Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XXXV. Uchiha Itachi

CAPÍTULO XXXV:
UCHIHA ITACHI

Sakuma no era tonta. Sabía perfectamente lo que hacía, hacia dónde ese cuervo se dirigía —o más bien, hacia quién se dirigía— y era ese el motivo por el que iba tras él. ¿Estaba bien aquello? Claro que no. El chico era un traidor de la aldea, un asesino a sangre fría, miembro de Akatsuki, y genocida de su propio clan.

Kakashi le había hablado de él luego de su primera reunión con el Consejo. Su padre se enfrentó a él en ya algunas ocasiones, una de ellas en las que resultó víctima de uno de sus genjutsus más poderosos, del que fue prisionero por días a pesar de haber pasado minutos, siendo cruelmente torturado. Y aún así, eso no la detenía por más que sentía que traicionaba a su padre al hacerlo.

Sakuma debía y quería ver al muchacho que había alguna vez significado tanto para su madre, el muchacho que había curado sus heridas de niña y que lo hizo nuevamente en su adolescencia al haberla salvado de las manos de Kabuto. ¿Por qué quería verlo? Por respuestas.

¿Por qué Uchiha Itachi había dejado a su madre con vida a pesar de haber aniquilado a todo su clan? ¿Por qué la había dejado también a ella, hija de una, vivir?

¿Y su madre? ¿Cómo es que pudo haberle confiado su ubicación a alguien así, siendo que había huido de la aldea por su seguridad y la de su bebé? ¿Por qué la presentaría con el asesino de su propio clan? ¿Cómo es posible que dejara que la cargara y jugara con ella, siendo que ella era tan protectora? Sakuma no había recordado que dejara a nadie acercarse a ella con la excepción de su sensei, y aunque Itachi fuera su hermano, seguía siendo una amenaza.

Todas esas preguntas iban hacia dos respuestas, una siendo que su madre no tenía idea de las acciones de Itachi, y la otra siendo que ella lo sabía y tal vez había estado involucrada. ¿Acaso el Consejo podría haber tenido razón todo ese tiempo con respecto a la lealtad de su madre? ¿Podía ser ella una traidora?

Un graznido la sacó de su conflicto interno, el cuervo avanzaba cada vez más deprisa en dirección de los bosques a las afueras de la aldea.

Sakuma lo seguía de cerca. La brisa de la noche dejaba frías caricias en sus mejillas sonrosadas; siguiendo su camino por su largo cabello plateado, que se movía al compás de sus movimientos, fluyendo detrás de ella y ocasionalmente chocando contra su espalda y rostro conforme saltaba los obstáculos que se le presentaban en el camino.

Sus ojos escarlatas estaban fijos en aquella ave que anteriormente había perseguido en su infancia, a la que hubiera perdido hace tiempo de no ser por el sharingan. El cuervo se camuflaba perfectamente con el cielo nocturno, haciéndolo prácticamente invisible a cualquiera a excepción de la Hatake.

Debía ser cuidadosa. Si alguien la veía, si alguien la seguía, solo significaría problemas y unos muy grandes. Afortunadamente, el sigilo nunca había sido problema para ella.

El cuervo comenzó a descender una vez ya estaban a las afueras de Konoha, confirmando sus sospechas, por lo que alentó el paso y bajó del árbol en el que había aterrizado anteriormente. Sus pies descalzos sintieron el frío césped abrazarlos, mojándolos de rocío nocturno y Sakuma maldijo el no haber tenido tiempo de siquiera calzarse antes de salir. Había sido todo tan repentino. Pero al menos no estaba en pijama, ese era un punto a favor.

Su entrecejo se frunció cuando notó la repentina desaparición del animal. Confundida, avanzó unos cuantos pasos, sin despegar la mirada del cielo en su búsqueda, en vano. Giró un par de veces sobre sus pies, frustrada consigo misma al haber sido tan idiota como para perderlo, cuando entonces notó que alguien más estaba allí.

En las sombras él la observaba. Sakuma se veía por fin sana, de regreso sobre sus pies, y todo rastro de herida había desaparecido de su cuerpo. Alivio entibió el pecho del joven, agradecido de que se hubiese recuperado luego de tan mala experiencia. Sus nudillos quedaron blancos bajo las largas mangas de su oscuro uniforme al recordar el deplorable estado en el que la había hallado.

—Itachi —la escuchó pronunciar su nombre correctamente por primera vez.

Él no contestó. Ni siquiera mostró indicios de haberla escuchado por mas de que obviamente lo hacía. Sakuma desvió la mirada un segundo. Uchiha Itachi emanaba un aura tan elegante y a la misma vez tan fría y asesina, que Sakuma sintió la repentina necesidad de abrazarse a sí misma para brindarse algo más de seguridad ante tal presencia.

—¿Qué haces aquí? —inquirió él luego de largos segundos, provocando que volviera a verlo.

Dudó unos instantes antes de contestarle.

—Quería verte —respondió con la verdad.

—¿Y eso no te parece peligroso? —preguntó. Un tono de lo que no supo identificar si era sorna o preocupación se oyó en su voz.

—No me siguieron.

—No me refería a ellos.

Sakuma alzó una ceja.

—No te tengo miedo.

—¿Aún así traes tu sharingan activado? —señaló.

—Dije que no te tengo miedo, no que confíe en ti —se encogió de hombros.

Itachi se obligó a sí mismo a no sonreír ante lo inteligente de su respuesta. Esa actitud valiente y hasta algo presumida era algo que Sakuma compartía con él y sus hermanos.

—Eres la persona que se encargó de exterminar al Clan Uchiha. El que traicionó Konoha y se unió a Akatsuki —habló, al darse cuenta que él no estaba dispuesto a hacerlo. No quería perder el tiempo. Su padre había salido recién, sí, pero el jamás se quedaba por mucho tiempo al preferir estar tranquilo en su casa junto con ella—. Y aún así mi madre confió en tí. ¿Por qué?

—¿Has venido hasta aquí por eso? —cuestionó. Su voz era baja, pero sumamente clara.

Ella asintió decidida a obtener respuestas incluso si debía obtenerlas de él. Esperaba que el que ella fuese su sobrina ayudara a que le dijera la verdad.

Él avanzó un paso. Ella sacó un kunai. El muchacho ignoró este gesto y siguió avanzando hacia ella. Los ojos escarlata de la menor estaban ligados a la figura del chico, observándolo aproximarse, e inconscientemente bajando el arma con lentitud a medida que la proximidad incrementaba. Estaba a tan solo un par de pasos cuando Itachi no pudo contener una leve sonrisa de aparecer en su rostro. Sakuma lo miró algo confundida.

—Me alegra verte nuevamente en buena salud —confesó. Su aura oscura y asesina había desaparecido inmediatamente, dándole paso a una más cálida. El muchacho había posado su mano en su cabello, tal como lo había hecho en sus recuerdos de niña.

Sakuma no sabía qué responder. La persona de la que su padre le había hablado no se parecía en nada a la que tenía en frente. Este Itachi era el mismo que conoció de niña y el mismo que la salvó de Kabuto; un chico tranquilo y dulce, que se preocupaba por ella; y no sabía si ese era su verdadero yo, que escondía de todos y se lo mostraba únicamente a ella; o si su yo verdadero era aquel siniestro asesino, mostrándole a ella una mentira.

—No tienes por qué desconfiar de mí —dijo al ver que la había dejado sin palabras—. Jamás haría nada que te lastimara.

—Yo... No entiendo —sacudió la cabeza, aturdida—. Tú aniquilaste a todo el Clan Uchiha. Dejaste a tu hermano huérfano y sediento de venganza. Pero cuando se trata de mí y de mi madre, todo es diferente contigo.

Itachi se tomó un tiempo antes de contestar, tanto que Sakuma creyó que no lo haría, pero finalmente retiró su mano con un suspiro, dejando una leve caricia en su cabello.

—Prometí a Fumiko protegerte cuando muriera. Prometí no hacerte lo que le hice a Sasuke —confesó—. Y las promesas para Fumiko eran irrompibles. No puedo fallar a mi palabra.

La Hatake pestañeó varias veces, procesando la información.

—¿Mi madre sabía lo que hiciste? ¿Sobre el genocidio y la traición?

—Sí.

—¿Entonces el Consejo tiene razón? ¿Ella también era una traidora?

El rostro de Itachi se vio poseído por ira, no hacia ella, sino hacia las personas de las que hablaba.

—No te refieras a tu madre con ese término. Jamás.

Sakuma guardó silencio, dándole a entender con la mirada que no volvería a hacerlo, antes de volver a hablar.

—Te recuerdo —comentó, haciendo a Itachi alzar una ceja—. Quiero decir, te recuerdo ahora. En la División de Inteligencia entraron a mis recuerdos y te vi en ellos.

El ceño del azabache se frunció ante lo dicho. ¿La División de Inteligencia la había interrogado? ¿Acaso Danzō encontraba muy difícil de entender sus palabras de dejar a Sakuma en paz?

—Cuando se metieron en mi cabeza vi el día en que te conocí y también el último que te vi, cuando caí y me atrapaste —Itachi asentía a sus palabras, también rememorando aquellos recuerdos—. Me preguntaba por qué jamás volviste a aparecer, ni siquiera cuando mamá murió.

El rostro de Itachi se suavizó y pronto la atmósfera del lugar cambió a una más lúgubre.

—Yo siempre estuve contigo, Sakuma. Siempre lo estaré —dijo.

Sakuma frunció el ceño. El tono con el que el Uchiha se expresaba parecía como si fuera más allá, como si estuviese pensando en el día en que moriría.

—Fue bueno hablar contigo por fin —habló el azabache. Las comisuras de sus labios se alzaban casi de manera imperceptible, sin embargo el sharingan de Sakuma logró captar su sonrisa entristecida.

—¿Ya te vas? —preguntó, viendo como el chico asentía—. No, aún tengo mucho que preguntar. Quiero saber qué pasó con mi madre, si tuvo algo que ver con lo que hiciste. Quiero saber si al menos algo de lo que me dijeron de ella es cierto. No sé quién fue mi madre y, por algún motivo, siento que puedo confiar más en lo que tú podrías decirme de ella, que en lo que cualquier otro diría. No puedes irte aún, no sé si volveré a verte de nuevo y necesito sa-

Cayó abruptamente al verlo alzar la mano. Creyó que era una indicación para que dejara de hablar, pero en cambio, un delicado y frío toque hizo contacto con su frente, librándola momentáneamente de su capacidad de pensar correctamente.

Llevó la mano a la zona, mostrando evidente confusión en su rostro. Itachi le sonreía con labios cerrados, esta vez abiertamente tal como lo hacía en sus recuerdos de niña.

—La próxima vez responderé a todo. Ahora debes irte. Llevas tiempo fuera y Kakashi puede regresar en cualquier momento.

—No me importa, inventaré algo si no me ve allí —intentó.

Esto no pareció cambiar su opinión ni por un segundo, ya que le dio la espalda, comenzando a caminar.

—Hasta la próxima, Sakuma.

—No, espera. Itachi —avanzó, sujetándolo de su uniforme Akatsuki.

Sus dedos sujetaron la suave tela, impidiéndole el movimiento al muchacho, que bajó la mirada al suelo.

No quería dejarla allí sin respuestas, pero tampoco podía permitirse decir toda la verdad. Ya demasiado había dicho esa noche al no poder oponerse a la voluntad de Sakuma, tan idéntica a la de su querida hermana mayor. Al igual que con ella, Sakuma podía llegar a él como ninguna otra persona, y cada vez que la miraba no podía juntar el valor suficiente como para mentirle, no sin ver los ojos de Fumiko devolviéndole la mirada.

—No sé quién demonios eres, ni siquiera sé si quiero saberlo —comenzó—. Pero gracias —medio sonrió—. Me trajiste de regreso con mi familia y amigos, y te agradezco por eso. Por más que no sé qué pensar de ti, lo digo con sinceridad.

Itachi cerró los ojos, suspirando.

—Debo irme, Sakuma.

Graznidos hicieron eco entre los árboles cuando con un jutsu el cuerpo del joven fue reemplazado por docenas de cuervos, haciendo que la menor cerrara los ojos ante el pequeño susto, para hallarse con que un familiar libro reposaba en sus manos que anteriormente se aferraban al Uchiha al volverlos a abrir. El libro de su madre.

Alzó una ceja. Por lo visto él se lo había quedado aquella vez, dedujo.

Sus pulgares acariciaron la portada del libro.

No había obtenido las respuestas que había querido, pero por alguna razón, el haberlo vuelto a ver la tranquilizaba. Le daba cierto cierre que no sabía que necesitaba con él hasta ese momento. Itachi sin duda la quería, y algo dentro de ella, en cierto modo, compartía ese sentimiento a pesar de que su lado lógico le gritara que era un sádico criminal. ¿Pero cómo es que podía considerarlo uno si todos los encuentros que había tenido con él eran tan cálidos y agradables?

Suspiró. Su familia sí que era un asunto complicado.

(...)

—¡Eso no es justo'ttebayo! ¡Usas el Rasengan aunque sea mi técnica secreta! Pasé muchos problemas con el duro entrenamiento del Sabio Pervertido.

Sakuma observaba divertida cómo Naruto recriminaba a su padre al verlo utilizar la técnica característica de él.

—Escucha... Llegaremos al asunto principal... —intentaba apaciguarlo.

—Sí, y además puede hacerlo con una sola mano, así como si nada —Naruto ignoró a Kakashi, siguiendo con su reproche—. Yo apenas puedo hacer girar el chakra usando dos clones de sombras. Ash, esto es demasiado complicado'ttebayo —hablaba ahora en un tono cabizbajo.

Kakashi suspiró, intercambiando miradas con Yamato mientras Naruto seguía quejándose y lamentándose.

—Uhh, creo que debemos esperar a que se tranquilice —propuso a su compañero.

—Naruto, ya deja de actuar como un bebé —rodó los ojos la menor, cruzada de brazos.

—¡Para ti es fácil decirlo! ¡Tienes el sharingan! Podrías aprender el Rasengan si quisieras con solo mirarlo una vez —bufó, doblando las rodillas y tomando una de sus muñecas dispuesto a intentar hacer el Rasengan en una sola mano, tal como su sensei lo había hecho anteriormente, sin éxito.

—Agh, qué llorón eres.

—¿A quién le dices llorón, eh?

—Ya, chicos. Silencio —intervino pacíficamente Kakashi—. Naruto, no hice el Rasengan por querer presumírtelo.

—Já, pues parecía lo contrario —desvió la mirada ofendido.

—De hecho, sí. Parecía que te la dabas de presumido —sonrió divertida.

Kakashi cubrió su rostro con la mano ante el comentario de su hija. Sakuma disfrutaba verlo sufrir.

—Sakuma, ¿por qué no vas a sentarte por allí? —propuso, sabiendo que si se quedaba solo se uniría a Naruto en su misión de fastidiarlo.

—¿Por qué? —dijo defensiva—. ¿Tú dijiste que viniera y ahora quieres echarme?

—Luego me encargo de ti. Ahora estaré con Naruto.

—Tsk, de acuerdo —gruñó, no gustándole que la mandaran a la banca.

—Diviértete —dijo Naruto, juguetón.

—Tú también, señor no-puedo-hacer-Rasengan-con-una-mano —sonrió falso, antes de comenzar a alejarse.

—¡Oye! 

Sakuma suprimió una pequeña risa y se sentó bajo el árbol que su padre había señalado anteriormente.

Era otro día soleado en Konoha y se encontraba nuevamente en el sitio de entrenamiento del Equipo 7, donde Naruto trabajaba junto a su padre arduamente. No le molestaba estar allí, en cierto modo la tranquilizaba, pero el tener que haber rechazado la invitación de Lee de almorzar con él la ponía de malhumor. Kakashi no la había dejado aceptar, alegando de que debía de hacer algo con ella esa tarde.

—¡A tí te estaba buscando! —escuchó la característica voz aguda de Sakura, haciendo que alzara la mirada del suelo donde sus dedos se enredaban distraídamente en el césped—. ¡¿Acaso estás loca?!

Sakuma agachó lo suficiente la cabeza para evadir el golpe que su amiga planeaba darle.

—¿Loca? Esa pareces tú con la cara que tienes y esos gritos —alzó una ceja—. ¿Ahora qué te picó?

—¡¿En qué pensabas cuando accediste a que te interrogaran?! ¡¿Acaso tienes una idea de lo sádico que son eses tipos?!

—Oh... Era eso —recordó.

—¡Sí, eso!

—Bueno, ya. Deja de gritarme.

Sakura tomó un profundo respiro para calmarse, al ver la asesina expresión de su amiga. Una vez expulsó el aire con tranquilidad, la peliplata palmeó el lugar a un lado de ella en el suelo, para que se sentara. Sakura no tardó en hacerle caso.

—No me hicieron nada. Estoy bien. Además, ahora al fin me dejarán tranquila. Incluso Sai ya dejó de vigilarme.

—Bien. Me tranquiliza en algo saber eso —suspiró. Había estado tan preocupada. Morino Ibiki era alguien aterrador—. Aún así fue algo muy estúpido. Por lo que oí de Ino, Kakashi-sensei casi tira la División de Inteligencia abajo cuando notó que tardabas más de lo usual. Shikaku tuvo que tranquilizarlo.

La Hatake desvió la mirada, incómoda ante esa información. No le gustaba nada saber que había causado ese malestar a su padre. Suficientes pesadillas le había causado con su secuestro. Kakashi aún se levantaba de noche de vez en cuando a verificar si estaba en su cuarto.

—De todas maneras eso ya es pasado —cambió de tema—. El único asunto que les molesta aún es que sea capaz de entrar a la cabeza de Naruto cuando pierde el control. Y ya en vez de molestarme, me divierte, si te soy sincera.

La Haruno asintió, recordando repentinamente ese detalle. Su humor, antes preocupado por su amiga, cambió a uno decepcionado.

—Es cierto, ayer ayudaste a Naruto en el entrenamiento —murmuró, viéndose las manos.

Sakuma notó su cambio de actitud. Parecía cabizbaja.

—¿Qué sucede? —alzó una ceja.

—Nada... Es solo que, bueno, Yamato puede ayudarle suprimir el chakra del Zorro, y tú a controlarse si no funciona, pero yo... —hizo una pausa, buscando las palabras correctas—. Yo no puedo hacer nada para ayudarlo, y eso me molesta. Ahora mismo todos están aportando en algo para que él pueda traer a Sasuke de regreso, y yo solo estoy aquí como espectadora.

—Él no lo traerá de regreso —contradijo. Sakura alzó la mirada, con un aspecto herido al hacerlo al oírla decir aquello—. Ustedes lo harán. Kakashi, Naruto y . Su equipo. No es sólo él. Ese era el plan. Tú también te has esforzado muchísimo, no le saques valor a eso.

—Aún así no es lo mismo —susurró, atrayendo las piernas a su pecho para abrazarlas.

—Claro que es lo mismo.

—No, no lo es. Yo ni me le acerco a Naruto. Yo... Estoy detrás de ellos y solo veo cómo es que siguen avanzando.

Sakuma guardó silencio unos instantes, meditando qué decirle.

—Yo nunca supe de una relación en la que la gente se reconcilie a los golpes, ¿sabes? —comentó, haciendo que Sakura la viera sin entender—. ¿Dices que la única manera de traer a ese... —sostuvo su lengua entre los dientes para evitar el insulto, mirando hacia el frente—... chico de regreso es dándole una golpiza? Sin ofender, pero no creo que sirva de mucho.

—Sakuma...

—Tú no necesitas ser poderosa, tú necesitas ser fuerte. Fuerte para soportar que no quiera volver, fuerte para hacer que cambie de opinión. No poderosa para obligarlo a hacerlo —frunció el ceño, volteando a verla—. Y déjame decirte, Sakura. Tú eres fuerte. No todas las personas resisten tanto tiempo, manteniendo la esperanza en sus amigos cuando se desvían del camino correcto. Y menos por alguien tan... —imbécil, quiso decir—... difícil.

Sakura pestañeó sin palabras. Sentía sus ojos picar por las lágrimas que se juntaban en ellos, haciéndolos ver como un mar de color jade.

—Eres más pequeña que yo y aún así te sales con estos discursos —reprochó—. Me haces quedar como una tonta que solo sabe lloriquear.

—Tú lo dijiste, no yo.

—Serás... —murmuró con una sonrisa, que Sakuma devolvió con una diminuta—. Gracias.

—No hay de qué —se encogió de hombros—. Pero la próxima no será discurso, será un puñetazo.

Sakura rió, viéndola agradecida de que fuese su amiga. No sabría qué haría sin alguien como ella que le mantuviera la cabeza sobre los hombros. Siempre lograba tranquilizarla, hacerla sentir mejor. El único problema es que ella jamás dejaba que otra persona hiciera lo mismo con ella.

No se abría fácilmente y solo lograba que todo aquello que contenía explotara de vez en cuando. Por lo que ahora estaba decidida a que hablara con ella. Podía ser que Sakuma no hablara, pero si le preguntabas, ella siempre respondía con la verdad

—Por cierto, Sakuma. Nunca me dijiste que tenías el sharingan —la miró de reojo, viéndola asentir—. ¿Eso era lo que contenía el sello, cierto?

—Sí —suspiró—. Y en realidad no quería que nadie lo supiera —murmuró.

—¿Qué? ¿Por qué?

—No lo sé —respondió por lo bajo, arrancando el césped con los dedos—. Solo que no se siente como si fuera mío.

—¿A qué te refieres? Claro que lo es. Tienes sangre Uchiha —la miró atónita.

—Algo que solo sé hace, ¿qué?, ¿una semana? —rió seco, sin gracia—. Yo siempre fui la que aplastaba cosas con las manos, como tú. La que era veloz. La que memorizaba y esquivaba. No una persona que usara el sharingan. Y me hace sentir algo incómoda, como si no me perteneciera.

—Supongo que sí puede ser extraño tener una habilidad así de la nada —reconoció Sakura—. Pero estoy segura que lo harás parte de tí. Sino me equivoco, todos los Uchiha tienen un instinto natural cuando se trata del sharingan.

Sakuma asintió, recordando cómo es que había sabido activarlo y desactivarlo incluso de pequeña, cuando no tenía idea de lo que era.

—¿Pero qué es esto? —alzó una ceja—. ¿Una sesión? ¿Ahora somos las psicólogas de la otra?

—No, tonta —rodó los ojos la Haruno—. Somos amigas.

Se miraron unos segundos. Sakuma abrió la boca para decir algo, cuando alguien la interrumpió.

—¡Sakuma! —oyó a su padre llamar con su típico cantito. Sakuma no respondió, se limitó a gruñir fastidiada—. ¡Sakumaaa!

—Creo que Kakashi-sensei te llama —señaló su amiga.

Sakuma echó la cabeza hacia atrás, perezosa. Tomándose todo el tiempo del mundo en responder.

—¡Sakuma!

—¡Sí, ya voy, pesado! —gruñó, obligándose a levantarse—. Luego nos vemos Sakura. Si ves a Lee dile que almorzaré con él mañana.

—De acuerdo —asintió sonriendo.

Sakuma sacudió la tierra de sus pantalones antes de encaminarse hacia su padre. Ya se había alejado de Naruto y sus múltiples clones, y la esperaba con las manos en los bolsillos en un lugar apartado. Por lo que parecía, Naruto había dado comienzo su entrenamiento, tratando de llegar a la combinación de la transformación de naturaleza del chakra, con la modificación de forma.

La peliplata le dirigió una pequeña mirada de lado, mientras arrastraba los pies hasta llegar a Kakashi.

—¿Sí? —preguntó con un tono aburrido, una vez llegó a estar de pie frente a él.

—Ya deja de resoplar, Sakuma —rió Kakashi—. Sé que arruiné tus planes, pero valdrá la pena.

—Bien —rodó los ojos, elevando una de las comisuras de sus labios en una media sonrisa—. ¿Para qué me necesitabas?

—Bueno, pensaba el otro día que, ahora que tienes el sharingan, no te vendría nada mal aprender el Chidori —se encogió de hombros.

—Bromeas —ladeó la cabeza, no queriendo elevar sus esperanzas.

—Para nada —cerró los ojos feliz—. Sé que te lo puedo confiar y siempre quise enseñártelo. Pero el sharingan era algo necesario para usarlo. Eso ya no es problema ahora lo tienes.

Los ojos de Sakuma se abrieron, no pudiendo creer lo que oía. Su padre quería enseñarle su técnica más poderosa, la que él mismo había inventado.

—Entonces, ¿qué dices? —preguntó, aún sabiendo la respuesta.

—La respuesta es obvia. Por supuesto —habló, y Kakashi detectó la emoción en su voz—. Supongo que serás mi sensei otra vez.

—Y estoy seguro que lo harás genial.

¡Uy, uy, uy, uy! Hasta acá el capítulo de hoy, gente <3

Itachi al fin tuvo la oportunidad de hablar con la beba y, como pueden ver, su relación con ella es muy diferente a las que lleva con cualquiera en este punto de su vida. Quise utilizar su lado cálido con ella, el que nunca pudo mostrar gracias a la cubierta que debía mantener con Sasuke. Y no me arrepiento de nada asgshsñ

También, por otra parte, Kakashi planea al fin comenzar a entrenar a Sakuma! :') Ya era hora que le enseñara el chidori, ya van a ver qué sucede con eso en el próximo capítulo.

Como ya sabrán algunos, el libro de drabbles ya está publicado. Pueden pasarse cuando quieran ;)

¡En fin, espero que les haya gustado el capítulo, díganme qué les pareció! ¡Saludos! ¡Jenn, fuera👋!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro