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XXXI. Reconciliación

CAPÍTULO XXXI:
RECONCILIACIÓN

—Ya no lo soporto.

Sakuma miró el yeso de su pierna con odio. La comezón le había despertado esa mañana y no había cesado en esos cinco minutos que llevaba despierta, por lo que decidió que, en momentos desesperados, medidas desesperadas. Y sin demorarse más rompió en dos el yeso con su fuerza y lanzó los pedazos lejos de ella para poder rascarse sin más obstáculos.

—Ahhh, al fin —soltó placenteramente mientras se rascaba, echando la cabeza hacia atrás en alivio.

De verdad que picaba esa cosa. No entendía cómo era que a eso se le consideraba un método de curación cuando lo único que le causaba a ella era sufrimiento.

—No puedo creer que me despertara temprano por culpa de esta porquería —gruñó de malhumor, ahora mirando a su habitación.

Su atención poco a poco fue desviándose de su pierna y se enfocó en uno de los rincones de su habitación donde, encima del baúl donde guardaba todo su equipamiento shinobi, se hallaba la montaña de peluches que Gai-sensei y Rock Lee le habían dado, con las decenas de globos flotando encima de ellos.

El Equipo Gai, pensó con algo de agobio. De verdad los extrañaba, ¿pero cómo podría verlos y actuar como si nada hubiese pasado cuando ellos fueron cómplices de tantas mentiras? Por más que quisiera hacerlo, no podía.

Ellos estuvieron mal y tendrían que reconocerlo si quieren que ella vuelva a involucrarse con ellos. Unos regalos como esos no solucionarán nada.

—Oh, mi pierna no se ve tan mal —observó repentinamente, desviándose nuevamente en sus pensamientos—. Tal vez incluso puedo caminar.

Valía el intento, después de todo ella sanaba bastante rápido y no quería tener que pasar más tiempo en ese yeso.

Por lo que apoyó su peso en las manos y se acercó a la orilla de la cama. Bajó los pies y levemente los posicionó sobre el suelo. Hasta ahora todo iba bien, solo había una leve molestia pero nada grave. El verdadero problema fue cuando se puso de pie.

—¡Ahhh, demonios!

El estruendo de su cuerpo al caer al suelo en abundante dolor se oyó en toda la casa.

(...)

—No puedo creer que de verdad te arrancaras el yeso —su padre la veía con total desaprobación.

—Tenía comezón —gruñó en respuesta.

—Eres imposible —suspiró el hombre.

Sakuma se cruzó de brazos, adoptando una pose defensiva mientras la enfermera (quien no se veía nada contenta) terminaba con su pierna.

—Bien, las buenas noticias es que parece que tu nivel de curación es bastante alto, por lo que en unos días serás capaz de quitártelo. Las malas es que podría haber sido antes si no te hubieras roto nuevamente la pierna al caer tan mal —informó la enfermera.

—¿Ves? Eso te pasa por impaciente —le dijo su padre, haciéndole que ella rodara los ojos—. Muchas gracias —se dirigió ahora a la muchacha, que contestó con una reverencia antes de retirarse—. Ven, te ayudaré a sentarte en la silla.

—Puedo hacerlo yo sola.

Pero su padre no le había prestado la más mínima atención e incluso antes de que terminara la oración ya la tenía en sus brazos. Sakuma como venganza se puso lo más pesada que pudo al hacerse la muerta.

—Oh, wow. Qué pesada eres, creo que no puedo con tanto —habló con sarcasmo, dejándola en la silla con suavidad.

—Esto de levantarme cuando quieras en contra de mi voluntad debe ir en contra de alguna ley —se quejó mientras su padre acomodaba sus piernas en los posa-pies.

—Demándame.

—¡Sakumaaaaaaa!

La chica frunció el ceño al oír aquel grito lejano proveniente del pasillo del hospital. Ya sabía de quién se trataba, y confirmó que efectivamente estaba en toda la razón cuando esa persona ingresó a su habitación luego de haber seguido de largo enfrente de su puerta y tenido que regresar unos pasos.

—¡Sakuma! —sollozó Lee lanzándose a abrazarla.

—Su pierna —lo detuvo Kakashi poniendo la mano en el pecho del adolescente y apartándolo con cuidado.

—¡Oh, cierto! ¡Tendré más cuidado, Kakashi-sensei! —asintió el chico con seriedad.

—Lee tenía razón, sí era Sakuma —se oyó la voz de Tenten, que entraba a la habitación junto con Neji.

—Hola, chicos —saludó amigablemente Kakashi, levantando la mano.

Los jóvenes devolvieron el saludo con una sonrisa, excepto Neji que se limitó a asentir.

—Veo que estás mejor a comparación de cuando te hallamos —observó Neji, acercándose.

—Su pierna —dijo Lee con seriedad, apoyando la mano en el pecho de Neji tal como lo había hecho Kakashi con él anteriormente.

Neji frunció el ceño y apartó la mano de su compañero de un manotazo. Kakashi rió levemente.

—Sí, ya la vi. No soy un idiota.

—Bueno, el no verla no significa ser idiota. ¡Tal vez solo estabas feliz de verla de regreso! —se defendió a sí mismo, causando una mirada de confusión en el Hyuga.

—Ya, ya, chicos —intervino Tenten algo apenada.

La Hatake solo se limitó a observarlos, a sus amigos, a sus compañeros, y al hacerlo solo pudo sentir enojo, tanto que no podía permanecer allí por más tiempo sin sentir que perdería la compostura.

—¿Qué hacen aquí? —interrumpió entonces la leve discusión que comenzaba a nacer entre el Hyuga y el azabache.

La mirada de sus compañeros volvieron de regreso a ella, notando no se veía tan feliz de verlos como ellos creían que se vería.

Uff, la cosa va a complicarse aquí, pensó Kakashi para sus adentros al percatarse como el humor de su hija había cambiado drásticamente a uno irascible y alerta.

—Volvíamos del entrenamiento cuando te vimos a lo lejos viviendo hacia aquí, así que vinimos a ver cómo te sentías —respondió Tenten algo confundida.

—¡Te extrañé tanto Sakuma! —exclamó Lee queriendo otra vez envolverla en un abrazo, siendo detenido por Neji que lo sostuvo del cuello de su uniforme verde.

—Pues estoy bien. No necesitan quedarse más tiempo —respondió, ignorando a su mejor amigo.

El Equipo Gai intercambió miradas. Algo andaba mal. Muy mal.

—¿Está todo bien, Saku? —le preguntó Lee algo triste ante su frialdad, esta vez en un tono más serio.

—No lo sé, ¿está todo bien? —devolvió la pregunta con un claro tono irónico que molestó a la castaña.

Kakashi cerró los ojos suspirando, de verdad que Sakuma era algo cuando se enojaba.

—No sé qué te sucede, pero si hay algo que quieras decirnos, hazlo. No es bonito esto de venir a que nos trates así —se cruzó de brazos Tenten, molesta de cómo los estaba tratando a pesar de lo preocupados que estuvieron por ella.

Una sonrisa atónita surcó la cara de Sakuma, quien se hallaba a espaldas a ellos. ¿Acaso Tenten se creía en el derecho de estar enojada?

—¿Acaso herí sus sentimientos? —alzó las cejas la peliplata.

—¿Qué pasa contigo? —frunció el ceño la castaña. Neji puso una mano en su hombro al ver que avanzó un paso.

Kakashi rascó su nuca, un tanto incómodo con la atmósfera que se estaba formando en la habitación. Sakuma estaba notablemente molesta y parecía utilizar toda su voluntad para no golpear a nadie.

—¿Que qué pasa conmigo? ¡Son unos mentirosos, eso es lo que pasa conmigo! —bramó furiosa.

La habitación quedó en silencio. Esa fue la señal que necesitó el hombre para decidir que debía esperar afuera.

—Los dejaré a solas -anunció Kakashi antes de retirarse, no sin antes darle una leve palmada en el hombro a su hija en un intento de tranquilizarla.

—¿Qué quieres decir, Saku? —preguntó Lee temeroso, luego de que Kakashi desapareciera en los pasillos.

Los intensos ojos de su amiga parecieron querer agujerearle la cabeza, como si el simple hecho de preguntar aquello fuese una declaración de guerra contra ella.

—Ustedes sabían y aún así no dijeron nada durante todo este tiempo, ¿no es cierto? Sabían todo.

El gesto de Tenten se suavizó, ahora entendiendo. Sakuma ya sabía quién era ella.

—Fueron órdenes —justificó Neji, sabiendo que no tenía caso negarlo, ganándose malas miradas por parte de Tenten.

—Eran mis amigos —espetó Sakuma con la nariz arrugada en enojo.

—¿Eran? —preguntó Lee, ahora al borde de las lágrimas. No le gustaba discutir con Saku, mucho menos después de no verla por tanto tiempo.

Sakuma no contestó.

—No podíamos decirte nada, Saku. Todo fue por tu bien —habló Tenten, tratando de calmar a la menor—. Cuando el consejo se enteró de tu existencia tu mejor defensa era que no sabías nada. Por eso nada ocurrió hasta ahora.

—¿Acaso ser mis amigos también fueron órdenes? —ignoró por completo la excusa de la castaña, yendo directamente a la pregunta que más había estado rondando su mente los últimos días.

Rock Lee y Tenten no fueron capaces de sostenerle la mirada y, aunque esa había sido suficiente respuesta, Neji lo confirmó asintiendo.

—La hokage nos ordenó observarte de cerca, la mejor manera era ganándonos tu confianza —explicó Neji.

La boca de la menor se entreabrió. Por más que había sospechado la respuesta el saber que era cierto, escuchándolo de la propia boca de sus compañeros, de algún modo le hizo sentir aún más devastada. Sus amigos no eran más que otro engaño de la hokage, otro esfuerzo de su parte de mantenerla controlada y cautiva, lejos de cualquier pizca de conocimiento sobre sí misma.

—Me repugnan. Todos ustedes —murmuró afectada.

—Saku, espera. Eso no es toda la historia —Lee trató de detenerla, al verla darles la espalda y avanzar a la salida.

—No te me acerques —lo miró sobre el hombro. Su tono era uno de advertencia—. Porque en este momento dudo que no intente romperte la cara.

Lee retiró lentamente la mano que había puesto en el respaldo de la silla de ruedas en su intento de que lo escuchara. Los ojos de Sakuma estaban brillantes.

La peliplata volvió a mirar al frente y atravesó el umbral con la barbilla en alto, dejando a los que ella creía sus mejores amigos solos en la luminosa habitación de hospital.

(...)

—Lee lleva cinco horas fuera. Dice que no parará de hacer flexiones hasta que lo dejes hablar contigo —informó su padre.

—Pues entonces se llevará una gran decepción cuando se desmaye del cansancio porque no saldré.

Kakashi suspiró, viendo cómo su hija abrazaba al gigantesco bulldog, Buru, acostada en el sofá de la sala.

—¿Cuántas veces debo decirte que los ninken no están para que los mimes? —reprendió el hombre.

Oyó a su hija hacerle la burla por lo bajo desde la cocina, donde se dedicaba a lavar los platos del desayuno y almuerzo.

—Como sea, Sakura vendrá. Te aviso porque llegará en cualquier momento.

No se oyó nada por un momento, pero luego el sonido seco de Buru bajando del sofá y Sakuma dificultosamente subiendo a la silla de ruedas interrumpió el silencio. Su hija no tardó en aparecer a su lado con una cara de total indignación.

—¿Disculpa? Creo que no escuché bien.

—Dije que Sakur-

—¿Qué te hace pensar que quiero que venga? Dile que no —interrumpió.

—Que quieras o no es asunto tuyo, pero ella vendrá —respondió dejando la esponja en el fregadero y secando sus manos con un trapo.

—¿Y eso porqué?

—Porque no te has bañado en días.

Sakuma se sonrojó. Era cierto. No se había dado un baño desde la visita al hotel con el Equipo Yamato ya que había sido capturada luego de eso. El único agua que su cuerpo había tocado desde entonces era la de la lluvia y la de los trapos húmedos con los que las enfermeras la habían limpiado en el hospital.

—Ella vendrá a ayudarte en lo que necesites ya que se te hará bastante difícil con la pierna y costillas rotas. Eso sin contar que puedes marearte y caer gracias al golpe de tu cabeza.

—Una enfermera puede ayudarme —se opuso, furiosa.

—Técnicamente, ella es una —se dio vuelta su padre, apoyándose en la encimera para mirarla directamente.

—Ella no es diferente que cualquiera del Equipo Gai —frunció el ceño.

—Oh, ¿así que planeas discutir con todos, haciéndote a ti y a ellos daño, en vez de tratar de manejar las cosas como una persona madura?

—Exactamente.

—Eso no me parece lo más ideal.

—Tienes razón, mejor pretendo que está todo bien hasta que todos se enteren por su cuenta años más tarde de que en realidad los odio. Eso suena bastante a algo que tú considerarías ideal, ya sabes, mentir y pretender.

—No consigues nada diciendo cosas así y lo sabes.

Sakuma bajó la mirada, sabiendo que su padre tenía razón y, para peor, ella odiaba decir ese tipo de cosas. No era una persona mala, pero estaba tan enojada que no podía contenerse. No podía simplemente tragarse lo que sentía.

—Confío en que sabrás como manejar todo este asunto. Eres una chica inteligente.

Sintió la mano de su padre posarse en su cabeza en un gesto de consuelo. Eso le molestó. No porque despreciara el gesto, sino porque su mano estaba mojada.

Entonces el timbre se oyó en la casa. Sakuma alzó la mirada de golpe, repentinamente nerviosa.

—Dile que se vaya.

Él sonrió.

—¡Puedes pasar, Sakura! ¡Está abierto!—exclamó Kakashi con un leve cantito, antes de dirigirse a su hija—. Ellos son tus amigos. Y unos muy buenos. No los odies por tratar de protegerte de la verdad, Sakuma.

Kakashi pasó por su lado para ir a recibir a su alumna, dejando a su hija sola en la cocina con mala cara y humor de perros. Buru lamió su cara haciéndola sonreír un poco.

—Gracias —dijo dándole una caricia y volteando su silla de ruedas en dirección a la sala de mala gana.

(...)

En el baño había silencio. Sakura jugaba con sus dedos mientras esperaba que Sakuma terminara de ducharse. Había ayudado a la adolescente a sentarse en una reposadera debajo de la ducha y a atar una bolsa alrededor del yeso y en todo ese proceso Sakuma solo se había limitado a mirarla en silencio.

Según lo que le había dicho Rock Lee entre lágrimas y jadeos de cansancio cuando se lo encontró fuera de la casa haciendo ejercicio, la Hatake parecía estar furiosa con ellos, y con todo derecho lo estaba, después de todo ellos habían sido los peores amigos. Por eso mismo el nerviosismo ante la idea de confrontarla la invadía en esos momentos, no sabiendo qué podría decirle.

Oyó la llave de la ducha cerrarse y vió la mano de Sakuma asomarse de detrás de la cortina de baño en busca de la toalla, que ella le alcanzó de inmediato, y más tarde en busca de su ropa, que también alcanzó.

—Ya estoy vestida —fueron las primeras palabras que la chica le dirigió.

Sakura hizo a un lado la cortina y ayudó a su amiga a sentarse sobre la tapa del inodoro, donde se le haría más fácil secar su cabello, tratando de ignorar el hecho de que su peso estuviese debajo del normal.

—Te secaré el cabello —habló la pelirosa con suavidad, tomando una toalla seca—. Si tu cabeza duele, avísame.

Sakuma solo asintió, sintiendo como su amiga comenzaba a secarle delicadamente cabello con la toalla, como si se tratara de una muy fina figurilla de cristal. Pero a pesar de su suavidad, se notaba su incomodidad, seguramente por el silencio que ella había decidido mantener desde que llegó.

La pelirosa dejó la toalla encima del lavabo y tomó el cepillo de pelo que había en uno de los cajones del mueble del baño. No recordaba jamás haberle tocado el cabello. Era de un plateado brillante, largo hasta la cintura y siempre, por más que costara controlarlo, lo llevaba suelto. A los ojos de Sakura era realmente bonito.

—Si vas a cepillarlo estaremos aquí un siglo. Tengo el cabello muy fino —murmuró la menor.

—No me importa tomarme mi tiempo. Sé que te agrada que esté peinado cuando está húmedo —sonrió Sakura, comenzando a cepillar primero las puntas para que fuese más fácil peinarla.

Sakuma apretó los labios, reprimiendo una sonrisa de satisfacción a causa de que su amiga recordara tal pequeñez.

—¿Has pensado en cortarte el cabello? —pregunta de repente la Haruno—. No es que no me guste como está, pero sé que a ti te fastidia un poco el tenerlo así de largo, así que me parece algo extraño que no lo hayas hecho ya.

—De niña siempre lo tuve sobre los hombros, a la altura de mis orejas.

—¿En serio? No te imagino —rió levemente.

Sakuma medio asintió.

—Mi sensei siempre intentó cortarlo, y en ese tiempo lo tenía apenas llegando a mitad de la espalda. Si me viera ahora le daría un ataque de histeria —recordó a la que antes era la encargada de cepillar su cabello cuando ella se negaba a hacerlo.

—Si quieres puedo cortártelo.

—Mi madre fue la primera y última que lo cortó —dijo con un ápice de tristeza en su voz, que trató de ocultar de inmediato al notar el recorrido del cepillo detenerse en su cabello—. Pero tendré que cortarlo tarde o temprano, ¿no? No puedo tenerlo por casi una década sin cortar.

Sakura sacudió la cabeza, apartando la pena que la había invadido.

—Supongo que eso es cierto... —asintió de acuerdo.

Unos minutos pasaron, minutos en los que la chica finalizó su tarea y dejó el cepillo de regreso en su sitio, para luego acercar la silla de ruedas a la menor y ayudarla a sentarse en ella. Se notaba que odiaba ese artefacto, sus facciones la delataban al estar mirándola con tanta ira y rechazo. De igual manera se mostraba ante la idea de tener que recibir ayuda.

—Supongo que ya puedes irte —Sakuma empujó las ruedas a sus lados para salir del baño y avanzar a su habitación. Sakura la seguía de cerca.

—No sin antes hablar contigo.

—Mejor parafraseo eso: quiero que te vayas —corrigió¯. Trataba de ser amable solo porque Kakashi me lo pidió.

—¿Por qué evitas esta conversación? Eso no ayuda a nadie.

—Porque no quiero hablar. ¿Además que? ¿Ahora tienen ganas de hablar? ¿Luego de todo este tiempo?  —entró a su habitación y se acercó a su cama donde, con algo se esfuezo, se dejó caer—. Parece que es solo cuando ustedes quieren.

—No es así, Saku. Es porque te lo debemos y queremos aclarar las cosas.

—Como que se demoraron un par de años, ¿no?

Sakura suspiró, mientras veía a la Hatake tomar un vaso de leche de encima de su mesa de noche que seguramente Kakashi dejó para ella ahí mientras estaba en el baño. De verdad que sería difícil poder conseguir su perdón.

—Si no quieres hablar, entonces escucha. No tienes que decir nada si no lo quieres, pero esto es algo que debemos resolver y, aunque tú no pongas nada de tu parte, me sentiré tranquila sabiendo que yo lo hice.

—Pues si eso es lo que quieres, bien. Te ayudaré a que tengas tu consciencia tranquila aunque no te lo merezcas. Pero te advierto que apenas termino de tomar mi vaso de leche, me duermo a los diez minutos —dijo, llevando el vaso a sus labios, bebiendo su contenido en solo un par de tragos y dejándolo sobre la mesa de noche.

Sakura suspiró, no permitiéndose enojar ante su actitud. No tenía derecho.

—Con tu aparición, la hokage pidió que el Equipo Gai te vigilara hasta que Kakashi-sensei regresara. La aldea no estaba en buena condición en ese entonces y no podía permitir que una niña de una aldea extraña que aclamaba ser la hija de una de las shinobi más poderosas, que hasta entonces de creía muerta, anduviera por la aldea sin vigilancia. Debía confirmar primero que el que dijeras que eras hija de Kakashi no fuese solo una mentira, una pantalla para infiltrarte, después de todo Orochimaru no hasta hace mucho había atacado la aldea y era conocido por reclutar niños —comenzó a relatar—. Entonces te conocí, yo no tenía idea de que eras vigilada, pero nos caímos bien, entonces la hokage me asignó la misma misión.

》Sin embargo eso no fue todo. Incluso luego de comprobar tu identidad, debimos de seguir vigilándote. No podíamos dejarte ni un momento sola. No porque desconfiáramos de ti, sino porque nos percatamos de que llamabas la atención al ser hija del Fénix de Konoha. Cierta persona estaba interesada en ti, pero no fue la única. Si no me equivoco, el Equipo Gai había interceptado un par de veces a ninjas renegados en los alrededores que vigilaban en busca de una de las últimas Uchiha. Querían un sharingan con el cual hacerse más poderosos.

》Y sobre tu madre... El que no supieras de ella te protegía frente al consejo, ¿de qué? No lo sé, solo fueron órdenes de Lady Tsunade. Pero creo que te lo hubiera dicho de todas maneras sino fuese por tu sello. Eso la hizo callar y hacer que todos los demás lo hicieran también.

—¿Mi sello?

—El que lo tuvieras le dijo a la hokage de que te lo habían puesto, ¿para sellar qué? Ella sospechaba que se trataba del sharingan, aunque no sé si estaba en lo correcto, pero eso quería decir que tu madre había decidido que tampoco deseaba que lo supieras. Creyó que en parte cumplía sus deseos. Tu madre te había dado un nombre que no era el suyo, una identidad que no era la verdadera, y te había puesto un sello. Si ella no quería decírtelo, debía ser porque quería protegerte. Ella al igual que todos creíamos que hacíamos lo mismo —bajó la mirada unos instantes—. Supongo que nos equivocamos, porque lo único que logramos fue lastimarte.

Sakuma solo permaneció unos segundos en silencio antes de volver a hablar.

—A ti... a ti te gusta ese chico, ¿no? —la miró y Sakura juró que se había vuelto más pequeña gracias al tono que utilizó para hablar. Uno frágil y vulnerable—. Uchiha Sasuke.

La pelirosa sintió sus mejillas arder, debían de estar del mismo color de su cabello.

—¿A q-qué viene eso? —la pregunta le había sorprendido.

—¿Te acercaste a mí solo porque era una Uchiha como él? ¿Por que éramos familiares? ¿Por que te recordaba a él? ¿Querías un remplazo para sentirte mejor?

Los ojos de la Haruno picaron, porque se dio cuenta finalmente de qué era lo que realmente sucedía con su amiga. A ella no le dolía tanto las mentiras, era una excusa para ocultar el verdadero motivo de su dolor que temía de preguntar. No estaba así por lo que le habían ocultado, estaba asustada, asustada de que en realidad ellos no fuesen sus amigos. Estaba asustada de que no fuesen su familia.

Sakura avanzó un paso, luego dos, bajo la penetrante mirada de ella, hasta detenérsele en frente.

—¿Qué...?

La de cabello plateado calló al sentir los brazos de su amiga rodearla.

—Siento tanto el que pienses así —escuchó la voz de su amiga quebrarase. Su cabello mojado se presionó contra su cuello al ella apretar el agarre de su abrazo—. Nunca fue nuestra intención. Sakuma, nosotros en verdad te queremos. En verdad te amamos. Nunca quisimos hacer que dudaras de eso.

Pestañeó un par de veces al notar su vista hacerse nublosa gracias a la humedad que se apoderó de sus ojos. Lágrimas habían acudido a ellos como respuesta instantánea a los sollozos de su amiga, pero principalmente por sus palabras.

Tragó con fuerza, sintiendo una incomodidad en su garganta al combatir las lágrimas, y con titubeante lentitud sus brazos fueron alzándose hasta posarse sobre la espalda de Sakura, aceptando su gesto. Sintió a su amiga abrazarla más fuerte, e ignorando el dolor que le provocó aquello cerró los ojos disfrutando de su compañía.

El dolor que había dominado su pecho tanto tiempo finalmente se disipaba. "En verdad te amamos" solo eso había necesitado para finalmente sentirse tranquila.

(...)

—¿Es que todos piensan en abrazarme hoy?

Un sollozo que pareció aullido fue su respuesta.

—Lee, en serio comienzas a empapar mi pijama en lágrimas.

—¡Por favor no vuelvas a enojarte conmigo! ¡Fue tan feo! ¡Tan feo! ¡Y tu mirada daba escalofríos, Sakuma!

—Prometo no hacerlo de nuevo, no si no me das un motivo.

El azabache finalmente la libró del abrazo que había mantenido desde hacía casi ya cinco minutos. El Equipo Gai se hallaba en su casa junto a Naruto y Sakura. Habían venido al Sakuma haberlos invitarlos a su casa a finalmente decidir encararlos, claro que luego se quedaron a cenar.

El enfrentamiento había sido bastante tenso ya que la adolescente aún se hallaba bastante enojada, pero luego de unos veinte minutos las cosas se habían resuelto con una promesa mutua de que si algo parecido volvía a suceder Sakuma estaba en todo su derecho de jamás volverles a hablar en su vida.

—Yo no tenía nada que ver en el asunto y hasta a mí me entró miedo —rió Naruto, recordando los ojos de la menor al mirar a sus amigos.

—Qué miedosito —se burló ella.

—¿Yo? ¿Miedosito? —se indignó el adolescente.

—Sí, tú.

—Yo no le tengo miedo a nada.

—¿A nada? —alzó una ceja.

—A nada, dattebayo —se cruzó de brazos alzando la barbilla.

—Ajá, claro.

—¡De veras!

—Ya chicos, no empiecen —rodó los ojos Tenten.

Ellos la ignoraron y siguieron con su discusión, con un Naruto que se ofendía y con una Sakuma sarcástica y condescendiente. Mientras tanto, a unos metros, Neji tenía una conversación con su sensei y el padre de su compañera. Estaban en la cocina, donde ambos adultos se encargaban de preparar la cena.

—Sakuma no tiene el sello —les dijo, notando en sus reacciones que era algo de lo que tenían previo conocimiento—. Pero eso ya lo saben.

Ambos asintieron.

—¿Puedo saber de él?

—Su sensei se lo hizo cuando su madre murió —contestó Kakashi—. Sakuma despertó el sharingan con su muerte.

—¿Sharingan? ¯el adolescente miró sobre su hombro a la mencionada. Ella rodaba los ojos al ser nuevamente abrazada por Rock Lee, mientras los demás intentaban apartarlo de ella—. Así que sí era eso después de todo.

—Por lo que me dijo, también tenía recuerdos que había olvidado. Todo relacionado con el despertar de su sharingan y el sello —agregó el hombre.

—Sin duda es una niña fuerte —opinó Gai, limpiándose las manos en su delantal—. Solo seis años y ya experimentando esa clase de dolor -miró a Kakashi disimuladamente, sabiendo que él tenía una edad similar cuando el asunto de su padre había sucedido. Él más que nadie entendía el dolor de su hija.

—Sakuma ya era una shinobi excepcional al momento del combate cuerpo a cuerpo. Lograba ver patrones, memorizarlos e incluso imitarlos. Ahora que tiene el sharingan no me imagino cómo será —recordó Neji cómo el pelear con Sakuma ya era casi inútil al ella ser más  rápida que él y también al ya saber todos su patrones de lucha y lograr bloquerarlo.

—Tengo una fuerte sospecha de que será realmente buena —dijo Kakashi sin dudarlo—. Por eso quiero empezar con su entrenamiento a penas esté sana y capaz.

—¿Entrenará entonces a ambos? ¿Naruto y Sakuma? —se interesó.

Kakashi asintió.

—Naruto está ansioso, pero no puedo entrenarlo hasta que ella esté bien. Debo cuidarla.

—¡MI OKONOMYAKI!

El Hatake dio in saltito del susto al oír al su mejor amigo gritar de esa manera. Gai se había distraído por un momento y casi logra estropear una de las guarniciones.

—¡Kakashi esto es desastre!

—Gai, tranquilo. Está bien. No sé quemó aún. Está a punto. Solo dalo vuelta en la sartén. Quedará solo poquito tostado —se acercó a la estufa y trató de tranquilizarlo, supervisando lo que hacía.

—¡Pero a Sakuma no le gusta así! —gritó desolado.

—A mí me gusta así —mintió Kakashi solo para evitar el escándalo. Sakuma aún tenía dolores de cabeza—. Este es mío.

Gai lo miró con profunda felicidad y el hombre cerró los ojos rascándosea nuca. Su amigo sí que podía ser dramático.

—¡Neji! —lo llamó Tenten, haciendo que volteara a verla. Ella alzaba la mano, sacudiéndola—. Ya ven aquí que estamos para jugar a las cartas.

—¡Esta vez voy a ganarte, Neji! —lo señaló Lee.

—Eso no va a pasar porque yo voy a ganar, dattebayo.

—Naruto, tu juegas pésimo —dijo Sakura con algo de burla en su voz.

—¡Claro que no!

El Hyuga rodó los ojos, dirigiéndose a la mesa donde todos estaban, sentándose a un lado de Lee.

—Neji solo gana porque hace trampa -comentó Sakuma, exponiéndolo—. Siempre usa el Byakugan.

Él la miró mal, casi con reproche.

—¡Es cierto! —coincidió Tenten.

—¡¿Qué?! —exclamó Lee horrorizado—. ¡Así no es como Gai-sensei nos enseñó!

—No hago trampa —mintió con seriedad, no queriéndose mostrar avergonzado.

—Y yo soy un caballo disfrazado de persona —murmuró Sakuma.

Lee que estaba a su lado y la oyó, comenzó a reírse. Ella medio sonrió.

—Entonces Neji no juega —opinó Naruto—. Ten, tú anotas los puntos —le alcanzó libreta y pluma a el castaño.

—No quiero anotar —miró hacia otro lado con la barbilla en alto.

Naruto frunció el ceño.

—Entonces no juegas.

—Tampoco quería.

—Hey, hey. No empiecen. Neji, solo promete que no harás trampa y comencemos —intervino como siempre Tenten, solo que esta vez en tono de súplica.

—Sí, antes de que la comida esté -se quejó Sakura.

—No voy prometer nada porque yo no hago trampa.

Sakuma relinchó por lo bajo, solo para que Lee la escuchara y éste rió tan fuerte que cayó de la silla y golpeó la mesa con la piernas, haciendo que los vasos de agua que tenían encima cayeran, derramando agua sobre los presentes.

—¡LEE!

Tanto Kakashi como Gai observaban la escena desde la cocina. Todo parecía estar volviendo a la normalidad.

¡Hasta acá el capítulo!

Espero muchísimo que les haya gustado, como pueden notar es un capítulo un tanto diferente. Más cálido y familiar y me gustó mucho escribirlo aunque fuese un dolor de cabeza.

Sinceramente Sakuma es tan complicada con respecto a sus sentimientos que no tenía idea cuál sería la reacción correcta al enfrentar a todos. Huye de la confrontación y es testaruda, pero todos sabemos que es un osito cariñosito en busca de amor, por lo que no le demora mucho el enojo, después de todo es alguien despreocupada.

Pero bueno, ya tuvo un momento tierno con su bff y con su otro bff y eso es lo que más impaciente me tenía 💛

Se vienen cosas buenas a partir de ahora y quiero que desde ya vayan sabiendo que con respeto al shippuden, ningún relleno va a ser relevante, así que todo va a pasar bastante rápido ;)

No se olviden de decirme que les pareció y muchísimas gracias por leer :') ¡Jenn, fuera! 🍃

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