Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XXXIII. Fuera de Control

[ N/A: No se incluirá ninguna clase de relleno de Naruto Shippuden en este Fanfic. Por lo tanto el arco de relleno de los "Doce Guardianes Ninja" será excluído y el tiempo en el que transcurren los hechos se verá modificado, en este caso, el entrenamiento de Naruto. Muchos diálogos también se modificarán, pero trataré de mantener la trama lo más fiel posible al anime. Aún así recuerden que este es un fanfic y contenido no-cannon puede ser agregado. Desde ya disculpen si hay algún error, es la primera vez que me enfrento a algo así. Por cierto, hay algunas aclaraciones sobre lo que leerán en este capítulo a la nota de autor al final. Si pueden, léanla. Ya dicho esto, disfruten el capítulo 💙 Estoy tan nerviosa por este ]

CAPÍTULO XXXIII:
FUERA DE CONTROL

—Sakuma, ¿estás siquiera escuchándome?

—Para nada.

—¡Llevo cinco minutos hablando!

—Oh, ¿en serio?

Sakura golpeó su frente.

—Oye, sé que no quieres estar aquí. Que preferirías observar el entrenamiento de Naruto, pero ya oíste a Sai. No puedes estar ahí.

—¿Crees que me interesa lo que esa rata repugnante dice? —alzó una ceja la menor.

—Pues tiene razón. Son órdenes de la Hokage —replicó, viendo como la Hatake chasqueaba la lengua ante la mención de la mujer—. Y no seas tan dura con Sai. Parece que en serio está interesado en enmendar las cosas. Hasta lo encontré esta mañana en la biblioteca, leyendo libros sobre cómo ser mejor amigo, o cómo caerle mejor a las personas. Está intentándolo.

—Bien por él —dijo seca—. Aún así sigue siendo un espía. Puedo olerlo desde aquí. Está fuera, vigilándome. No sé tú, pero yo tengo suficiente de amigos espía. Ah, ¿y tengo que recordarte que él me dejó caer de un puente?

Sakura suspiró, sabiendo que no había remedio con ella, y se dedicó a seguir buscando en la tienda lo que necesitaba, empujando la silla de Sakuma delante de ella.

La Hatake había accedido a acompañarla a la herboristería en busca de algunas hierbas medicinales, exclusivas para las píldoras de alimento que estaría haciendo esa tarde para ayudar a Naruto en el entrenamiento. Su sensei le había informado hace unas horas que Naruto había padecido algunos desmayos, por lo que no dudó un segundo en ofrecer su ayuda. El Uzumaki se estaba esforzando tanto para hacerse más fuerte que, lo mínimo que podía hacer ella, era ayudarlo en el camino.

Observó a la peliplata jugar distraídamente con uno de los hongos Reishi de la canasta de compras sobre su regazo.

Hacía tan solo una hora, cuando fue a al campo de entrenamiento para informarse de los avances de Naruto, la había hallado en medio de una discusión con Sai, con un muy incómodo Shikamaru observando la pelea. Sakura pudo ver que, a pesar de traer aquella expresión fría y calmada, Sakuma estaba a punto de arrancarle la cabeza al azabache, por lo que tuvo que intervenir enseguida.

Casi no logra convencerla de acompañarla de regreso, pero solo necesitó una promesa de Shikamaru de que intentaría convencer a la Hokage de que le quitara la vigilancia para que lo hiciera. El Nara tenía una reunión esa tarde con la Senju para discutir detalles de la misión a la que estaría partiendo con el Equipo Asuma, y no le sería molestia mencionar la situación.

Así que allí estaban ahora, saliendo de la tienda luego de conseguir lo que necesitaban.

—Antes de alcanzarte hasta tu casa te llevaré al hospital.

Sakuma alzó la mirada al oírla hablar.

—¿Me quitarán esta cosa?

—Sí. Estoy segura de que ya estás bien, tu nivel de sanación es rápido. Bueno, bastante rápido. Así que pediré que te hagan unas placas.

El fantasma de una sonrisa surcó el rostro de la Hatake. Una sonrisa de alivio al ya poder caminar sobre sus pies y no tener que seguir andando en esa molestia. La Haruno observó su expresión, feliz de verla sonriendo. No lo hacía muy seguido.

—Sakura, ¿me prestarías uno de tus shuriken? —escuchó a la menor preguntar repentinamente.

El rostro de la pelirosa era un poema.

—¿Por qué?

—Porque no traje mi bolsa shinobi —dijo obvia

—Eso lo sé —rodó los ojos—. Pero para qué quieres un shuriken.

—Solo dámelo y lo verás.

Sakura dudó unos instantes. Sakuma era una persona para nada predecible. Pero aún así le hizo caso, y apenas el mortal artículo fue posado en su mano, su amiga lo lanzó en un veloz movimiento, casi invisible.

La Haruno siguió la trayectoria del shuriken  hasta un callejón a unos metros de ellas, donde un ratón de tinta se deshizo bajo el filo del arma hasta tornarse en nada más que una mancha negra. Quedó boquiabierta, no solo porque no tenía idea cómo Sakuma supo sobre su existencia, sino porque también ni siquiera había volteado antes de lanzar el shuriken.

—Puedo tolerar que vigile, pero no que escuche —fue toda la explicación que dio ante la mirada de su amiga.

El camino al hospital luego de eso fue en un cómodo silencioso, interrumpido solo cuando la Hatake pidió a la pelirosa detenerse en su restaurante favorito para ordenar unos dangos.

La mesera del lugar, Mimi, que de hace ya tiempo conocía a Sakuma, no pudo contener las lágrimas de alegría al verla de regreso mientras la sofocaba en un abrazo algo torpe gracias al impedimento que la silla significaba. Sakuma sonrió incómoda pero agradecida por la preocupación de la sentimental chica, y murmuró unas palabras de consuelo para tranquilizarla. Sin embargo, incluso cuando partían ya con la orden de dangos en sus manos, la mujer seguía limpiando sus lágrimas.

—Sorprendente... Parece que efectivamente estás sana —murmuró la doctora a cargo de su tratamiento, sorprendida mientras veía las placas recién sacadas de su pierna.

—Siempre he sanado rápido —respondió, tratando de restarle importancia.

—La mayoría de tus músculos estaban desgarrados por la técnica de aquel ninja, ataque del que la Hokage sólo logró recomponerse gracias a su jutsu de regeneración, pero tú lo hiciste por tu cuenta en menos de un día. Y tus huesos rotos en solo un par —continuó la mujer—. Esto no es algo trivial, es algo sorprendente. Tu cuerpo se cura a sí mismo sin necesidad de que tú se lo pidas con algún jutsu.

—Oh... —fue todo lo que pudo decir, sintiendo sus pálidas mejillas enrojecerse.

Sakuma jamás había hecho de su capacidad de regeneración y resistencia un gran asunto. Ella creía que no era la gran cosa, que todo ninja era poseedor de algo como eso. Sin embargo, por lo que parecía, tal vez se había equivocado. Sabía que si aquellas palabras venían de una ninja médico veterana, quería decir que efectivamente se trataba de algo importante.

—Quitaré el yeso de inmediato. Luego de eso podrás irte. Normalmente te daría una charla respecto al cuidado de tu pierna para los próximos días, pero presiento que no será necesario.

—De acuerdo —asintió.

No habría pasado media hora cuando ya estaba de regreso en la sala de espera donde Sakura la esperaba, esta vez caminando sobre sus dos pies en vez de deslizándose con las ruedas de su silla.

—¡Mírate! ¡Caminando! —exclamó Sakura emocionada.

—Tengo la pierna dormida —informó con una mueca adornando su rostro al sentir el intenso cosquilleo.

—Deja de quejarte por todo y ten tus dangos.

—Yay —dijo con voz plana a pesar de estar realmente emocionada y tomó la bolsa de papel que Sakura le extendía.

Sakura había insistido a esperar hasta después de sacarse el yeso para comerlos, alegando que sería de mala educación entrar a la consulta comiendo a pesar de la idea de la menor de ofrecerle a la doctora unos, cosa que por alguna razón hizo que Sakura la viera como si le hubiese crecido otra cabeza

La Hatake inmediatamente se llevó el palillo con los dangos a la boca, feliz. Su aspecto aún era uno exhausto, pero su expresión una más iluminada.

—Kakashi-sensei va a estar tan feliz de verte caminando —le recordó con una sonrisa—. Lee igual. Bueno, todos. Pero en especial ellos dos. Lee no ha dejado de llorar por los rincones y a Kakashi-sensei se le notaba triste.

Sakuma asintió, haciéndole saber que la había oído, mas sin contestar al no tener nada que decir al respecto. Sakura entonces decidió que aquél era el momento de decirle algo que hace tiempo había esperado decirle, cuando las cosas estuviesen más estables. Aquel parecía un buen momento, Sakuma estaba de pie, sana, y comiendo su platillo favorito. Nada podía salir tan mal. Obviamente habría una reacción, pero esperaba que no fuese de tanta magnitud.

—Tú me preguntaste si la razón por la nos hicimos amigas en un principio había sido por Sasuke —dijo de la nada, haciendo a Sakuma fruncir el ceño ante lo repentino del tema—. Sé que las cosas ya están habladas entre nosotras, pero nunca respondí a tu pregunta concretamente y siento que debo hacerlo.

—Sakura, acabo de venir de una reunión con la Hokage, no quiero más revelaciones por hoy. Ya tengo suficientes para toda una vida—suspiró cansada.

—Pero necesitas saberlo, de veras—insistió.

Sakuma la miró. De verdad no quería hacer esto ahora, pero parecía que era Sakura la que lo necesitaba, no ella. Y lo necesitaba de verdad. Igualmente tenía un poco de curiosidad, por lo que simplemente asintió para que continuara.

—Antes de decirte cualquier cosa, quiero que sepas que yo no sabía que tu madre era su hermana—dijo, temerosa de que ella lo creyera así—. Es más, yo ni siquiera sabía quién era tu madre, y de que eras Uchiha hasta después de hacernos amigas, cuando la Hokage me encomendó tu seguridad y vigilancia.

—Ve al punto, Sakura —dijo, deteniendo las atropelladas palabras que salían de la boca de su amiga.

—Yo estaba en busca de una amiga. Quería un lazo como el que Naruto tenía con Sasuke, pero que fuese solamente mío. Y entonces apareciste tú. Me parecías una un niña callada pero buena, y decidí que me caías bien. Mis intenciones contigo no fueron en ningún momento de que fueras algún tipo de remplazo—le aseguró, mientras salían del hospital, comenzando a caminar hacia la casa de la Hatake—. Pero debo ser honesta, y el asunto es que, sí te comparé con él muchas veces, y me sentí consolada contigo.

Sakuma sonrió, provocando una mirada incrédula de la Haruno.

—¿Por qué sonríes?

Ella debía estar molesta con ella, furiosa, no hallar la situación divertida.

—Sakura, aunque no esté bien comparar personas con otras, no quiere decir que sea imperdonable. Lo que yo temía era que esas comparaciones fueran el único motivo de nuestra amistad, y tú dijiste que no —explicó, su suave voz sonando serena en los oídos de Sakura—. Además yo también te he comparado un par de veces. No hay nada malo en eso mientras las intenciones no sean anhelar que la persona sea idéntica a otra.

Sintió el peso en sus hombros desaparecer ante sus palabras. Como siempre, Sakuma la sorprendía. Sus reacciones siempre eran distintas a las que creía que serían, y es que eran tan diferentes. Como aquella vez que pelearon durante la misión, camino al Puente Tenchi, donde Sakuma le expresó sus pensamientos sobre Sasuke y ella había enfurecido. Le había dicho cosas horribles, pero la peliplata en vez de responder con cosas similares, solo había retrocedido.

Sakuma, por más de que fuese una gruñona sabelotodo, jamás reaccionaba de manera explosiva. Siendo la clara excepción cualquier asunto que involucrara a su madre o a su pasado. Esas eran cosas que Sakura había comprendido eran el punto débil de la Hatake y hasta donde llegaba su paciencia.

Fuera de eso, Sakuma era una persona que afrontaba las dificultades con el cerebro, sabiendo cuando era necesario aplicar o no la fuerza. Y debía de aprender un poco de eso. Ella siempre reaccionaba con sus puños y puro enojo. Había mejorado bastante, en parte por haber observado a Sakuma todos esos años, en parte por haber madurado.

—¿Compararme? ¿Compararme con quién? —preguntó luego de unos segundos, curiosa.

Sakuma tragó la comida que tenía en la boca para poder contestarle.

—Mi madre —se encogió de hombros.

La pelirosa sintió su corazón encogerse en su pecho ante la mención de la mujer.

—Cuando te he acompañado a recoger flores medicinales a las afueras de la aldea, y te veía recogiendo algunas, me recordabas a mi madre antes de que su enfermedad agravara. A ella le gustaba plantar verduras en el patio. También flores. Tu rostro me recordaba el de ella algunas veces —se encogió de hombros—. Me hacía extrañarla menos.

Un leve sonrojo se posó en las mejillas de Sakura, quien le sonreía con una triste alegría.

—Gracias, Sakuma —dijo luego de unos minutos en los que siguieron caminando en silencio.

—¿Por?

—Por ser como eres. Por ser mi amiga. Por estar de regreso.

—Soy bastante genial.

Sakura rió, empujándola sin fuerza alguna, solo chocando su lado contra el de ella.

(...)


No. No, no, no. Por favor no. Su corazón estaba acelerado, sus ojos, frenéticos, se deslizaban por toda su habitación mientras volteaba cada cosa con la que se topaba en busca de su objeto más preciado.

El libro de su madre había desaparecido.

Buscó en la cocina, en la sala, en el cuarto de su padre, en su armario, en su bolsa ninja. Incluso en el baño. Pero el libro no aparecía por ningún lado.

Sentía que iba a darle un ataque, cuando la puerta principal se abrió.

—Sakuma, ya llegué —la voz serena de su padre se oyó hacer eco por la casa.

Sakuma se puso de pie al estar agachada viendo debajo de su cama por ya décima vez, y se apresuró a encontrarse con su padre. Tal vez él tenía el libro, tal vez él sabía dónde estaba.

Al verla asomarse por el pasillo, el semblante tranquilo de su padre cambió por completo a uno de sorpresa. Una sonrisa se extendió por su rostro al verla de pie, ya sin aquel yeso rodeando su pierna.

—Estás caminando —dijo conmovido al verla avanzar hacia él—. No me dijeron que te quitarían el yeso hoy—rió, pero su risa se detuvo al ver su expresión—. Algo anda mal. ¿Qué sucede?

—El libro de mamá. No está. Lo traía conmigo cuando me fui a la misión, también cuando escapé. Pero no está por ningún lado. Creo que lo perdí.

Kakashi la tomó por los hombros en un intento de tranquilizarla. Ella raramente perdía los nervios, es más, jamás la había visto hacerlo.

—Sakuma, tal vez lo dejamos en el hospital. Tal vez olvidamos traerlo junto con las demás cosas. Mañana iré a dar un vistazo, ¿de acuerdo?

Los ojos del hombre buscaron los de ella, que parecían ver a través de él, sin verlo realmente. Cuando ella pestañeó, enfocándose en él, Kakashi suspiró.

—Ahora, ¿me explicas cómo es que tu pierna ya está bien?

Sakuma asintió, tranquilizándose a sí misma y siguiendo a su padre, que ahora caminaba hacia la cocina en busca de algo de agua. Se sentó en la encimera, viendo a su padre abrir el refrigerador.

—Sakura me llevó al hospital a hacerme unas placas y salieron bien —se encogió de hombros.

Kakashi oía con atención, sorprendido. No sabía que su hija tenía tal capacidad de curación.

¿Se debería tal vez a la ruptura del sello? Después de todo ese sello se había encargado de suprimir y contener todo chakra que se dirigiera a la activación de su sharingan, y lo había hecho por seis años. Y la cantidad era inmensa.

Su chakra de por sí era ya de una anormal cantidad, similar a la cantidad que podría haber poseído el Primer Hokage a su edad, según le había dicho Lady Tsunade. Neji incluso le confesó mucho tiempo atrás que se sentía sofocado al tan solo verla con su Byakūgan.

Sumándole ahora la cantidad de chakra que el sello le había otorgado... Le hacía muy poderosa

Tal vez era tanto el chakra que su cuerpo se curaba a sí mismo instantáneamente, consideró sorprendido. Si Sakuma entrenaba aquella habilidad lo suficiente Kakashi sabía que podía llegar a alcanzar a Lady Tsunade, tal vez incluso superarla.

—¿Cómo te fue con Naruto?

Kakashi suspiró cansado de tan solo recordar al adolescente, sirviendo un vaso de agua para su hija. Naruto había tardado lo que a él le parecía una eternidad en entender todo lo referente al chakra y sus cambios de naturaleza, que se suponía que tendría que saber antes de graduado de la Academia.

—¿Tan malo fue? —alzó una ceja, divertida.

—No, hicimos bastante progreso. Solo que con cada cosa nueva que tengo que explicar parece que para Naruto lo estoy haciendo en otro idioma.

Sakuma sonrió a medias. Aquello sonaba a Naruto.

—Pero aparte de eso no hubo inconvenientes. Solo Tenzō. Parece que Naruto no es tan fácil de controlar después de todo. Hoy... Hoy casi se sale de control sino fuese porque logró controlarse a sí mismo.

—¿No se suponía que Yamato era como el escudo de defensa contra el espíritu del zorro? Vaya escudo es si no protege de nada —murmuró. No tenía intención de ser mala, solo se estaba preocupada y su padre distinguió aquello.

—Hace lo que puede. Pero cuando debe controlar a una centena de Narutos, la cosa cambia. Ya no se trata de solo uno. El Kage Bunshin permite que sean clones más fuertes que los normales al distribuir el chakra del original en partes. Debe de controlar a todos, no solo al original —explicó—. Además, gracias a la fatiga del entrenamiento, Naruto es más susceptible a perder el control.

Sakuma guardó silencio, asimilando sus palabras. Kakashi habló nuevamente, inclinando la cabeza hacia un lado en confusión, gesto que se le había pegado de Sakuma.

—Hablando del entrenamiento, creí que irías. Naruto preguntó por ti cuando no apareciste. Quería presumir —la vio con curiosidad, a la vez que guardaba la botella de agua de regreso en el refrigerador, luego de darle el vaso a su hija.

El humor de Sakuma cambió drásticamente a uno furioso. Sus manos que rodeaban el vaso lo presionaron con fuerza, sus pies dejaron de balancearse y sus hombros de tensaron. Kakashi dedujo que tal vez no tendría que haber preguntado.

—El idiota de Sai. Eso pasó.

—Oh, entiendo —asintió—. No te permitió ir por órdenes de la hokage.

—Es que tampoco entiendo eso, ¿no se supone que sigue órdenes de Ganso?

Kakashi retuvo una risa.

—Danzō —corrigió—. Y sí lo hace. Solo que, supongo yo, trata de evitar que te metas en problemas y así no tener que informarle a Danzō sobre ello. Después de todo es gracias a que él te defendió con el Consejo que tú fuiste rescatada por el Equipo de Rescate.

La expresión de Sakuma se relajó ante la nueva información.

—¿Eso es cierto?

Kakashi asintió con un sonido de confirmación. Sakuma frunció el ceño.

—Eso de todas maneras no hace que me caiga mejor —gruñó, dándole un trago a su agua—. ¿Tienes idea de cuántos de esos animales de tinta suyos me deshice hoy? Media docena. Dejaron de aparecer solo cuando estuve de regreso en casa.

—No puedes culparlo por obedecer a su superior, Sakuma —dijo con suavidad. Sus palabras parecieron llegar a ella, apaciguándola—. Ahora, ¿qué tal si hacemos la cena? Muero de hambre.

—Solo si no es pescado —dijo, sabiendo lo mucho que su padre amaba esa comida, al ella odiarla con todo su ser.

—Agh, de acuerdo.

Sakuma sonrió satisfecha, ganándose que su padre le despeinara en venganza.

(...)

—Déjame pasar.

—No puedo. Son órdenes.

—Pues si no sigues mis órdenes de dejarme pasar, voy a asegurarme de que las entiendas cuando aplaste tu cabeza contra el suelo.

Sus ojos negros parecían cargados de veneno ante los del adolescente de piel extremadamente pálida, que no tenía el más mínimo indicio en su rostro o postura, de dar el brazo a torcer por más que la peliplatada estuviera cerca de considerar comenzar allí mismo una pelea. A los ojos de ella, él estaba empeñado en seguir las órdenes que le fueron otorgadas, las de vigilarla y mantenerla lejos del Uzumaki. Sin embargo, ese no era el caso.

A Sai se le habían dado órdenes, sí. No obstante, no era ese el motivo por el cual tan insistentemente trataba de que se alejara de allí, de Naruto, sino por las consecuencias que habría si no lo hacía.

Él debía de informar todo, siguiendo esta vez las órdenes al pie de la letra. Era su última oportunidad si no quería recibir un severo castigo por parte de su superior, Danzo, al que con anterioridad había ofendido al defender a Sakuma frente al Consejo y haber echado a perder la oportunidad del hombre de finalmente ponerle las manos encima. Él la había protegido. Y eso seguía haciendo, no solo por tratar de enmendar el hecho de haberlos traicionado y, en caso de ella, espiado. Sino también porque por algún motivo sentía que debía ganarse el respeto de la chica.

No sabía porqué era que sentía aquello: la necesidad de aprobación de Sakuma. ¿Tal vez era porque ella parecía ser la única que aún no lo había perdonado? ¿O porque sabía que tenerla de aliada le sería más útil que tenerla de enemiga? ¿O acaso...?

Sai la observó.

Él... ¿quería ser como ella?

Sakuma parecía saber quién era por más de que su vida fuese un constante torbellino. Sabía dónde estaba su lealtad. Tenía muchos buenos amigos, de los cuales consideraba más importantes que ella misma. Una familia. Era poderosa, siendo una persona a la que por ningún momento debía tomársele la ligera. Y además de todo eso, era alguien de la que muy difícilmente podía ganarse la confianza, pero al una vez tenerla haría lo que fuera por ti. Sakuma era una shinobi admirable, y por algún motivo él quería llegar a ser similar a ella algún día, tener al menos algo de lo mucho que ella tenía.

—He dicho que te hagas a un lado, espía.

El azabache salió de su trance al sentir el brazo de Sakuma empujarlo a un lado para avanzar en dirección a donde el entrenamiento de Naruto, junto con sus múltiples clones, se estaba llevando a cabo. No logró avanzar más de unos centímetros cuando algo hizo la hizo detenerse. La mano de Sai se había posado sobre su hombro.

La sangre de la Hatake hirvió dentro de ella.

—Suéltame. Ahora.

El chico se heló en su sitio, su boca ligeramente abierta mientras veía los terroríficos ojos rojo sangre de la chica. Su mirada era fría como el hielo, filosa como la hoja de un kunai, y mortal como la mordida de una cobra. Y era exactamente la misma que Uchiha Sasuke le había dirigido tiempo atrás en la guarida de Orochimaru. Y, al igual que aquella vez, se sintió aterrado.

Sakuma ni siquiera lo había sumergido en un genjutsu como el otro Uchiha lo había hecho, pero por algún motivo su mirada era más que suficiente como para hacerlo temblar.

—¡Hey! ¡Sakuma! ¡Sai!

Sai pudo volver a respirar cuando el negro en sus ojos cubrió el rojo, como una ardiente llama extingiéndose en una brasa, para luego enfirarse tornándose en carbón.

Naruto (no sabía decir si el original o uno de los clones), se había acercado a ellos al notar la presencia de ambos a unos metros justo en el momento adecuado, alejándose de la incontable cantidad de clones que cubrían el claro.

—Tonto —fue el saludo de Sakuma. No sonreía, pero se notó su cambio de humor a uno más alegre al verlo.

Naruto se cruzó de brazos, dispuesto a protestar, cuando su mirada cayó en la mano de Sai sujetando a Sakuma, haciendo que su ceño se frunciera.

—¿Sucede algo? —miró al chico con desconfianza—. ¿Por qué la sujetas, Sai?

El mencionado inmediatamente retiró su mano, su obvio movimiento siendo seguido meticulosamente por el Uzumaki.

—Te ves agotado —observó ella, tratando de desviar su atención. Por algún motivo, el confesarle que estaba siendo vigilada por Sai le avergonzaba. No quería que él estuviera al tanto del nivel de desconfianza que los líderes de la aldea tenían sobre ella. Pero además de eso, sabría que se molestaría.

Pareció funcionar su distracción, ya que el Uzumaki ahora llevaba su brazo a la frente para sacar el sudor que corría por ella.

—Ah, sí. Llevamos ya unas horas entrenando sin descanso. Yamato tuvo que detenerse un rato. Ahora estoy solo yo, ya sabes, porque soy el más fuerte —rió, orgulloso de sí mismo.

—Creí que él estaba aquí para suprimir tu otro chakra con sus sellos —frunció el ceño confundida.

A Sai le pareció curioso oír a la chica refiriéndose con ese modismo al chakra del Zorro, o más bien al Zorro en particular, como si estuviera evitando el referirse a ese monstruo como lo que era: una bestia con cola, un demonio.

—Sí, pero hoy lo estoy llevando bastante bien. Así que se permitió un descanso para poder seguir luego ya cuando tenga todas las pilas totalmente recargadas —respondió, antes de mirar a la Hatake con una mirada juguetona—. ¿Y tú que haces aquí, ah? ¿Vienes a admirarme?

—Ya quisieras —alzó una ceja—. Solo estaba aburrida y decidí que venir a ver cómo sufrías sería más divertido.

—¿Sabes? Ayer creí que vendrías, ¿qué pasó? —preguntó, rascándose la mejilla algo avergonzado.

—¿Acaso no lo ves? —alzó la ceja. Naruto negó con la cabeza. La Hatake bufó y alzó su pierna ahora sana—. Mi pierna, inútil.

Los ojos de Naruto se abrieron en comprensión.

—¡No estás en silla de ruedas! ¡Eso es genial'ttebayo! —exclamó feliz, cerrando su mano en un puño a la altura de su hombro—. Te felicito Sakuma.

Sakuma rodó los ojos ante lo despistado que era el chico rubio, pero aún así murmuró un agradecimiento por lo bajo.

—¿Y... vas a quedarte hasta que termine? —se arriesgó a preguntar el Uzumaki, no sabiendo si ella estaría dispuesta.

Sabía que Sakuma había ido hasta ahí con el propósito de saludarlo a él y a Kakashi-sensei, pero no estaba seguro de que fueran tan cercanos como para pedirle aquello. Es solo que la cosa se hacía aburrida por ahí y disfrutaba la compañía de la menor de los Hatake, tal como lo había hecho al correr de todos los días que la misión había durado, en los que se encontró a sí mismo hablando con ella la mayoría del trayecto.

Sakuma puso una mano en su barbilla en una pose pensativa, como si estuviese considerando su propuesta cuando en realidad ese había sido el plan original. Mientras tanto, Sai los observaba, tratando de decidir cuando sería el mejor momento de hablar y llevarse a la chica de allí.

—De acuerdo —se encogió de hombros.

—¡Genial!

Ella estuvo a punto de sonreír, cuando a su lado el azabache volvió a abrir la boca.

—No se podrá. Sakuma debe irse.

La mandíbula de la chica se tensó al oírlo hablar. Los ojos azul cielo lo miraron con molestia.

—¿Y tú quién eres para decidir eso? —preguntó, con genuino hastío ante la aparente dominancia del adolescente sobre su amiga.

—No me iré —dijo a Naruto, volviendo a ganarse su atención—. Solo dice estupideces, como siempre.

—No digo estupideces —replicó serio—. Sakuma no puede estar aquí.

—¿Y eso por qué, ah? —frunció el ceño el rubio, desafiante.

—No lo tiene permitido.

La mirada del adolescente decayó, repentinamente cabizbajo. Observó a la chica frente a él, a la que había llegado a lastimar días atrás.

Así que no se lo permitían, pensó para sí mismo.

¿Acaso la hokage temía que podía lastimarla nuevamente si por culpa del entrenamiento llegara a perder el control? ¿Tan poca fe le tenía?

Se le era complicado mantener el control en esos momentos, sí, pero aún así lo mantenía, haciendo su mayor esfuerzo. Porque no quería lastimar a sus amigos. Porque no quería lastimar a nadie. Porque no quería perderse y dejar de ser él mismo.

—¿Qué quieres decir? —cuestionó algo vacilante al hacerlo.

—Por órdenes del Hokage tiene prohibido cualquier contacto contigo.

Las manos de Naruto se cerraron a sus lados, sus nudillos volviéndose amarillos ante la fuerza ejercida. Sus ojos se cerraron como si aquellas palabras hubiesen sido un puñetazo en el estómago y ahora contuviera el dolor que le provocó.

—Sai, ya cierra la boca —espetó Sakuma. Naruto no se veía muy contento.

Mas ahora la conversación era solo de dos personas.

—¿Por qué? —se dirigió únicamente al azabache.

Sai no debía de divulgar información, pero sabía que si no lo hacía el Uzumaki no daría el brazo a torcer y no podría irse de allí junto con la peliplata.

—Por el Demonio de las Nueve Colas.

Esto pareció activar algo dentro de Naruto, que lo hizo abrir los ojos nuevamente, esta vez viéndose molesto.

—¡Yo jamás lastimaría a Sakuma!

—Pero aún así lo hiciste —sonrió, como si aquello pudiese ayudar a aliviar la tensión del ambiente, sin saber que en realidad hizo que empeorara unas cien veces.

Naruto avanzó hacia él, con pasos pesados aterrizando en el suelo al hacerlo, y lo tomó del cuello de la camiseta. Sus dientes estaban apretados con rabia, tratando de contenerse a así mismo de romperle la cara.

—Eso fue un accidente —siseó.

—Eso es lo que tienen los accidentes. Pasan sin poder prevenirlos. Son... repentinos.

Este chico es un idiota, pensó Sakuma, boquiabierta. ¿Acaso no pensaba lo que decía? Naruto estaba allí, con centenas de clones de sombras, entrenando hasta el límite de su capacidad, sin el control del Capitán Yamato, ¿y él lo provocaba? Su autocontrol ya tenía bastante desafío con aquellos clones y el cansancio como para que ahora también se le sumara aquello.

—¡Hey! —exclamó Sakuma. Ahora ella estaba molesta—. Esto no se trata sobre lo que pasó en el Puente Tenchi.

—¿Ah, no? ¿Entonces por qué es? —gruñó Naruto, su agarre haciéndose cada vez más firme en las ropas de Sai.

Sakuma titubeó unos segundos. Sí era por el Zorro, no por lo que él creía, por supuesto, pero no podía decirle a Naruto el verdadero motivo.

Su padre le había prohibido hablar sobre la amistad que su madre mantuvo con el espíritu que Naruto poseía dentro, ya que esa era información confidencial que él únicamente le había confiado al ella merecer saberla, por lo que decirle a Naruto no era una opción. Podría decirle sobre el asunto de que el sharingan podía controlar al espíritu, pero temía que eso lo hiciera sentir extraño a su alrededor.

No respondió inmediatamente, y eso fue para Naruto como una confirmación de lo creía.

No confían en mí, pensó. Y la furia lo dominó sin que pudiese evitarlo.

—Ya basta. Tienes que tranquilizarte —avanzó la menor, posando una mano en el pecho del chico y apartándolo con algo de brusquedad que necesariamente tuvo que emplear para lograrlo.

Naruto, al no esperarse tal empujón, tropezó con sus propios pies y cayó al suelo. Y fue en ese entonces, cuando su cuerpo desapareció en una nube de humo, que todo se salió de control.

Ahora, sus clones y el propio Naruto, conscientes de la conversación que habían tenido, temblaban de enojo.

Kakashi levantó la mirada de su libro apenas notó el cambio en la actitud de Naruto. Yamato, también notándolo, se puso de pie de inmediato.

—Naruto... —advirtió Kakashi, cerrando con lentitud su libro, mirando al que sabía era el original—. ¿Qué es lo que sucede?

Él no contestó. Las hojas que cada uno de los clones traían en sus manos cayeron al suelo, a la vez que ellos y el propio Naruto llevaban las manos a sus cabezas.

—¡Estilo Hokage: Jutsu Sexagenario! —exclamó Yamato, extendiendo su mano y sujetándose el brazo con la otra. Un símbolo apareció en su palma.

El jutsu para suprimir el chakra del Zorro se hizo presente alrededor de las centenas de Narutos, al igual que los pilares de madera con sus púas.

El chico gruñía por lo bajo, sujetando la cabeza entre sus manos con fuerza, tratando de controlarse a sí mismo e ignorar la voz de la Bestia con Cola, diciéndole lo mucho que necesitaba su poder, que perdía el tiempo con aquel entrenamiento cuando él podía concederle más, que lo ayudaría a traer a Sasuke de regreso si le daba el control. Le decía que no debía de hacer todo de la forma que los de la Hoja le decían, después de todo ellos seguían sin confiar en él. ¿Por qué él debía de hacerlo?

Naruto discutía con él, haciéndole saber que no lo necesitaba y que no lo había llamado. Que podía por su cuenta y que lo único que él hacía era lastimar a sus amigos.

—Kakashi, no sé si pueda. Son muchos —murmuró, casi incapaz de hablar al estar empleando todo su esfuerzo.

Kakashi se puso de pie, dispuesto a avanzar hacia Naruto, cuando entonces su atención se desvió a otra persona. Su hija había aparecido de la nada frente Naruto, el original, a una velocidad que solo hubiese visto si su sharingan estuviese a la vista, y exhibía sus ojos escarlatas, con sus tres aspas en ellos.

Aquello era peligroso, el que Sakuma estuviese entre tantos clones a punto de cambiar a su forma bijuu, pero decidió que, lo que sabía que su hija iba a hacer, sería más efectivo que lo que él o Yamato serían capaces. Así que confió en su juicio de arriesgarse por su amigo.

Sakuma observó a Naruto. Gruñía y gemía, furioso. Sus rodillas estaban flexionadas y su espalda encorvada. Sus manos sujetaban fuertemente sus cabellos color oro y parecía sufrir. Ni siquiera se veía del todo consciente de sus alrededores, y era que el diálogo parecía darse dentro de él.

La Hatake posó sus manos en las del Uzumaki, sujetando las de él con firmeza y retirándolas de su cabeza, notando que estas ahora poseían largas uñas.

Al hacer esto, el adolescente levantó la mirada de inmediato. Sus ojos ahora eran del mismo color que los de ella, la única diferencia era que en vez de tener aspas como los suyos, tenían pupilas rasgadas, y las marcas en sus mejillas ahora eran más prominentes.

—¡Aléjate! —exclamó en un momento de nitidez—. ¡No puedo controlarlo!

—Sí puedes. Así que hazlo —dijo. La severidad se oía en su voz y sus manos sujetaban aún las de él con decisión.

Él apartó la mirada, viendo hacia un lado para tratar de calmarse, evitando ver el rostro de la chica que había herido al ser un recordatorio de que anteriormente no había podido controlarse.

—¡No es tan fácil!

Sakuma pensó en algo que decirle para poder tranquilizarlo, sin éxito.

Parece que tendré que cumplir mi promesa con Shikamaru antes de lo que creía, pensó para sí misma.

—Entonces te ayudaré.

Sintió las frías manos de la Hatake tomarle el rostro y obligarlo a verla y, entonces, ya no estaban allí.

La Hatake pestañeó, acostumbrándose a la repentina oscuridad que la rodeaba.

Aquellas penumbras eran tan profundas que por un momento creyó estar suspendida en la mismísima nada, pero al ver sus pies y observar que se hallaban sobre lo que parecía ser agua, notó que podía ver pesar de no haber el más mínimo origen de luminosidad en el lugar.

El ambiente era extraño, nubloso, como un sueño. No parecía ser real, pero tampoco una alucinación, y eso hacía sentir a Sakuma extraña en su interior.

—¿Cómo es que estás aquí?

Sakuma alzó la cabeza para poder ver al más alto chico. Este no se veía como antes, sino que ahora su apariencia era la de siempre: ojos azules, sus marcas en las mejillas tenues, y sus uñas ya no parecían ser garras.

Retiró sus manos de su rostro al notar que aún lo sostenían con un leve sonrojo de vergüenza invadiendo sus mejillas.

—Tienes el sharingan —susurró el Uzumaki, repentinamente maravillado. Él no tenía idea de que lo poseía, y había estado demasiado enfocado en su autocontrol allí afuera como para notarlo. Ahora entendía cómo lo había seguido hasta allí.

—¿Otra Uchiha? Ya van dos esta semana que me dan una visita. Y yo que creía que estaban casi extintos.

La Hatake nunca había creído que las voces pudieran manifestar lo poderoso que era su dueño, la razón era porque jamás se había sentido inquieta o intimidada por la voz de nadie en el pasado. Hasta ese momento.

Aquella voz, la más gruesa y profunda que había oído, pareció retumbar en el interior de su cuerpo, como el eco en una cueva vacía, y pudo jurar que su risa hizo temblar el suelo debajo de ella.

Volteó hacia donde su amigo desvió sus ojos, y lo vio. Una gigantesca figura del color bermellón yacía acostada detrás de lo que era la celda más grande que Sakuma había visto. La veía con su mirada escarlata, idéntica a con la que Naruto la había visto instantes atrás, y una siniestra sonrisa adornaba su feroz rostro.

El Zorro de las Nueve Colas, la criatura más poderosa del mundo shinobi, que se hallaba, increíblemente, encarcelado dentro de su amigo, estaba frente a ella examinándola con atención.

Su mirada recorría sus facciones, y por un instante pudo jurar haber captado con su sharingan cierto grado de sorpresa.

Más eso no era lo único que notó, sino que también, por entre las rejas de la celda, una masa burbujosa de chakra se asomaba. Su rostro y forma eran idénticos a los de la gran criatura, pero en un tamaño más reducido.

—Así que tú eres el que ocasiona todo este alboroto. Te ves muy calmado a comparación de cómo es todo allá afuera —habló finalmente la chica.

El zorro soltó un bufido divertido.

—¿Yo? Yo no soy el que hace todo eso. Naruto sí —hablaba, mas su boca no se movía—. Yo solo le doy un empujoncito.

—Sakuma, no deberías estar aquí —habló Naruto, preocupación presente en su voz con cada palabra—. No es seguro.

—Dije que te ayudaría. Eso vine a hacer.

El chico pestañeó sorprendido. Le parecía extraño que la Hatake se viera tan tranquila en un lugar como aquel, en una situación como esa. El mismísimo Zorro de las Nueve Colas estaba frente a ella y aún así no se veía en lo más mínimo intimidada ante un monstruo así.

No dijo nada ante su respuesta, apreciando su gesto en su interior, pero cuando la menor avanzó un paso hacia la prisión, sí fue el momento en que decidió que aquello ya era suficiente.

—Sakuma, no. Esto puede parecer falso, pero es muy real.

La bestia la vio acercarse con una de las comisuras de su boca elevándose en una falsa media sonrisa. Parecía burlarse de la presencia de la menor.

—¿Qué planeas hacer con ese sharingan, niña? ¿Crees que puedes controlarme? —se mofó—. Eso no funciona aquí.

Ella no respondió y se acercó al intoxicante chakra anaranjado que se asomaba en busca de Naruto, quién seguía de pie detrás de la Hatake. Debía suprimirlo, pero no sabía cómo.

—¿Qué crees que haces? —demandó saber el zorro, al la chica estar ahora de pie frente al chakra acumulado.

—¿Sinceramente? Ni idea.

La criatura volvió a reír con notable burla.

—Puede que tengas ese monstruoso chakra tuyo, pero si no sabes cómo usarlo, de nada te sirve —dijo altanero—. Lo mismo de tu sharingan. Así sea poderoso, tanto como para traerte hasta aquí, si no sabes cómo emplearlo, es inútil.

—Gracias por el consejo —murmuró la menor.

El zorro gruñó ante su soberbia.

—Todos los Uchiha siempre igual de arrogantes —espetó, como si la mención de ese apellido le causara náuseas—. Se creen los dueños del mundo, pero mira cómo terminaron.

—Tienes razón. Deberíamos ser más como tú y terminar encerrados de por vida —espetó de regreso, harta de sus constantes insultos.

Su comentario enfureció a la criatura, que rugió desde su confinamiento. Los pies de ambos chicos temblaron al lugar entero sacudirse. Naruto de inmediato avanzó hacia Sakuma, quien se había forzado a sí misma a no mostrarse intimidada por la criatura, costándole toda la fuerza de voluntad que tenía dentro. Aquel rugido parecía ser capaz de producir derrumbes y terremotos.

—¡Cómo te atreves...! ¡Tú, asquerosa niña Uchiha, no eres nada más que una peste, tú y todo tu despreciable clan! —bramó furioso.

—¡Sakuma, sal de aquí! —exigió Naruto, temeroso. Sabía que el zorro no podía traspasar su celda, pero aún así la pequeña probabilidad de que pudiese hacerlo lo aterraba.

—¿Y dejarte aquí solo, luchando por tu cuenta? —preguntó atónita—. No lo creo.

—¿Entonces qué planeas hacer? —cuestionó—. Sasuke pudo suprimir el chakra, ¿pero tú sabes hacer eso?

—Uhh... no.

Naruto se llevó las manos a la cabeza. Los rugidos del zorro seguían oyéndose.

—Pero podría probar algo.

—¿Algo como qué?

Sakuma no respondió. Naruto observó cómo cargó su puño con chakra y lo lanzó contra el anaranjado chakra burbujeante.

Como si un torbellino lo hubiese impactado, el chakra se deshizo en una ráfaga de viento que provocó el impacto del ataque y, antes de que Sakuma pudiese percatarse, ambos estaban de regreso en el claro del bosque, ahora despejado de clones y sereno como el mismísimo silencio.

—Demonios... Ahora sí estoy en problemas —murmuró la chica.

ACLARACIONES:

Apareció Kurama

Iba a esperar más tiempo a que lo hiciera, muchísimo más. Pero creí que si mencioné ahora la relación que él tenía con Fumiko, lo mínimo que podía hacer antes de la Guerra Ninja es que Sakuma lo conociera, sino hubiese dicho ese dato más adelante. No quería que se olvidaran de ese detalle y el entrenamiento de Naruto me pareció el momento adecuado.

Obviamente, en el anime, Naruto no pierde el control, pero era necesario para la trama. Era solo esa oportunidad la única que podía utilizar: Yamato estaba agotado porque el vago de Kakashi no lo ayuda, Naruto estaba exhausto y el enojo le ganó. Perdón si no les gustó.

Respecto a la escena que se dió en en la mente de Naruto, quiero que sepan que yo hasta el día de hoy no entiendo del todo cómo funciona la mente de Naruto, donde Kurama está encerrado. Por lo que si no se entendió, les haré una aclaración a lo que quería llegar:

Sakuma quería deshacerse del chakra que se estaba acumulando para ayudar a Naruto a auto-controlarse. Si lo dejaba solo, seguiría luchando con eso, incapaz de regresar a su estado de consciencia. Recuerden que Naruto, cuando comienza a perder el control, se olvida de todo. La presencia de Sakuma le recordó dónde estaba y lo que estaba sucediendo afuera.

Ahora, si creen que así no es como se lleva a cabo todo el asunto "mental" de Naruto y Kurama, por favor díganme y lo corregiré lo antes posible 💙

El chakra de Sakuma

Ya se había mencionado un par de veces en el fanfic lo grande que era, pero no se le había dado tanta importancia. Sin embargo, ahora que tengo planeado un par de cosas para la beba, era necesario que se le diera el reconocimiento que le corresponde.

Y para aclarar antes de que me llueva arena: EL PODER DE SAKUMA NI SE ACERCA AL DEL PRIMER HOKAGE. LA PIBA APENAS Y SOBREVIVIÓ A KABUTO (Tal vez le hubiera pateado el culo si tuviera más práctica con el sharingan y estuviese a su 100%, pero necesitaría suerte). La comparación con él solo fue en términos de chakra, no poder. Chakra ≠ Poder. Si no sabe usarse, administrarse, no sirve de nada. Tal como el bebo de Kurama dijo.

Lo único que puedo decirles es que, a partir de ahora, el poder de Sakuma va a ir en aumento.

Ella siempre ha evolucionado, pero nunca se le dio tanta importancia ya que el punto de enfoque de mi fanfic no es su poder, sino sus relaciones con su familia y amigos, y su identidad. Pero ahora, vamos a aventurarnos en otro camino, donde ella ya sabe quién es, sabe quiénes son realmente las personas a las que ama, y hará todo lo posible para protegerlas. La beba está creciendo, y va a hacerlo explotando al máximo su potencial.

Ya teniendo estas cosas claras, me gustaría saber qué opinan al respecto en los comentarios. De verdad me ayudaría a saber si sigo yendo por este camino o no. Solo les prometo no hacer a Sakuma ninguna Mary Sue, ella siempre ha entrenado duro y eso va a hacer. Pero tengan en cuenta que ella es una shinobi poderosa, tal como lo fue su madre, tal como lo es su padre, y su clan no es cualquier clan.

MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LOS 95K, esto se está saliendo de control, basta chicxs. Todos estos ránkings también. Voy a llorar. Gracias por leerme y siempre comentar cosas tan hermosas <3 nos leemos pronto, ¡Jennifer, fuera! 💙

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro