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XXXVII. Cuchilla Relámpago

CAPÍTULO XXXVII:
CUCHILLA RELÁMPAGO

Una línea carmesí trazó ardientemente su mejilla al un filoso rayo de chakra rasgar limpiamente su piel, dejando de inmediato una sensación de escozor en la zona.

Lo ignoró.

La chica solo mordió su labio con fuerza y siguió con lo que hacía, reacia a interrumpir su progreso. Luchaba por mantener el control de aquella maraña de poder que estaba en su mano, tan salvaje como una bestia. No obstante, para su desgracia, el inconveniente volvió repetirse, rasgando su brazo, esta vez de manera mucho más profunda.

—Demonios —masculló, deshaciendo el chakra de su mano de inmediato, llevándose la mano al hombro herido.

—¡Sakuma, ¿estás bien?! —exclamó Rock Lee, llegando hasta ella.

Sakuma asintió al instante ante la cara de preocupación de su amigo, apretando los labios con fuerza para retener el llanto.

La mirada meticulosa de él la recorrió. Cortes sangrantes se exhibían a lo largo de sus brazos, algunos en el área de su estómago, y muchos otros en sus piernas. Sus guantes se habían roto y ya casi nada quedaba de ellos, dejando a la vista sus manos quemadas. Parecía que su amiga había quedado atrapada dentro de una trituradora y apenas salido en una pieza, y se notaba que ya comenzaba a pasar su límite de resistencia.

Sakuma llevaba esforzándose hacía ya hora y media, tratando de llevar a cabo el entrenamiento que su padre había empezado por sí sola, tratando de responder a sus dudas con nada más que ensayo y error al Kakashi no haber podido enseñarle todos los trucos cuando ella ya había precipitadamente intentado hacerlo por su cuenta y causado la explosión que casi acabó con su vida. Por lo que prácticamente, estaba descubriendo la técnica ella sola, al igual que el Elemento Rayo con el que nunca había tenido contacto.

El sharingan había ayudado un poco en la tarea de poder asimilar aquella naturaleza de chakra, al ella siempre haber manejado el chakra de fuego, que era con el que tenía afinidad. Pero de ahí, a entender el Elemento Rayo, ya era otro asunto. Por lo que sí ya de por sí era complicado aprender el Chidori por sí misma, el añadirle también el manejo de un elemento que no conocía en absoluto, no era para nada de ayuda. Aquello era muy difícil.

Rock Lee estaba preocupado. Su amiga de verdad parecía no querer rendirse hasta que terminara en el hospital. Sabía que en parte era su culpa por haberse ofrecido a ayudarla, por haberle dicho que la apoyaba, pero lo había hecho porque confiaba en su fortaleza y porque no quería que estuviese sola. Pero ahora parecía que fue una muy mala idea el darle ánimos.

Sakuma ahora era imparable.

—¿Sabes? Creo que tal vez debamos esperar a que Kakashi-sensei llegue de la misión del Equipo 10 —expresó afligido su amigo—. Te estás lastimando demasiado.

—No —gruñó, dirigiéndole una mirada de advertencia—. Dijimos que dejaríamos esto entre nosotros. Yo practicaría el Chidori y tú estarías aquí por si algo me pasa.

—Aún así me preocupa —frunció el ceño con inquietud—. Kakashi-sensei debería estar aquí para aclarar todas tus dudas y ayudarte con lo que aún no sabes para evitar accidentes. Tú estás básicamente adivinando cómo hacerlo.

—Confío en mi capacidad y confío en ti para mantenerme a salvo —replicó.

—Pero... —comenzó, cuando fue cortado.

—Lo prometiste —sentenció, haciendo que Lee finalmente retrocediera con un suspiro y regresara a su lugar a unos metros de ella.

Sakuma cerró los ojos, inhalando el olor del bosque. Tierra, césped, la madera de los árboles, el río a unos metros, Lee. Todo eso logró serenar su corazón y despejar su mente, para nuevamente retomar con su entrenamiento.

Un resplandor azul apareció en su mano conforme aplicaba el chakra en ella. Sus ojos negros se entrecerraron cuando este brillo aumentó al comenzar el cambio de la naturaleza del chakra, convirtiéndolo en una corriente eléctrica. Hasta aquí siempre iba todo bien, el problema era el cambio de su forma.

—¡Agh!

—¡Sakuma!

Los brazos de Lee la ayudaron a levantarse cuando cayó al suelo, luego de que un rayo cortara su pantorrilla.

—¡Ya basta, Saku! ¡Deja de lastimarte! —lloriqueó Lee—. Vamos al hospital a que te curen, ¿sí?

—Si no lo hago hoy, no podré hacerlo jamás —objetó, cerrando los ojos con fuerza al sentir el dolor en todo su cuerpo, causado por los repetidos ataques que lanzó accidentalmente a sí misma—. Kakashi seguramente llegue hoy por la tarde y no me dejará hacerlo.

—Sakuma...

Ella no le prestó atención.

Sus dedos se sumergieron en el largo césped al apoyar sus manos en él, y lágrimas se acumularon en sus ojos sin poder evitarlo al comenzar a recargar su peso en sus heridas piernas. Una vez más, luego de haber caído al suelo en derrota, Sakuma conseguía la fuerza necesaria para ponerse de pie nuevamente.

Lee solo podía verla maravillado por su voluntad, dudando si incluso él o Gai-sensei podrían llegar a tanto. Ni siquiera sabía cómo es que a su amiga le quedaba tanto chakra. Por lo que había escuchado de ella, el Chidori era una técnica que empleaba muchísimo chakra, Kakashi podía hacer solamente cuatro, y ella —a pesar de no haber podido completarlo exitosamente hasta el momento— llevaba más de una hora practicando.

Su amiga, su rival, sí que era una shinobi sorprendente.

Entonces, se escuchó aquel sonido. Aquel característico sonido. El canto de decenas de aves se oyó en todo el bosque, retumbando contra los árboles, cuando la luz enceguecedora del Chidori bañó el claro a pesar del sol estar presente en el cielo.

—¡Por todos los Hokage, Saku! —el chico se llevó las manos a la cabeza.

Una risita de satisfacción se escapó de sus labios, haciendo a Lee sonreír.

Por fin, el eléctrico chakra de Sakuma se mantenía estable en su mano, sin irregularidades que saliesen disparadas a lastimarla. Se sentía cálido y por más que fuese caótico ver aquellos intensos rayos de electricidad moverse en todas direcciones, la vista desde los ojos de Sakuma era hermosa.

Todo ese brillo y todo ese poder, la hacía sentir bien. Y no porque la hiciesen sentir imparable o algo similiar, sino porque significaba que finalmente había podido realizar la técnica que su padre había creado de niño y eso la enorgullecía.

—¡Vamos, úsalo! —alentó Lee, emocionado, admirando cómo era que el Chidori hacía resplandecer a su amiga.

Sakuma asintió, y en un parpadeo, Lee vio cómo el tronco de un árbol estallaba en miles de pedazos.. Él sabía que ella perfectamente hubiese podido seguir adelante, destruyendo más árboles detrás de ese con su poderosa técnica, sin nada en su paso que pudiese detenerla, pero había decidido ser precavida.

—¡Lo hiciste! —chilló, corriendo hacia ella una vez el jutsu desapareció.

La Hatake gimió con dolor cuando él la alzó del suelo en un fuerte abrazo, pero no dijo nada. De su garganta brotó una risa cansada, feliz de haberlo logrado, subiendo en volumen cuando Lee comenzó a balancearla de un lado a otro como siempre hacía cuando estaba extasiado.

—Ah... ¿interrumpo algo? —se oyó la voz de alguien más en el claro.

Rock Lee dejó a su amiga de regreso sobre sus pies y ambos voltearon hacia el chico que los miraba con una ceja alzada. Jamás había visto a Sakuma comportarse así de cariñosa con nadie, aunque bueno, con un amigo como Lee uno debía de acostumbrarse a tratos así.

—Ah, hola, Konohamaru —saludó amigable el de verde.

—¿Qué haces aquí? —preguntó la Hatake, antes de que este pudiese responder algo.

El Sarutobi no se molestó por su tono de voz, sino que pareció aliviado. Y es que, para Konohamaru, ver que Sakuma se comportaba igual de insoportable con él, lo confortaba. Hubiese sido muy extraño para él que aquello cambiara por aquel momento de vulnerabilidad que había compartido con ella, y apreciaba que lo mantuviera en secreto.

—Venía a darte buenas noticias, pero parece que vine en mal momento —miró a ambos adolescentes, haciendo a Rock Lee sonrojar furiosamente, pero entonces los ojos del castaño se agrandaron en sorpresa al ver el aspecto de la Hatake—. Demonios, ¿qué te pasó?

Sakuma ocultó sus chamuscadas y sangrantes manos detrás de sí, escondiéndose disimuladamente detrás de Lee para evitar la intensa mirada del chico sobre ella.

—Estaba entrenando —dijo seca—. Ahora, ¿qué venías a decir?

Konohamaru dudó si continuar, extendiendo su mirada sobre ella unos cuantos segundos más, considerando si debía seguir cuestionando o no. No obstante, al saber que mientras más rápido ella supiera las noticias sería mejor, optó por dejarlo ir.

—Kakashi-sensei ya regresó. Creí que querrías saberlo... —murmuró, algo apenado de confesar que se preocupaba por sus intereses.

—¡¿Ya están aquí?! —exclamó Lee alegre por la noticia. Sin embargo, cuando volteó a su amiga, la notó pálida—. ¿Qué sucede, Saku? ¿No estás feliz?

—Claro que lo estoy —lo miró como si fuese estúpido—. ¿Pero cómo se supone que explique todo esto, ah? —se señaló a sí misma. Estaba hecha trizas.

—Oh... eso —rió nervioso—. Kakashi-sensei va a matarte.

(...)

—¿Cómo es posible que cada vez que no te superviso termines herida? —regañó su padre, apenas la vio entrar por la puerta.

—Bueno, estaba bajo tu supervisión cuando me explotó el Chidori en la cara y aún así... Lo siento —murmuró lo último, cortándose a sí misma cuando vio la mirada triste de su padre. Ella solo trataba de aligerar las cosas.

Kakashi avanzó hacia ella para examinarla de cerca. Una mueca de dolor adornaba el rostro del hombre por más que él no fuese el que lo sintiera al recorrer el cuerpo de su hija con la mirada, y empeoró cuando sujetó las manos de ella y vio en el estado que estaban.

—Estuviste practicando el Chidori —sentenció, frunciendo el ceño con enojo—. Te dije que lo tenías prohibido.

Sakuma suspiró, retirando sus manos de las suyas.

—Lo sé, por eso lo hice a escondidas —respondió obvia.

—Podrías haberte lastimado con gravedad —replicó. Kakashi sacudió la cabeza cuando se percató de algo:—. No, ya estás herida con gravedad. Deberíamos ir al hospital. Ahora.

—Estoy bien —rodó los ojos—. Solo son unos cuantos raspones.

—Son más que solo raspones. Lo sé porque yo me hice las mismas cuando desarrollé el jutsu.

—Estoy bien, sabes que sano bastante rápido —resopló—. Además, el que parece que se cae a pedazos aquí eres tú.

Kakashi no replicó ante eso, él también se veía bastante mal. Sus ropas estaban desgarradas, había perdido su chaleco shinobi en la batalla, y la cantidad de heridas que tenía distribuidas por todo su cuerpo eran abundantes. Y no solo eso, sino que se veía drenado de cualquier energía.

Si Sakuma no supiera quien era él, seguro lo hubiese confundido con un muñeco de trapo.

—Sí, bueno, la pelea me dio bastantes problemas —suspiró cansado, sentándose en el sofá—. Si Naruto no hubiese llegado a tiempo tal vez ni siquiera estaría aquí ahora.

Sakuma se irguió levemente, recordando a sus compañeros.

—¿Él y los demás están bien? —preguntó, tomando lugar en el suelo frente a su padre, quién asentía.

—Sí, todos están bien. Sin ningún rasguño excepto Naruto. Su brazo quedó muy mal luego de que usara la técnica nueva. El Rasen-shuriken —dijo. Se notaba que aquello lo apenaba—. Está en el hospital ahora junto con Sakura.

—¿Y Shikamaru? —cuestionó forzosamente, como si se estuviese  obligando a sí misma a preguntar al la preocupación ser más fuerte que su desinterés. El chico parecía bastante sacado de sí la noche anterior cuando apareció en su habitación.

Kakashi sonrió al verla cruzarse de brazos con resentimiento.

—Parece estar bien —cerró los ojos amigable—. A pesar de estar agotado luego de haber drenado casi todo su chakra en la pelea contra el tal Hidan, parece estar bastante mejor.

—¿Peleó él solo con un Akatsuki? —abrió los ojos impresionada.

—No solo eso, también lo derrotó —sonrió—. Asuma estaría muy orgulloso. Shikamaru tenía absolutamente todo planeado. Es un genio.

—Tsk, es un presumido. Eso es lo que es —alzó la barbilla.

Kakashi rió, antes de volver a hablar. Esta vez, un tono más frívolo y aterrador adornaba su voz.

—Ahora, ¿tratarás de evadir el hecho de que practicaste el Chidori a mis espaldas, o hablarás al respecto?

Sakuma se encogió en sí misma ante su mirada asesina.

—Yo... Uhh... —balbuceó, dando una mirada rápida en dirección a su habitación, planeando un escape.

—Sakuma, ni lo pienses.

Luego de unos instantes de debate interno, Sakuma suspiró aceptando su derrota.

—Pero antes que nada, mejor curemos esas heridas tuyas —decidió Kakashi. Sakuma abrió la boca, dispuesta a protestar—. No hay peros. Ya bastante castigada estás como para añadir cosas a la lista —se puso de pie, yendo camino al baño con su hija detrás de él.

—Agh, ¿castigada? —se quejó, echando la cabeza hacia atrás con fastidio.

—Uhum. Muy castigada.

Sakuma dejó salir un sonido de protesta, más no replicó, sabiendo que se lo merecía.

Ambos peliplata ingresaron al baño, Sakuma sentándose en la tapa del inodoro sin que su padre tuviese que indicarlo, mientras él buscaba lo que necesitaba en el pequeño armario. Ya una vez obtuvo lo que buscaba dejó todo sobre el banquito que Sakuma usualmente usaba para llegar al estante de las toallas, y tomando un paño, lo humedeció en agua fría aplicándole algo de jabón.

—Sí que te esforzaste —comentó, volteando hacia Sakuma y apoyando una de sus rodillas en el suelo. Tomó una de sus heridas manos, viéndola con su ceño frunciéndose, antes de comenzar a limpiarla—. No puedo creer que practicaras con ambas manos.

Ella dió un pequeño saltito cuando la tela húmeda acarició su piel.

—Sí, bueno... cuando una dolía demasiado rotaba a la otra —respondió, haciendo que su padre la mirase mal—. ¿Qué? Es una muy buena estrategia. Naruto tiene clones, yo solo tengo dos manos. Hay que aprovecharlas —se encogió de hombros.

Kakashi negó con la cabeza, no pudiendo creer lo que oía, pero sabiendo que solo ella podía hacer algo así. Su hija era imposible, determinó, ahora volteando el cuerpo sin levantarse y estirando la mano hacia el lavabo para enjuagar el paño y volver a pasarlo por la mano de ella, quitando todo residuo de jabón.

—No me has preguntado si lo logré... —murmuró algo tímida. De todas personas, de la única que quería felicitaciones era de él.

Él levantó la mirada de su trabajo unos instantes, levantándose y volviendo a aplicar jabón al paño, para luego nuevamente arrodillarse a su altura esta vez comenzando a limpiar su otra mano. Ambos sabían que aquello podía hacerlo ella sola, pero elegían ignorar ese hecho.

—Bueno, estaba bastante enojado como para hacerlo hace unos momentos, aunque no pareciera —confesó, hablando despreocupadamente—. Se me pasó el preguntarte en el mar de ansiedad que me provocaste al pensar las cosas que podrían haberte sucedido mientras yo no estaba —reprochó, mirándola con algo de enojo unos instantes, volviendo a enjuagar el paño y deshaciéndose del jabón en su mano.

Sakuma no contestó, viendo cómo su padre ahora comenzaba a untar ungüento en sus palmas con extremo cuidado, tanto que casi no lo sentía.

Obviamente estaba apenada por lograr que su padre se angustiara nuevamente por ella luego de todo lo que había pasado. Ella debería de ser una de sus últimas preocupaciones luego de la dura misión que había tenido.

Él debía de estar durmiendo luego de una relajante ducha, descansando del ajetreado día, no allí limpiando las heridas que ella se había auto-infligido en su deseo de grandeza.

Oyó a Kakashi suspirar en derrota.

—Entonces, ¿cómo te fue?

Vio cómo una media sonrisa se formaba en el rostro de Sakuma.

No podía estar enojado con ella por mucho tiempo, y no sabía si se debía a que era su hija o a que era hija de Fumiko. Simplemente no podía ver una expresión de tristeza en ella sin que se sintiera mal por ello, como cuando le dijo lo anterior y su mirada de inmediato fue al suelo. Se suponía que debía ponerle límites pero era terrible en eso.

—Logré hacerlo —dijo orgullosa.

Kakashi no se esperó esa respuesta.

—¿Q-qué? —balbuceó atónito. Sakuma infló el pecho, presumida, haciéndolo sonreír—. Sakuma, eso es sorprendente.

—Lo sé.

Él rió por lo bajo, ahora vendando sus manos.

—Me desobedeciste y aún así estoy orgulloso —suspiró, negando con la cabeza—. Creo que solo tú puedes hacer algo así.

Ambos permanecieron en un cómodo y alegre silencio en lo que tardó que las manos de la menor quedaran impecablemente tratadas, con blancas vendas rodeando sus muñecas, palmas y dedos.

—¿Podría ir a ver a Naruto al hospital? —preguntó ella—. Dijiste que estoy castigada, así que... uhh... ya sabes.

—¿Me pides permiso? —terminó por ella, divertido. Sakuma aún siguiendo sus reglas quería hacer parecer como que no lo hacía—. Sí puedes-

—Genial.

—Déjame terminar —alzó el dedo. Sakuma prestó atención—. Solo si antes dejas que traten tus cortadas profundas allí. La del hombro y la de la pierna parecen necesitar sutura.

Su hija rodó los ojos, pero asintió. Kakashi cerró los ojos feliz, sonriendo bajo la máscara.

—Bien —se puso de pie—. Ya está todo. Voy a dormir.

Sakuma frunció el ceño.

—No te has dado un baño aún.

—Agh, estoy muy cansado para eso —resopló, aflojando las rodillas.

—Hueles a cebolla. Báñate o te echo desinfectante —arrugó la nariz, dirigiéndose a la puerta.

Kakashi estaba a punto de murmurar lo malcriada que era, pero la vio voltearse hacia él.

Sakuma extendió las manos, moviendo los dedos.

—Gracias por esto —murmuró algo tímida, antes de desaparecer por el pasillo, camino a cambiarse de ropa.

Kakashi rió por lo bajo, enternecido ante la clara vulnerabilidad que sentía su hija hasta ese día al momento de decir palabras como: gracias o lo siento. Sabía que era un mal hábito el que no las dijera, pero jamás le había molestado aquello. Así era Sakuma. Y aunque no dijera esas palabras muy seguido, hacía que supieras que se sentía agradecida o arrepentida a su manera.

(...)

—¡Sakuma! ¡Estás aquí!

—Sí, bueno, no tenía de otra —se encogió de hombros.

Naruto rió desde su sitio en la camilla de hospital a un lado de Sakura, quien acababa de terminar de vendarle el brazo y ahora se acercaba a su amiga para recibirla con un abrazo que provocó quejas de la Hatake.

—Tú siempre igual de gruñona... —murmuró Naruto con una sonrisa, notando de repente que la peliplateada traía algo con ella—. Hey, ¿qué tienes ahí?

—Ah, ¿esto? —levantó la bolsa, alzando una ceja. Naruto asintió—. Traje helado.

—¡¿Me trajiste helado?! —chilló emocionado.

Sakuma asintió con una leve sonrisa ladina, mostrándose divertida. Naruto resplandecía.

La Hatake había traído aquello como forma de agradecimiento al Uzumaki por haber salvado a su padre de Kakuzu.

—No —dijo Sakura, señalando a su compañero, que ahora parecía hundirse en sí mismo con decepción ante su negativa—. No, no lo hizo porque no es bueno para ti en este estado.

—Sí, claro. Pero es muy sano para él que tú lo trates a los golpes en "su estado" —rodó los ojos la menor, ignorándola y sentándose como indio a los pies de la camilla.

Naruto ya tenía la vista fija en el helado con expectativa, lamiéndose los labios.

—Yo... ahh —balbuceó sin respuesta, al igual que siempre cuando su amiga lograba ganar las discusiones—. No trates de hacer sonar como si esto fuese menos incorrecto —la señaló, poniendo una de sus manos en la cintura.

—¡Oh, vamos, Sakura! ¡Solo será un poquito, dattebayo!

Sakura miró la cara de cachorrito de su compañero. El chico parecía estar babeándose encima.

Soltó un bufido.

—Agh, ya qué. Hagan lo que quieran —cerró los ojos fastidiada, sacudiendo la mano con desinterés—. Pero que conste que no apruebo esto.

—¡Sí! —exclamó Naruto riendo, viendo como Sakuma sacaba un par de cucharas de la bolsa.

La Hatake había abierto el recipiente incluso antes de que Sakura lo permitiera, no importándole lo que decidía.

Sakuma extendió las cucharas a sus amigos. Naruto prácticamente se la arrebató de la mano y Sakura la aceptó con timidez al haber sido tentada por el postre. Todo iba bien, hasta que dejó el recipiente en medio de la camilla y el par se abalanzó de inmediato hacia él.

—¡Espera, Naruto! ¡No es solo para ti! ¡Es para todos! —se quejó la Haruno cuando el chico comenzó a comer desesperadamente, tomando el recipiente de helado con el brazo vendado.

—Déjame, Sakura. Tú puedes comer más cuando quieras. Yo tengo que ahorrar, ¿sabes? —se quejó de regreso.

—¡No te hagas el pobrecito! Sabes muy bien que luego del pago de esta misión puedes comprarte al menos una docena de estos —gruñó, tratando de tomar un poco del helado.

—¡Pues entonces tú también! ¡Este me lo trajo Sakuma solo para mí'ttebayo!

Sakuma rodó los ojos, habiendo predicho la situación y solo se sentó allí, en silencio, viendo cómo el par peleaba por el postre. Aquello la divertía.

Estaba feliz que ambos estuviesen bien a pesar de todo lo que había pasado. No todo el mundo podía decir que se había enfrentado a un Akatsuki y salido con vida. Su padre no mucho tiempo atrás había quedado días en reposo al enfrentar a uno de ellos, y ni siquiera había ganado la pelea. Y el Kazekage literalmente había muerto en manos de esa organización luego de haber sido capturado por dos de sus miembros, siendo resucitado más tarde.

Por lo que para Sakuma, aquello era toda una hazaña, y no le hacía sentir más que admiración tanto por su padre como por Naruto, incluso por Shikamaru y Sakura que también se habían enfrentado a ellos. Esperaba algún día poder ser igual de poderosa.

Ellos, para ella, eran tan fuertes y competentes. Mientras que por su parte estaba siendo secuestrada y llevada de un lado para otro por personas que no conocía. Cómo desearía poder ser algo más parecida a ellos.

—Oye, Saku, ¿qué te pasó en las manos? —preguntó Naruto, haciéndola volver en sí.

Ambos compañeros habían dejado de pelear hace ya un par de minutos y comían tranquilamente del postre que la Hatake trajo, y del que aún no había probado bocado.

Sakuma miró sus manos, recordando a su padre al ver las vendas en ellos. Se encogió de hombros antes de contestar.

—Oh, estuve practicando el Chidori cuando no estaban.

—¡Eso es genial'ttebayo!

—¡Eso es súper peligroso, Saku!

Exclamaron al mismo tiempo, haciéndola saltar levemente por los gritos.

—Lee estaba conmigo —tranquilizó a su amiga, consiente de lo traumático que había sido para ella la vez que había tenido que hacer que volviera en sí—. Sabes lo veloz que es él. Cualquier inconveniente me hubiese traído aquí a tiempo.

Eso no pareció tranquilizarla en lo más mínimo.

—Tú no sabes eso. La vez anterior... —suspiró, no queriendo recordar la experiencia—. Escucha, fue algo tonto y peligroso lo que hiciste. No me sorprende que te hayas lastimado así —miró las manos de ella—. Fue muy irresponsable de tu parte el arriesgarte de esa manera.

Sakuma no respondió, solo se limitó a asentir en acuerdo a lo que ella decía, no queriendo discutir.

—¿Y cómo te fue, de todos modos? —interrumpió Naruto—. ¿Hiciste algún progreso? —preguntó ansioso, llevándose una cucharada de helado de vainilla a la boca.

—De hecho ya logré hacerlo.

—¡¿Qué?! —volvieron a chillar ambos al mismo tiempo, sobresaltándola nuevamente.

—Dejen de gritar —gruñó.

Naruto no le hizo el más mínimo caso.

—¡¿Cómo es posible que ya hayas podido hacerlo en solo una tarde?! ¡A mí me llevó muchísimo tiempo hacer el Rasengan, y tiene los mismos principios'ttebayo! —se quejó, totalmente indignado.

—Uhh, bueno, solo practiqué hasta que salió —respondió. Naruto seguía quejándose—. De todos modos, ¿de qué te quejas? ¿No eres tú el que perfeccionó el jutsu del Cuarto Hokage en menos de una semana?

—Sí, con cientos de clones de sombra —murmuró cruzándose de brazos.

Sakuma rodó los ojos.

—Saku, eso es sorprendente. Bien hecho —felicitó Sakura por más de que aún seguía algo molesta.

Sakuma abrió la boca dispuesta a contestar, cuando un golpe se escuchó en la puerta.

—¿Se puede?

—¡Sabio Pervertido! —exclamó Naruto—. Claro, pase.

El hombre sonrió, permitiéndose ingresar en la habitación y acercarse a la camilla donde estaban sentados. Al llegar a ella, dedicó su atención a Sakuma.

—Tiempo sin vernos, Sakuma —sonrió—. No pude evitar oír de lo que hablaban. Con que ya pudiste dominar el Chidori, ¿ah?

Sakuma asintió, viéndolo atenta. No recordaba la última vez que había hablado con él. ¿Hace un mes? ¿Un poco más? No sabía con exactitud, pero le daba gusto verlo.

Él había sido con el único que había confiado que la vigilaban, el que había prometido con el meñique no decirle a nadie, y el que la había apoyado, convenciendo a la Hokage de que la dejara irse de la aldea en una misión.

Incluso habían compartido una agradable tarde de anécdotas cuando su padre estaba en el hospital, permitiéndole por un segundo dejar de preocuparse tanto, llegando a entrenarla un poco con la condición de que se dirigiera a él de "usted", enseñándole a luchar en completa oscuridad.

En conclusión, el Sannin era alguien que a ella realmente le agradaba. Y eso era algo difícil de lograr.

—Me alegra verte sana, niña —dijo sincero—. Le diste un gran susto a todo el mundo. Y no me refiero solo a cuando regresaste, sino que casi estiras la pata ayer, ¿o me equivoco?

—¿Quién le dijo? —frunció el ceño confundida. Los únicos que sabían de aquello eran los que estuvieron presentes en el incidente, la doctora que la atendió en el hospital y Lee. Sakuma no quería que muchos se enteraran de su pequeño accidente.

Jiraiya miró a Naruto. Sakuma hizo lo mismo, provocando que el joven riera nervioso.

—Tú... —entrecerró los ojos la Hatake.

—Sé que no querías que se enterara nadie, pero no pude evitarlo'ttebayo —cerró los ojos, rascándose la nuca.

—Dame el helado que te traje —extendió la mano.

Naruto abrió los ojos, tomando el helado con su mano sana y alejándolo de ella.

—Pero me lo regalaste.

—Eso fue antes de saber que eras un chismoso —replicó.

Jiraiya rió, viendo el intercambio de ambos jóvenes, cruzado de brazos.

—Es cierto, devuelve el helado, Naruto —coincidió Sakura.

—Tú solo estás de acuerdo porque quieres el helado para ti sola —la expuso el Uzumaki.

—Ya, chicos. Necesito que se tranquilicen —intervino el Sannin

El grupo de amigos callaron. El tono del hombre, por más de que era amable, era uno serio.

—¿Qué sucede, Sabio Pervertido? —interrogó su pupilo al notar que parecía necesitar decir algo serio.

—Vine a buscarte para llevarte a una reunión con Tsunade —explicó el hombre—. El que estuvieras con Sakura y con Sakuma es una ventajosa coincidencia. También deben venir.

—¿También yo? —preguntó la Hatake. Usualmente no la incluían en esas "grandiosas" reuniones.

El hombre asintió, soltando un suspiro cansino.

—Tenemos noticias de Sasuke. Creo que tú, su sobrina, también debería de saberlas.

Sakuma cerró los ojos, viéndose venir los gritos del Uzumaki.

—¡¿Sobrina?! —chilló Naruto, totalmente en shock—. ¡¿Sasuke es tu tío?!

—Lamentablemente sí —respondió ella.

Carcajadas no tardaron en brotar de la garganta del Uzumaki, no pudiendo creer lo que oía.

—¡No puedo creerlo! ¡Eso explica todo'ttebayo! —reía histéricamente.

Sakuma frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir con eso, idiota?

—¡Hasta suenas como él!

—Cállate —rodó los ojos.

—¡Exacto!

La peliplata tomó el tabique de su nariz con los dedos, cerrando los ojos en busca de paciencia. Mientras tanto, Sakura habló preocupada, esperando lo peor.

—¿Dijo: noticias de Sasuke? ¿Qué noticias llegaron? —preguntó.

Jiraiya tomó un gran respiro antes de hablar, como si el solo pensar en las noticias lo hiciera sentir exhausto.

—Tendrán que acompañarme y averiguarlo.

(...)

Las noticias no sorprendieron a Sakuma en lo más mínimo.

Uchiha Sasuke había finalmente asesinado a Orochimaru —para alivio de ella que ya no tendría que preocuparse de que aquel lunático tratara de secuestrarla nuevamente gracias a su herencia familiar— y escapado de su guarida.

La razón por la que esto no la asombraba era porque, en lo que pudo ver de la interacción de ambos, el Uchiha no era el mayor admirador del tipo serpiente, y tampoco un estúpido. Él sabía que estaba allí únicamente para ser utilizado y por eso mismo era que la ayudó a huir y así ella no tomara su puesto, ya no haciéndolo imprescindible. Él sabía que Orochimaru lo necesitaba y el tomaba eso a su favor.

Por lo que no le sorprendió que una vez consiguió lo que quiso (poder), se deshiciera de Orochimaru en un instante.

Y al contrario de Naruto y Sakura, tampoco le sorprendió que Uchiha Sasuke no tuviera intenciones de volver. Por lo visto, para ella, que no conocía al chico en lo más mínimo, le era más fácil predecir su manera de pensar, que a sus propios compañeros.

—¿Qué significa esto? —alegó Naruto—. ¿Por qué no regresará a la aldea ahora que Orochimaru está muerto?

—Sasuke se ha obsesionado con su venganza —respondió Jiraiya desde su lugar a un lado de la Hokage—. Para matar a Uchiha Itachi, debe acercarse más a Akatsuki.

—Ese bastardo... ¿Todavía sigue con eso? Maldición —refunfuñó por lo bajo—. ¡Entonces también tenemos que movernos! La misión de perseguir y atrapar a Akastuki todavía está en pie, ¿verdad?

—Así es —la Hokage asintió, sabiendo a dónde quería llegar.

—Entonces nuestras posibilidades de encontrarnos con Sasuke son mucho más altas si buscamos a ese miembro de Akatsuki —propuso.

Sakuma miró al Uzumaki, entendiendo a quién se refería. Y por algún motivo no le gustaba en lo más mínimo el plan ni el tono frívolo y decidido con el que el Uzumaki estaba hablando.

—En otras palabras —continuó Naruto, bajo la mirada atenta de todos en la oficina— nuestro objetivo es: Uchiha Itachi.

Ok, esto de resumir las cosas lo más que puedo van a terminar matándome.

El chidori, el regreso de Kakashi y los demás, la reacción de Kakashi a Sakuma aprendiendo el Chidori, Naruto en el hospital y enterándose del escape de Sasuke, todo en un capítulo solo. Todo salteándome el relleno Guren, la mujer del jutsu estilo de cristal, y el nene obsesionado con las camelias JAJAJA

Así que por todo esto noto que últimamente lo capítulos como que van perdiendo la calidad. Los diálogos son abundantes y la narración es menor, y hasta creo que la personalidad compleja de Sakuma va haciéndose más simple ante el tedio que me da pensar en que si hago las cosas más complicadas voy a tener que escribir más. Por todo esto, perdón. Lo hago sin darme cuenta.

Pero bueno, ¿qué les pareció el capítulo? Sakuma ya aprendió el chidori y por lo que parece ya va a empezar la cacería de Sasuke JAJJAJA

Y Kakashi y Saku tuvieron un momento padre-hija. No sé si lo notaron pero luego de su gran pelea, están más unidos que nunca ahora que ya no hay secretos entre ellos :')

En fin. Eso es todo por hoy. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo! ¡Jenn, fuera!

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