—Lo hace sonar como si fuese probable que no pudiera —frunció el ceño la menor ante su tono amargo—. ¿Usted no es el shinobi más poderoso de la aldea?

—¡Claro que sí, niña! ¡Por eso soy yo el que va! —dijo levemente ofendido.

Sakuma rodó los ojos ante su gigantesco ego, viendo como el hombre abría los ojos de repente y se ponía de pie, recordando algo.

—Ahora que me doy cuenta, debo irme ahora sino quiero llegar tarde a mi salida con Tsunade.

—Oh, ¿saldrán en una cita?

El Sannin alzó las cejas, levemente sonrojado.

—¿Y tú desde cuando eres una chismosa? —rió fuertemente, a la vez que la Hatake se encogía de hombros—. Pero sí, saldremos en una cita—cruzó los brazos, alzando la barbilla.

—¿Ah, sí? —insitió, alzando una ceja—. Así que si ahora voy y le pregunto a la Hokage sobre su "salida", ¿ella también dirá que es una cita?

—Uhh... Bueno, no exactamente.

—¿Pero no que era una cita?

—Ya, niña. Es algo de adultos, no entenderías —sacudió la mano en el aire.

—Ajá, claro —se burló.

Jiraiya rió un poco, comenzando a tomar sus cosas y dejando el dinero de la comida sobre el mostrador.

—Fue un placer hablar contigo —dijo, llevando las manos a la cintura—. No te metas en problemas en lo que Kakashi tarda en llegar.

Sakuma rodó los ojos.

—¿Por qué todos me tratan como una bomba de tiempo? —se quejó, apoyando la barbilla en su mano.

—¿Eso viene la chica que literalmente provocó una explosión con su propio chakra que casi la mata?

Ella calló. Y el que calla, otorga.

—En fin, no vemos, niña —se despidió con una sonrisa.

—Nos vemos —medio sonrió. El hombre volteó, pero no dio un paso cuando ella volvió a hablar, sintiendo que debía de agradecerle—. La comida estuvo bien.

—Pues más te vale que la termines, no pagué para que dejaras —advirtió con diversión, levantando los carteles de tela del local que le impedían la vista y ahora sí emprendiendo marcha a las oficinas de la Hokage.

Sakuma asintió, picando a su comida con los palillos mientras movía su otra mano en despedida, aunque él ya no pudiera verla.

Y minutos más tarde, ya había retomado su camino de regreso a casa, esta vez con un mejor humor que antes.

De algún modo, ese señor siempre lograba levantarle el ánimo, había notado ella. Tal vez porque le era fácil hablar con él y abrirse, tal vez porque le parecía lo suficientemente interesante como para prestarle atención. Cualquiera que fuese la razón, la desconocía, pero agradecía que se haya tomado un rato de su tiempo para invitarla con aquel tazón de ramen.

Pero no todo podía ir bien por más de un par de horas, ¿cierto? Se lamentó Sakuma cuando, al doblar en una de las esquinas de la aldea, divisó un cuervo posado sobre las ramas de un árbol, viendo directamente en su dirección. Itachi. Uchiha Itachi estaba allí.

Aceleró el paso, no dispuesta a seguir a aquel ave bajo ninguna circunstancia.

Sin embargo, conforme avanzaba bajo aquella pesada lluvia por las calles de Konoha camino a su casa, más aves como aquella se presentaban en su camino.

La observaban, algunas posadas en buzones, otras en postes de luz, pero ella no les devolvió la mirada ni una sola vez.

Tenía solo un objetivo en mente, y ese era el ignorarlas hasta llegar al refugio que le brindaba su hogar de miradas indeseadas.

No quería tener nada que ver con Uchiha Itachi, el chico que planeaba asesinar a su amigo.

Cerró la puerta detrás de sí apenas ingresó a la casa, apoyándose en ésta y soltando un suspiro de alivio mientras se libraba de sus zapatos mojados.

Dejó el paraguas en el recibidor, a un lado de la puerta, y colgó su abrigo en el perchero que había allí, antes de dirigirse a la sala.

Sin embargo no pudo dar más de un par de pasos cuando su mirada se conectó con un par de ojos escarlatas, que la atraparon y sumergieron en un mundo creado por su dueño. Un mundo rojo, y frío, con alguien esperándola allí.

Sakuma estaba dentro del genjutsu de Uchiha Itachi, bajo su merced.

😏 Qué final, eh. Soy tan dramática, no puedo evitarlo.

¡¿Qué les pareció el capítulo?!

I know, I know. Sakuma no fue a la misión de búsqueda de Sasuke, pero es que no me parecía lo más apropiado. Ella se ha estado mandando bastantes desastres y me pareció lógico el que Kakashi no la llevara con ellos.

Y bueno, como no fue, tuvo la oportunidad de almorzar con Jiraiya <3 Ya van dos veces que él se encarga de animarla cuando está preocupada por Kakashi, ¿saben? Es un amor <3

Y finalmente, Itachi 😏 Siempre tuve planeado que se encontrara con Itachi una vez más, y es que él tiene muchas cositas que contarle a nuestra pequeña malhumorada, y como Mahoma no fue a la montaña, la montaña tuvo que ir a buscarlo a la casa.

El siguiente capítulo va a ser tan intensoooo, aHHHHHH! Ya quiero que lo lean <3 Estoy escribiendo bastante seguido, eh. No sé si notaron 💅 y es que estoy bastante inspirada por todo el apoyo que me han dado últimamente. Son un amor.

Muchas gracias por leer y seguir aquí luego de tantos capítulos. Los amo muchísimo. ¡Jenn, fuera! 💙

PD: Disculpen desde ya por las faltas ortográficas y/o gramaticales que pueda tener el capítulo. Lo escribí súper rápido <3
PPD: Si les gusta Teen Wolf, supongo que notaron la referencia 😏

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