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XXXIX. La despedida

CAPÍTULO XXXIX:
LA DESPEDIDA

Sus ojos escarlatas de inmediato hicieron acto de presencia al su cuerpo advertir peligro y su mano viajó a donde su bolsa ninja se hallaba. Su ceño se frunció al percatarse que su bolsa no estaba allí.

—Solo quiero hablar.

Sakuma soltó un bufido irónico, observando el lugar.

—Pues no lo parece.

El cielo era del color de la sangre, el césped oscuro como el carbón, y cuervos volaban sobre sus cabezas soltando tétricos graznidos.

El ambiente era tenebroso y no le inspiraba nada de confianza. Parecía más del tipo de lugar a donde vas a morir que a donde vas a tener una calmada conversación.

Su padre le había advertido de su famoso genjutsu, aquel en que modificaba la realidad a su antojo. En el que podías estar atrapado años por más de que en el mundo real fuesen solo unos segundos, y en el que Itachi podía hacer con su víctima lo que quisiese, habiendo torturado a Kakashi por días.

Mas todo el escenario cambió frente a sus ojos repentinamente.

El azul inundó el cielo de sangre cubriéndolo por completo, una delicada brisa tornó el césped tan verde como las esmeraldas, y los cuervos se desvanecieron, siendo remplazados por unas cuantas mariposas que revoloteban sobre las flores de la pradera. Sakuma reconoció de inmediato el lugar.

—Esto es... —murmuró.

—Es la pradera donde nos conocimos, cerca de donde vivías con tu madre —asintió, confirmando sus pensamientos—. Supuse que este lugar sería más de tu agrado.

Sakuma se obligó a sí misma a mantenerse enfocada, pestañeando y así saliendo del estado de nostalgia en el que la visión de aquel lugar la había sumergido. No podía olvidarse con quién estaba.

—¿Por qué estás aquí? —exigió saber.

—Ya lo dije. Quiero hablar —repitió—. Lamento el genjutsu. Sabía que no hablarías conmigo sino lo hacía, no luego de lo que sucedió con Sarutobi Asuma.

La mención del hombre hizo que algo se encendiera dentro de ella, hirviendo su sangre.

—¡No te atrevas a decir su nombre! —bramó, con sus manos picando en deseo de un kunai. Itachi guardó silencio al ver la letal mirada que su sobrina le dirigía—. Solo dime qué quieres y déjame tranquila.

No quería tener nada más que ver con él, quería sacarlo de su vida. Él no era alguien bueno, y estaba cansada de tratar de convencerse de lo contrario.

Itachi cerró los ojos unos instantes, paciente.

Sakuma había cambiado mucho en el transcurso de unos días. No aparentaba ser la misma chica que lo había seguido hasta el bosque con ansias de hablarle, dispuesta a correr el riesgo con tal de verlo. Ahora de verdad parecía no quererlo cerca, parecía odiarlo, y no la culpaba.

—Supongo que ya sabes que Akatsuki quiere a los Bijū —comenzó.

—Sí. Creo que no podría olvidar que una organización quiere secuestrar y asesinar a mi amigo aunque quisiera —le lanzó una mirada acusadora.

—Pues estoy aquí para advertirte. Vendrán por él pronto, y necesitan estar preparados —habló con seriedad, para luego continuar de manera más suave—. No quiero que salgas lastimada.

El modo en que dijo aquello —a pesar de aparentar ser frío— escondía el mismo tono con el que Kakashi le hablaba, notó Sakuma. Ese mismo cálido tono paternal que podía demostrar en sus palabras lo mucho que la amaba y, al mismo tiempo, cuan preocupado estaba por su bienestar. Y eso fue lo que hizo que los hombros de ella finalmente se relajaran junto con su expresión.

Itachi de verdad parecía sentir lo que decía, inquieto ante la posibilidad de cualquier daño a su persona, y por eso mismo Sakuma no era capaz seguir de tratándolo como lo hacía.

—¿Vendrán? —repitió con su voz ahora igual de serena que siempre—. ¿Acaso tú no estás incluido?

Itachi guardó silencio, y ante eso su sobrina frunció el ceño confundida.

Por lo que ella tenía entendido, él era el encargado de capturar a Naruto, ya hasta lo había intentado un par de veces, ¿por qué repentinamente no estaba incluido ahora en esa misión?

—Sasuke —dijo Sakuma, con sus ojos abriéndose ante el descubrimiento—. ¿De verdad pelearás con él?

El fantasma de una sonrisa surcó el rostro del Uchiha ante la inquietud de su voz.

—Es algo que tengo que hacer.

—Claro que no —frunció el ceño.

—Sakuma, yo soy el asesino de nuestro clan —dijo—. Merezco ser castigado por lo que hice.

El corazón de la Hatake latió con miedo al percibir algo que iba más allá en sus palabras. Parecía que Itachi no tenía dentro de sus opciones el ganar.

—Tú no planeas luchar, ¿no es cierto? —sus cejas se curvaron en preocupación—. Tú planeas ir a morir.

Él no contestó.

—¡No puedes hacer eso! —exclamó.

Todo enojo que tenía hacia él se desvaneció completamente ante la posibilidad de que desapareciera para siempre. No podía aceptar eso, no quería.

—Sakuma, no hay nada que puedas hacer. Nuestro destino fue escrito hace ya tiempo —habló sereno.

—¿Destino? —resopló sin gracia—. Eso no es destino, eso es una sentencia.

Itachi avanzó hacia ella, notando que ahora ella no retrocedía como la última vez que se vieron. Sakuma, por más que parecía convencerse que no era alguien bueno, confiaba en él. Tanto como para permitir que posara una mano en su hombro.

—Prometí a tu madre protegerte. Pero ahora eso se acabó —Itachi dobló las rodillas para estar a su altura, haciendo a Sakuma desviar la mirada al suelo unos instantes ante lo intensa de la mirada del Uchiha—. Tendrás que valerte por ti misma a partir de ahora. Frente a Danzō y frente a todo el que quiera hacerte daño. Eres una Uchiha, eres la hija de tu madre, pero antes de todo eso, eres tú. Y por eso es que sé que puedes hacerlo. Puedes convertirte en la shinobi más poderosa que existe y traer nuevamente honor al apellido Uchiha, el honor que yo destruí.

—¿Qué tanto honor puedo traer si ni siquiera puedo detenerlos de matarse entre ustedes?

La tristeza en sus ojos escarlata era dolorosamente visible para Itachi, que lo último que quería era seguir causándole mal.

—Sakuma...

—¡No quiero que mueras! ¡¿Por qué todos tienen que morir?! —lo interrumpió, reteniendo un sollozo—. ¡No se soluciona nada con la muerte de personas, no importa si buenas o malas! ¡Solo se consigue que más sangre se derrame! ¿Y para qué? ¿Por venganza? La venganza es un círculo vicioso, algo que jamás acaba. Y nadie merece morir. Nadie. Tú incluido.

—Es la única forma.

—¡No! ¡Siempre hay otra forma! —replicó furiosa—. ¿Esto es por Sasuke, cierto? ¿Es para darle un final a lo que comenzó hace años? Naruto y Sakura lo traerán de regreso, lo sé.

El escozor en la garganta le estaba haciendo difícil el hablar, y su vista nubosa no le permitía enfocar correctamente el rostro del Uchiha, quien se notaba igual de roto que ella en ese momento.

—Lo siento —fue todo lo que le dijo, retirando la mano de su hombro.

—No me digas que lo sientes, dime que no lo harás —rogó.

Itachi sonrió con tristeza, guardando silencio nuevamente, y rompiendo el corazón de la peliplata al hacerlo.

—¿Por qué apesar de saber lo que hiciste... por qué a pesar de saber que eres parte de la organización que asesinó a alguien que apreciaba y que ahora también quiere dañar a mi amigo, me siento así? —golpeó su pecho con el puño, como si la angustia pudiese desaparecer de esa manera.

—Porque tu corazón es tan grande como el de tu madre —dijo triste—. Ves esperanza hasta en personas como yo.

Sakuma alzó la mirada al cielo, tratando con todas sus fuerzas que las lágrimas que se hallaban acumuladas en sus ojos no cayeran. Odiaba llorar. Le hacía sentir como aquella niña débil de nuevo, que lo único que sabía era llorar por las noches pidiendo por su madre.

—Ahora, Sakuma, necesito que me escuches. Se me acaba el tiempo —reveló con suavidad, no queriendo alterarla. Sakuma negó con la cabeza, no queriendo aceptar aquello—. Sakuma, por favor.

—No. No quiero oír nada más —quiso alejarse, siendo detenida por las manos de Itachi que la tomaron de los brazos con suavidad pero con la firmeza suficiente para que no se fuera—. ¡Suéltame!

—Sakuma...

—¡¿Vienes aquí, decidido a morir y queriendo despedirte, y pretendes que cumpla tus últimos deseos?! ¡Yo no estoy de acuerdo con esto que estás haciendo! ¡Tú planeas suicidarte, lo sé! ¡Tienes la misma mirada que mamá tenía en los ojos!

Itachi apretó los labios, sintiendo esas palabras apuñalarle el pecho, oyendo a Sakuma finalmente liberar el sollozo que retenía dolorosamente en su garganta.

Lo que dijo había logrado romperla por completo al ser la primera vez que decía aquello en voz alta.

Unos cálidos brazos la rodearon, brindándole un hombro en el que llorar con libertad, y que ella aceptó. Unas caricias de consuelo se deslizaban por su cabello plateado, tratando de tranquilizarla.

—Tenía que despedirme. Sabía que te lastimaría, pero decidí ser egoísta una última vez —murmuró, sintiendo cómo la Hatake temblaba en sus brazos—. Escúchame, Sakuma. Hay alguien en quien no confío, un hombre enmascarado. No sé qué es lo que quiere o porqué aparenta ser alguien que no es, pero sé que las respuestas a esas preguntas no son nada buenas. No creas nada de lo que diga.

—¿Por qué me dices esto? —logró decir.

—Porque es alguien peligroso —respondió.

Saber que no podría darle nada a Sakuma que pudiese protegerla le enloquecía, pero confiaba en que se mantendría a salvo, y en Kakashi que se aseguraría de que así fuera.

Itachi deshizo el abrazo, irguiéndose. Pero las manos de su sobrina lo tomaron del uniforme Akatsuki al querer retroceder. Ella miraba al suelo, ya habiendo cesado con sus sollozos.

La observó unos instantes. Estaba tan orgulloso de la persona en que se había convertido, una chica fuerte, segura de sí misma y fiel a sus principios, dispuesta a proteger a los que amaba sin importar qué. Fumiko estaría orgullosa.

Pero no podía quedarse más tiempo, debía marcharse ahora si quería encontrarse con Sasuke.

—Ya tengo que irme.

—No.

—Debes dejarme.

—Por favor, no.

Itachi volvió a sonreír con aquella tristeza que a los dos invadía, y al igual que muchas otras veces, deseó que todo hubiese podido ser diferente.

Que la masacre al Clan Uchiha jamás hubiese tenido que suceder y que Fumiko siguiese viva y sana. Sakuma hubiese tenido una hermosa niñez junto a sus dos padres, no teniendo que lidiar con la enfermedad de su madre sola, y compartido lindos momentos junto con él y con Sasuke, que seguro la amaría. Sin todo el odio, sin todas las mentiras, solo felicidad. Pero al final del día aquello era solo una fantasía.

—Adiós, Sakuma.

—¡No!

Sakuma cayó de rodillas cuando la pradera desapareció al igual que el cuerpo de Itachi, al que se había lanzado para rodearlo con sus brazos en un último intento de que no la dejara. Sus ojos viajaron desesperados por toda la sala en su búsqueda. Pero fue inútil.

Uchiha Itachi se había ido, y esta vez no planeaba regresar.

(...)

Las noticias de su muerte no tardaron en llegar a la aldea con el regreso de los equipos esa misma tarde.

Uchiha Sasuke había ganado. Uchiha Sasuke había asesinado a su propio hermano, y Kakashi fue el encargado de comunicárselo a Sakuma, la sobrina de ambos.

El hombre vio cómo el corazón de su hija se rompía al las palabras salir de sus labios. Sus ojos se hicieron de cristal, sus pies retrocedieron torpes no creyendo lo que oía, y luego de eso no dijo nada. Solo la vio quedarse en blanco y caminar a su habitación con la mirada perdida.

Creyó que lo había tomado bastante bien, pero a medianoche fue que ella finalmente explotó.

Kakashi despertó con los gritos de su hija haciendo eco por toda la casa.

De inmediato saltó de su cama y corrió a su habitación, con el sonido de cosas rompiéndose oyéndose debajo de sus gritos de ira.

Abrió la puerta de Sakuma con el corazón retumbando como tambores en su pecho y la vio. La vio destrozando sus sábanas, lanzando lejos sus almohadas o cualquier cosa que se pusiera en su camino. Su rostro era una mezcla de tristeza e ira pura.

Había perdido el control.

—Sakuma —la llamó con preocupación ante la visión tan devastadora.

—¡Lo odio! —bramó fuera de sí—. ¡Lo odio! ¡Lo odio! ¡Lo odio! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?!

Cuando la vio sujetarse del cabello, Kakashi avanzó hacia ella notando que comenzaba a hacerse daño.

—Basta, Sakuma. Basta —trató de tomarle las manos, solo logrando que ella comenzara a golpearlo.

—¡No, déjame! ¡No entiendes! ¡Lo odio tanto! ¡Lo odio tanto y aún así... aún así!

—Shhh, shhh. Ya, está bien —logró sujetarle las manos—. Necesitas respirar, necesitas calmarte.

—¡No quiero calmarme! ¡Todo esto está mal! ¡Él sabía lo que hacía y no le importó! ¡No le importó morir!

Kakashi aplicó todas sus fuerzas para detenerla de golpearlo a él y a sí misma, envolviéndola en un abrazo apretado que logró apresarla lo suficiente para que no se moviera.

Ella gritó, sacudiéndose y retorciéndose en sus brazos.

—Ya, pequeña. Está bien —susurró—. Está bien. Estamos bien, ¿sí? Tranquila.

Sintió el cuerpo de su hija luchar con ira debajo del de él por un tiempo más, hasta lentamente ceder a sus susurros y dejar de pelear, permitiéndose romper en llanto.

Tantas cosas le habían pasado. El secuestro, el descubrimiento de la identidad de su madre, la recuperación de sus recuerdos con Itachi, la muerte de Asuma, y ahora también el fallecimiento del Uchiha. Todo era demasiado para ella que muy pocas veces se permitía expresar sus tormentos al menos que estallara, esta siendo una de esas veces.

Por lo que lloró. Lloró hasta que sus fuerzas se agotaron por completo y exhausta quedó dormida en los brazos de su padre.

Kakashi entonces se permitió suspirar con amargo alivio al ya no oír los sollozos de su hija, que por casi una hora lo habían torturado.

Ahora la respiración de ella era acompasada y, por más que el recorrido de las lágrimas habían dejado rastro en su rostro, se veía por fin tranquila.

Él sabía que la noticia no iba a sentarle bien cuando la descubrieron, pero jamás podría haber imaginado que hasta ese punto, y es que era evidente que había subestimado la relación que tenían.

La miró afligido. Sus ojos estaban hinchados, su nariz enrojecida. Sakuma de verdad amaba a ese muchacho, y de eso no había duda.

Si tan solo hubiésemos llegado antes... pensó, odiando verla sufrir de esa manera.

Pero ya nada podía hacer al respecto, se lamentó, alzándola en brazos para llevarla a la cama de él. Debería dormir en el sofá al Sakuma haber destrozado por completo su habitación.

Solo esperaba que mañana estuviese mejor. Jamás la había visto perder el control de esa manera y sinceramente lo había asustado bastante.

Lo que Kakashi no sabía es que cuando se levantara al día siguiente, más trágicas noticias llegarían de la Aldea de la Lluvia.

(...)

Cuando despertó, a Sakuma le fue difícil abrir los ojos. Su cuerpo parecía estar hecho de plomo y su cabeza dolía. Quería quedarse allí, quieta, sin moverse. El solo pensar en que debía levantarse y continuar con su vida le hacía sentir su cuerpo drenarse de cualquier energía. Pero aún así sacó las sábanas de encima de suya y apoyó los pies en el suelo, con el frío despabilándola lo suficiente como para mantener los ojos abiertos.

Su primer intento de levantarse fue fallido. Sus piernas parecían no poder lidiar con el peso de un nuevo día.

Sakuma suspiró, pasando las manos por su cabello y sosteniéndolo detrás de su cabeza unos instantes.

Debía levantarse, decidió. Ya había llorado lo suficiente la noche anterior y no quería seguir haciéndolo.

Por lo que cerró los ojos y con un profundo respiro recaudó las fuerzas suficientes para levantarse, alistarse y arrastrar los pies a la cocina donde Kakashi ya la esperaba.

—¿Qué hora es? —murmuró sin fuerzas apenas notó la mirada de él sobre ella.

Era raro verlo con su uniforme shinobi tan temprano. Generalmente su padre andaba en pijama hasta mínimo el mediodía. Eso claro sino debía ir a ningún lado.

—Las cuatro de la tarde —respondió, viendo a su hija dirigirse al refrigerador para tomar el galón de leche. La visión de ella le era dolorosa. Sakuma parecía actuar en piloto automático, carente de vida, y las ojeras bajo sus ojos le hacían justicia a lo mucho que había llorado la noche anterior—. ¿Cómo te sientes?

Sakuma pasó saliva con dificultad.

—¿Compramos cereal? —evadió su pregunta, no importándole que sonara evidente—. Recuerdo que nos quedamos sin cereal pero no si compramos más.

Kakashi no respondió enseguida.

—Te traje más esta mañana al regresar de las oficinas de la Hokage.

Sakuma solo asintió antes de subirse a la encimera para poder llegar al mueble donde usualmente guardaban el cereal, mueble que ella despreciaba.

—¿Por qué te reuniste con la Hokage? —la oyó preguntar.

—Llegaron noticias de la Aldea de la Lluvia —contestó, viendo como su hija bajaba del mobiliario y cansada vertía el cereal en un recipiente. Sabía que sería en vano tratar de ocultarle las noticias, por lo que decidió simplemente decirlas—. Jiraiya falleció en su última misión.

Sakuma dejó de moverse.

Silencio nuevamente se oía en la casa de los Hatake mientras la menor de ellos procesaba las devastadoras noticias del hombre con el que hace tan sólo un día había compartido el almuerzo.

—Naruto... ¿Naruto lo sabe? —logró decir.

—Se enteró esta mañana.

Sakuma tomó un profundo respiro, calmando la tensión que se había generado en su cuerpo.

Toda la situación parecía irreal. Asuma, Itachi, ahora Jiraiya. Gente a su alrededor no dejaba de morir y eso, además de entristecerla, la enfurecía. La enfurecía tanto que su sangre hervía.

Dejó la caja del cereal sobre la encimera, ya sin hambre.

—Iré a ver cómo está.

—Sakuma, no estás muy bien como para lidiar con-

—Él es mi amigo —cortó a su padre—. Debo saber cómo está y procurar que no haga nada estúpido. Ya tengo suficiente con los de Konoha y sus estúpidas venganzas.

Kakashi suspiró, dándole su permiso con un asentimiento.

—Pero antes de irme, hay algo que debo decirte —murmuró su hija. Volteó para enfrentarlo, apoyando las manos en la encimera—. Ayer no pude porque, bueno, ya sabes porqué —aclaró su garganta con la mirada lejos de los ojos de su padre—. Itachi estuvo ayer aquí.

Aquello hizo a Kakashi enderezarse en su silla.

—Vino a despedirse —explicó—. Pero además de eso a advertirme sobre un posible ataque a Konoha.

—¿Un ataque? —frunció el ceño.

—Sí. Dijo que Akatsuki quería a Naruto y que no tardarían en venir a buscarlo —aclaró, regresando la mirada a él—. No fue lo único que dijo. También me habló sobre un enmascarado en quien él no confiaba.

Un brillo de reconocimiento se apoderó del rostro del Hatake.

—Nos topamos con un hombre enmascarado cuando íbamos tras Sasuke. Él fue el que nos impidió el paso —pensó en voz alta—. Tal vez se refería a él.

—¿Estás seguro?

—No lo sé, pero había algo en él que no me cuadraba. Parecía que jugaba con nosotros.

—Itachi dijo que ese hombre aparentaba ser algo que no era, tal vez eso era lo que te inquietaba.

Kakashi asintió, de acuerdo con sus palabras, y levantándose de la silla en la que había estado sentado.

—Debo informarle esto a la Hokage —informó.

Su hija solo emitió un sonido de aprobación, ya no importándole qué podrían decir ella o el Consejo acerca del asunto. Estaba cansada de tener que caminar con ojos en la espalda por culpa de ellos. Si decidían tomar medidas en contra de ella por haberse reunido con un criminal de la aldea, que lo hicieran. Nada podía importarle menos en esos momentos.

—Iré a buscar a Naruto. No quiero... no quiero que esté solo —murmuró Sakuma.

La peliplata caminó hacia la puerta principal, calzándose con sus zapatillas shinobi en el recibidor. Su mano se posó en el pomo de la puerta, dispuesta a abrirla, cuando oyó a su padre hablarle.

—Gracias por preocuparte por él, Sakuma.

Sakuma quedó congelada unos segundos, antes de murmurar un hasta luego y cerrar la puerta detrás de sí.

(...)

La mano de Sakuma se alzó titubeante por decimoquinta vez frente a la puerta con el símbolo Uzumaki, para luego de unos instantes dejarse caer nuevamente a su costado.

¿Estaba bien que ella estuviera ahí? Después de todo no conocía al Uzumaki desde hacía mucho y tal vez él no la consideraba tan cercana como a Sakura. Su presencia allí podría solo serle incómoda y Sakuma no quería que él estuviese incómodo.

Pero nadie más estaba allí, pensó entonces con coraje.

Nadie más de esa estúpida aldea estaba allí como ahora ella lo estaba para brindarle sus pésames, porque todos allí tenían —o debían aparentar tener— corazones de hielo.

Ella no era así, ella no podía hacer ojos ciegos al sufrimiento de los demás.

Por lo que si ella debía ser la que rompiera con esa estúpida costumbre, lo sería, se decidió con sus nudillos golpeando con decisión la puerta.

Decisión que desapareció apenas oyó los pies del adolescente aproximarse.

La puerta crujió cuando se abrió solo lo suficiente como para que el rostro lúgubre de Naruto se viera.

—¿Sakuma? ¿Qué... qué haces aquí?

Su voz. Su voz no era la misma, notó Sakuma. Era una apagada, una agotada, ambos antónimos de lo que la voz del Uzumaki siempre había sido. Y tampoco se veía bien. Ahora que se percataba, ambos debían de verse igual de rotos a los ojos de otras personas.

—Yo... quería invitarte a caminar conmigo.

—¿Caminar? —preguntó. El Uzumaki parecía intentar con todos sus esfuerzos enfocarse en la conversación que tenían y que su mente no viajara a recuerdos amargos—. No sé, yo...

—Supe lo de Jiraiya-sensei. Creí que quizás querrías hablar con alguien —lo interrumpió.

Naruto parecía evaluar la propuesta.

—Aunque si no te sientes cómodo conmigo lo entendería —de inmediato añadió al ver que lo reconsideraba.

—No digas estupideces —murmuró ofendido.

Ella no era ninguna extraña. Ella era una amiga. Una que se preocupaba lo suficiente como para ir a verlo. Naruto podía contar con los dedos de una sola mano cuántas veces amigos habían ido hasta allí por él.

Sakuma le regaló una sonrisa.

—No tienes que decir nada si no quieres —se encogió de hombros—. Solo creí que querrías compañía hoy, y algo de aire fresco.

Luego de unos instantes de reconsideración, el Uzumaki finalmente abrió la puerta lo suficiente como para salir, aceptado su propuesta. Sakuma esperó a que terminara de cerrar la puerta antes de avanzar junto a él.

—Lamento lo de Itachi'ttebayo —le dijo, una vez comenzaron a caminar sin rumbo en específico.

—Lamento lo de Jiraiya-sensei —respondió ella.

¡Hasta acá el capítulo! Y sí, es súper deprimente 💔 dos muertes en solo un capítulo no es algo que dé lugar para mucho humor, ya'know.

La despedida de Itachi. Ay, mi corazón duele. El dolor me quema :'( Sakuma lo quiere tanto. Bueno, quería 💔

Y Jiraiya 💔 Tan preocupada estaba por su bff la bby que ni se permitió llorar 😭😭

¡PERO TRANQUILOS! ¡YA TODO VA A MEJORAR! ¡SE VIENE LA ACCIÓN!

¡No prometo nada, pero en el siguiente tal vez aparezca el ataque de Konoha! (O si me queda muy largo, en el próximo) Y además se viene otra cosita que tengo pensada 😏

Pero bueno, díganme qué les pareció. Yo aún siento que le falta algo. Bueno, siempre lo siento así con todo lo que escribo je. Además es algo cortito. Tiene apenas 4000 palabras pero no quería extender el sufrimiento

Oh, y no sé si notaron ¡pero ahora tenemos nueva portada y hasta banner de historia! Los hizo la talentosa aizawaftme <3 no la etiqueto porque también lee la historia y aún no llegó aquí pero pásense por su perfil <3

¡Pero en fin! ¡Nos vemos en el próximo capítulo! ¡Jenn, fuera! 💙

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