XXVIII. El regreso de Sakuma
CAPÍTULO XXVIII:
EL REGRESO DE SAKUMA
Estaba siendo cargada. Percibía el calor de la persona que la traía en brazos y sentía su cuerpo moverse al compás de sus pasos, mas no podía hacer nada al respecto. Su cuerpo estaba totalmente adormecido.
Llovía, y las gotas de lluvia recorrían su rostro hasta su cabello y otras caían débilmente sobre su cuerpo haciéndola temblar del frío. El olor de tierra mojada impregnaba placenteramente su nariz, trasmitiéndole al menos algo de paz ante la frustrante situación que volvía a repetirse.
Otra vez volvía a ser tomada en contra de su voluntad por una persona desconocida hacia un destino desconocido y lo odiaba. Odiaba aún más el no estar completamente consciente mientras eso ocurría.
Trataba de espabilarse a sí misma sin éxito cuando a sus oídos llegó algo peculiar, un sonido que resaltaba sobre el de la lluvia golpeando el suelo y los árboles. Era el sonido de un cascabel que tintineaba ante cada paso de la persona sobre la tierra mojada.
Sus albinas pestañas temblaron levemente al sus ojos esforzarse en abrirse para identificar al dueño de los brazos que la cargaban. Desgraciadamente la noche era muy oscura como para poder distinguir algo, que ya de por sí se le dificultaría considerando que apenas podía mantener los ojos abiertos.
No obstante, para su suerte, un relámpago retumbó en lo alto iluminando el cielo nocturno por un instante, lo suficiente como para permitirle entonces ver únicamente el símbolo en su banda shinobi que hizo que su corazón tuviera algo de tranquilidad.
Aunque claro, hubiera sido un sentimiento totalmente opuesto si ella supiera lo que significaba que el símbolo de la Aldea de la Hoja estuviese tachado.
—Ko...noha —murmuró Sakuma. ¿Acaso la hokage lo había enviado a por ella?
La mirada del chico se posó en ella al oírla.
—Estarás allí pronto —murmuró él.
Sakuma solo lo miró, físicamente incapaz de responder nada, y oyendo el ritmo tan lento y pacífico con el que aquel cascabel tintineaba ante cada paso, fue cayendo nuevamente en otro sueño.
El tiempo pasaba sin poder estimar cuánto, consecuencia de los fuertes efectos de la droga que solo le permitían ver algunas borrosas imágenes de lo que sucedía a su alrededor, siendo tan fugaces y confusas que no podía saber con seguridad si eran o no producto de su imaginación al no poder mantenerse lúcida lo suficiente.
Recuperó levemente el sentido cuando sintió cómo la frescura impregnaba su piel al desconocido pasar un paño húmedo sobre sus mejillas y frente. No había notado que su cuerpo ardía en fiebre hasta el momento. Tal vez por las heridas o tal vez por la fría lluvia.
Abrió los ojos, siendo la presencia de lo que parecían ser estalactitas encima de ella lo primero que notó. No le tomó mucho tiempo deducir que se encontraba en una cueva y no le impresionó que así fuera. Por lo visto era muy difícil encontrar al menos una cabaña en un país tan grande y poblado como el País del Fuego. No se quejaba, prefería eso a volver a la fría guarida de el tipo serpiente, sin embargo él al menos tenía cama en sus habitaciones de confinamiento y no tenía que estar sobre el piso de tierra.
Miró a su derecha, el desconocido estaba acuclillado a su lado, limpiando lo que ella sentía ser una herida en su cabeza. Su rostro era iluminado por las llamas de la fogata que alumbraba el lugar, permitiéndole tener por fin una clara imagen de él. Era joven, de cabello negro recogido y pronunciadas ojeras yacían bajo sus ojos negros.
Su aspecto le era familiar y no sabía si tomar aquella sensación como una buena o una mala señal.
Sí, él la había rescatado de Kabuto, pero nada le decía que lo había hecho de manera desinteresada, después de todo (tal como su sensei le había dicho y como el asunto con Orochimaru le había demostrado) por alguna razón todos estaban loquitos por un par de ojos rojos y no podía confirmar que él era enviado por Lady Tsunade aún.
—¿Qué harás con ella? ¿De verdad la llevarás hasta Konoha? —preguntó una tercera persona en el lugar.
La Hatake de inmediato deslizó la mirada por el lugar tratando de identificar el rostro dueño de aquella voz, causándole algo de jaqueca. Mala fue su suerte cuando se encontró con que este segundo desconocido estaba sentado de espaldas a ella. Lo único peculiar que notó de él fue lo que parecía ser la gigantesca espada que llevaba en su espalda con su filo entero cubierto en vendas.
—No. La dejaremos donde puedan encontrarla —contestó la voz del muchacho.
Por alguna razón sus voces hacían eco en su cabeza y se oían a metros de distancia a pesar de estar a solo unos pies de ella.
—¿Y qué hay de los hombres de Danzō? Nos topamos con bastantes hoy. Estaban como locos para poder hallarla antes que los otros y llevársela.
—Les dejaremos una advertencia entonces —hizo una pausa—. En media hora partimos —informó el muchacho—. Ya ha descansado lo suficiente como para estar fuera de peligro.
—Espero que sepas lo que haces.
Sakuma alarmada sintió cómo nuevamente comenzaba a perder la consciencia. No podía permitirse descansar tan plácidamente en la presencia de aquellas personas que no conocía.
El muchacho pareció notar su inquietud.
—Estás a salvo. Duerme —dijo.
Ni su voz ni su rostro mostraban un ápice de intentar genuinamente tranquilizarla. La inexpresividad era la único que veía. Sin embargo por algún motivo le tranquilizaba su manera suave de hablar.
Ella lo miró, tratando de decidir si confiar en el o no. Lo último que sintió luego de que sus ojos volvieran a cerrarse fue cómo un mechón de cabello era apartado con delicadeza fuera de su rostro
—Tiene potencial —comentó Kisame una vez vieron como los ojos ónix de la chica se cerraron—. La lucha contra Kabuto no estuvo nada mal para haber sido su primera pelea real, ¿no te parece?
Itachi no contestó, simplemente se dedicó a observar a la menor de los Uchiha, acariciando suavemente su frente con el paño de agua fría.
—Incluso Samehada parece tener curiosidad en ella...
Los ojos escarlata del joven enseguida lo vieron sobre el hombro.
—Acerca esa cosa tan solo un centímetro y-
—Lo sé. No tenía siquiera pensado hacerlo, tranquilo —interrumpió enseguida.
La mirada de advertencia de Itachi se extendió un par de segundos antes voltear nuevamente hacia Sakuma, esta vez con la mirada en su bolsa ninja. Algo dentro de ella llamó su atención por lo que, curioso, extendió su mano sacando un libro. Su expresión se iluminó en reconocimiento al ver la letra en la portada.
(...)
—La encontramos recostada al pie de un árbol, resguardada de la lluvia. Estaba herida con gravedad y sedada con algún tipo de droga. Sospechamos que al huir fue interceptada por alguno de los hombres de Orochimaru —informó Yamato a la Hokage y al consejo. Entre ellos se hallaba Danzō.
—¿Sospechan? ¿Acaso no se encontraron con su atacante? —preguntó Tsunade.
—Negativo.
—¿Así que Orochimaru simplemente decidió dejar escapar a la niña? —cuestionó ahora la anciana Koharu.
El que aquel hombre dejase ir así como así a esa niña Uchiha le parecía absurdo.
—Más bien creo que no tuvo otra opción —intervino Asuma.
—¿A qué te refieres? —largó con brusquedad la Hokage.
—Ella traía esto puesto —dió un paso al frente, mostrando lo que desde el inicio de la reunión de emergencia había ocultado detrás de su espalda.
Las expresiones de todos cambiaron drásticamente ante el objeto posado sobre la mesa por el Sarutobi. El sonido de un único cascabel que tendía de aquel sombrero de paja tintineó al este ser movido. Jiraiya le dirigió una mirada a su ex-compañera notándola tensa.
—Un sombrero Akatsuki —dijo Asuma.
—Cómo es eso posible? ¿Que ganaría un miembro de Akatsuki rescatando a una mocosa? —interrogó estupefacto el anciano.
—Pertenece a Uchiha Itachi, ¿no es cierto? —habló por primera vez Danzō.
Asuma asintió dándole vuelta al accesorio y mostrando que eso era efectivamente cierto. En la parte interior, dibujado, había un pequeño símbolo del clan Uchiha.
El bullicio rápidamente dominó la habitación.
(...)
El dolor en su cuerpo fue lo primero en sentir al gradualmente recuperar la conciencia. Cada articulación parecía estar en llamas y respirar le costaba el tener que ahogar un quejido en su garganta. Definitivamente ahora estaba sintiendo lo que aquella técnica de Kabuto, "Bisturí de chakra", lograba en su víctima al efecto del paralizante desaparecer casi por completo y no era para nada lindo.
—¿Sakuma? ¿Sakuma, puedes oírme?
La voz de su padre.
Sus párpados se abrieron lentamente. Él estaba a su lado.
Le tomó unos segundos antes de que su vista se adaptara correctamente a la iluminación del lugar debido al molesto sol que invadía el cuatro. Hacía ya varios días que no estaba expuesta a esa cantidad de luz al ser la guarida de Orochimaru tan oscura.
Lo primero que distinguió de aquella irritante blanca habitación fue el ventilador de techo girando sobre su cabeza de una manera que le hacía creer que se le caería encima en cualquier momento, lo siguiente fue su pierna enyesada sobre un largo almohadón. Eso iba a ser una molestia más tarde.
—¿Estoy... Estoy en Konoha? —murmuró agotada. Por algún motivo necesitaba que alguien le dijera que sí para poder estar tranquila.
Una sonrisa se hizo notable bajo la máscara de su padre.
—Así es. Ya estás en casa —asintió Kakashi—. ¿Cómo te sientes?
—De maravilla —musitó sin fuerzas.
Quiso sentarse, mas unas manos se posaron en sus hombros.
—Quédate así. Moverte solo hará que te duela más —aconsejó el Hatake.
Ella obedeció, quedándose inmóvil y dedicándose a observar a su padre. Su pecho por fin se sentía liviano al estar de regreso y no en una fría guarida o cueva con algún otro desconocido.
Kakashi estaba sano y de pie, se alegró Sakuma internamente mientras lo veía. Su aspecto era mil veces mejor al que tenía la vez que se fue de la aldea hace una semana en su misión, cuando él aún estaba en la camilla de hospital casi sin poder moverse consecuencia de utilizar su sharingan contra un miembro de Akatsuki para salvar al Kazekage.
Su recuperación fue siempre uno de lo principales pensamientos de Sakuma durante esos días a pesar de su enojo hacia él y de todo lo que había pasado luego de eso: su secuestro, el ser sometida al rompimiento de sello que desconocida tener y que le causó tanto dolor (físico y emocionalmente, al revivir los recuerdos las muertes de su madre y sensei) y todo embrollo de emociones que había surgido dentro de sí gracias a eso... Y el verlo allí de pie de algún modo hacia que todo eso quedara en en segundo lugar.
—¿Qué tan mal estoy?
—Costillas rotas, músculos desgarrados, una leve contusión en la cabeza y una pierna rota —por cada palabra el gesto de Kakashi se iba a haciendo más furioso. Parecía que podía sentir su dolor como el suyo propio—. ¿Cómo es que te pasó eso?
Sakuma pestañeó un par de veces, comenzando a recordar. Sasuke la había ayudado a escapar, Kabuto la interceptó en el bosque y... ¿qué había pasado luego de perder? Oh, ese chico de Konoha apareció. Luego de eso todo era confuso.
Se llevó la mano a la cabeza cuando comenzó a dolerle. ¿Traía una venda?
—Está bien, no te esfuerces. No tienes por qué recordar ahora —suspiró, notando la mirada perdida de su hija—. Pero en la tarde el Consejo de Ancianos vendrá a hacerte una visita junto con la Hokage para que les expliques la solución.
Sakuma notó que algo le molestaba. La mención de esas personas parecía enfurecerlo casi tanto como el mencionar sus heridas.
—¿Sucede algo? —preguntó.
El ojo negro de Kakashi la miró con cansancio.
—Solo trata de ser educada cuando te reúnas con ellos, ¿de acuerdo? —pareció ser casi una súplica. Él conocía cómo ella podía ser de sincera, casi brutal. Por lo que al pedir que fuese educada en realidad quería decirle que tratara de no enfurecerlos o faltarles al respeto.
—Mientras ellos lo sean conmigo... —advirtió.
—No. No importa si ellos lo son, Sakuma —interrumpió—. La cosa está muy tensa y complicada en este momento con tu situación —al ella mirarlo confundida se vio obligado a explicarse mejor—. Se habla de traición.
—¿Qué? —soltó estupefacta—. ¿Yo?
Kakashi pensó sus palabras antes de sentarse en la silla a un lado de ella y tomar su mano.
—Esto en realidad se trata de algo más grande que tú, que sucedió antes pero que en cierta manera está relacionado contigo. No puedo decir más que eso —respondió cuidadosamente.
Al oírlo, algo hizo click en la mente de la peliplateada. Entonces recordó. Recordó todo lo que en esos días había descubierto sobre sí misma.
Ella era una Uchiha. Su madre era una Uchiha, pero no solo eso, sino que también una poderosa shinobi. Y nadie se había atrevido a decírselo luego de todos los años en Konoha, ni siquiera su propio padre. El motivo aún no estaba del todo claro para ella puesto que se negaba a creer que la Aldea de la Hoja pudiese traicionar a su madre. Sin embargo aquella era la única razón que conocía y el accionar de sus habitantes al negarse a decirle algo solo lo hacía más creíble.
Apartó la mano de las de su padre con brusquedad. Este gesto pareció agujerar el pecho de su padre.
—Esto es sobre mamá —aseguró.
La mención de Kimi no tomó del todo desprevenido a Kakashi, no después de que Tenzo le advirtiera que el apodo de ella había sido mencionado por Kabuto en el puente Tenchi. Sospechó en su momento que Orochimaru planearía darle información sobre ella intentando ganar su confianza en el tiempo que la tuvo secuestrada. Y al parecer había estado en lo cierto.
Eso le enfurecía. Él debía de haber sido el primero en revelarle la identidad de su madre, él era la persona más indicada, no esa serpiente que todo lo que hace es jugar con la mente de las personas a su voluntad para obtener algo a cambio, tal como lo había hecho con Sasuke años atrás y, tristemente al juzgar por la mirada que traía en los ojos, con su hija también.
Hacía mucho tiempo que quería decirle todo. Su hija merecía saber todo acerca de sí misma y de quién era su madre. Sin embargo, tal como se lo había dicho la Hokage, mientras menos supiera Sakuma de su madre y su pasado más segura estaría frente al consejo y frente a los hombres de Danzō. Y hasta el momento había tenido toda la razón.
Claro que ahora nada podían hacer ya que al parecer Sakuma ya sabía algo. Todos los secretos tarde o temprano salen a relucir, después de todo, y esta no era la excepción.
—Sakuma, no hagamos esto ahora, por favor —pidió con suavidad—. Estás gravemente herida.
—Si no es ahora solamente encontrarás más maneras de evitarlo como lo haz estado haciendo todo este tiempo y no voy a tolerar un minuto más el hacerme la tonta para que todo siga igual —frunció el ceño—. Ahora dime, ¿esto es sobre mi madre?
Kakashi suspiró.
Su hija lucía como si estuviera en medio de una encrucijada, gracias a no saber en quien confiar y no podía permitir que otra persona que apreciaba se fuera por caminos equivocados. Ella menos que menos.
—Así es. Es sobre ella.
El aliento se escapó desde lo más profundo de su pecho sin que ella supiese que lo había estado conservando. El oír a su padre finalmente diciéndole algo así luego de todos los engaños y omisiones significaba para ella más de lo que se sentía cómoda de reconocer.
—¿Por qué? ¿Qué tiene ella que ver? —preguntó.
—No me corresponde hablar de estas cosas. Va más allá de mi poder —dijo, apoyando los codos sobre sus rodillas y entrelazando sus dedos.
—Ella es la madre de tu hija. ¿Cómo es que no te corresponde? —espetó.
Kakashi guardó silencio por prolongados segundos, segundos en los que era hostigado por los profundos ojos negros de su hija.
—El Fénix de Konoha —mencionó él—. Sé que te nombraron ese apodo y que probablemente sepas a quién le pertenece.
—A mamá —respondió.
—Así es. ¿Sabes cómo lo consiguió?
—Ella acabó con un escuadrón entero con una sola llamarada de fuego.
—Técnicamente es cierto, pero esa no es toda la imagen —sonrió con nostalgia, recordando a aquella chica de cabello oscuro—. Estábamos al final de una gran batalla, ella y yo éramos los líderes. Perdíamos. Nuestros hombres estaban todos muertos o gravemente heridos y el enemigo nos superaba en número, armas, provisiones y poder. No había esperanza alguna. Y ella... ella moría en mis brazos.
Kakashi pasó saliva con dificultad al recordar el amargo momento.
—No recuerdo jamás haber suplicado tan desesperadamente como aquel día —bajó la mirada—. Kimi había agotado tanto chakra curando a otros que no le quedaba para curarse a sí misma. Y aun así, sabiendo eso, se interpuso entre un ataque directo hacia mi. Estaba tan furioso y asustado en ese momento. Y le supliqué que no muriera, que no lo hiciera por culpa mía —aclaró la garganta—. Pero entonces sus ojos se cerraron.
Miró a su hija. Ella, al igual que él, parecía contener las lágrimas.
—Su corazón no latía. Así que me quedé ahí con ella, abrazándola y esperando a que todo terminara —hizo una pausa—. El enemigo estaba ahora rodeándonos, nuestros hombres al igual que yo habían desistido ante la idea de seguir luchando.
—¿No seguiste luchando? ¿No es eso lo que el líder debe hacer?
Él asintió oyendo sus palabras.
—Sí, tendría que haberlo hecho. Pero no era lo suficientemente fuerte. También nuestros hombres habían visto cómo es que una de las shinobis más poderosas moría frente a ellos y sus pensamientos eran: si ella terminó así, ¿qué será de mí? —respondió, antes de seguir relatando—. ¿Cómo se suponía que podría convencerlos de seguir?
—¿Entonces cómo es que sobrevivieron?
—Tu madre —sonrió con orgullo—. Ella no estaba dispuesta a rendirse ni siquiera aunque su corazón se detuviera. La marca roja en forma de diamante que siempre había tenido en su frente comenzó a cambiar y pronto sus heridas habían desaparecido. Entonces abrió sus ojos y su aura había cambiado completamente. Se puso de pie, caminó hasta el frente de la formación y inhaló profundamente. Luego de eso todo es historia. La llamara acabó con todo un batallón, sí, pero el nombre no viene de eso, sino de que ella incluso luego de haber sido derrotada resurgió —miró a su hija—. Ella amaba a su aldea hasta tal punto que no podía permitirse rendirse jamás.
—¿Pero si es así... por qué se habla de traición?
—Por exactamente la misma razón. Ella amaba a su pueblo hasta ese extremo, ¿por qué huiría? Tal vez había cambiado de opinión.
Sakuma guardó silencio, procesando la historia que había sido contada por su padre con tanto orgullo y añoranza. Su madre sí que era extraordinaria.
—A muchas personas no les agradó tu madre. Su poder siempre les había asustado y las tensiones que habían con personas relacionadas a ella no hacían más que empeorar la situación. Por lo que el tú aparecer diciendo ser su hija y que Kimi en realidad no había fallecido no hizo otra cosa que fortalecer las sospechas hacia ella —confesó el hombre con enojo—. Ella era una shinobi que desapareció en medio de un misión y no regresó, por lo que el término desertora salió a la luz.
—¿Desertora? —preguntó atónita—. Así que la ven como una traidora y por consiguiente a mí también.
El Hatake asintió.
—Ella sabía muchos secretos. Creen que tal vez tú sepas algo y el que hayas estado con Orochimaru, un traidor y enemigo de la aldea no ayuda para nada. Imagina cómo reaccionaron cuando el sombrero de un Akatsuki apareció en tu cabeza. Ahora mismo Tsunade está haciendo todo lo que puede para que no seas enviada a la División de Inteligencia.
—Aguarda... ¿Akatsuki? -dijo desconcertada. Su padre asintió—. No. Yo no estuve con Akatsuki.
Kakashi se inclinó hacia adelante en la silla con interés.
—Él era de Konoha. Creí que lo habían enviado a buscarme cuando me rescató de Kabuto —frunció el ceño, mirando el techo—. Incluso cuidó de mí.
—La Hokage envió a los Equipos Gai y Asuma a buscarte, Sakuma —negó él—. Pero ese chico... ¿puedes describirlo?
El hombre miró a su hija en busca de respuestas. El asunto aún no se le había sido comunicado ya que a él solo le interesaba ver a su hija, pasando de acudir a la junta urgente con el Consejo para ver cómo se encontraba. Solo sabía cosas a grandes rasgos, como el que se había enfrentado a uno de los secuaces de Orochimaru y más tarde fue abandonada al resguardo de un árbol, vistiendo un sombrero Akatsuki. No sabía su dueño, sin embargo tenía una gran sospecha.
—Era joven, de cabello y ojos negros —recordó—. Su voz era tranquila...
—Uchiha Itachi —dijo su padre con seriedad—. Su nombre es Uchiha Itachi. Él es uno de los miembros más poderosos de Akatsuki conocidos y desertor.
—Uchiha... como Sasuke... como mamá —mencionó, para luego ver a los ojos a su padre—. Y como yo, ¿no es cierto?
La mirada de su padre cambió. Así que ella lo sabía. ¿Por qué no mencionarlo antes? ¿Sabía incluso el verdadero nombre de su madre, su verdadera identidad?
—¿Fue por eso que me salvó? —cuestionó—. No, un simple apellido no sería suficiente como para que alguien así me rescate, ¿cierto?
—Sakuma, lo estás pensando demasiado.
—Él estaba preocupado por mí. Me veía... me veía con ternura —frunció el ceño, recordando la mirada del chico—. No te atrevas a volver a mentirme. ¿Quién es él?
—Sakuma...
—No —lo interrumpió—. Dime la verdad.
Kakashi respiró profundamente. Así que finalmente lo sabría. Esta era una muy mala idea, pero Sakuma tenía razón. Ya no podía seguir mintiéndole.
—Él es Uchiha Itachi, hijo de Uchiha Fugaku y Uchiha Mikoto, líderes del Clan Uchiha, hermano mayor de Sasuke Uchiha... —hizo una pausa, sabiendo que ya no podía retroceder—. Y hermano menor de Uchiha Fumiko, El Fénix de Konoha.
¡Ta-da! ¡Hasta acá el cap, mis amores! Y sí. Estoy viva, ahre
OPD, no puedo creer que en serio acabo de escribirlo y TERMINARLO. Hace ya semanas que reescribo esto, lpm. No me gustaba de ninguna manera hasta que lo hice así y finalmente me gustó.
YA SE SABE TODO, AHHHH. (Bue, no todo... pero eso es para otra ocasión). ¿Qué opinan? ¿Les gustó cómo quedó? Sinceramente no tenía idea cómo hacer para revelar tanta cosa pero hice lo mejor que pude así que en serio me interesa sus opiniones.
El papu de Itachi apareció finalmente y por lo visto es esa personita que siempre la ha estado cuidando 😻
El verdadero nombre de Kimi por fin escrito en un capitulo.
Siento muchísimo la tardanza, no tengo perdones ni excusas suficientes que decirles. Cada día me sorprende más todo el apoyo que recibo y de verdad lo aprecio muchísimo. Muchísimas gracias por tantos hermosos comentarios. Trato de responderlos todos lo mejor que puedo.
Gracias por leerme, en serio. ¡Jenn, fuera 🍃!
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